Índice de La psicología individual y la escuelaCapítulo VIIIApéndice Biblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO IX

Quisiera recapitular en esta lección lo tratado hasta aquí, interpretando una historia de un niño difícilmente educable. Veremos en el curso de la conferencia que el mejor método de comprender a un niño es identificarse con él y sentir con él. Si intentan ustedes sujetar un cuadro a un clavo, acaso experimenten un sentimiento como si estuviesen en el cuadro. Si pasan ante una casa y ven que arriba, en el tercer piso, una sirvienta limpia las ventanas y se mueve como si estuviese en una estrecha cornisa, experimentarán ustedes un sentimiento de tensión que solamente se puede explicar como si tuviesen ustedes la idea de estar allá arriba. Lo mismo les sucederá al ver a un alambrista. Cuando un orador, ante un numeroso público, se detiene de repente y no puede proseguir su discurso, nos parece que nosotros mismos experimentamos su vergüenza. Comprender es, en realidad, un acto de identificación. Esta identificación juega desde el principio de la vida un importantísimo papel, y nos acompaña en todos los momentos de nuestra existencia. En el teatro, por ejemplo, nos identificamos con el papel del actor o con el del héroe o heroína de una novela. Existen millares de ejemplos de cómo el acto de la comprensión está unido con el de la identificación de una persona. Ejercitamos esta identificación de igual modo que cuando leemos una novela, que pensamos que suceden las cosas exactamente como si nos ocurriese a nosotros y que no notamos que nos hemos identificado con la suerte de la persona descrita. Si ustedes han aprendido bien a leer la descripción de un niño difícilmente educable, tendrán ustedes el sentimiento: si yo estuviese en su lugar, obraría precisamente así, en el mismo ambiente cometería idénticas faltas y me propondría el mismo fin que él. Si nos identificamos con el niño, lo comprendemos. Cuando no podemos hacer esto, todos los esfuerzos son inútiles y no se ven las faltas que se han producido en la estructura de su estilo de vida. Sin embargo, pertrechados con las mejores armas y con la ayuda de la psicología individual, podemos tocar el punto en el cual se han cometido las faltas.

Conocen ustedes las preguntas más importantes para llegar al conocimiento de éstas. ¿Desde cuándo existen las quejas? Estas quejas se originan casi siempre en un tiempo en el cual el niño no tenía preparación suficiente para el presente. Hemos conocido algunas situaciones que pueden ser consideradas como test y por cuyo resultado podemos ver si el niño estaba adecuadamente preparado o no. Las cuestiones que se le pueden presentar a un hombre son siempre de índole social, y se relacionan con la actividad que adopta el niño ante la vida, ante los demás o ante sus tareas. Hay en la vida solamente cuestiones sociales cuya solución exige un cierto sentido de humanidad. Hemos llegado al conocimiento de que el niño no es culpable cuando no puede cumplir lo que se le exige porque no lo ha aprendido, no estaba preparado; con esto, el principio de la pena se mueve en horizontes muy diferentes. A nosotros nos corresponde la misión de investigar por qué el niño no estaba suficientemente preparado para corregir estas faltas, y procurarle esta preparación. Hemos pasado revista a las diferentes situaciones que pueden jugar un papel en la estructura del estilo de vida de un niño. Esta estructuración comienza en las relaciones con la madre, y por el comportamiento posterior del niño podemos ver si aquélla ha logrado darle forma adecuada. De aquí se derivarán todas sus funciones orgánicas. El niño se manifestará y obrará según la madre haya logrado desarrollar su interés por ella y ampliado a los demás. Otra sensación nueva es el nacimiento de un hermano. Es la piedra de toque de si este niño tiene suficiente interés, sentido de la comunidad, o si sólo se interesa por su persona. Otras situaciones son el ingreso en un Kindergarten, o la circunstancia de que uno de los padres, con el que el niño esté más relacionado, enferme por largo tiempo, de modo que no se pueda ocupar más de él. Si el niño enferma gravemente se coloca en una situación de la que despierta después de la convalecencia para espanto suyo, porque no encuentra lo que hasta aquí había tenido. Otras situaciones difíciles son, por ejemplo, el que un niño mimado se encuentre de pronto con un padrastro o madrastra, o es odiado, o cuando un niño que en los primeros años se ha desarrollado en favorables condiciones, más tarde se empobrecen sus padres, con lo que no pueden proporcionarle lo que tenía antes; o cuando un niño después de haber vivido a gusto con los abuelos o los padres de leche se ve con un padrastro o eventualmente con los padres que le tratan mal. Cuando el niño llega a una difícil situación veremos fácilmente si está o no preparado. La escuela y el cambio de maestros significan también mucho en la vida de un niño. Se nota perfectamente en él qué profesor lo ha tratado amistosamente y cuál lo ha tratado severamente por los éxitos o fracasos que haya obtenido en la escuela. En los problemas de la amistad y camaradería, y sobre todo en el interés por la humanidad, se puede ver la magnitud del sentido de comunidad.

Más tarde, en la vida, deduciremos el grado del sentimiento de comunidad, por el modo de resolver los problemas de la profesión, amor y matrimonio. En cada caso el cuadro es distinto. A nosotros nos mueve la pregunta: ¿Por qué este niño no tiene ningún interés por los demás, carece del sentido de la comunidad? Debo manifestar que lo que aquí escribo es el teclado, el esquema de la psicología individual, y que no basta saberlo, sino que se requiere además que alguien toque en este teclado o comprenda el esquema. Hemos conocido tres tipos de niños defectuosamente preparados que, en su mayoría tienen poco o ningún sentido de la comunidad:
1° Niños con inferioridad de órganos;
2° Niños mimados; y,
3° Niños odiados.

Estos niños están más interesados por su propia persona que por los demás, porque se desarrollan en un país enemigo. Para conocer el estilo de vida, que ya se ha mecanizado en los cuatro o cinco primeros años de la vida, poseemos diversos auxiliares que nos pueden indicar la línea que este niño sigue. De su mirada, de su actitud corporal, de todos sus movimientos, podemos deducir conclusiones. Hasta de la actitud que el niño adopta para dormir podemos deducir su comportamiento en la vida. Si, por ejemplo, un niño duerme enrollado como un erizo, sabemos que no tiene mucha energía y valor. De otro que duerme en posición estirada podemos sospechar que siempre quiere aparecer alto. Si alguien descansa sobre el vientre, mostrando la espalda a los demás, es casi siempre un niño testarudo, adopta la actitud de la testarudez. Son fragmentos de un estilo de vida, como el miedo, de los cuales se puede deducir que estos niños se sienten débiles y, por consiguiente, son casi siempre niños mimados. Hemos aprendido también hasta qué punto se puede valorar la conservación de recuerdos infantiles. Si comprendemos estos jeroglíficos podremos adivinar mucho sobre la primitiva forma de la vida de un niño. La posicion de un niño. La posición de un niño dentro de la familia produce un típico desarrollo de este niño. La elección de una profesión, las fantasías, los sueños diurnos y la vida onírica nos ofrecen también puntos de vista para penetrar y comprender mejor un estilo de vida. El medio soberano de la educación es siempre el conócete a ti mismo, con lo cual procuramos al niño la comprensión completa de sus fallas y le prestamos ayuda para que las corrija. Si un niño comprende estas conexiones, entonces tiene una determinación más en la vida y no es el mismo de antes. Es el éxito del conócete a ti mismo, éxito que nunca conseguiremos con castigos o reprensiones.

¿Dónde comienza el proceso del desarrollo de la comunidad? En el alma de cada niño se encuentran las posibilidades del desarrollo del sentido de la comunidad. Este sentimiento de comunidad comienza con la madre, porque la madre es el primer con el que el niño entra en relación y debe ser para él un prójimo digno de confianza. Ésta es su primera y más importante función. La segunda función, como ya he mostrado anteriormente, es preparar al niño para las tareas de la vida, extender su interés a los demás y a toda la vida terrenal. También debe saber despertar el interés del niño por el padre, los hermanos, etc. Ya en el cuarto o quinto año de la vida de un niño, podrán ustedes ver si será o no un buen ciudadano. Con esto pueden ustedes prevenir muchas faltas que se presenten en los niños difícilmente educables, como la neurosis, detener actos equivocados que conduzcan a los crímenes, reprimir el suicidio, la prostitución, los atentados sexuales, etc.; actos de hombres que no tienen o tienen muy poco sentido de la comunidad, que no están relacionados adecuadamente con los demás. Cuando se conocen bien estas conexiones, se verá cuán poco ha hecho hasta aquí el hombre para prevenir estas acciones y cuánto camino le queda por recorrer.

