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La conjuración de Martín Cortés

Juan Suárez de Peralta

CAPÍTULO OCTAVO

Que trata de la venida del marqués de Falces, don Gastón de Peralta, por Virrey de México y de la Nueva España, y lo que más sucedió


Después de haber hecho justicia de Alonso de Ávila y su hermano, se decían muchísimas cosas y ya no se trataba de otra, y muchos prometían de que había de costar caro aquellas muertes, porque habían muerto sin culpa. Glosando sus confesiones, así las del proceso como las que habían hecho rectificándose en el tablado cuando murieron (que llanamente condenaron al marqués y a su hermano don Luis Cortés), y lo que el fraile dijo antes que cortasen la cabeza a Alonso de Ávila, que lo oí yo, porque estaba tan cerca del tablado que tenía mi caballo la frente pegada a él, y lo vi Y oí todo, que era de los que fuimos con el general guardándolos y dijo las palabras atrás referidas: que aquellos caballeros morían justamente, y que lo que habían jurado en sus confesiones era verdad; trocaban estas palabras, y visto esto, mandaron los oidores dar traslados de los dichos a los que los quisiesen, y así los había muchos.

Cómo se empezo a publicar que el marqués enviaba por pesquisidores contra los testigos

Después de haber la audiencia despachado este negocio, dieron tras el del marqués y sus hermanos, teniéndole muy afligido, que lo estaba grandísimamente después de la muerte de estos caballeros, que creyó iba de veras, que antes lo tenía por cosa de burla.

Empezóse a publicar que había de enviar a pedir a Su Majestad pesquisidores, para que le desagraviasen y, averiguasen cómo era maldad y testimonio el que le levantaban; y así lo hizo y ofreció los salarios, y con esta esperanza que habían de venir amedrentaban a los testigos, y hablaban largo.

Mas no por eso se iban dejando de hacer diligencias, y más contra don Luis Cortés, hermano del marqués, a quien hallaban muy culpado, dándole muy breves términos para concluir con él; y habiendo sustanciado su causa y concluídola, le sentenciaron a cortar la cabeza y perdimiento de bienes, ni más ni menos que la sentencia de Alonso de Avila, que no fue poco escándalo, y suplicó de ella.

Nueva de cómo llegó el marqués de Falces a la Nueva España, por Virrey

En este inter llegó nueva que estaba el marqués de Falces en el puerto, que venía por virrey, y con ello parece que calmó un poco la furia con que se procedía en el negocio de don Luis y aun en el del marqués. Determinaron los oidores de aguardarle, para comunicar con él los negocios y que se hallase en las sentencias; y él, en desembarcándose, supo lo que había en la tierra, y de parte del marqués le escribieron, y él escribió a la audiencia pidiéndoles que se suspendiesen los negocios del marqués hasta que él llegase, porque quería hallarse presente, pues estaba en la tierra.

Así se hizo, que le aguardaron, y esta fue causa para que se animasen los de la parte del marqués, y decían que por milagro había Dios traído al virrey, para quitar el negocio de los presos a aquellos carniceros.

Otros decían:

- Antes ahora corren más peligro, porque el virrey no ha de ser contra el rey.

Y era maravilla las cosas que se decían los de la una parte y los de la otra; y es cierto, que si los oidores entendieran la inclinación del virrey, no le aguardaran, sino que, antes que llegase a México, cortaran las cabezas al marqués y a su hermano.

Esto es muy sin duda, y esto sé de quien lo sabía.

Llegada del marqués de Falces a México

En efecto, el virrey don Gastón de Peralta, marqués de Falces, llegó a México con su mujer habiéndole recibido la tierra con las fiestas y recibimientos que es costumbre, aunque se le hicieran mejores si no la hallara como la halló: mas con todo halló paño que bastó.

Recibido en México y tomado su pleito homenaje, como se suele hacer, se fue a su casa y luego envió a visitar al marqués, y aun se dijo que le había venido el del Valle, aquella noche, a ver, y él enviado su capitán de la guarda por él, de lo que se alteró la ciudad y se dijeron maravillas; y luego empezaron a ser contra el pobre virrey bien inconsiderados.

