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La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA PRIMERA
APARTADO OCTAVO



SUCESOS GRANDES OCURRIDOS HASTA LA SORPRESA
QUE SUFRIO EL GENERAL RAYON EN EL PUEBLO DE ZACATLAN
POR EL CORONEL AGUILA

Fui compañero de aquel benemérito, pero malhadado general, en su peregrinación desde febrero de 1814 hasta el 29 de octubre del mismo año, y por tanto creo que puedo hablar con propiedad de nuestras comunes desgracias.

Cuando supo D. Ignacio Rayón que Alvarez había salido de Puebla, se retiró de Huajuapam para Tehuacán de las Granadas con la fuerza que había reunido allí de Oaxaca; es decir, de los piquetes al mando de Terán, Portas, Montes de Oca y otros, como el coronel D. Benito Rocha, que desde noviembre había salido de Oaxaca con el regimiento llamado de Orizaba, que en correrías inútiles se disipó como el humo. Cuando Alvarez pasó de Huajuapam, Hevia, que venía a su retaguardia, se retiró sobre Tehuacán, y Rayón se situó en Teotitlán del Camino; mas de este punto se huyó D. Simón de Chávez, lego belemita que servía, o afectaba servir, de cirujano en el ejército de los americanos, el cual pasó a implorar de Hevia la gracia del indulto en compañía de un F. Alvarez, prisionero, cadete de los lanceros de Veracruz; avisóle del lugar donde residíamos y lo alentó a atacarnos, diciéndole que Rayón traía consigo varios efectos preciosos, extraídos de Oaxaca. Efectivamente, Hevia avanzó sobre Coscatlán, donde atacó una partida de Rayón que conducía unos zurrones de grana, al mando del capitán Buen Brazo, y fácilmente los tomó. Se encaminaban para meterlos en secreto en Puebla, y expenderlos allí por venta a D. Francisco Alonso.

El siguiente día (2 de abril) una sección de Hevia al mando de su mayor Santa Marina avanzó hasta Teotitlán, donde emprendió atacar otra que quedó allí de Rayón, mas fue rechazada por el capitán Roca, francés, que se condujo con mucho brío; sin embargo, retirado éste porque le cargaba mucho la fuerza de Hevia, avanzó en persecución de Rayón y de las cargas situadas al pie de la cuesta, donde con un puñado de hombres D. Juan Pablo Anaya contuvo su impetuosidad de un modo galante, pero no pudo impedir que el enemigo tomase treinta y ocho zurrones de grana, algunos cajones de municiones y otras cosas. Rayón siguió su camino por lo más áspero de la sierra, siendo mucho el desaliento con que marchaba su división, pues el capitán francés se había desertado, y caminaba haciendo robos por varios pueblos inmediatos a Tehuacán. Tomó, pues, Rayón el camino de Zongolica, que le era totalmente desconocido, y a la verdad muy áspero; pero desde allí se dio cuenta exactísima de sus marchas a Hevia, y tanto, que el huésped de la casa donde Rayón se hospedó averiguó por sí mismo todo lo que llevaba para salir exacto en sus relaciones; algo más: tuvo osadía de preguntarme cuánta era nuestra fuerza.

En Zongolica recibió Rayón la primera noticia de que Rosains, después de haber sido nombrado segundo del Sr. Morelos por muerte de Matamoros, venía con despachos de general de las provincias de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Norte de México. Yo noté en Rayón bastante incomodidad con semejante aviso: efectivamente, él quedaba desairado con su nombramiento dado por el Congreso para la provincia de Oaxaca; pero la cosa no merecía la pena de ponerse de puntas, ni entrar en contestaciones odiosas y en circunstancias tan difíciles; pudo haberse visto de hombre a hombre con Rosains y quedar de acuerdo, pues, comó decía Hernán Cortés a Pánfilo de Narváez en circunstancias iguales ... Barba a barba, vergüenza se cata. Encontráronse dos hombres jóvenes, en la edad de las pasiones, ambos satisfechos de sus servicios, y ambos quejosos. Confieso que hice cuanto pude por promediar, pero mi influjo era ninguno, aunque ambos entonces eran mis amigos ...

