Indice de La Constitución de Apatzingan de Carlos María de Bustamante Carta cuarta. Apartado segundoCarta cuarta. Apartado cuartoBiblioteca Virtual Antorcha

La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA CUARTA
APARTADO TERCERO



PROPONE ITURBIDE EL APRESAMIENTO DEL CONGRESO, Y LO EMPRENDE

D. Agustín de Iturbide, que por la ignominiosa derrota que sufrió en Cóporo dirigiendo el ataque, deseaba ocasiones de lavar esa mancha y adquirir una nombradía ilimitada, a que siempre aspiró, como un ambicioso sin término, propuso al virrey Calleja tomar por sorpresa al Congreso, que a la sazón se hallaba en Ario. Aunque dependía inmediatamente del general Llano, de quien era segundo, él por sí hizo su solicitud con el virrey, que accedió a ella, e ignorante Llano de todo le dio sus órdenes para que ejecutase su plan.

Conducta de que se quejó justamente este general en oficio de 27 de mayo, lamentándose de que el virrey, sin contar con él para nada, le hubiese asegurado que tenía tomadas medidas muy eficaces para saber exactamente el plan de los rebeldes.

Iturbide, antes de emprender su marcha, dirigió a Llano el oficio siguiente, con la nota de ... muy importante y reservado.

Tengo tomadas -le dice- medidas muy eficaces para saber exactamente los planes de los rebeldes, y podremos sacar de ello ventajas muy grandes; pero es muy interesante para el efecto, que ni por el Sur, ni por el Poniente, ni por el Norte de Valladolid salga tropa alguna hasta que yo diga a V.S. el resultado de mi proyecto, para el cual también vendría bien que saliese alguna tropa de Valladolid por el rumbo de San Bartolo o de Querétaro, con pretexto de introducir víveres a aquella capital. A pesar de que ésta irá con correo escoltado, no me atrevo a explicar más claramente sobre el asunto, porque cualquiera incidente imprevisto que hiciera descubriría el contenido y causaría mucho mal (1).

Concluyo con repetir a V.S. que importa mucho se haga lo que he dicho, y que aun en el caso de haber tropa por alguno de los rumbos del Sur, Poniente o Norte de Valladolid, debe V.S. mandarla retirar bajo cualquier pretexto honesto. Entre tanto, no debe V.S. tener cuidado de la gavilla del padre Torres, pues estoy á la mira de ella.

Dios, etc.

Irapuato 13 de abril de 1815, a las once y media de la noche.
Agustín de Iturbide.

He aquí su diario, que original tengo a la vista, de esta expedición digna de un salteador árabe del desierto.

Año de 1815.
Mes de mayo
Lunes, 19.

A las seis de la mañana hice marchar la infantería y los dragones de León, con todas las cargas de los cuerpos a las órdenes del mayor general D. Mariano Rivas para Yurira; a las ocho y media me dirigí yo con toda la caballeria de la división por el mismo punto.

En la tarde hice que se le eligiesen los cuatrocientos veinte dragones que estuviesen mejor montados, y se separasen de todas las remontas igual número de caballos de reserva; y de la misma manera quedaron elegidos cien infantes montados; dejando en el resto de la tropa una segunda sección a las órdenes del teniente coronel Orrantia ... Leguas cinco (al margen).

Martes 2.

Me dirigí con la primera sección a la hacienda de Serrano, y el teniente coronel Orrantia con la segunda fue a dormir al rancho de las Jícamas con orden de llegar al día siguiente a Puruándiro ...

Miércoles 3.

Orrantia y yo llegamos por diversos rumbos con ambas secciones a Puruándiro, en donde no encontramos eclesiástico alguno, porque todos salieron en cumplimiento de las órdenes de los rebeldes; y para que este mal escandaloso no continúe, tomaré algunas medidas cuando vuelva a este punto (2).

