Índice de Orígen y evolución de la moral de Pedro KropotkinPresentación de Chantal López y Omar CortésCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Prólogo

La Ética (1) es el canto de cisne del gran sabio-humanista y revolucionario-anarquista, y viene a constituir como el coronamiento y la conclusión de todas las concepciones científicas, filosóficas y sociales de P. A. Kropotkin, elaboradas en el curso de su larga y extraordinaria vida. Desgraciadamente la muerte sorprendió a Kropotkin antes de que su obra estuviera totalmente terminada y a mí me incumbe, cumpliendo su voluntad, el deber y la responsabilidad de llevarla al conocimiento del público.

Al publicar el primer tomo de la Ética; me parece necesario añadir algunas palabras que hagan conocer al lector la historia de esta obra.

En su Etica; Kropotkin ha querido responder a dos cuestiones fundamentales: ¿Cuál es el origen de las concepciones morales en el hombre? y, ¿cuáles son los fines a que tienden las normas y preceptos de la moral? Consiguientemente dividió su obra en dos partes:la primera dedicada al esclarecimiento del origen y desarrollo histórico de la moral, y la segunda consagrada a la exposición de las bases y finalidades de la Ética realista.

Tan sólo le fue posible terminar el primer tomo, y aun no en su forma definitiva. De algunos capítulos del primer tomo había escrito únicamente el borrador. El último capítulo, en el cual habían de exponerse las concepciones éticas de Stirner, Nietzsche, Tolstoi, Multatuli y otros moralistas contemporáneos sobresalientes, no llegó a ser escrito.

Para el segundo tomo de la Ética; Kropotkin llegó tan sólo a escribir (en inglés) algunos ensayos, completamente terminados, que se proponía publicar previamente como artículos de revista, y diversas notas y borradores. Entre los ensayos cabe mencionar: Primitive Ethics (Ética primitiva), Justice (Justicia), Morality and Religion (Moralidad y Religión), Ethics and Mutual Aid (Ética y Ayuda mutua) y Origen of Moral Motives and Sense of Duty (Origen de los motivos morales y sentido del deber). El estudio de los problemas de la moral atrajo ya a Kropotkin hacia 1880, pero fue en la última década del siglo diecinueve, cuando les dedicó mayor atención. Era precisamente la época en que la moral era repudiada por muchos, como cosa inútil, y el amoralismo de Nietzsche encontraba libre curso. Al mismo tiempo no pocos representantes de la ciencia y de la filosofía, influídos por una estrecha interpretación de las ideas de Darwin, afirmaban que el mundo está regido por una sola ley general: la de la lucha por la existencia, viniendo con ello a apoyar el amoralismo filosófico.

Sintiendo la falsedad de tales concepciones, Kropotkin se dispuso a probar, desde un punto de vista científico, que la naturaleza no es amoral y no enseña al hombre el mal y que, al contrario, la moral es un producto natural de la evolución de la vida social no solamente en el hombre, sino en casi todos los seres vivos, la mayoría de los cuales ofrecen ya algunos rudimentos, cuando menos, de las relaciones morales.

En 1890, Kropotkin dió en la Hermandad Ancota, de Manchester, una conferencia sobre Justicia y Moral; y algún tiempo después la repitió ampliada en la Sociedad Ética de Londres. Durante el período 1891 - 94, publicó, en la revista Nineteenth Century; una serie de artículos sobre la ayuda mutua entre los animales, los salvajes y los pueblos civilizados. Estos ensayos que más tarde formaron el libro La ayuda mutua como factor de la evolución, constituyen, por así decirlo, la introducción a las concepciones morales de Kropotkin.

En 1904 y 1905, Kropotkin publicó, en la misma revista, dos artículos dedicados directamente a los problemas de la moral: La necesidad de la moral en nuestros días y La moral en la naturaleza. Con algunas alteraciones de forma, estos ensayos constituyen los primeros tres capítulos del presente tomo. Por aquel entonces, Kropotkin escribió en francés un pequeño folleto con el título La Moral anarquista. En este folleto, Kropotkin exhorta al hombre a la actividad y afirma que la fuerza no reside en la soledad, sino en la unión con sus semejantes, con el pueblo, con las masas trabajadoras. En oposición al individualismo anarquista, se empeña en crear una moral social, una Ética de la solidaridad y de la sociabilidad.

Opina Kropotkin que todo el progreso humano está íntimamente ligado a la vida social. La vida en común engendra, natural e inevitablemente en los hombres y en los animales, el instinto de sociabilidad y de ayuda mutua, cuyo desarrollo subsiguiente hace nacer en los hombres los sentimientos de simpatía y de afecto.

En estos sentimientos e instintos reside el origen de la moral humana, o sea el conjunto de sentimientos morales, concepciones y representaciones, que, en último término, se transforman en la que es regla fundamental de todas las disciplinas morales: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

Pero el no hagas a los demás lo que no quieras te hagan a ti; no es por sí sola, a juicio de Kropotkin, la expresión íntegra de la moral. Esta regla es tan sólo la expresión de la justicia y de la igualdad de derechos. Ella no basta para satisfacer la conciencia íntegra de la moral. Kropotkin cree que entre los elementos fundamentales de la moral, junto con el sentimiento de la ayuda mutua y el concepto de la justicia, hay, todavía, algo más, que los hombres llaman magnanimidad, resignación o espíritu de sacrificio.