No es fácil tarea llevar al conocimiento de sus fallas al que las comete. Todo el estilo de vida de un niño difícilmente educable se protege contra una modificación. Pestalozzi escribe: Si intentas mejorar a un niño abandonado, estará en todo contra ti y te pondrá constantes dificultades. Un arma defensiva del estilo de vida es el no dejarse modificar y persistir en su forma como una máquina. Si queremos tratar a un niño difícilmente educable necesitamos mucha paciencia, cariño y amor al prójimo. Un niño necesita un prójimo que tenga interés por los demás; siente esto aunque no lo comprenda. De manera análoga encontrará antipático a un hombre egoísta. Cuando queremos que en alguien se manifieste el sentimiento de la comunidad, nos dan las normas directivas las funciones maternales: tenemos la misión de ganar al niño y ampliar su interés a los demás. No debemos repetir las faltas de la madre y hacer que su interés se limite a nosotros o que no se produzca. El sentido de comunidad está íntimamente ligado con el desarrollo del hombre. Un niño que tiene sentimientos de comunidad puede ejecutar mejor los trabajos, oye y ve mejor, tiene mejor memoria, tiene facilidad para hacerse amigos y camaradas, es un buen colaborador en el juego y en el trabajo y comprende rápidamente, porque con su sentimiento de la comunidad puede ver adecuadamente con sus ojos, oír con sus oídos, sentir con su corazón. Podrán ustedes observar que aquellos que poseen un suficiente sentido de comunidad pueden dar mayor impulso a su trabajo, dominar sus dificultades y estar mejor entrenados. Podremos ver también que en los lugares preeminentes de la escuela, del círculo de amistades, de la profesión, se encuentran aquellos que han resuelto justamente los problemas de la vida, que tienen un gran sentimiento de la comunidad. ¿Qué sucede en cambio con los otros? Es seguro que no estarán en los primeros puestos en el lado útil de la vida. Aun cuando por una casualidad se encuentren en un primer puesto, no durarán mucho en él. No serán apreciados, fracasarán en la solución de los tres problemas vitales (de la sociedad, de la profesión y del amor) porque no tiene ningún interés por los demás, porque les falta el entrenamiento apropiado. No hay otro camino para la solución de estos problemas que el de la comunidad.

Quisiera mostrarles a ustedes todavía las historias de algunos niños difícilmente educables y hacerles ver como podemos comprender los rasgos caracterológicos y el estilo de vida de un niño por medio del armazón de la psicología individual.

E J E M P L O S

I. Se trata de una niña de once años. Las quejas de la madre se refieren a que la niña, hasta entonces excelente, comienza a ser mala en ciertas ocasiones.
Partimos de la suposición de que en la vida psíquica de un niño no hay nada ilógico. Nuestra pregunta: ¿Cuáles son las situaciones en las que esta niña se comporta peor?, está, por consiguiente, justificada.
La niña se comporta mal cuando su hermana mayor (tiene dieciséis meses más que ella) quiere coger su capa de baño. Entonces grita, se enfurece, insulta a la hermana y fundamenta su actitud diciendo que la hermana podría ensuciar la capa.
Tales casos se presentan frecuentemente en el círculo familiar. Debemos preguntarnos: ¿Qué ha sucedido aquí para que una niña, hasta entonces buena, se enfurezca y grite de tal modo? Nuestra respuesta es, naturalmente, que esta niña quiere presentarse ante su hermana como la más fuerte. Es éste un caso característico: quiere ser superior a la hermana. Hemos apuntado ya que dos hermanas crecen en un sistema de relaciones entre ambas. La hermana menor tiende a igualarse o superar a la mayor. Los esfuerzos de ésta, por el contrario, se dirigen a conservar su posición o a reforzarla.

La mayor muestra tendencia a poner dificultades a la menor y quiere colocarla en una situación en la que ésta se manifieste como inferior. Hace algunas experiencias:
Toma la capa y la deja caer. Ésta es la situación, de la cual podemos deducir si tiene o no una preparación social suficiente y en la que se muestra, al mismo tiempo, el excesivo interés por su propia persona. Podemos admitir que la hija menor cree en realidad ser la más débil, y que sólo puede mantener su posición con los gritos. Tiene un fuerte sentimiento de inferioridad no compensado, que se desencadena en ciertas circunstancias.

Hay todavía otras situaciones en las que se reproduce la misma escena, a saber: cuando la hermana quiere andar por el cuarto mientras se viste. Parece ser muy vergonzosa, más vergonzosa que el promedio que se encuentra corrientemente. La madre deriva estas manifestaciones de un sentimiento de pudor que le domina y cree que por eso grita y se enfurece. Nosotros somos de distinta opinión y sostenemos que esta niña se muestra pudorosa porque tiene un sentimiento de inferioridad. Surge aquí la pregunta: ¿cómo son corporalmente ambas hermanas? La madre cuenta que la mayor es una niña extraordinariamente bella; la menor por el contrario, gruesa, sudosa, rechoncha, de manera que apenas se puede impedir que la mayor sea siempre alabada y ensalzada cuando viene gente extraña a casa. La más joven se siente empequeñecida en desventaja natural; teme llegar a una situación en que la desventaja se haga visible.

Hice comprender a la madre que se debía convencer a la niña de que la belleza no juega un papel tan grande como supone, que tiene mayor valor la salud, etc.

Muestra también un cierto desvío por la escuela, falta con gusto y no está entusiasmada con ella. Según los informes de la madre, últimamente se desarrolló la siguiente escena: la menor no se quería levantar a las siete para ir a la escuela y se lo comunicó a la hermana, a lo que ésta le respondió:
¡Entonces no te levantes y quédate todo el día en casa! En efecto, no fué a la escuela y se levantó a las diez. Cuando se le pidió una explicación de su acción, dijo que había permanecido en casa por indicación de su hermana. Como vemos, la lucha se intensifica de continuo, y la menor utiliza todas las ocasiones para desprestigiar a la mayor. Se ha impuesto un fin: ser igual a la mayor, pero ¿cómo conseguirlo? En la escuela no lo logra; en la inclinación de los padres, por una o por otra, según declaración de la madre, no hay ninguna diferencia, aunque yo creo que miran a la mayor con más orgullo porque es más hermosa, con lo cual la menor se siente rechazada. Está también en desventaja porque no puede pegar a la mayor, de manera que no encuentra ningún medio de superar a su hermana. Nuestra misión aquí es hacerle ver sus faltas y hacerle comprender que grita únicamente el que se siente inferior y débil, y con el fin de disminuir el valor de otra persona.

Vemos, pues, el estilo de vida de esta niña y dónde se han cometido las faltas. La madre no logró interesar a esta niña por la hermana mayor, ni por la madre misma. Nos dice:
La niña se inclina al padre porque yo soy de modales algo ásperos. No es éste el mejor procedimiento para ganar el interés de un niño. ¿En qué momento ocupará el primer plano? Si estas niñas hubiesen sido varones, la cuestión de la belleza no hubiera sido tan importante, pero como son niñas y han crecido en una familia acomodada, en donde se trata menos de trabajar que de parecer hermosa, y en donde el ideal tradicional de la belleza está sobrevalorado, es comprensible que esta niña sufra con su fealdad.