Antes de salir hoy de Serrano, nombré o subdividí la sección en catorce trozos pequeños de caballería e infantería, para que de este modo se hallen listos para la práctica del golpe que proyecto dar (3). Escribí en la noche las instrucciones necesarias para cada comandante de los trozos o destacamentos (las que daré mañana sobre la marcha) e igualmente para dicho teniente coronel Orrantia ...

Jueves 4.

Después de misa salí para la hacienda de San Isidro y Orrantia marchó para el mismo rumbo hasta el pueblo de Guerrero, de donde se irá con marchas rápidas y forzadas para Uruápam a Chimilpa, para destruir la fortificación que construyen allí con empeño los rebeldes, lo que se logrará sin sacrificio de gente, aun cuando tengan muy adelantadas sus obras, llegando allí Orrantia antes que ellos puedan introducir su fuerza como sucederá ...

(Entre renglonado dice) ... Se fusilaron tres cabecillas ... Mas no expresa quienes, por qué, y qué probanzas hubo de su delito; ¡tan fácil cosa le era a Iturbide matar a los hombres como a una cocinera los pollos!

Yo continué mi marcha -prosigue con el objeto de llegar entre cinco y seis de la mañana próxima, cuando más tarde, al pueblo de Ario para sorprender la junta de los rebeldes, que con otro buen número de personas se halla en aquel punto: al intento lleva cada soldado un caballo de mano.

El haber extraviado cuatro trozos y parte de otro en el momento, me frustró el principal apoyo de esperanza, y era el de que caminando en día y noche treinta y cuatro leguas que hay de Puruándiro a Ario por este camino, ningún aviso podría llegar a los rebeldes antes que el que yo les diese personalmente.

A las nueve, poco más de la noche, llegó la vanguardia a Zineiro después de caminadas dieciséis leguas; pero en toda la noche de este día no se pudieron reunir los trozos extraviados, a pesar de las eficaces diligencias que al intento practiqué ...

Viernes 5.

A las dos de la mañana se me reunió toda la tropa extraviada; y como ya fuese imposible andar desde dicha hora hasta las seis de la mañana las dieciocho leguas que restan de camino hasta Ario, resolví emboscarme en lo más espeso de la sierra del mismo Zineiro, como último recurso, y perdida casi la esperanza de lograr el buen éxito, que era seguro del otro modo. Para no ser descubierto en aquel punto, puse dos avanzadas de dragones disfrazados montados y pie a tierra, para que a cuantos se acercasen al camino los cogiesen sin estrépito y llevasen a nuestra emboscada.

También hice coger en la misma noche los habitantes de todas edades y sexos de las rancherías y pastorías contiguas. No permití que saliese la tropa ni a tomar agua.

Estas medidas produjeron su efecto, pues no fuimos descubiertos en el bosque, como me lo confirmó la prisión de varios arrieros, pastores y vaqueros que en el discurso del día se prendieron sucesivamente. Me hacían recobrar nuevamente (aunque con mucha debilidad) la esperanza de lograr el importante golpe meditado.

A las tres y media de la tarde emprendí de nuevo la marcha por un camino más largo y difícil; pero que las circunstancias lo hacían ya más conveniente. A las cuatro y media de la misma encontré un pequeño manantial de agua que en cerca de hora y media proveyó muy escasamente la sed de hombres y caballos, y continué la marcha toda la noche a paso más moderado del que llevaba la anterior.

Sábado 6.

En la madrugada supe por unos insurgentes que aprehendió la descubierta, que los rebeldes de la junta había huido el día precedente por diversos rumbos; y asegurado de la verdad de esta noticia, moderé el paso en toda la sección, y adelanté sólo cuarenta caballos para que cogiesen a uno u otro de los que, algo confiados, pudieran haberse quedado.