Ayuda mutua, justicia, espíritu de sacrificio, tales son los tres elementos de la moral, según la teoría de Kropotkin. Sin tener el carácter de generalidad y necesidad de las leyes lógicas, esos elementos, sin embargo, forman parte de la base misma de la Ética humana, que puede ser considerada como una Física de las costumbres. La tarea de un filósofo-moralista consiste en estudiar el origen y el desarrollo de esos elementos de la moral, y en probar que, como los demás impulsos y sentimientos, forman parte de la naturaleza humana.

LLegado a Rusia en junio de 1917, después de cuarenta años de destierro, Kropotkin se instaló en Petrogrado, pero al cabo de poco tiempo los médicos le aconsejaron el traslado a Moscú. Tampoco aquí encontró una residencia definitiva. Las condiciones generales de la vida en Moscú eran, entonces, a tal punto difíciles, que Kropotkin se vió obligado a marcharse, en el verano de 1918, a Dmitrov, pequeña ciudad sin importancia, situada a 65 kilómetros de la capital. Allí vivió aislado, por completo, del mundo civilizado, durante tres años, hasta el día de su muerte.

Fácil es comprender cuán ardua ha de haber sido, para Kropotkin, la tarea de escribir una obra como la Ética y hacer una exposición histórica de las teorías morales en una ciudad como Dmitrov. No dispuso casi de libro alguno (toda su biblioteca había quedado en Inglaterra). La menor investigación o consulta, exigía largo tiempo y con frecuencia paralizaba el trabajo.

Por carecer de medios, no podía Kropotkin adquirir los libros necesarios, y tan sólo, gracias a sus amigos y conocidos, pudo, a veces, procurarse alguno de los más indispensables. Tampoco pudo disponer de secretario, ni de mecanógrafa. Sobre sus hombros pesaba toda la labor, incluso la de poner en limpio sus manuscritos. Todo ello influía, naturalmente, en el trabajo. Por otra parte, desde su instalación en Dmitrov y a causa, quizás, de las deficiencias de alimentación, Kropotkin no se encontró bien de salud. He aquí lo que me escribía el 21 de enero de 1919: Trabajo con ahinco en la Ética, pero mis fuerzas son escasas. A veces me veo obligado a interrumpir el trabajo. Tenía que luchar con inconvenientes de toda suerte. Así, por ejemplo, durante mucho tiempo tuvo que trabajar por la noche con muy mala luz.

Kropotkin atribuía gran importancia a sus trabajos sobre la Etica. Los consideraba una imprescindible obra revolucionaria. En una de sus últimas cartas, del 2 de mayo de 1920, dice: He vuelto a los trabajos sobre las cuestiones de la moral, porque, a mi parecer, se trata de una obra absolutamente necesaria. Sé muy bien que los libros no determinan las corrientes intelectuales, sino todo lo contrario. Pero sé, también, que para aclarar las ideas es preciso la ayuda de los libros que dan al pensamiento su forma concreta. Para sentar las bases de la moral emancipada de la religión y superior a la moral religiosa ... es preciso la ayuda de los libros aclaradores. Y añade: Estos esclarecimientos son necesarios sobre todo ahora, cuando el pensamiento humano se encuentra encerrado entre Kant y Nietzsche.

En sus conversaciones conmigo, me dijo, con frecuencía: Si no fuera tan viejo, no estaría en estos tiempos revolucionarios encorvado sobre un libro de moral. Tomaría parte activa en la construcción de la nueva vida.

Revolucionario y realista, Kropotkin consideraba la Ética no como una cíencia abstracta sobre la conducta humana, sino que veía, ante todo, en ella una disciplina científica concreta, que tiene por finalidad guiar a los hombres en sus actividades prácticas. Veía que no bastaba llamarse revolucionario o comunista para tener un sólido fundamento moral, y que la mayoría de los que así se llaman carecen de una idea moral directora, de un ideal elevado de moral. Solía decir Kropotkin que la falta de este ideal moral elevado era, tal vez, la causa por la cual la revolución rusa se mostrara impotente para crear un nuevo régimen social sobre las bases de la justicia y de la libertad, y propagar a los demás pueblos la llama revolucionaría, como ocurrió en la época de la gran revolución francesa y de la revolucíón de 1848.

El viejo revolucíonarío rebelde, cuyos pensamientos todos tendieron, siempre, hacia la felicidad humana, abrigaba la esperanza de que su Ética sirviera de inspiración en la lucha a las jóvenes generaciones, inculcándoles la fe en la justicia de la revolución social; encendiendo en sus corazones la llama del espíritu de sacrificio en pro de sus semejantes, y convenciéndoles de que la felicidad no consiste en el goce individual, ni en los placeres egoístas, por elevados que sean, sino en la lucha por la verdad y la justicia entre el pueblo y junto con el pueblo.

