Índice de Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y México de William JayCAPÍTULO XXIIICAPÍTULO XXVBiblioteca Virtual Antorcha

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE 1847
ENTRE ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO

William Jay

CAPÍTULO XXIV

Extensión del territorio exigido a México


Ya hemos reconocido que las aseveraciones tan frecuentes como enfáticas de Mr. Polk respecto a su deseo de paz eran sinceras, porque en su mente el término paz incluía la adquisición de todo el territorio que él quisiera. La paz que él deseaba no era justa, y por lo tanto no era una paz honorable, sino una expoliación rapaz y atrevida. Empleamos estas palabras tan duras, porque su rigor corresponde al rigor de los hechos, de indudable dureza.

Después de que logramos la ocupación militar del territorio del Río Grande y todos los puertos marítimos del Atlántico y del Pacífico; una vez que los ejércitos mexicanos habían sido derrotados en tres batallas campales; cuando los esfuerzos de los mexicanos habían fracasado en su intento de dar protección a su capital y el general Scott estaba listo para trasponer sus puertas, se ofreció la paz de nuevo a México. Pero no hallamos ninguna indicación de generosidad, ningún deseo de justicia, ningún sentido del honor, en esta oferta de paz, según el momento, el lugar y las condiciones en que la hicimos.

México, totalmente abatido, claro está que no podía oponer ninguna resistencia efectiva a sus invasores, en tanto que era en verdad fácil para los Estados Unidos apoderarse militarmente no sólo de su capital, sino de todas las plazas fuertes y todas las ciudades de la República. Pero no es esto lo que deseaban ni la Administración de los Estados Unidos ni el país. No era esto lo que les interesaba. Apoderarse de todo México por la fuerza de las armas, ocasionaría gastos al Tesorero público y una imposición de tributos que el pueblo no aprobaría y que en breve plazo harían que salieran del poder Mr. PoIk y sus partidarios.

La continuación de la guerra tampoco nos daría un finiquito sobre los territorios codiciados, como era indispensable para que pudiéramos convertirlos con facilidad en Estados esclavistas con representación en el Congreso nacional. El objeto de la guerra podría conseguirse con mayor ventaja por medio de un tratado de paz que nos diera la posesión indisputada de Nuevo México y de California. De aquí Que se sintiera el deseo de la paz; y el estado de ruina en que se hallaba México hacía esperar que 'se le obligase pronto a hacer la cesión que se le exigía. ¿Y cuál era esa cesión? ¡Nada menos que todo el territorio que yace entre el Río Nueces y el Río Grande, asi como todo el territorio de Nuevo México y toda la Colifornia, tanto la Alta como la Baja!

Si revisamos el mapa de México, encontraremos que estas demandas que excedían del verdadero territorio de Texas, se calculan en más de ochocientas mil millas cuadradas, en tanto que el territorio total de la República Mexicana, se supone que contiene un millón seiscientas mil millas cuadradas. ¡Así es cómo buscaba Mr. Polk una paz justa y honorable, apoderándose de la mitad de México! (1).

Tal era la indemnización territorial que tratábamos de arrebatar a un enemigo derrotado y que casi no oponía resistencia alguna. Nunca Napoleón, en su carrera de conquistas, se entregó a una rapacidad tan salvaje. México, humillado, hecho un inválido, ofrecía ceder todo el territorio que es propiamente de Texas, más allá del Río Nueces, y todo Nuevo México y la California, al Norte del grado 37 de latitud; ¡extensión que equivale a nueve Estados del tamaño de Nueva York!

Es verdad que en el proyecto mexicano de tratado que contenía el ofrecimiento de esta cesión, había un artículo que estipulaba el pago por parte de los Estados Unidos de una indemnización por daños causados por las tropas americanas en el territorio de México, punto que se ofrecía a discusión, pero no como una condición sine qua non. Se rompieron las negociaciones, no por ésta u otras proposiciones exceptuables, sino porque México se rehusó a ceder todo el territorio de Nuevo México y California. Mr. Polk, en su mensaje al Congreso, declaró:

La fijación de la línea divisoria en el Río Grande y la cesión por México a los Estados Unidos de los territorios de Nuevo México y la Alta California, constituían un ultimátmn que nuestro representante no debía desatender por ningunas circunstancias.

Parecerá extraño que Mr. Polk se rehusara a aceptar la cesión ofrecida. Pero la solución de este enigma es fácil y la daremos en el capítulo siguiente.



Notas

(1) Estos cálculos están tomados de un documento oficial relativo a la extensión de las diferentes provincias mexicanas, publicado por el Gobierno de México, y figuran en el mapa de ese país hecho por Disturnel.

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