La hija menor -continúa informando la madre- no tiene amigas porque es poco diestra, lo que es posible que esté en relación con su tosquedad corporal; no se regocija nunca, porque los niños se ríen de ella y, naturalmente, es muy sensible. Tampoco por este camino puede desarrollar su sentido de la comunidad; tampoco lo logra con el maestro porque no obtiene buenas notas cuando no puede ejecutar algunas tareas. Esta muchacha tiene en realidad pocas posibilidades; sin embargo, no considero el caso perdido y creo que podrá seguir en la escuela.
Cuando la madre le encarga alguna cosa, dice simplemente: Si tú no me ayudas, no lo puedo hacer.
Otro rasgo característico de esta niña es querer hacerlo todo por su propia iniciativa y no hacer lo que la mandan.
No nos maravillamos cuando oímos que no se quiere ir a dormir por la noche. Los padres han dispuesto que los hermanos menores se acuesten antes. Los pequeños encuentran esto injusto y no quieren ir a la cama mientras los hermanos mayores estén levantados. Éstos apoyan la opinión paterna. Cuando por fin se deciden a acostarse, continúa la lucha en el lecho. Los niños leen. Ante cada cama hay una luz encendida. La madre entra en el cuarto, hace notar a los niños que ya es muy tarde y apaga la luz de la cama de la pequeña, haciendo la observación que los mayores pueden continuar leyendo, pero tú no. Otra vez sufre ésta el sentimiento de inferioridad.

La niña encuentra puntos vulnerables en todo momento en que la madre se presenta como la más fuerte. Pone grandes dificultades para comer. Su madre tiene que dedicar a ella, durante la comida, más tiempo que a los demás.
Me informé por la madre de cómo iba su valor. Los padres, generalmente, no comprenden bien esta pregunta. Me contó que estaba constantemente vigilada y en unión con las hermanas mayores. Además tiene a su lado a la doncella cuando la madre debe abandonar la casa. A la pregunta si permanece sola a gusto o tiene miedo, responde: Quiere tener siempre alguien a su lado.
La niña se encuentra siempre en un estado de tensión. Cuando aprenda a nadar, encontrará también dificultades, no tendrá confianza en su maestro de natación, porque allí se siente como en un pais enemigo. Si tales niños aprenden a nadar solos, pueden sentirse en una situación que les parezca inofensiva.

Respecto al tratamiento de esa niña podemos decir lo siguiente: está en peligro de no ser buena para el prójimo, ve la vida como una lucha en la que se trata de ser martillo o yunque, estar arriba o abajo. Si no es martillo tiene que ser yunque. Se le debe explicar que en la vida se obtienen muchas más ventajas del sentimiento de la comunidad que de la lucha que entablan los hombres entre sí. Se le debe mostrar el origen de sus faltas y explicarle el error en que se encuentra al suponer que no puede seguir a su hermana, y que por eso se sirve de los procedimientos mediante los cuales la pueda desplazar de su posición. En esta carrera está siempre en tensión y por eso no puede tener ni éxitos, ni amigas en la escuela. Nuestra misión es ejercer las funciones de la madre, ganar primero al niño para nosotros y extender luego ese interés a los demás. Debemos ayudarla a buscar amistades. Sería muy importante procurar que ocupase un buen puesto en la escuela, haciendo que sea una buena alumna.

A la pregunta ¿qué quieres ser? responde: Quiero trabajar en el negocio de mi padre. Quiere ser igual que el padre. En esta manifestación hay una tendencia a no desarrollarse como corresponde a su sexo. En efecto, el padre tiene un negocio de artículos de electrotecnia. A mi pregunta sobre lo que quiere ser la mayor, dice la madre: ¡No se preocupa por eso! Verosímilmente se quiere casar, ser mujer de su casa, y cree que esto sucede por sí mismo y que no se necesita para ello proponerse un fin. No es un proceso consciente; se origina por sí mismo, por exclusión de las dificultades. La más joven, por el contrario, tiene la sensación de que no agrada a nadie, por eso quiere activamente elegir su profesión.

El camino que me parece más adecuado es que se posibilite a esta niña un progreso en la escuela y que logremos, mediante algún artificio, hacerla activa, valerosa y optimista. Tenemos que hacer un ser social de esta niña, procurar que no se sienta oprimida, en tensión, que se encuentre como en su casa y no como si estuviese en un lugar enemigo.

II. Tengo dos hijos, de siete y nueve años de edad. Por lo que respecta a los progresos escolares del menor no puedo dar ningún juicio porque está en la primera clase.
Vemos dos niños, uno mayor y otro menor. Todos los hijos de una familia crecen en condiciones diferentes; no podemos, pues, admitir que éstos se desarrollen en idénticas condiciones. El hijo mayor, durante dos años, ha vivido solo, ha ocupado el punto central de la atención y ha sido mimado. Toda la casa está a su disposición. De repente llega un nuevo niño, y su situación cambia completamente. Se ha entrenado, se ha ejercitado en disponer de todo como un dominador. De pronto la atención de la madre se dirige hacia el niño más próximo. No tiene tanto tiempo como antes para dedicarlo al primer hijo. Un niño tal no es fácil que esté preparado para la llegada de un hermano, y veremos, efectivamente, que no lo está. Se encuentra ante una prueba difícil. Algunos no pueden resistir sus celos y comienzan una lucha rabiosa para atraerse a los padres y para recuperar su situación favorable. El segundo niño, a su vez, se encuentra, ante otra situación; nunca está solo. Tiene siempre un predecesor al cual quiere seguir y alcanzar. Un niño dijo una vez: ¡Estoy tan triste por no poder tener nunca la edad de mi hermano mayor! (Esaú y Jacob).

El niño mayor experimenta una tragedia con el nacimiento de su hermano. Cuando oigamos que este niño teme constantemente que le persiga y que le supere el hermano menor, y que ha perdido toda esperanza, comprenderemos que es esto la consecuencia de una mecanización antisocial, de una inscripción que existe en su alma y que dice: Alguien viene de repente y le arrebata a uno todo. La actitud de los niños será diferente. Depende: 1°, de hasta qué punto ha cristalizado su estilo de vida, si será difícil o fácil triunfar de él; 2°, cómo se comporta el segundo niño; 3°, cómo se comportan los padres, y 4°, cómo se ha preparado el niño mayor, cómo ha aplicado a los demás sus sentimientos de comunidad. Son hechos importantísimos que debemos tener en cuenta.

Digamos ahora cómo se desarrolla cada chico.
El mayor es, por el contrario, según mi opinión, algo perezoso.
He aquí el movimiento retardado. Podemos deducir que no cree poder seguir más adelante, ha perdido el valor. Él cree que no podrá seguir el camino útil, e intentará conseguir la superioridad por el camino de lo inútil. La pereza significa para el educador me da que hacer, tengo que ocuparme de él. El niño ha conseguido de una manera extraña lo que pretendía: dirigir la atención sobre él y hacer que los demás se ocupen más de él. La pereza en el aprender es un movimiento retardado, es distanciarse de la solución de los problemas. Si observan ustedes el estilo de vida mecanizado de un niño perezoso, verán en su comportamiento su desconfianza. Estos niños dicen a menudo: No me tengo por más tonto que los demás, pero esto no me interesa. Si esperasen un éxito no serían perezosos. La pereza es una forma de la disminución del aprecio de sí mismo. Pero también en esta pereza se encuentra expresada la tendencia al valimiento. Los niños perezosos son, frecuentemente, el punto central del interés. Los demás deben ocuparse de ello!... No nos maravillaríamos si un joven perezoso nos respondiese al preguntarle por qué lo es: Mire usted, yo soy el más perezoso de la clase, pero ustedes siempre se ocupan de mí, son buenos para mí y me aprecian. Mi vecino es muy inteligente, pero no se preocupan ustedes de él. Disfruta las ventajas de su pereza. Un hombre rico no piensa siempre en cuánto dinero tiene, le basta saber que lo posee.

Cuando efectúa algún pequeño trabajo es alabado; si no lo puede llevar a cabo oye frases como la siguiente: Si no fueses perezoso serías el primero. Es maravilloso observar cómo un niño perezoso puede estar contento con el sentimiento de que podría ser el primero. No quiere hacer la prueba. Aquí se muestra otra vez la tendencia a la superioridad en la parte inútil.

Todas las reconvenciones, severas o bondadosas, no sirven para nada.

El niño no sabe lo que sucede en él, obra según su estilo de vida. Se encuentra como en una celada. El hecho de que se deje reconvenir es una señal de que quiere estar en el punto central. Hasta hay niños que quieren con gusto que se les pegue, porque experimentan una sensación de triunfo, por haber hecho enfadarse al padre. Algunos niños experimentan en el hecho de ser pegados un goce, una alegría, que algunas veces tiene un contenido sexual (Rousseau).