En efecto, aprehendió unos pocos la descubierta; yo llegué luego y vi confirmado por todas las noticias cuán exacto había salido mi cálculo de la prisión de toda la cómica junta, y de los más perversos de la rebelión que les rodean ... Entre cinco y seis de la mañana debí yo haber llegado a Ario, y hasta las siete del mismo día no recibieron ellos la primera noticia de mi aproximación (4).

Fue la de haber llegado yo a la hacienda de San Isidro; y aunque aquel punto dista de Ario por el camino más corto y muy malo veintitrés leguas, y yo tenía andadas en el propio día, nueve, se convocó luego el soberano Congreso, y resolvió reunido, nemine discrepante, la fuga en el momento, como la practicaron en dispersión por diversos rumbos. A la verdad su extremada prudencia los ha salvado en esta vez. Yo habría celebrado que a su majestad hubiese causado menor cuidado una división, que sobre ser extraña en esta provincia y hallarse tan distante, acababa, después de la derrota de Cóporo, de sufrir otra por Santos Aguirre, según la misma majestad había hecho entender al público la propia madrugada celebrándola con salvas, repiques y cohetes. ¡Qué desgracia que no hubiese sido algo más consecuente! Quiero decir, que ya que publicaba la derrota mía, o de la división de mi cargo a las cinco y media de la mañana, no diese por temor de ella misma orden de fuga a la hora y media ... Mas esto no es cosa nueva en tan despreciables bichos, pues mienten constantemente con grosería y sin pudor (5) ...

Hasta aquí lo más interesante de este diario; lo que sigue es una horrible relación de los destrozos que hizo Iturbide en esta correría, asesinando a cuantos pudo, y en quienes vengó el chasco que había llevado. Concluye este diario con esta nota importante:

Leguas anteriores caminadas en campaña desde el tercer año de la revolución, en que comenzó este diario, total cuatro mil cuatrocientas cuarenta y nueve.

Agustín de lturbide.

¡Tanto molerse los huesos en caminos y reencuentros en obsequio de los españoles, y por esclavizar a su patria! ¿Y en este hombre puso la nación toda su confianza para ser independiente? Tal era su despecho y deseo de emanciparse de España.

La precedente relación habrá mostrado a usted y mostrará también a todo el mundo culto, la calidad, perfidia y dolo malo que abrigaba el corazón de Iturbide y de todo lo que era capaz. Yo no me admiro de que ciertos hombres que lo conocieron radicalmente en esta época, cuando le vieron puesto a la cabeza de la última revolución del año de 1821, proclamando la independencia, no quisiesen seguirlo, aunque les brindaba con el mayor de los bienes ...

Renuncio a él -me decía un amigo- si nos ha de venir por semejante mano ...No es capaz ese hombre de hacer nada bueno; es el genio del mal, y ni puede tener un pensamiento bueno; bajo esa hermosa teoría y perspectiva lisonjera se ocultan designios muy depravados: él ha entrado en ejercicios en la Profesa para engañar a los hipócritas de México, y que por semejante acto lo tengan por regenerado ...

Todo sucedió tal cual se me predijo; vamos al hecho de la sorpresa. Lisonjeábase este hombre, y aun se saboreaba como tigre antes de tomar la presa en las garras, de que la tenía segura; pero ¡cuánto se engañó! Tres meses antes se dio el aviso al Congreso de la misma secretaría del virreinato de lo que se maquinaba, aunque sin detallarle el plan. A pesar de que en la secretaría se habían puesto por oficiales a sólo gachupines, echando de allá a los criollos, todavía en ella, y en el mismo gabinete del virrey, la causa de la América tenía sus protectores. Repitiéronse los avisos de Guanajuato e Irapuato, por lo que la vigilancia era muy activa. Iturbide presumió que si el Congreso llegaba a entender sus designios, escaparía para Uruápam, y allí haría su presa; con tal objeto destinó al teniente coronel Orrantia para que le cortase la retirada, y él se encaminó a Ario; mas el cura de Cuerámaro se dio tal maña que logró que el guía que lo conducía por el monte detuviese dos horas para que escaparan en el espacio de hora y media que tuvieron de tiempo útil, y encontrándose burlado, se dirigió a Chimilpa, cuyo fuerte destruyó, y que estaba sin concluir. El cura Sánchez de Armas, de Tingambato avisó a Ario de la aproximación de Iturbide, y también dio la misma noticia un carbonero.

