LA ASONADA MILITAR DE 1913
Apuntes para la historia del Ejército Mexicano

General Juan Manuel Torrea

CAPÍTULO VIGÉSIMO QUINTO
OTRA BRIGADA DE TROPAS LEALES

Día 18 antes del medio día

Avisado por uno de los oficiales que mandaban los puestos al Oriente de la ciudad, de que se encontraba en la estación de San Lázaro un tren con tropas procedentes de Oaxaca, mandé tomar todos los datos necesarios y a inquirir si ya tenía conocimiento la Comandancia Militar. Las tropas que se incorporaban eran las de la columna a las órdenes del General Brigadier Mantlel Rivera con un Batallón Auxiliar, entiendo que el 36, y un Escuadrón del 26 Regimiento también irregular.

El General Rivera había sido Jefe del Departamento de Caballería y me había tratado con singular atención; me informé donde se encontraba para ir a saludarlo y pronto tuve noticia de que estaba ya en la Comandancia Militar. Ocurrí a aquella Oficina y al abrazarme, me dijo al oído: Váyase porque estoy preso, no sea que a usted también lo fastidien

No sé de qué se trata y no he hecho sino cumplir las órdenes para incorporarme a la Plaza.

Cuando después de los años me relataba el incidente, al recordar lo astuto que siempre fue el General Huerta, no hacía sino completar el concépto de la superioridad sobre todos que supo desplegar el Comandante Militar, y, no hay disculpa para quienes se dejaron dominar tan cabalmente, cuando desde el Colegio y en el Ejército todos decían de lo que era capaz aquel su compañero de estudios.

El Comandante Militar por una breve conversación pudo darse cuenta de la actitud del Comandante de aquella Brigada, quien francamente le expresó su sentir de lealtad y su decisión de tomar parte en un asalto que ya se anunciaba para dar fin a aquella situación anómala en que seguían manteniéndose las tropas defensoras del Gobierno Constitucional.

Personalmente en su automóvil, Huerta fue a recibir al General Rivera y después del saludo y rendición del parte verbal de novedades, brusca y resueltamente el General Huerta le dijo:

Manuel, vas a ser nombrado Comandante Militar ...

- ¡Cómo! ¿y tú? ...

- Se me va a nombrar Secretario de Guerra y Marina ... ¿pero, no has comido, verdad? ¿Quién te sigue en grado?

- El Coronel Celso Aguilar.

- Déjale el mando e instrucciones de que sólo reciba órdenes del Comandante Militar. Vamos ... sube.

Y lo condujo a que comiera a la Comandancia Militar, pero comunicándosele por un oficial que quedaba preso a disposición de la citada autoridad.