Promete constantemente ser más diligente...
Aquí ven ustedes el ¡yo quiero!.
... pero no tiene constancia; en la escritura se distrae con todos y con todo.
No cree llegar a la superioridad por el trabajo. Tiene otro camino.
Todo le interesa menos sus temas. Con objeto de que aprenda mejor, le he mandado que me informe todas las tardes de lo que durante el día ha aprendido en la escuela.
Siempre está en el prescenio. Habla todas las tardes con el padre, ¡con el ser superior!

Cuando vuelvo por la tarde a casa, no se me presenta con objeto de eludir su obligación.
El padre tiene que acordarse de él.
Responde solamente cuando yo le he preguntado. Si le pregunto: ¿Por qué no quieres aprender nada?, responde: No lo sé.

Nosotros lo sabemos: cree que de este modo no podría llegar a la superioridad. Debemos animarle y mostrarle las posibilidades por las que puede llegar a ocupar el primer plano, si encuentra el procedimiento adecuado para resolver sus tareas.

Las materias que odia más y que le resultan más difíciles son la gramática, las cuentas y la escritura.
El que sea zurdo acaso constituya otra piedra del edificio de su grave sentimiento de inferioridad. Sería muy importante comprobar este dato. Entre los malos calculadores encontramos casi siempre niños que han sido mimados, que buscan un apoyo. En otras cuestiones puede haber una ayuda; en las matemáticas, no. Aquí hay que trabajar y pensar de un modo independiente. Especialmente los niños mimados se muestran poco preparados para las matemáticas.

Por el desagrado con que se aplica al trabajo deduzco que aborrece estas materias. Parece tener mayor interés por las ciencias naturales. También quisiera dibujar, pero no pinta más que caricaturas monstruosas, porque le faltan condiciones para ello.
¡Verosímilmente es un zurdo!
A menudo permanece sentado o tendido, con los ojos fijos en el vacío durante horas enteras.
El gran enemigo de estos niños que tienen esa disminución del aprecio de sí mismo es el tiempo. El niño ha encontrado un medio para pasar el tiempo, y es abstraerse.
A pesar de que tiene muchos libros para leer y ha comenzado alguno, no ha terminado ninguno.
¡Ni paciencia ni constancia! Durante la lectura no se preocupa nadie de él, no puede esperar nada de los demás.
Busca juguetes, que al poco tiempo abandona otra vez.
El factor social de este niño, o mejor de estos dos niños, no es grande, aunque no tienen necesidad de sufrir hambre.
Lo más triste en la vida de estos niños quizá sea tener que estar todo el día en una escuela refugio.
Esto es una suposición atrevida. Nosotros queremos tener el punto de vista justo y que el niño sea animado.
La directora de este centro tiene un odio personal a mi hijo mayor porque ella es clerical, y nosotros laicos. Me dice que miente, que es disimulado y cobarde y que es así solamente porque le han educado sin ideas religiosas.
No dudamos que estos rasgos se manifiestan por su falta de esperanza. Debo afirmar que este niño, en este centro clerical, únicamente puede mejorar si se le anima. Si la directora dice que es así porque carece de ideas religiosas, es porque apenas tiene idea de cómo buscar el punto vulnerable.
El padre dice:
En verdad, yo he observado en él todas estas malas cualidades. Mientras el pequeño no las tiene y siempre es alabado, del mayor dícen todo lo malo.
Este mientras muestra que el mayor ha sido desplazado por el menor.
¿Es una casualidad que el mayor se incline hacia lo malo y el pequeño hacia lo bueno? De ningún modo. El mayor se cree desplazado por el menor de su antigua y agradable posición, y cuando más pierde en amistad y cariño tanto más pierde en valor. El hermano menor, que ahora es el vencedor, se siente en una situación ventajosa y no tiene necesidad de hacerse notar de una manera desagradable.

III. El alumno Bela K. presenta, según mis observaciones, el siguiente cuadro:
Durante el recreo tenía a menudo trastornos que comenzaban con un ir y venir, como perdido en sueños, de tal modo que sus condiscípulos se burlaban de él, lo que, naturalmente, terminaba con disputas y peleas.
Si esta observación es exacta, si pasea como perdido en sueños es seguro que la escuela se le presenta como algo ajeno a sí, piensa en otra cosa, y por su actitud da a conocer que no se siente a su gusto en ella. No debemos pasar por alto que cuando los niños tienen en su medio alguien que no vive en el sentido de la comunidad, que no colabora en sus juegos, se ven incitados a tomarlo como motivo de sus burlas, lo atormentan y lo molestan. Es un proceder que conduce demasiado lejos y que no muestra, en nuestro sentido, el comportamiento adecuado. Deben ustedes hacer comprender que dentro de una comunidad hay ciertas reglas de juego. Este joven llama la atención porque está fuera del papel que le corresponde en la comunidad. Es un hecho que los niños mimados no son apreciados en la escuela por sus condiscípulos. Se burlan siempre de ellos, se les encuentra demasiado infantiles, faltos de independencia, etc. Ya en la escuela se ve que en los niños hay algo que tiende a la comunidad. Es una fuerza absoluta que existe de hecho y que no puede pasarse por alto. Hay aquí la coacción de colocar a cada uno en su lugar y de activar en él el sentido de la comunidad. Es esto una alusión al hecho de que existe un sentimiento de comunidad en el individuo y en la masa, y una prueba de que este sentido de comunidad se manifiesta más intensamente en ésta que en aquél. Se explica así mejor un hecho de la psicología de las masas, a saber, que cuando se produce en ellas un movimiento, se exterioriza un deseo para hacer algo, etc., el individuo es arrastrado, su pensamiento queda relegado a segundo término y actúa en la masa de manera diferente a como actuaría si estuviese solo. En la escuela vemos con frecuencia lo que sucede cuando imperan las masas. Puede producirse con ello un cierto orden en la clase, que no siempre concuerda con nuestras exigencias de una comunidad. Pero puede suceder también que esta clase es una para formar una masa en la que se cometan toda clase de extravíos. Podemos comprender también por qué, en una clase, se vitupera al que obra contra el sentido de la comunidad. Es generalmente censurado el que los niños se acusen los unos a los otros. Los niños no hablan nunca de que sea un deber auxiliarse en contra del maestro y, sin embargo, todos lo sienten como una obligación, y aquellos que no la cumplen no son apreciados y son excluídos de la comunidad. Por la actitud de este niño podemos comprender que no se ha adaptado a la comunidad y camina perdido en sueños. Podemos deducir más conclusiones:
1a. No se puede unir a la escuela, porque carece con toda seguridad de aquel sentimiento de comunidad y del interés por los demás, que corresponde a la escuela. Podemos aproximarnos a esta falta de interés si suponemos lo que tendríamos que demostrar, esto es, que es un niño mimado que busca una solución agradable en la cual encuentre facilidades, calor y cariño.
2a. El que tenga riñas y peleas demuestra que no está completamente desanimado. Las contiendas son generalmente vituperadas, mas ni para nosotros son un buen síntoma, tan importante como la observación de que pasea perdido en sus fantasías. Es una prueba de que todavía no ha perdido completamente su valor.
Tales accidentes se han hecho más raros desde hace algunos meses.
Esto demostraría que comienza a adaptarse a la masa. Esta demostración es, sin embargo, difícil y se hace lentamente.
El escolar está bastante aislado entre sus camaradas.
Esto no es nada nuevo para nosotros, lo podríamos haber adivinado.
Durante mis explicaciones me llama la atención, sobre todo, su defectuosa concentración en la enseñanza.
Como creemos haber comprendido su estilo de vida, no nos llama la atención su falta de concentración, la esperábamos. Como no está en la clase no colabora activamente, no podemos exigirle concentración. Ésta se dirige hacia la idea: ¿Cómo podré salir de aqui? Aun cuando se le aparte de este pensamiento no se puede concentrar sobre otra cosa.
A pesar de mis esfuerzos se muerde constantemente las uñas y pasa todo el tiempo en esa actividad.
Es un síntoma de testarudez; otro dato que demuestra que no ha perdido completamente el valor. Debo hacer notar que el morderse las uñas, el hurgarse las narices y el tragar grandes bocados son síntomas de testarudez. Esta afirmación puede parecer arriesgada a los no iniciados. Tales niños oyen constantemente que no deben hacer esto, y si, a pesar de esta prohibición, lo hacen, nuestra deducción de la testarudez está completamente justificada.Hay en él, un defecto para agregarse a la cultura, para cooperar. No nos maravilla, porque sabemos que este joven no juega con sus compañeros y no le interesa introducirse en la cultura de la comunidad. Se origina así una gran distancia entre él y las exigencias de la vida y de la cultura, cuya distancia podemos observar constantemente. Podemos considerar como un buen síntoma el que se muerda las uñas, porque prueba que es testarudo y verosímilmente que no carece en absoluto de valor.
O juega con los objetos que tiene a su mano.
Esto también es evidente para nosotros y nos indica las diferencias que hay entre él y las tareas escolares. No juega con los objetos de la escuela, con las tareas escolares, sino con todos los objetos que tiene a la mano.
De vez en cuando, a decir verdad raramente, charla con sus compañeros que ya conocía de la escuela primaria, pero no con los otros.
Otra dificultad para adaptarse a una nueva situación. Si se le da tiempo puede llegar a ejecutar una parte de lo que se le exige; podemos admitir que no está suficientemente preparado.