De allí en adelante, contra la voluntad de los oidores, fue aliviando las prisiones al marqués y dando licencia que le viesen algunos, y que él le visitase de noche aún de día, porque posaban en una rasa, en la cual tenía la prisión el marqués del Valle y el virrey su vivienda, y las veces que querían se veían; de lo que estaban los oidores indignadísimos y más ver que el del Valle tuviese libertad para salir de la prisión donde ellos le tenían.

Cómo se escribió al rey contra el marqués de Falces, y se envió navío sólo a ello. Befa a los oidores

Con todo recato dióse orden de escribirlo a Su Majestad, y para e'lo se envió navío de aviso, que no fue a otra cosa.

Fue muy descubierto el favor que el virrey hizo al marqués del Valle, a pesar de los oidores y de todos, en unas fiestas que se hicieron, de sortija, con hartas galas e invenciones. Yo fui el mantenedor, y el doctor Agustín de Agurto, hermano del secretario Sancho López de Agurto, que aunque era letrado era muy buen hombre de a caballo, de ambas sillas, y cuando era menester mostrar letras ninguno le hacía ventaja, y así en lo que era caballería. Costónos muchos ducados, que gastamos en esta fiesta, y la hicimos debajo de las ventanas de palacio, y a ella estuvo el marqués del Valle con el virrey, que no fue poca befa para los oidores; y como veían esto, y que ya el marqués no estaba tan apretado y que el virrey le favorecía, de secreto le metían la lanza, hasta que dieron con él, como se dirá.

Baltasar de Aguilar se reconcilió con el marqués del Valle

Muchos, ya, de los del rey, no osaban hablar, sino deseaban reconciliarse con el marqués, y alguno de los testigos, como fue uno Baltasar de Aguilar Cervantes, el primer denunciador, de miedo de que decían que venían pesquisidores a pedimento del marqués, los cuales habían de hacer maravillas, como las hicieron. A este Ba!tasar de Aguilar, el virrey hacía mucho favor y le enviaba a llamar muchas veces a su casa, de noche y de día, para saber de él todo el negocio; el cual vístase medroso de lo que se decía que habían de venir pesquisidores contra los testigos, y que el virrey favorecía tanto al marqués, dio en decir que el del Valle no había sido su intento alzarse con la tierra y que no tenía culpa.

Información de oficio que hizo el Virrey en favor del marqués del valle

Visto estas y otras muchas cosas que hablaba, y con haber sido el descubridor del negocio, el virrey, de oficio, acordó de hacer una información en favor del marqués, y hacer que el primero que dijese fuese Baltasar de Aguilar, porque él se lo había prometido, y así dijo, retractándose del primer dicho que había dicho ante los oidores, de que los ofendió en extremo, y a todos los que había metido en la redada; y así, luego, se declaró en no tratar ni comunicar con sus primos, y personas a quien había dado parte de lo que el marqués y sus consortes habían tratado, y le visitaba.

Lo que escribieron a su majestad contra el Virrey

El virrey acabó de hacer su información en favor del del Valle, y los que le seguían no se descuidaban contra el virrey don Gastón de Peralta, por que si él procuraba la libertad del marqués, contra él se hizo diligencias para destruirle, como fue dar aviso a Su Majestad cómo había defendido a los oidores el hacer justicia en lo del alzamiento, favoreciendo al marqués del Valle, y los demás, y que teniendo para cortar la cabeza a don Luis Cortés, como uno de los más culpados, y procediendo contra el marqués, les había estorbado; y que esto nacía de que debían de tratar entre los dos de proseguir en lo del alzamiento, y que se habían de valer del rey de Francia, a quien le darían la contratación y ciertas parias; y otras cosas muy en perjuicio del virrey (de lo cual él estaba muy cuitado), y que su celo no fue sino de hacer por el marqués y allanar el negocio.

Y como dicen, las cosas muy olvidadas suelen salir en ocasiones que dañan, así le sucedió al del Valle, que sirviendo a Su Majestad, cuando el rey de Francia, fue uno de los a quien el francés más quiso y de los con quien más gustaba y favorecía de todos los españoles, y estúvose este favor guardado, para ser una de las cosas que más daño le hicieron (todo salió en la colada). Como el marqués virrey tenía deudo con los reyes de Francia, y su parcialidad en Navarra son y vienen de franceses, con estas y otras cosas se le hizo la cama, y bien áspera.