Al negar los lazos entre la moral, por una parte, y la religión y la metafísica por otra, Kropotkin quería sentar la Ética sobre bases puramente naturales, empeñándose en probar que tan sólo permaneciendo dentro de la realidad puede encontrarse la fuerza para una vida verdaderamente moral. Se diría que Kropotkin quería, con la Ética, dar a la Humanidad algo así como su testamento, inspirándose en la estrofa del poeta:

Amigo, no huyas con tu alma cansada

De la tierra, de tu maldita patria.

Trabaja con la tierra y sufre con la tierra

El dolor común de los hombres, tus hermanos.

Muchos esperan que la Ética de Kropotkin sea una Ética revolucionaria, o anarquista. Pero él solía afirmar que su intención era tan sólo escribir una Ética puramente humana (a veces se servía de la palabra realista).

No admitía la existencia de Éticas diversas. Creía que la Ética debe ser única e igual para todos los hombres. Cuando se le objetaba que en la sociedad contemporánea, dividida en clases y castas hostiles entre sí, no podía darse una Ética única, respondía que toda Ética, burguesa o proletaria, se funda sobre una base étnica común, cuya influencia sobre los principios de la moral de clase o de grupo, es, a veces, grande. Afirmaba Kropotkin que todos nosotros, sea cual fuere el partido o la clase a que pertenezcamos, somos, ante todo, hombres, homo sapiens, unidad lógica que comprende desde el europeo más culto hasta el salvaje; desde el burgués más refinado al proletario más humilde. En sus concepciones de la sociedad futura, Kropotkin pensaba, siempre, en los hombres, sin las estúpidas clasificaciones consagradas por la Humanidad en su largo camino histórico.

La teoría ética de Kropotkin se puede caracterizar como teoría de la fraternidad, a pesar de que esta palabra casi no aparece en su libro, sustituyéndola, casi siempre, por la de solidaridad. A su juicio, la solidaridad es algo más real que la fraternidad. Para probarlo, indicaba el hecho de que con frecuencia nacen, entre los hermanos, disputas y odios que conducen, a veces, hasta el fratricidio. Según la leyenda bíblica, la historia del género humano empieza precisamente por un fratricidio. En el orden vital, la concepción de la solidaridad expresa la relación física y orgánica entre los miembros y elementos de cada ser vivo, mientras que en el orden de las relaciones morales la solidaridad se expresa en la ayuda mutua y en la compasión. La solidaridad concuerda con la libertad y la igualdad, condiciones éstas indispensables para la justicia social. De aquí arranca la fórmula de la Etica de Kropotkin: Sin igualdad no hay justicia y sin justicia no hay moral.

La Ética de Kropotkin no resuelve todos los problemas morales que apasionan a la Humanidad contemporánea; señala tan sólo el camino y propone una solución del problema ético. Su obra es, sencillamente, la tentativa de un hombre de ciencia y de un revolucionario, para contestar a esa cuestión penosa: ¿por qué he de vivir yo una vida moral? Es una lástima que la muerte le haya impedido dar forma definitiva a la segunda parte de su obra, en la cual se proponía exponer las bases de la Ética natural y realista, y formular su Credo ético.

Con sus investigaciones para sentar las bases realistas de la Ética, Kropotkin ilumina nuestro camino en el mundo complicado de las relaciones morales. Para cuantos tienden a alcanzar la tierra prometida de la libertad y de la justicia, pero se ven condenados a vivir en un mundo de violencia y hostilidad, Kropotkin es un guía seguro. Enseña la ruta hacia la nueva Ética, hacia la moral del porvenir, que en lugar de dividir a los hombres en amos y esclavos; en gobernantes y gobernados, sera la expresión de la libre colaboración colectiva de todos para el bien común, único medio para establecer sobre la tierra el reino, no ilusorio sino real, del Trabajo y de la Libertad.

Al preparar la edición de esta obra, me he inspirado en las observaciones oídas al propio Kropotkin y en las contenidas en sus notas: Lo que hay que hacer con mis papeles y en el breve ensayo A un continuateur. En este último documento Kropotkin, entre otras cosas, dice: Si je ne réussis pas à terminer mon Éthique, je prie ceux qui tâcheront peut-être de la terminer d'utiliser mes Notes (Si no alcanzo a terminar mi Ética, ruego a aquellos que intentarán, tal vez, terminarla, de utilizar mis Notas).

Estas notas no han sido utilizadas en la presente edición, en primer lugar, porque la familia y amigos de Kropotkin decidieron que era más interesante editar la Ética en la forma en que la había dejado el autor, y en segundo lugar, porque la utilización de ellas hubiera exigido un largo trabajo y retrasado la publicación del libro.

En las siguientes ediciones, todos los materiales dejados por Kropotkin referentes a la Ética serán debidamente utilizados y publicados.

N. Lebedeff

Moscú, 1° de Mayo de 1922.




Notas

(1) La primera parte de la misma, única que logró terminar el autor, forma el presente volumen. Origen y evolución de la moral.


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