Las charlas nos parecen una ventaja. Pueden ustedes ver, por consiguiente, que estamos en contradicción con lo que se llama disciplina escolar. Estamos justificados en nuestra concepción. La disciplina escolar no comprende al individuo y nosotros sí. Nosotros vemos un buen síntoma en las riñas y en el morderse las uñas, y consideramos las charlas, en cierto sentido, como ventajosas para él.

Cuando tiene que escribir, permanece aparte como si no hubiese comprendido la orden.
No nos sorprende porque no escucha. El escuchar es una unión, del mismo modo que el mirar. El joven no se quiere relacionar con nadie, no puede interesarse por los procesos de la escuela. Desea una situación más agradable, por la que se siente atraído y para la cual está mejor entrenado. Está también a una gran distancia del valor de la vida y de su porvenir.

Sin embargo, no puedo admitir, según mis observaciones, una resistencia intencionada.
Tampoco la admitimos nosotros. Pero no está en la forma que se requiere para la colaboración en el juego o en el trabajo. Ven ustedes que tenemos que modificar la forma y no castigar o reprender las últimas ramificaciones de esta forma.
Raramente olvida sus libros y cuadernos, tal vez a causa, de los esfuerzos paternos.
Las respuestas a determinados puntos son de tal modo, que pudo sostener tranquilamente que posee la suficiente memoria, razón y fantasía para satisfacer, por lo menos, las exigencias de la escuela media inferior.

También aquí encontramos que se comporta de un modo inteligente; inteligente según su forma de vida. Si se le exige algo para lo que no estaba preparado, no lo puede ejecutar. No es esto ningún fundamento para dudar de su inteligencia.
Para emitir este juicio me apoyo especialmente en la composición en alemán, que prescindiendo de la ortografía, alcanza un nivel medio.
Sobre este punto podemos ahora presentar nuestras bases. Cuando se ocupa solamente con un asunto lo resuelve perfectamente, porque él -niño mimado- no hace más que lo que había hecho en su casa. Del hecho que hable sobre cosas y desarrolle asuntos perfectamente, podemos deducir que en su casa se ha desarrollado en una situación en la que se ha visto obligado a expresarse justamente. Hay otros niños que no se han ejercitado en su casa en dar expresión a sus pensamientos, y para la composición de frases están, por consiguiente, peor preparados, sin ser por esto peor dotados intelectualmente. El niño de que ahora tratamos, con toda seguridad, no ha escrito trabajos en su casa, pero se ha entrenado con un procedimiento difícil de descubrir; se ha entrenado hablando, contando cosas relacionadas unas con otras, etc. Esta preparación para materias de la escuela es uno de los puntos más importantes de la psicología individual. Confesamos que no sabemos todavía en qué consiste el entrenamiento para los mejores trabajos que efectúa el niño en la escuela. Puede encontrarse en cualquiera de los intereses infantiles, de los cuales no puede decirse que sirva de entrenamiento para un trabajo posterior en la vida. Si ustedes recuerdan cómo se efectúa el entrenamiento de un niño mimado, no verán ustedes claro que en este entrenamiento se oculte el aislamiento posterior o la enemistad contra la humanidad, y que estas cualidades son la consecuencia de que en su infancia estuviesen alejados de toda camaradería, amistad y sociedad, por lo que no se despertó su sentimiento de comunidad; antes, por el contrario, se sentirá enemigo de los hombres. Hay un enorme campo por investigar sobre cómo se han entrenado hombres y niños aptos y cómo vidas fracasadas. Hay un gran número de métodos en los que los niños se entrenan; sin embargo, nadie sabe más tarde de dónde procede su mejor trabajo. Éste es nuestro punto de ataque contra el perjuicio de las facultades intelectuales. Todo niño bien entrenado aparecerá más tarde como dotado en el sentido de este perjuicio; los menos o no entrenados aparecerán, por el contrario, como no dotados.

En la ortografía se ha observado un progreso notable respecto a la prueba de admisión y de principio de año.
La ortografía es un campo todavía oscuro. No sabemos exactamente por qué un niño escribe unas veces con mejor y otras veces con peor ortografía. Justamente la psicología individual ha suministrado aquí otro punto de vista, y es que juega un gran papel el que el niño sea un tipo visual o auditivo. Es muy verosímil que el tipo visual se acuerde mucho mejor de lo visto y tenga mejor interés por ello. El tipo acústico escribe como oye.
En latín da hoy una respuesta que demuestra su completa comprensión del asunto, y al dia síguiente fracasa en la misma pregunta.
Lo que demuestra que no atiende y acaso esté un día de bueno y otro de mal humor en la escuela. Acaso se le pregunte una vez amistosamente y otra no, o tal vez su estado afectivo sea distinto en los días. Todas estas diferencias podrían dar mucha luz y deberían ser investigadas.

Da a menudo la impresión de que fuese imposible el contacto psíquico entre él y yo, o sus condiscípulos.
Esta impresión es completamente exacta. Se explica por qué no está preparado para este contacto, para la cooperación.
Se siente muy oprimido en los últimos tiempos por sus fracasos y llora amargamente cuando tiene uno de ellos.
Estos lloros pueden interpretarse de dos modos:
1° Son consecuencia de que se crea encerrado en una trampa, y como un joven que quisiese ser tratado tiernamente, el cual siente más intensamente que los demás los fracasos, los castigos y las malas notas.
2° Manifiestamente, este joven se ha entrenado en llorar, porque procede de un ambiente en el cual los lloros constituían un buen medio para hacer impresión. Los lloros eran su arma, mediante la cual conseguía luchar victorioso. ¡La fuerza de las lágrimas!

