Índice de Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y México de William JayCAPÍTULO VCAPÍTULO VIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE 1847
ENTRE ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO

William Jay

CAPÍTULO VI

Reconocimiento de la Independencia de Texas


Los colonos de Texas, como ciudadanos americanos que eran, nunca desearon permanecer como nación separada e independiente. Su aspiración máxima fue ver que se admitiese la estrella solitaria que habían creado, en la constelación estadounidense. Los dueños de esclavos también eran contrarios a que surgiese un pequeño Estado independiente en su frontera Sur, porque tal país podría llegar a ser una barrera que impidiese el desarrollo de la esclavitud. Fue táctica de los texanos fomentar en los esclavistas el deseo de la anexión, y de aquí que quince días después de expedida la declaración de independencia de Texas, adoptaran una Constitución que daba los derechos de la ciudadanía a todos los emigrantes de raza blanca después de un período de residencia de seis meses en el país, y los autorizaba para llevar consigo a sus esclavos, a cuyo fin hacían perpetuos los derechos del amo sobre sus siervos ¡negaban al cuerpo legislativo toda facultad para abolir la esclavitud!

Se ofreció a los Estados esclavistas una magnífica oportunidad al otorgarles el monopolio del mercado texano de esclavos, lo cual se hizo al prohibir la importación de siervos de cualquier procedencia, menos de los Estados Unidos. Los negros y mulatos libres, como es bien sabido, considéranse por los esclavistas población muy peligrosa. En Texas no fue necesaria una sociedad colonizadora que se encargara de eliminar en todo el territorio ese peligro, porque según la Constitución adoptada por Texas, todo negro y todo mulato, en lo presente y en lo futuro, que permaneCIeran en el territorio texano, estarían condenados a la servidumbre.

Se ofreció todavía una ventaja más al Sur: Mr. Benton había calculado que podrían formarsé dentro del territorio de Texas hasta nueve Estados esclavistas; pero su visión de lo futuro se confinaba nada más a la provincia mexicana de ese nombre. Los insurgentes americanos resolvieron, sin embargo. ofrecer a los intereses esclavistas no una provincia nada más, sino también partes de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo México; y consecuentemente se atribuyeron dominio, el 19 de diciembre de 1836, sobre el vasto territorio que yace entre los Estados Unidos y el Río Grande, desde su nacimiento hasta su desembocadura.

Más aún, para hacer patente su afán de adherirse ellos, con todo ese enorme territorio que quedaría consagrado a la esclavitud, a la unión federal, se organizó un plebiscito en 1836 en el que los votantes dirían si estaban en favor de la anexión o en favor de un gobierno separado. El resultado fue el siguiente: 3,279 votos por la anexión y 91 en contra.

Tiene importancia también este sufragio porque demuestra lo escaso de la población de aquel Estado insurgente. Claro está que estas varias manifestaciones de la supuesta voluntad popular no se hicieron a espectadores que careciesen de propósitos o que no supiesen interpretar lo que ocurría.

El Presidente, en tanto se mostraba en extremo quejoso por las agresiones de México, envió un agente oficial (Henry M. Morfit) a Texas, cuyos informes acerca de la excelente calidad de la tierra, se deseaba que excitasen al pueblo americano induciéndolo a levantarse y tomar posesión de esos territorios.

El 22 de diciembre de 1836, el Presidente presentó al Congreso un dictamen rendido por su agente sobre las condiciones civiles, militares y políticas de Texas. Este documento revela los importantes hechos que en seguida se mencionan:

Los límites reclamados por Texas se extenderán desde la desembocadura del Río Grande, por el Este, hasta el nacimiento de ese Río; de este punto partirá una línea hacia el Norte hasta los límites de los Estados Unidos y siguiendo esa línea, hasta el Río Rojo, en el límite Norte de los Estados Unidos. De allí hacia el Río Sabinas, y siguiendo el curso de este río, hasta su desembocadura. Finalmente, de este punto hacia el Oeste, siguiendo el Golfo de México, hasta el Río Grande. Era intención del Gobierno, desde que terminó la batalla de San Jacinto, haber exigido desde el Río Grande a lo largo del río, hasta los 30° de latitud, y de allí hacia el Oeste hasta el Pacífico. Pero se vió que esto no cubriría un punto conveniente de la California, que sería difícil gobernar una población dispersa tan lejana y que el territorio que ya se había definido bastaba para una República en formación. Los verdaderos límites de Texas antes de la Revolución última eran el Río Nueces por el Oeste, el Río Rojo por el Norte, el Sabinas por el Este, y el Golfo de México, por el Sur (1).