Orden que dieron para descomponer al Virrey Marqués de Falces

Es costumbre de lUego que llega flota despachar los virreyes navío de aviso, para que llegue la nueva de la llegada, y a los mercaderes de los géneros de mercaderías que han de cargar, que tienen valor en la tierra; y así hizo el de Falces, que luego despachó navío, dando aviso a Su Majestad de su llegada y viaje, y de cómo había hallado la tierra.

Ya en España se sabía el negocio del marqués, el cual había dado la estampida que se sabe, y Su Majestad tomádolo muy mal, como era razón. Despachado el navío, y que estaba ya para hacerse a la vela, los enemigos de los marqueses, según se dijo y así debió de ser, dieron orden que en la Veracruz se tomasen todos los pliegos que iban para Su Majestad del virrey y marqués del Valle, y no fuesen a España, sino que se los enviasen a México. Así se hizo, y el navío partió sin ellos y sin letra del virrey para el rey ni para su Consejo, que estaban aguardando la llegada del aviso para saber Su Majestad el estado en que estaban los negocios del marqués y lo que el virrey había hecho en su servicio.

Provisión de jueces pesquisidores contra el marqués del Valle y el de Falces

Tal cual llegó, sin carta para él ni para su Consejo del marqués de Falces, sino de los contrarios (en que le avisan de las cosas que había hecho el virrey y la amistad que tenía con el marqués del Valle, y escríbelo la audiencia); como Su Majestad vio esto, y los del Consejo, luego al mismo punto proveyó jueces para que fuesen a averiguar aquellos negocios y mandasen al marqués de Falces que luego se embarcase y se fuese, y quedase gobernando el más antiguo de los jueces a quien madaban ir, que fue uno el licenciado Jaraba, y otro el licenciado Alonso Muñoz, y el otro el doctor Carrillo; los cuales fueron, y en la mar murió el licenciado Jarabao antes de llegar a la Nueva España, y quedó por presidente el licenciado Muñoz, del Consejo de Indias.

Puso en gran confusión a Su Majestad y al Consejo no haber carta del virrey en aquel navío, una cosa tan nueva y fuera de la costumbre que se tenía, y más en aquella ocasión, por lo cual se dio crédito de que el marqués de Falces no andaba bueno, y que debía haber algún trato doble; y así no veían la hora de verle en España.

Remisión que hicieron los oidores del marqués y de sus hermanos a España

Volvamos a la audiencia, lo que hizo en la prosecución del negocio. Visto la fuerza que el virrey hacía sobre favorecer al marqués, dieron en remitirIe a España, a él y a sus hermanos, y proveen un auto, sin embargo, que dentro de tantos días salga de México, y se vaya a embarcar, con muy graves penas, y señalan guardas y quien le lleve a él y a sus hermanos.

Fue esta una cosa que el marqués sintió en extremo como si le mandaran cortar la cabeza, y procuró con grandes diligencias se revocase, y suplicó del auto (y era por su mal), y al fin se confirmó; y ofreció muchas fianzas, que él iría vía recta, y se embarcaría y presentaría en el Consejo de Su Majestad y a sus hermanos, y a don Luis, que estaba ya hecho el tablado para cortarle la cabeza.

Salida del marqués del Valle de México

Salió el marqués del Valle de México con la mayor tristeza y llantos en su casa, que era de haber grandísima lástima. Por cierto bien diferente fue la salida de la tierra, que no la entrada, y de todo (tuvo) mucha culpa el marqués, por haber procedido tan mal con los a quien él tenía obligación; que si él se llevara bien con ellos, aunque se tratara el negocio se echara tierra y no se hablara en él, sino todos le tuvieran por padre y hermano, y le sirvieran, y así le destruyeron en la honra y en la hacienda. Si este negocio no le sucediera, fuera uno de los más ricos señores de España, y más servido, y en la mejor tierra del mundo; mas era su ventura no gozar de esta felicidad.
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