Desde entonces comenzó una nueva serie de desgracias de peor condición que las pasadas. Si ambos generales se hubiesen acordado y reunido sus fuerzas, Hevia no se habría apoderado de Huatusco, como lo hizo en 27 de abril, frustrando las medidas de Rosains para defender aquel pueblo; así es que aprovechándose de las disensiones de ambos jefes, los batió en detalle, se burló de uno y otro, y se siguieron gravísimos males y escándalos, como veremos. Usted no tiene idea, ni puede formarla, de lo que pasaba con esta clase de jefes en todo el territorio de la América. Cada uno de ellos tenía su escolta, su número crecido de aduladores, su corte pequeña en que se les quemaban inciensos y se detraían unos a otros los jefes; en fin, era todo un manantial de chismes, de emulaciones y bajezas ... Allí se veía palpablemente, y se cosechaba el amargo fruto de la pésima educación que recibimos: no lo podemos negar, somos hijos de los españoles, y para que la filosofía arregle nuestras costumbres, necesitamos un siglo de paz, y una nueva generación fundida en otro molde distinto de los nuestros.

No crea usted por esto que yo desconozco estas desavenecias en jefes de otras naciones: tuviéronlas Cortés y Narváez, los Pizarros y Almagros en el Perú. ¿Qué digo? Aun en los mismos Estados Unidos de América durante la guerra las hubo, y hubo monstruosas rivalidades. Horacio Gates el vencedor de Burgoyne en Saratoga, y después vencido por el lord Cornwallis cerca de Cambem, iba a derrocar de su puesto al mismo Wáshington; desgracia que sólo pudo evitar el prestigio que tenía sobre la tropa por sus virtudes; caída que tenía apoyo en una gran parte del Congreso de Filadelfia, por el partido que se había formado Gates, y desgracia, en fin, que si se hubiera realizado había causado la esclavitud del Norte de América, pues Wáshington nació para ser su salvador; pero como las pasiones se desarrollan a proporción de los principios que recibimos en la infancia, formando los elementos de nuestra antigua educación la rivalidad entre provincia y provincia, el odio entre el poblano y el mexicano, el tapatío y el michoacano: he aquí por qué entre nosotros las persecuciones han sido más terribles y desastrosas que en otras naciones ... Divide y mandarás; tal era la máxima que acompasaba la conducta de españoles y americanos para dominarlos a un tiempo a todos.

A fines de abril salimos de Zongolica y nos dirigimos a Omealca. Es ésta una hacienda situada a las márgenes del famoso Río Blanco, que tiene su origen en las cumbres de Acultzingo y camina con una rapidez extraordinaria; en las inmediaciones de la hacienda está un buen puente de cal y canto, de preciso tránsito, y donde pusieron los americanos una garita de peaje. En este punto mandó Rayón hacer unas trincheras y desmontes donde situó unos cañones; pero habiendo entendido que no sólo por él debería esperarse al enemigo, sino por el paso que llaman del Coyol, hacia el rumbo del Oriente, hizo plantear allí otras dos trincheras con igual número de cañones, que puso al cuidado de D. Juan Terán. En breve se conoció la necesidad de esta medida, pues el 9 de mayo se presentó una división que fue completamente rechazada, en términos de matársele al enemigo hasta los perros de presa que trajo de España para hacer descubrimientos en las emboscadas; perros que estaban tan bien o mejor asistidos que los mismos soldados. También hizo fortificar Rayón el preciso paso del Peñón, que mandó cortar, teniendo a la Izquierda el despeñadero del río, y a la derecha un monte muy espeso; pero Hevia vino por Amatlán a la hacienda de Guadalupe, por donde echó un puente sin obstáculo: su segundo logró flaquear el cerro y tomó la retaguardia del camino del Peñón el día 11 de mayo de 1814.

Fue allí la acción reñidísima: Rayón la tuvo ganada completamente. en términos de que retirado Hevia por el gran destrozo que se le hizo, y falta de municiones, el sargento mayor González, sea por aturdimiento de cabeza, o qué sé yo por que otra causa, comenzó a tocar a lista: entonces los españoles entendieron que nuestra gente estaba dispersa, y volvieron confiadamente a la carga con doble furor.

En un folleto que acabo de publicar, intitulado Fastos militares de iniquidad, barbarie y despotismo del Gobierno español, ejecutados en las villas de Orizaba y Córdoba, que es un diario llevado secretamente por un vecino de Orizaba, se refiere esta acción de Omealca, y se lee a fojas 38 que el día 16 de mayo llegó allí la columna de granaderos triunfante, llevando tres cañones medianos, un obús, parque, cincuenta escopetas y diecisiete prisioneros; que recibieron las señoras con flores. en las manos al comandante Meléndez; también salieron del mismo modo los niños de las escuelas, llevando cada uno un estandarte con el retrato de Fernando VII, habiéndose adornado los balcones y ventanas con colgaduras ... Que el día 17, doce insurgentes americanos que llevaron de Omealca, fueron fusilados en la falda del cerro de Achichilco, y fueron entregados hasta las cinco de la tarde de orden de Hevia para que se les sepultase en el cementerio de la parroquia, pues dio orden de que no los movieran de aquel lugar donde recibieron la muerte para escarmiento ... Siete años después, en igual día 17 fue sepultado este ferocísimo comandante, muerto en el sitio de Córdoba, de un balazo en la frente. Escrito está: El que matare, morirá del mismo modo que él mató.

