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La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA CUARTA
APARTADO SEGUNDO



GRANDES PADECIMIENTOS DEL CONGRESO

Fatigábalos allí de todo punto una sed rabiosa que no podían saciar por la falta total de agua y tuvieron que humedecerse la boca con algunas naranjas dulces que acaso traía un vocal (1). En Guayamo, que es un lugar de rancherías de caña, situadas al pie de la sierra, se colocaron en unas pobres barracas, y por espacio de algunos días se alimentaron con arroz y carne cocida sin sal, pues no la había. Por fortuna solían proveerse de un pan muy negro de Huetamo, con maíz tostado y piloncillo que se distribuía como pan bendito, es decir, económicamente, entre los vocales y la escolta, compuesta de ochenta hombres, que semejaban a los Faunos de las selvas, armados éstos con garrotes y cinco fusiles, que era la gran fuerza del principal.

Veíase la parota como el delicado Maná del desierto. En Tiripitío vivieron en religiosa comunidad espartana. En cierta vez se les presentó como a las diez del día un cochino, que muy luego sufrió muerte cruenta, fue dividido en un Sancti Amén, y cada uno tomó su tajada como pudiera un can hambriento.

Cuando entraba algún dinero en la tesorería (que era Corpus o Navidad) se tenía por gran riqueza si en el reparto de él cabían seis pesos a cada vocal. Yo me acuerdo que D. Manuel Vidaurre, en su plan del Perú, ponderando la riqueza de aquel país, dice ...

Jamás se percibe el triste eco del hambre, y entre regalos pueden bendecir los moradores la mano benéfica que los destinó a aquellas comarcas.

Y luego exclama:

¡Oh espanto de la guerra! A millares han muerto los hombres en el Perú por falta de sustento ...

Oro depositado en la casa de los generales, ¡conviértete en ponzoña contra los injustos poseedores! ¡Cuántas delicias no abundaban en estos mismos días en las mesas y palacios de los Cruces y Callejas! ¡Cuántas riquezas no hacinaban en sus cofres cuando los legisladores de la América mexicana, los padres verdaderos de su libertad, perecían de hambre y de desnudez! ¡Dichosa pobreza que los ha cubierto de tanto honor, así como cubrió a aquéllos su opulencia de ignominia! ¡Cara patria mía, generaciones futuras y justas, merézcannos una mirada, un suspiro, o una lágrima, hijos tan sufridos!

¡Mas, ay de mí, que en este momento llaman mi atención, y exigen un recuerdo otros padecimientos causados por un americano nacido para deturbar a la nación a quien pertenece! ... Yo no puedo omitir lo que voy a contar sin faltar a la ley de historiador honrado; me haré violencia, pero no callaré.


Nota

(1) Según esto, el ser diputado en el Congreso en el día es una cucaña, pues se come caliente, se bebe frío, se huelga, y no falta un peso que gastar; mas presentóse alguno de los que padecieron tamaños trabajos pidiendo la rehabilitación de sus antiguos despachos; aquí es Troya: se hacen muchos fieros, se pide la palabra en contra, se hace cuestionable lo más claro: el pobre benemérito anda a guisa de pretendiente en Madrid, besando manos y oliendo orines en los zaguanes; esta verdad se conoció de bulto cuando el general D. Ignacio Rayón pidió se le restituyese a su clase, según lo mandado por regla general por el Congreso, y consultado por la junta de premios. Ya veo muchas bandas y bordados con garzotas y plumajes que flotan por el aire; pero entre los que las traen veo poquísimos de aquellos hombres a quienes tanto debe la nación ... ¡Ah, invenciones peregrinas! Gracias al que nos trajo las gallinas ... Esta nota merecía un volumen; termínola compadeciendo en el fondo de mi corazón a los que se muestran tan injustos como ingratos. Durus est hic semo, sed verus.
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