Muy molesta era también la tartamudez, que en el curso de los años ha aumentado extraordinariamente.
No quiere relacionar con los ojos y los oídos ni tampoco con la palabra. La tartamudez significa que no quiere poner en juego la unión por medio de la palabra porque ello tiene una forma de vida que no es apropiada para ello. Podríamos designar metafóricamente a todos estos síntomas con el nombre de tartamudez. Tartamudea cuando tiene que establecer algún contacto, cuando tiene que escribir bien, o en las clases de latín. Podemos comprender todos estos síntomas bajo el cuadro de la tartamudez. Nos da que pensar el hecho de que esta tartamudez haya aumentado en los últimos años. Esto nos muestra que su adaptación a la escuela no sólo no ha aumentado, sino que ha disminuído, y que quisiera estar a gran distancia de las tareas escolares. Y nos demuestra además que el método que, a sabiendas o no, se ha seguido en esta escuela, no es adecuado.
Las dudas del maestro sobre las causas de estos síntomas se ven representadas en la frase final.
El muchacho creció mucho en septiembre, pero también adelgazó.
Parece que opina que hay un fondo orgánico en estos trastornos; opinión que, naturalmente, rechazamos. Veamos lo que hay que hacer en este caso. Se le debe explicar a este joven su comportamiento equivocado respeto a sus maestros, camaradas y tareas. Mientras no reconozca su error tendrá la sensación: Lo que se me exige es demasiado difícil. Es un enorme perjuicio para su desarrollo el que crea que no puede ejecutar el mismo trabajo que los demás. Y no lo puede ejecutar porque es incapaz de relacionarse. Este trabajo de aclaración modificará en primer término la actitud equivocada del joven. Se le debe hacer ver que su progreso en la escuela es solamente posible si se relaciona con sus maestros, camaradas y objetos escolares, y no se comporta como si todo esto le fuese extraño y no le perteneciese. Sería una ventaja para él que pudiese hacerse con algunos amigos. El maestro, con sus palabras de ánimo, puede contribuir a ello. Hay una cuestión que no nos soluciona el último fragmento del relato y es: ¿cuál es el origen de los trastornos en este niño? Por nuestra experiencia hemos deducido que era un niño mimado, y por las conversaciones con la madre, que era hijo único. Encontramos frecuentemente en los hijos únicos que a consecuencia de los mimos, se hacen incapaces de establecer un contacto con los demás, y que sienten como desagradable y difícil toda situación en la que no sean mimados. Ante tales tareas, que caen fuera de la experiencia y del método de vida hasta aquí seguido se encuentran como ante un peligro; parece como si saliesen de una atmósfera cálida, como si sintiesen pender sobre su cabeza la espada de Damocles. Comprendemos que no progresen cuando lleguen a una situación difícil. La tartamudez surge, muy frecuentemente, después de un suceso para el cual estos niños ne estaban prepararados, porque habían sido excesivamente mimados. No he conocido un niño tartamudo que no haya sido mimado, por lo menos en los primeros años de su vida. Son vivencias que hasta ahora han sido comprendidas erróneamente y que se han sobrevalorado o menospreciado. Se oye, por ejemplo, que un niño ha empezado a tartamudear después de una caída. Puede suceder que se haga a la caída responsable del hecho o que se sonría irónicamente de ello, porque se considera a la tartamudez coma la consecuencia de un proceso patológico que se localiza en los nervios. Pero cuando se piensa que esta caída ha afectado a un niño que no tiene comprensión de las dificultades de la vida y que siempre ha buscado el apoyo de una persona protectora que la mime, comprendemos que este niño reaccione de tal modo ante la caída. A menudo oímos que un niño se asustó tanto ante la vista de un santo o un demonio, que desde aquel momento comenzó a tartamudear; o que ha tenido una maestra, con la cual no se pudo poner en contacto y de la que además recibió una bofetada, que a muchos puede parecerle consecuencia de algo, pero al niño no, y desde este momento tartamudea.

La tartamudez no tiene nunca una base orgánica; lo que se deduce claramente, por ejemplo, de que los tartamudos hablan correctamente cuando lo hacen para sí, estando solos. Tartamudean solamente cuando están ante otra persona. Viven en un país enemigo, en el que para ellos sólo hay peligros y dificultades. Como ya sabemos, éstos son síntomas manifiestos de los niños mimados.

IV. Lotte tiene nueve años y nueve meses de edad. Se queja de agotamiento, cefalalgias (1), debilidad cardíaca. En la exploración clínica no se encuentra nada de origen orgánico, todos los síntomas son únicamente nerviosos.
Nerviosos. Ésta es la forma corriente de expresión. Los enfermos se desazonan extraordinariamente con esta palabra. Estos síntomas son la consecuencia de una gran tensión interior, que Lotte no ha dominado de una manera activa.Se encuentra en un estado en el que ha perdido toda esperanza. Mientras alguien cree que logrará un fin, no se presentan esos estados de tensión o de cansancio.
Se aconsejó a la abuela que, en lo posible, no diese oidos a sus quejas.
Este puede tener éxito unas veces, otras no. No es una panacea como creen algunos médicos. En todo caso no modifica nada la actitud del niño. A veces crea otra situación frente a la cual el niño tome posiciones con su estilo de vida, pero no puede conseguir una modificación de la personalidad.
Lo cual hace la abuela, pero no deja que la niña vaya a la escuela, a menudo días enteros, por la fatiga.
En todo caso, la niña logra, por su tensión, verse aligerada de una de las cargas que pesan sobre ella. No deducimos de aquí que la niña vaya a disgusto a la escuela, sino que se relaciona con un fin especial. Cuando oímos que Lotte manifiesta una tensión que se relaciona precisamente con la escuela, es probable que pretenda lograr algo en esta dirección. No se encuentra completamente desesperanzada, tiende hacia allí, pero no se siente segura. Parece como si la niña fuese ambiciosa, pero que no confiesa lograr el fin de su ambición.
AquÍ tenemos la comprobación.
Lotte va gustosa a la escuela y trabaja mucho más de lo que debe.
He aquí la confirmación plena de nuestra teoría, que su actitud es la expresión de una cierta inseguridad. Quiere producir algo grande y, sin embargo, cree que sólo lo podrá hacer trabajando con exceso.
Se esfuerza, sobre todo, en agradar a su maestro.
Podemos ampliar nuestro campo de vista. Cuando esta niña se siente atraída por alguien, toma una actitud amistosa ante una persona, se sentirá inclinada a brillar y a hacer impresión precisamente en ella; lo que está de acuerdo con la naturaleza humana. Su desconfianza produce una contracción de sus esfuerzos; se agota, y este cansancio puede provocar síntomas diferentes de índole corporal, por ejemplo: palpitaciones y cansancio general. Las cefalalgias en estos casos no están completamente explicadas. Desde luego, existen; pero además queremos saber cómo se producen a consecuencia de esta sobretensión. Acaso ampliemos nuestros conocimientos sobre estos asuntos si recordamos que un gran número de sujetos sufren cefalalgias cuando se encolerizan. Sabemos también que la cólera altera la circulación y aun la fórmula sanguínea, por lo que se puede percibir exteriormente; por ejemplo: palidecen o las venas les resaltan. De aquí podemos deducir que tales trastornos circulatorios se presentan también en las meninges, originándose un estado irritativo, con lo que nos es más comprensible el síntoma de cefalalgia. Que el estado afectivo y los estados de tensión influyen sobre la circulación se deduce claramente de los síntomas designados con los nombres de debilidad cardíaca y palpitaciones. Es verosímil que cuando un niño se sienta inseguro emerja en él un estado afectivo parecido al de la cólera.

En los últimos tiempos comenzó a tiranizar con frecuentes lloros a la familia, sobre todo al hermano mayor y a la abuela.
Las lágrimas constituyen un excelente medio en la vida familiar para ser superior a los demás. Mediante las lágrimas tiende a la superioridad en el lado inútil. Se trata de un sentimiento de superioridad personal sin valor objetivo.
No quiere estar sola.
Es manifiestamente una niña mimada; circunstancia que ya conocíamos por la descripción cuando oímos que la abuela se preocupaba por ella. Si nos cuentan que está siempre al lado de la abuela, podemos deducir nuestras conclusiones. Con el no querer estar sola, no se ha exteriorizado todo. Llegará a manifestarse una tensión, de la que ya hemos hablado; se presentarán miedo y temor que nos indiquen una vez más la inseguridad de esta niña. Siente su valía sólo cuando hay alguien a su disposición.
Un asesinato que leyó en el periódico la excitó de tal modo, que la abuela no se atreve a dejarla sola por la noche.
Un síntoma frecuente en niños y adultos es que recogen y guardan con la diligencia de las abejas todos los hechos por los cuales pueden conseguir que no se les deje solos. Si no hubiese leído el crimen habría buscado otro motivo. No es difícil encontrarlo.
No quiere ir sola a nadar.
Casi siempre se encuentran dificultades para enseñar a nadar a niños que han sido mimados, porque al nadar deben ser abandonados a ellos mismos, lo cual no han aprendido los niños mimados, ya que siempre se han visto sostenidos por una persona.
Hay frecuentes escenas cuando tiene que ir a pasear. Prefiere quedarse en casa.
Otra vez más, su comportamiento nos indica sus deseos de conservar su círculo de acción tan pequeño como sea posible. Con su actitud quiere decir: Soy demasiado débil para cumplir las tareas con que me cargan. Quiere sobrepujar a todos, por eso le parecen sus tareas demasiado grandes. Cuando alguien toma las cosas a la ligera y quiere superar rápidamente a los demás, concebirá la vida como algo tan difícil, que intentará reducir su campo de acción.
Se va tres días consecutivos a la plaza del mercado durante dos horas, sola, para hacer observaciones con el fin de escribir un tema para su maestro querido.
Esto corresponde también a la reducción de su círculo de acción, en el que tiene esperanzas de alcanzar la superioridad que desea.
Los rasgos de susceptibilidad, dependencia y timidez están en contradicción con su comportamiento en años anteriores.
Debemos admitir que algo ha pasado para que se aumentase el desaliento y la cobardía, que propiamente le corresponde como niña mimada. Como hemos oído, es verosímil que en los últimos años se encuentre en una situación peor y tome la vida como una carga más pesada que antes. No tenemos punto de apoyo para adivinar de dónde procede éste.