El Gobierno americano dio orden de que todos saliesen en dispersión para Puruarán, y todo se verificó desde las tres de la mañana hasta las ocho, echando fuera Morelos, encargado de realizar la salida, la imprenta y secretaría con los demás útiles del Congreso. Los diputados se internaron en el monte, e Iturbide, que llegó una hora después que su descubierta, no se atrevió a mandar partidas que los persiguiesen; sólo se quedaron en Ario dieciocho soldados entretenidos en recoger a sus mujeres, y habiendo sido aprehendidos, fueron fusilados sin remedio. Morelos se quedó emboscado con ochenta hombres para asegurar la retirada a la salida del pueblo, y estuvo tan cerca del enemigo que lo vio con la vista natural.

Debe notarse como circunstancia de atrocidad que en aquellos días la fiebre amarilla hacía horribles estragos en aquel país; todo, pues, se reunió para afligirlo. El Congreso logró reunirse en Puruarán, como lo tenía acordado, donde permaneció por espacio de cinco días. Serenada la tempestad, y cierto de que Iturbide iba en retirada, regresó a Ario a continuar sus tareas. De este modo el Cielo libró a aquella corporación por una Providencia extraordinaria.

En otra vez, es decir, en la Carta catorce de la primera edición de esta obra, he presentado un análisis del decreto constitucional de Apatzingán; mas conociendo que este documento debe leerse íntegro, por ser una de las principales piezas que pertenecen a la historia, lo presento en su texto completo, que a la letra dice:

El supremo Gobierno mexicano, a todos los que las presentes vieren, sabed:

Que el supremo Congreso en sesión legislativa de 22 de octubre del presente año, para fijar la forma de gobierno que debe regir a los pueblos de esta América, mientras que la nación, libre de los enemigos que la oprimen, dicta su constitución, ha tenido a bien sancionar el siguiente:

Decreto constitucional para la libertad de la América Mexicana,
sancionado en Apatzingán a 22 de octubre de 1814

El supremo Congreso mexicano, deseoso de llenar las heroicas miras de la nación, elevadas nada menos que al sublime objeto de substraerse para siempre de la dominación extranjera, y sustituir al despotismo de la monarquía española un sistema de administración, que reintegrando a la nación misma en el goce de sus augustos imprescriptibles derechos, la conduzca a la gloria de la independencia y afiance sólidamente la prosperidad de los ciudadanos; decreta la siguiente forma de gobierno, sancionando ante todas cosas los principios tan sencillos como luminosos en que puede solamente cimentarse una constitución justa y saludable.



Notas

(1 ¡Tantas precauciones para ir a ejecutar un parricidio! Con razón el cielo dio a este asesino un castigo ejemplar.

(2) Es decir, fusilaré al primero que pueda pillar, pues soy el autócrata de este desdichado pueblo, seguro de que se me aprobará cuanta sangre derrame de él, aunque sea como la de Abel.

(3) Quedó en proyecto, gracias a Dios: no quedó en tal el que se te dio en Padilla: fue certero.

(4) ¿Cómo pudo ser esto si se acaba de asegurar que desde el día anterior habían salido? Toda esta grande arenga es una fábula para cohonestar o sincerarse de que el golpe meditado no le hubiese surtido a Iturbide su efecto. Jamás combinó un plan en grande felizmente; aun el de la independencia lo hizo a medias, dejándonos un monarca, que era la peor plaga que nos pudiera afligir.

(5) Poco a poco, que ya le hemos cogido a usted una gordal. El diario de esta correría se lee en la Gaceta de México n° 751.
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