El Presidente presentó el dictamen de su agente en Texas acompañado de ciertas declaraciones que eran altamente características de la política seguida desde un principio por el Gobierno federal hacia esa provincia.

Es bien sabido -decía el Presidente- que el pueblo de Texas ha adoptado la misma forma de gobierno que tenemos nosotros, y que desde la clausura de vuestro último período de sesiones, ha resuelto abiertamente, tan pronto como obtenga vuestro reconocimiento de su independencia, gestionar su admisión en el seno de nuestra Unión como uno de los Estados federales. El derecho de Texas al territorio que dice le corresponde, está identificado con su independencia. Nos pide que reconozcamos ese derecho al territorio, con el propósito declarado de transferirlo inmediatamente a los Estados Unidos.

He aquí que se apela directamente a la avaricia del pueblo americano para que se declare en favor de la anexión. Las desmedidas pretensiones de Texas sobre el territorio mexicano se someten a la consideración del Congreso y se recuerda a este Cuerpo que el derecho sobre tan vastos dominios está identificado con la independencia de Texas. Reconozcamos esa independencia y con ello habremos reconocido la legitimidad de esa pretensión; y claro está, tan luego como se otorgue ese reconocimiento, todo Texas y parte de Coahuila, Tamaulipas y la mayor parte de Nuevo México, serán nuestros.

El Presidente había hablado como un tentador y su influencia no disminuyó en grado alguno porque se mencionara por ahí el deber de evitar que pudiera sospecharse que la conducta de los Estados Unidos obedecía a móviles egoístas. Era patente ya, puesto que no podía adquirirse a Texas por compra ni había probabilidades de que se pudiese suscitar una guerra con México, que el reconocer la independencia de Texas era un paso preliminar indispensable para la anexión. Sólo que había una hostilidad vigorosa y vigilante en el Norte contra cualquier medida que pudiese conducir a la adquisición de más territorio esclavista. Por lo tanto, se hicieron esfuerzos en primer lugar para que disminuyera esa oposición mediante argumentos de interés personal y partidista, y después para adormecer toda aprensión mediante sugestiones y seguridades falsas y engañosas. Así que el Presidente Jackson, en el mensaje que antes se cita, después de demostrar cuán provechoso sería para los Estados Unidos el reconocimiento de la independencia de Texas, procede a aplacar la alarma del Norte provocada por sus propias declaraciones, simulando que era su idea posponer indefinidamente ese reconocimiento.

La prudencia -dijo el Presidente en su mensaje- parece aconsejarnos que permanezcamos apartados todavía y sostengamos nuestra presente actitud, si no hasta que México o una de las grandes potencias extranjeras reconozca la independencia del nuevo gobierno, sí cuando menos hasta que el paso del tiempo o el curso de los acontecimientos haya probado más allá de toda cavilación o disputa, la habilidad de los texanos para mantener su soberanía y sostener al gobierno por ellos constituído.

Esta declaración, tan franca y explícita y hecha al iniciarse un período de sesiones del Congreso, tendía a impedir cualquier manifestación del sentir popular contra el reconocimiento de la independencia de Texas y cualquier promesa que sobre el particular quisiesen hacer los diputados a sus electores.

El 1° de marzo, dos días antes de la clausura del período legislativo, el Senado aprobó, mientras seis de sus miembros estaban ausentes, una resolución por la cual se reconocía la independencia de Texas. En las discusiones relativas se hizo alusión a las objeciones presentadas por el Presidente el 22 de diciembre anterior respecto a tal medida. Con gran asombro del público, el iniciador de esa resolución, Mr. Walker, de Misisipí, declaró en su oportunidad que había oído de labios del.propio Presidente de los Estados Unidos, que si él fuese senador votaría en favor de esta resolución. Así que el paso del tiempo y el curso de los acontecimientos que mencionó el Presidente en su mensaje, resultaron ser sólo ocho semanas y el contar con una mayoría favorable en el Congreso. La resolución fue adoptada por la cámara baja y los colonos americanos de Texas fueron así recibidos en el seno de la familia de las naciones como una nueva República independiente.



Notas

(1) Ex. Documents, Vol. 2, 24 Cong. 2 Sess.

Índice de Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y México de William JayCAPÍTULO VCAPÍTULO VIIBiblioteca Virtual Antorcha