Entre los documentos de la secretaría del antiguo virreinato que tengo a la vista existe una carta original de Rayón, dirigida al intendente D. José Joaquín de Aguilar desde el pueblo de Zoquitlán, en 23 de mayo, del tenor siguiente:

Acaso habrán llegado a esos rumbos las noticias de lo ocurrido en Omealca de un modo desfigurado, como sucede siempre con esta clase de sucesos; pero para que V. S. sepa la verdad quiero comunicarle, que habiéndose acercado el enemigo el 8 del presente al paso del Covol, fue rechazado esta tarde y la mañana del siguiente día, sufriendo la pérdida de ocho muertos y más de treinta heridos, sin otra de nuestra parte que dos ligeramente lastimados. Desistieron, en consecuencia, de forzar este punto, y fueron a dar vuelta por Cuetzala, avanzando después hacia el flanco izquierdo de la fortificación del Peñón, por cuyas alturas inmediatas, no obstante su montuosidad y aspereza, penetró la infantería al abrigo de la espesura de aquellos bosques. A pesar de la rapidez de este movimiento se verificó la más vigorosa resistencia en un ataque general, que costó al enemigo muchos soldados y algunos oficiales, sin sacar en absoluto otra ventaja que dos cañones ligeros, y el hacernos retirar de aquel punto, por haberse introducido la confusión en nuestra tropa y el desorden, a merced de la espesura del terreno.

Ahora ha quedado como antes en aquella hacienda el teniente coronel Ríos, aumentado el número de sus armas, proveído de algún pertrecho y con dos cañones de a cuatro que le dejé, juntamente con la orden cerrada de que se someta en todo a las disposiciones de V. S., a quien en lo sucesivo reconocerá por jefe inmediato, lo que servirá a V. S. de gobierno para que aquella tropa opere con las ventajas que deben resultar de semejante conformidad. Dios, etc.

Retirado Rayón por Mazateopam llegó a Tehuacán, donde tuvo las primeras noticias de que D. Ramón Sesma, retirado con mucho trabajo y unos cuantos hombres con muy malas escopetas, se había situado en el campo de Cilacayoapam, donde dentro de breve fue atacado y sitiado por el general Alvarez, de Oaxaca, resistiéndole con gloria y estrechándolo a levantar el campo, como después veremos. Notó con dolor que la tropa de su mando se le disminuía rápidamente, en términos de desertársele cincuenta hombres en una noche y algunos oficiales: algo más, advirtió síntomas de un motín, y fácilmente conoció que aquello provenía de los agentes secretos que en el lugar tenía el Lic. Rosains, que trabajaban en su obsequio. Por lo mismo se decidió a marchar para Zacatlán, a donde lo llamaba Osorno. Efectivamente se resolvió a la empresa que para juicio de muchos era arriesgada, pues Conti andaba con una regular división por las inmediaciones de Huamantla. Al llegar a Tecamachalco, donde vendió una partida de grana, notó con sorpresa que se habían separado, sin su anuencia, D. Manuel y D. Juan Terán con algunos oficiales; extrañólo mucho, por ser ambos hermanos buenos militares, viniendo aún herido D. Juan de la acción de Omealca, y porque no era de esperar esta conducta de jóvenes de tan buenos principios. Por último, llegó a Zacatlán el 13 de junio de 1814, y se dedicó a reparar los quebrantos de su tropa, y a aumentar sus fuerzas con nuevos reclutas del pueblo de Huauchinango y de otros puntos.

Acompañábale el Dr. Crespo, vocal del Congreso, y el famoso artífice D. José Luis Alconedo, con cuyas luces planteó una regular maestranza y fundición de dos culebrinas y un cañón. No alcanzo cómo un jefe que sabía la dificultad que hay para mover estas piezas, que no tenía un punto de apoyo o fortificación donde situarlas, que por grandes esfuerzos que hiciese no podía reunir arriba de seiscientos hombres, pudiera resolverse a emprender la construcción de esta artillería, debiendo limitarse a cañones muy ligeros de campaña; este error gravísimo e indisculpable produjo al fin su ruina, y en ella nos envolvió a todos, pues por hacer las cureñas de los cañones, los saleros de sus balas, fundir éstas, y hacer otros aprestos indispensables, nos detuvimos más de lo que debiéramos en Zacatlán, y nos perdimos.
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