Índice de Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y México de William JayCAPÍTULO ICAPÍTULO IIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE 1847
ENTRE ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO

William Jay

CAPÍTULO II

Independencia de Texas


Una vez fracasados los esfuerzos de Long y de Edwards en el campo de la insurrección, como la colonia fundada por Austin no había proporcionado aún ninguna ayuda a los intereses esclavistas de los Estados Unidos y se había abandonado toda esperanza de adquirir a Texas por medio de una compra y ningún pretexto podía por el momento invocarse para declararle la guerra a México, resolvieron los partidarios de la esclavitud, como último recurso, trabajar por la separación de la provincia arrebatándola a la República mexicana, medida preliminar para la anexión. Los acontecimientos que se desarrollarían pronto se esbozaron en un artículo que apareció en 1830 en la publicación Arkansas Gazette:

No podemos tener esperanza alguna de adquirir a Texas (por compra) mientras no predomine en México un partido político más amigable que el actual para los Estados Unidos; y quizás nada se logre sino cuando el pueblo de Texas renuncie a toda sumisión a ese Gobierno, lo que hará sin duda tan pronto como tenga un pretexto razonable para proceder así. Por ahora parece que está sujeto a tan pocas exacciones e imposiciones como cualquier otro pueblo bajo el sol.

Se observará que el autor de este escrito da por sentado que adquiriremos a Texas tan pronto como los colonos americanos tengan pretexto para rebelarse contra México. En unas elecciones de diputados que hubo por entonces en el Estado de Misisipí, se sometieron a la consideración de los candidatos las siguientes preguntas:

Díganos usted su opinión respecto a la idea de adquirir el territorio de Texas y cómo lograr esto, si por la fuerza o por medio de un tratado; y si a su iuicio la Ley (1) que prohibe la emigración de americanos hacia allá no prueba que hay el temor de que esa provincia desee separarse del Gobierno mexicano; y si en caso de que se recurra a nosotros, no será nuestro deber dar a los separatistas ayuda militar; y cuál sería el efecto de la anexión de Texas sobre los intereses de los dueños de plantaciones.

El Sur -decía la publicación Mobile Advertiser en esos días, desea que se admita a Texas en la Unión americana por dos razones: primera, para equilibrar al Sur con el Norte; y segunda, para contar con un lugar seguro y conveniente por sus buenas tierras y su clima saludable para una población de esclavos.

El mismo año, Mr. Samuel Houston, de Tennessee reveló a un amigo suyo (Robert Mayo, doctor en medicina), quien dió el aviso de ello al Presidente, Que estaba organizando una expedición armada con reclutas de los Estados Unidos, para arrebatar Texas a México, y poco después se anunció en un periódico de Luisiana que Houston había marchado a Texas, y agregaba la nota informativa: Podemos estar seguros de que pronto sabremos que ha enarbolado su bandera.

Una manera de efectuar la revolución consistiría en interesar a cuantos ciudadanos americanos fuera posible, en la independencia de Texas, y obtener su ayuda pecuniaria. La Legislatura texana había hecho grandes concesiones de tierras a unos cuantos individuos. Estas concesiones nada valían por supuesto, mientras no se vendiesen fraccionadas en parcelas. Muchos de los concesionarios residían en los Estados Unidos y habían formado sociedades anónimas para la venta de tales terrenos. Tres de las más conocidas eran la Galveston Bay and Texas Company; la Arkansas and Texas Company y la Rio Grande Company, todas ellas establecidas en Nueva York. Se tuvo buen cuidado de interesar en estas compañías a muy prominentes políticos y se hicieron poderosos esfuerzos por que se distribuyeran lo más difusamente posible los bonos de compras parciales. Estos títulos serían de muy escaso valor mientras Texas continuase bajo el Gobierno de México, alcanzarían, en caso de que se consiguiera la independencia del territorio y sobreviniera después su anexión a los Estados Unidos, muy probablemente un gran valor, esto es, toda una fortuna para sus dueños. De este modo se creó un interés pecuniario muy poderoso en los Estados libres del Norte en favor de la adquisición de Texas (2).

Los planes de los conspiradores de Texas recibieron impulso en 1832 con la retirada de las fuerzas mexicanas, lo que obedeció a una de esas revoluciones políticas que con tanta frecuencia han afligido a la República vecina desde su independencia. Por obra de esta situación, muchos nuevos emigrantes entraron sin dificultad en el territorio texano llevando a sus esclavos. Los colonos, sin embargo de ello, tropezaban con un serio obstáculo para los fines que perseguían, por la unión de Texas con Coahuila, ya que sus representantes estaban en minoría en la Legislatura de la Provincia unida. Por lo tanto, el primer paso preciso para alcanzar la independencia, tendría que consistir en romper los lazos que unían a las dos provincias. A este fin, los colonos de Texas se organizaron en 1833 como Estado diferente de Coahuila. Esta organización se hallaba en pugna franca y directa con leyes en vigor. El Congreso mexicano se rehusó a reconocer el Estado de Texas separado de Coahuila. México envió un cuerpo reducido de tropas al territorio insurrecto, el cual fue repelido. Se alzó abiertamente el estandarte de la rebelión. Agentes de Texas recorrían los Estados Unidos pronunciando discursos ante asambleas públicas, reclutaban combatientes y enviaban elementos de guerra a la provincia rebelada. El 2 de marzo de 1836, los insurrectos proclamaron su independencia (3) y quince días después adoptaron una Constitución que establecía la esclavitud perpetua.



Notas

(1) Ley promulgada por México en 1830 y que se derogó en 1833.

(2) Después de la Revolución de Texas, un regidor del Municipio de Nueva York lanzó una iniciativa rebosante de patriotismo, en la que exhortaba al Congreso a reconocer la independencia de esa región. La sorpresa que ocasionó este intento extraordinario, hecho por un cuerpo civil, de influir en las relaciones exteriores del Gobierno nacional, se disipó al descubrirse que el proponente de aquella iniciativa era nada menos que secretario de una de las compañías concesionarias de tierras de Texas.

(3) De los cincuenta y siete firmantes de la declaración de independencia, cincuenta eran personas emigradas de los Estados esclavistas y sólo tres eran mexicanos por nacimiento, y éstos, según se dice, estaban interesados grandemente en las especulaciones de tierras.

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