En otro tiempo se diferenciaba del hermano mayor por su resistencia al dolor (no lloraba como él ante el médico), por la independencia y por el ánimo emprendedor.
Según sabemos, es una hija segunda, y éstos tienden siempre a ser los primeros y se encuentran como en una carrera. Ésta ha debido ser la forma de manifestarse anteriormente esa niña; siempre ha debido intentar ser superior al hermano. Algo ha sucedido para que esta carrera se le presente como demasiado difícil. Hoy parece buscar su superioridad solamente en un círculo pequeño. Podemos formarnos una opinión de lo que puede haber sucedido. El hermano podría presentarse a ella como insuperable. Este hermano se siente fuerte, de manera que tiene la sensación: ganará fácilmente esta carrera. Regularmente, en las relaciones del hermano mayor con la hermana menor, se halla ésta extraordinariamente favorecida, porque se desarrolla más rápidamente desde el punto de vista psíquico y corporal. Y encontramos también que en esta lucha casi siempre aparece la niña como vencedora. Así, pues, oímos hablar de una superioridad, parece como si el joven hubiese ganado una ventaja en algún sitio. Dónde, no lo sabemos todavía.
El cambio radical no se explica por una modificación exterior de su vida.
Todavía no sabemos las causas que lo han producido. Si esto puede ser llamado un cambio, es únicamente el de un corredor que se paraliza de repente. Es un corredor, pero quisiera tener una ventaja en su carrera, no está tan completamente segura de la victoria como antes, lo cual puede ser ocasionado por el conocimiento del tributo que se rinde al hermano o por el defectuoso reconocimiento de su propia persona. Sigamos observando.
Nos ha llamado la atención que al mismo tiempo se haya producido una modificación en el comportamiento del hermano.
La descripción toca a un punto que ya he señalado anteriormente: modificación de la conducta del hermano.
Ahora, según nos informa la abuela, es más razonable, independiente y sociable.
Naturalmente, nos interesará el porqué de esta modificación. Se podría admitir que en esta carrera se ha hecho más sociable porque va delante, porque nota que su hermana se queda retrasada. Podría suceder que haya experimentado algunas exigencias (quizá en la escuela), a las cuales no haya podido satisfacer la hermana por ser muy difíciles.
Cuando hace lo que quiere, es amable, en tanto que antes mostraba tendencias oposicionistas con cualquier motivo (mediante gritos, desvergüenzas, atormentando a la hermana, etc.).

