Indice de Entrevista al C. General de brigada Nicolás Fernández Carrillo por Píndaro Urióstegui Miranda Mas datos biográficos Cómo se incorporó Villa a la revoluciónBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL GENERAL DE BRIGADA
NICOLÁS FERNÁNDEZ CARRILLO

Píndaro Urióstegui Miranda


CÓMO SE VIVÍA EN EL NORTE DEL PAÍS

PREGUNTA
Señor general, ¿quisiera comentarnos cómo eran las condiciones de vida aquí en el norte del país antes de iniciarse la revolución, la actitud del gobierno y el ambiente popular?

RESPUESTA
Lo tengo muy grabado, éramos unos esclavos de todos los terratenientes.

Yo trabajé dieciocho años con Don Luis Terrazas. Ahí me empecé a formar hombre y aprendí mucho como tratar a la gente.

Era el hacendado que mejor pagaba a la gente y apenas si les daba quince pesos al mes, la ración y monturas, pero éramos unos esclavos.

De Chihuahua para acá se pagaban siete pesos a los hombres del campo y su ración, mientras que a los hombres de labor sólo les pagaban dos o tres reales cuando más; era una esclavitud tremenda.

Me tocó ver a un señor licenciado Muñoz, en una Hacienda de Valsequillo, al que un trabajador le reclamó que no le pagaban más qUe una peseta por su trabajo y ya era un homhre hecho y derecho que tenía a diez de familia.

¡Bueno!, pues por esa reclamación el licenciado ordenó se le encerrara en un cepo de campaña -lo ponían en posición de cuclillas y le colocaban por debajo de los brazos una barra de hierro y lo amarraban y así lo azotaban.

Eso me tocó verlo, por lo que le digo que las condiciones de vida en aquel tiempo eran terribles; no había escuelas como ahora las hay, más que en uno que otro pueblo.

De la región de donde yo era, no había más que en el Valle de Allende y en el pueblito El Cerrito; fuera de ahí no había en ninguna otra parte.

PREGUNTA
Señor general, ¿cómo recuerda usted el inicio de la Revolución?

RESPUESTA
Voy a contarle a usted.

Los primeros que iniciaron la Revolución por aquí fueron un licenciado llamado Ricardo Flores Magón y su hermano Enrique; ellos se fueron a Galeana, un pueblo de Chihuahua, del municipio de Casas Grandes y ahí conquistaron a un tal Ponce. Este individuo Ponce era primo hermano de Silvestre y Rodrigo Quevedo que trabajaban junto conmigo para don Luis Terrazas en San Miguel de Babícora.

Eramos cien hombres armados para defender los intereses de don Luis Terrazas, porque azotaban mucho los yaquis y se robaban el ganado, por eso nos tenían armados en los linderos de Sonora y Chihuahua.

Entonces Ponce conquistó a los Quevedo, sobre todo a Silvestre que era el mayor y éste convenció a su hermano Rodrigo. Así entre los Quevedo y Ponce fueron sumando a todos, y nos juntamos unos treinta para levantarnos en armas.

Por aquellas fechas se celebraban unas fiestas que se hacían en el Valle de San Buenaventura. En ellas se colocaban toros. se jugaban carreras de apuesta y se tomaba vino.

Aprovechando la cuestión esa de las fiestas, le pcdimos buenos caballos al administrador don Jacobo Anchondo y escogimos lo mejor de caballos para venir a la jugada. Pero eso sólo era un pretexto, porque ya nos íbamos a levantar en armas, creíamos que ya era oportuno el golpe.

Así llegamos a esas fiestas, nos metimos a una vinata y los emborrachamos y ya una vez ebrios empezaron a bravear todos, pero los de más experiencia no tomábamos. Como éramos sirvientes de don Luis Terrazas y andábamos armados, nadie nos decía nada, hacíamos lo que queríamos; entonces cuando llegamos al pueblo de Galeana, me dice Rodrigo: oye. porque no asaltamos la Presidencia Municipal, a lo que le contesté: Pues quién manda aquí, ¿tú o Silvestre?, no, pues Silvestre, entonces le dije: pues que diga Silvestre; le preguntamos y nos contestó: sí, lo haremos, entonces yo repliqué: miren, es bueno tener precauciones, ustedes son muy valientes pero no sabemos lo que haya dentro de la Presidencia Municipal -la Presidencia tenía un cercado de adobe como de dos metros de altura-.

Entonces me dice Silvestre: lo que pasa es que tienes miedo, a lo que le contesté: no es que tenga miedo, pero creo que debemos tomar precauciones, vienen borrachos y quien sabe lo que haya ahí.

Silvestre dijo: yo voy solo, y a pesar de mis advertencias se fue, encarreró el caballo y brincó hasta dentro, pero ]e pusieron los rifles en el pecho pues en ]a Presidencia Municipa] había unos cien rurales.

Un muchacho como de quince años que estaba en una azotea vio todo y fue a avisarnos.

A Silvestre, a Quevedo y a Ponce se los llevaron presos a San Juan de Ulúa, donde se encontraron con Flores Magón (?).

Los carearon pero los Flores Magón dijeron que no los conocían. Como no les hallaron documentos, ni les comprobaron nada, los dieron libres y así pudieron regresar acá al norte. Ya después asumió el mando Don Pancho Madero que fue quien levantó la gallera (Definitivamente es muy poco creible este relato del general Nicolás Fernández Carrillo, muy probablemente su edad lo condujo a revolver fechas, personajes, detalles y situaciones, en fin, esa es nuestra opinión. Precisión de Chantal López y Omar Cortés).

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