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La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA PRIMERA
APARTADO NOVENO



DESGRACIAS OCURRIDAS AL GENERAL RAYON,
Y DESAVENENCIAS CON ROSAINS

Yo veía venir el nublado por todas partes: notaba en primer lugar gran desafecto en los jefes de aquellas divisiones, peleados siempre con el orden que hacía guardar Rayón, a quien besaban la mano y deseaban trozar el corazón. Observé la repugnancia con que se le presentó el coronel Serrano, comandante de un cuerpo de caballería en Apam, no menos que D. Pedro Espinosa, asociado de D. Diego Manilla, su director; me hizo gran fuerza ver pedir a Osomo tres mil pesos prestados para vestir a su tropa, cuando eran conocidos los recursos de que abundaban. Recibíanse por todas partes avisos de reuniones de varios puntos encaminadas a sorprendernos; yo apenas podía mover los labios, pues temía que se atribuyese a cobardía; pero lo que más atormentaba mi espíritu era ver crecer como espuma el odio entre Rayón y Rosains; metíme a mediador, y se verificó en mí el adagio español que dice, que quien mete paz, se saca lo más ... En la última carta exhortatoria que dirigí a Rosains, tal vez usé de algunas expresiones acaloradas, hijas de mi buen celo, que él o por sí o por consejo de sus malos amigos, le hicieron creer que yo era su enemigo; heme aquí envuelto en la persecución de Rayón, y perseguido después de modo más oprobioso por Rosains. Acordéme de Ercilla, y por esta circunstancia se lisonjeó mi amor propio. El Congreso de la nación, instruido de estas desazones, nos mandó al Sr. Crespo y a mí que promediásemos en ellas y al efecto le mandamos a Rosains que compareciese con su escolta a presentársenos; llevábamos por objeto terminar el asunto con un abrazo de amistad que se diesen el y Rayón; no creyó así Rosains, sino que era una zalagarda de las que en las guerras civiles se juegan los disidentes, y he aquí un nuevo motivo de odio contra mi persona. (El se la había jugado a Martínez en Veracruz).

El Gobierno de México había confiado la comandancia de Apam al coronel de Lobera D. Joaquín Márquez Donallo, y le había dado repetidas órdenes de atacarnos, pero las había frustrado con varios achaques. Rayón y yo habíamos cuidado escribirle en lo secreto, manifestándole ideas liberales y deseos de que este continente y el antiguo se uniesen por los vínculos estrechos de la amistad y del comercio, estrechando los que la naturaleza había puesto entre padres e hijos, amigos y parientes. Agradóse de este modo de pensar, y a lo que entiendo, nos tenía un secreto cariño que le ataba las manos para obrar: si Márquez Donallo era liberal, se le había mandado a esta América para que coadyuvase al establecimiento de la constitución; Calleja le conoció estas disposiciones, lo reprendió y aun conminó duramente; por último, lo separó de Apam, porque acaso llegó a entender que nada conseguiría de él contra nosotros, y confió la comandancia de aquel punto a Don Luis del Aguila, que era de muy diverso modo de pensar, a lo menos en cuanto a atacarnos; pues joven ansioso de gloria, deseaba aumentar la que había adquirido en varias acciones de guerra, con este nuevo triunfo.
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