Parece que el cuadro, ahora, se ha invertido, que antes tenía la sensación de no terminar victorioso la carrera y ahora sí. Los dos niños viven en un sistema que solamente podemos comprender relacionando al uno con el otro. Queremos saber lo que ha sucedido para que se produzca este cambio repentino. Acaso tenga él éxitos en la escuela y ella no. Debemos buscar qué posibilidades hay en esta carrera para un niño que de repente no progresa. Puede suceder que él ejerza una cierta acción sobre sus amigos, que logre una cierta posición social, o que jueguen un determinado papel ventajas corporales, por ejemplo, que el niño sea guapo y la niña no lo sea tanto. Debemos investigar qué es lo que ha hecho tanta impresión en la niña. Quizá encontremos una explicación en su prehistoria.
Lotta necesitó especiales cuidados en las primeras semanas de la vida, a causa de un defecto del ombligo; luego se presentó una debilidad pilórica que obligó a la madre a ocuparse constantemente de ella.
Éstas son las inferioridades de la más tierna infancia que atraen hacia el niño todos los esfuerzos y que requieren grandes cuidados.
Durante el día era valerosa y paciente.
Claramente se ve que era así, porque siempre estaban a su alrededor.
Por la noche, orinándose en la cama, hacía que la madre tuviese que estar a su servicio. Y, finalmente, la obligaba con constantes lloros a que la sacase de la cuna. (Una exigencia que persistió hasta los tres años).
Son síntomas claros de una niña mimada. Si alguien duda que el orinarse en la cama tenga esta causa, le recomendaré, siguiendo una antigua regla de la psicología individual, que deje aparte este sistema y que investigue otros. Éstos estarán en relación con la tendencia del niño a los mismos y por consiguiente con el orinarse en la cama.
Lotte se retrasó en hablar.
Esta comunicación no nos llama la atención porque sabemos que los niños mimados, a menudo, se retrasan en hablar.
Comenzó a hablar muy tarde y en un tono infantil, por lo que parece sintió penosamente esta inferioridad.
Son siempre las consecuencias y nunca la prueba de que, por ejemplo, su energía se utilice en dominar estas dificultades.
Cuando, en su presencia, se trataba de un niño pequeño que hablaba mejor que ella, dijo de repente: Paula dice jo en lugar de decir ja.
Critica cuando oye que alguien habla mejor que ella. Es muy clara la tendencia de esta niña a sentirse inferior.
Del segundo al cuarto año se reforzaron los síntomas de testarudez.
Es la tendencia de esta niña que siempre intentará demostrar celosamente que es grande y fuerte.
No quería comer, ni dormir, sobre todo cuando estaba presente la madre.
Rasgos que encontramos frecuentemente en los niños mimados.
La madre, a consecuencia de su trabajo, no se preocupaba constantemente de ella. Las muchachas rechazaban a la pequeña, que era menos guapa y viva que su hermano.
Otra vez rozamos la idea que ya hemos manifestado, a saber: que esta niña, que ahora cuenta diez años, tal vez comience en este punto a sentirse insegura, por causas que probablemente se encuentran en el ambiente escolar.
El mayor se burla y aun pega muchas veces a la pequeña.
Pierde todos los méritos adquiridos. Sin embargo, de cuando en cuando surgen signos de lucha.
Llevada por él ante los padres, se reconcilian. Ella, sin embargo, cede más tarde que él.
Estamos acostumbrados a verlo en los niños nacidos en segundo lugar. Los mayores pactan más fácilmente, tienen un mejor conocimiento de las relaciones entre las fuerzas.
Ella mostraba más rasgos de valor que él.
Tenemos que aclarar lo que quiere decir el narrador con esto:
A los cuatro años ingresó en un hogar infantil.
Ahí no tenía a nadie que se ocupase especialmente de ella.
Esto ha debido de hacer una gran impresión en la niña. La niña estaba acostumbrada a que se ocupasen siempre de ella; y comprendemos que sienta inclinación hacia el que se porta bien con ella. Es fácil de conducir por medio de la amistad y de la bondad.
Su modo de hablar no mejoró.
Verosímilmente no le agradaba el procedimiento educativo de este centro.
Desde el punto de vista intelectual hacía muy pocos progresos. Se llevaba bien con el hermano en el ambiente enemigo.
Allí tenían ambos el sentimiento de estar relacionados el uno con el otro; vemos que crecen en un sistema combinado.
A él le agrada desempeñar el papel de protector.
Esto nos llama la atención. Este joven no es fácil de vencer. Si hubiésemos encontrado este dato más tarde, no dudaríamos.
Perdió poco a poco la costumbre de orinarse.
Es un síntoma que podemos observar con frecuencia cuando los niños son trasladados a otro ambiente. Algunos no dejan de orinarse porque creen que de este modo se les arrojará del nuevo hogar y volverán a casa. Esta idea no es desatinada. Otras veces ceden por completo, cuando el nuevo ambiente no da importancia a estos hechos.
Ella no recibía más que golpes.
Comía y se dormía rápidamente. Después se fué a vivir con su abuela. Se unió a ella tan tiernamente como a la madre
.
Tiene una gran necesidad de temura.
Otra vez comenzó a orinarse.
El orinarse tiene valor de nuevo, por eso aumenta.
Pudo ser acostumbrada, después de gran trabajo, a levantarse tres o cuatro veces durante la noche.
Orinándose está en clara ventaja frente del hermano.
Nuestras deducciones anteriores se confirman. Durante la noche, la madre y la abuela le pertenecen; orinándose consigue separarlas de su hermano.
El lenguaje infantil se conservó hasta que ingresó en una escuela Montessori. Entonces se esforzó en hablar mejor, al principio sin éxito.
Si hacemos un examen cuidadoso, vemos que al principio todo se hace sin éxito. Algunas veces nos parece que muchos tienen éxito aun en los comienzos, porque estos niños están mejor entrenados para las cosas aparentemente nuevas, y que sin embargo no lo son. Los comienzos en las nuevas cuestiones no tienen éxito. Como ejemplo, sírvales a ustedes el aprender a nadar, que al principio se realiza defectuosamente. Sin embargo, esto no nos debe asustar.
Antes de ir a la escuela tomó lecciones particulares de lenguaje para que no se riesen de ella.
Esta niña, en el camino de su vida, ha tenido siempre dificultades y se puede comprender que sepa perfectamente lo que son.
En la escuela, a la cual se adaptó rápidamente, pronto se hizo lectora de los pequeños.
Encontrarán ustedes, muy a menudo, que niños que al principio hablan mal, luego lo hacen mejor que los otros. (Por ejemplo: Demóstenes). El que se haya adaptado pronto habla en favor de la escuela en la cual verosimilmente fué bien tratada.
Hoy en día declama perfectamente y lo hace con gusto. Su tosquedad y falta de destreza fueron dominadas por ejercicios gimnásticos, y en este campo superó pronto a su hermano.
Ahora es la vencedora durante un lapso.
Recordemos, sin embargo, que antes se había indicado que el hermano era superior en el deporte.
Quiere mucho a su hermano, se deja quitar el dinero por él y le regala cosas; el joven, por el contrario, es codicioso.
Nos parece como si ella quisiera reconocer la fuerza y la importancia del hermano; sin embargo, no es esto decir que renuncie a una victoria definitiva. Quiere no sólo luchar contra él, sino también cerrar con él una especie de alianza. Recuérdense las relaciones políticas. Aliarse con él es decir propiamente que tiene la impresión de ser el más fuerte de los dos en esta alianza.
Él la maltrata.
Aprovecha la ocasión. La inseguridad de esta niña se deriva de su sentimiento de debilidad, tiene siempre la sensación de lo difícil que será superar al hermano.
Encontró compensación en la amistad con niños más pequeños.
Otro síntoma de que no se siente muy fuerte. Pero esta circunstancia nos deja comprender que esta niña ha sentido ya la superioridad del varón y aun la reconoce. En el comportamiento de esta niña jugará esto un gran papel. Manifiestamente el cambio en esta niña se produjo en un tiempo en el que conoció las diferencias sexuales y su importancia en la escuela. Debemos tener en cuenta que esta niña sobrevalora al hombre y menosprecia a la mujer. Este fragmento de su historia, el hecho de que haga amistad con niños más pequeños y -según hemos oído- se ponga bajo la protección del hermano, nos muestra su actitud ante el hombre.
Su mejor amigo es un chico con apariencias de niña.
Parece como que tiende a la igualdad: no ser enteramente niña y no dejar ser varón al niño. En ella se oculta un menosprecio por la mujer.
Ella le anima.
Otra vez aparece en ella el sentimiento de la superioridad.
Siempre tiene miedo de herir a uno de sus amigos (preferir a alguno). Ella misma es muy sensible.
Como si tuviese una corte y estuviese pendiente de que ninguno sea celoso. Ella misma es muy susceptible, como todo aquel que se siente inseguro y cree que una pequeñez lo derrumbará.
En la escuela es muy querida por los maestros y por los niños, lo que no sucede con el hermano.
En la primera narración que compuso, el héroe era una pequeña niña que salva a un muchacho mayor.
Es una clara manifestación de su tendencia a hacer más fuerte a una niña pequeña que a un chico mayor.
Quiere casarse y llegar a ser madre. Nos muestra que comprende su papel de mujer, y en una especie de resignación, quiere morder el fruto, todavía verde. Además piensa que el matrimonio está unido con la maternidad, y por consiguiente podrá hacerse rogar por el más fuerte. En sus deseos no se manifiesta claramente que esté contenta con su papel femenino.
Pero se preocupa por la adquisición de muebles y pañales.
Se nos presenta un nuevo elemento: lo difícil que le es a la niña procurarse lo necesario para su matrimonio. Parece que emerge en ella un presentimiento de la dote y que le preocupa el problema de la propiedad.
Tiene una tierna relación con el padre, al que ve muy raramente, cada dos años.
Indudablemente, es tierna con él, y le muestra su afecto.
En una narración de fantasía que improvisó, llegó a presentar a su padre en situaciones todas dignas de risa.
Parece como si hubiese inclinación hacia él, pero, como hombre, lo coloca en situaciones risibles. Es una tendencia muy extendida en niñas y mujeres, considerar al hombre como un ser cómico que no se puede adaptar a las pequeñeces de la vida. Cuando pasa un chico ante una escuela de niñas, se puede observar que éstas empiezan a reírse de él. Colocar al hombre en una situación cómica tiene el fin de disimular su valor, aunque por otra parte se le aprecie.
Hace dos años se le oyó la siguiente conversación: Pedro, cuando yo sea mayor, ¿seguirás siendo mi hermano?
- ¡Claro que sí!

La niña mira hacia adelante, al punto a donde llegará cuando sea mayor. No quiero sobrevalorar la fuerza demostrativa de esta conversación, pero tampoco quiero callar que se adapta por completo a mi teoría.
- Pero ¿y si entonces tengo un marido?
- Entonces tu marido será tu marido y yo seré tu hermano
.
Él se explica. Ella pretende igualar la diferencia.
- Pero ¿cuálquier marido?
- ¡Uno al que tú quieras!
- Y ¿cómo puedo lograrlo?
- ¡Pues mirándolo con insistencia!
- Pero ¿cómo sabré que es trabajador?

Ella parece ver claramente las diferencias en las funciones de ambos sexos y cree que el hombre está para trabajar.
El niño ríe; la hermana dice medio llorando: No quiero hacer sola todas las cosas, él también tiene que cocinar, y no como papá que siempre está leyendo el periódico.
Otra vez surge el fin de la igualdad.
Si pensamos en la manera de ayudar a esta niña, llegamos a la conclusión de que solamente lo podemos efectuar si aumentamos su valor. Ella empieza a perderlo por dos motivos: l°, el hermano le parece demasiado fuerte; 2°, teme que con su papel de mujer no pueda hacer grandes cosas, que nunca logrará la igualdad o la superioridad. Nosotros tenemos que saber cómo hay que hablar a esta niña. Hay que explicarle que las mejores producciones de su hermano, en cualquier asunto, no significan tanto como ella piensa, y aun cuando él ahora lleva la delantera, ella le alcanzará si se entrena. Si cree que no puede lograr alguna cosa, se le debe mostrar que todo es posible. Se la animará a tener confianza en el porvenir, se le explicará que como niña, como mujer, no tiene que estar sometida a los cuidados del hombre, que también puede ser capaz de trabajar, ganar dinero, comprar muebles, etc., y que esto no es un privilegio del hombre. Sin embargo, se le aclarará, además, que los asuntos domésticos no son de despreciar y que éste es un trabajo (la cocina) que no corresponde al hombre. Éste puede rendir mucho más trabajando en el lugar que le corresponde. Este trabajo doméstico es tan noble como el del marido, y éste tiene una mejor base para su trabajo si encuentra un hogar tranquilo y cordial. Se le hará ver que hay mil posibilidades de colaborar en el trabajo, a fin de animarla y que no conciba su papel femenino como hasta ahora.

**NOTA**

(1).- Dolores de cabeza.
Índice de La psicología individual y la escuelaCapítulo VIIIApéndice Biblioteca Virtual Antorcha