Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|
LIBRO CUARTO
Primera parte
ESPEUSIPO
1. A Platón le siguió Espeusipo, nativo de Mirrina en el territorio de Atenas, hijo de Eurimedonte y de Potona su hermana (257). Regentó su escuela ocho años, empezando en la Olimpiada CVIII. Puso las estatuas de las Gracias (258) en el museo que Platón había fundado en la Academia. Siguió enseñando los dogmas de Platón, a pesar de que sus costumbres eran otras; pues era iracundo, y los deleites lo tenían avasallado. Se dice que una vez, preso de la ira, arrojó un perrito en un pozo; y que arrastrado del deleite de la comida, fue a Macedonia a las nupcias de Casandro. También dicen que fueron discípulas suyas Lastenia Mantinense y Axiota Fliasica, que lo habían sido antes de Platón. Así Dionisio le escribió mordazmente diciendo: Aun de tu Arcade discípula aprenderemos filosofía. Y también: Platón enseñaba sin paga a los que concurrían a su escuela; pero tú recoges tributo y paga de grado y por fuerza.
2. Según Diodoro, en el libro I de sus Comentarios, fue Espeusipo el primero que investigó las cosas que había comunes en las matemáticas, y las juntó mutuamente en cuanto fue posible. También fue el primero que publicó y ensalzó los dichos misteriosos y ocultos de Isócrates, como dice Ceneo, y además, el primero que halló el modo de hacer con mimbres cuévanos y aportaderas capaces. Como viese ya su cuerpo corrompido de perlesía, envío por Jenócrates, rogándole que viniera y le sucediese en la escuela. Dicen que al ser llevado una vez a la Academia en silla volante, encontró a Diógenes y le dijo: Salve. Pero éste respondió: Yo te lo digo a ti, que siendo quien eres todavía vives. Finalmente, ya desfallecido y falto de fuerzas, dejó voluntariamente de vivir, siendo de edad avanzada. Mis versos para él son los siguientes:
Si sabido no hubiera que Espeusipo
murió de esta manera,
nadie me persuadiera
que fue de Platón pariente consanguíneo,
pues éste no muriera de congojas,
sino por otra cosa más ligera.
Plutarco, en la Vida de Lisandro y de Sila, dice que Espeusipo murió de piojos.
Era frugal para con su cuerpo, como lo dice Timoteo en su libro De las Vidas; y que a un rico que amaba a una fea, le dijo: ¿Qué necesidad tienes tú de eso? Yo te hallaré otra más hermosa por diez talentos, Dejó muchos comentarios y muchos diálogos, entre los cuales se halla uno titulado Aristipo Cireneo; otro, De las riquezas; otro, Del deleite; otro, De la justicia; otro, De la filosofía; otro, De la amistad; otro, De los dioses; otro, El filósofo: otro, A Céfalo; otro, Cejalo; otro, Clinómaco o Lisias; otro, El político o Ciudadano; otro, Del alma; otro, A Gulao (259); otro, titulado Aristipo; otro, Advertencias (260) a los artistas; otro, Comentarios en forma de diálogo acerca de las artes; diez diálogos: De lo que se halla semejante en las cosas, Divisiones y argumentos para las cosas semejantes, De los géneros y especies de ejemplos, A Amártiro, Encomios de Platón, Epístolas a Dión, a Dionisio, a Filipo, De la Legislación, El Matemático, El Mandrobolo, Lisias, Las definiciones, Coordinaciones de los comentarios y cuarenta y tres mil cuatrocientos setenta y cinco versos. Simónides le dedica sus Historias de los hechos de Dión y Bión. Pavorino dice, en el libro II de sus Comentarios, que Aristóteles compró por tres talentos los libros de Espeusipo. Hubo otro Espeusipo, que era médico alejandrino de la secta de Herófilo.
JENÓCRATES
1. Jenócrates, hijo de Agatenor, fue nativo de Calcedonia, y discípulo de Platón desde sus primeros años, y lo acompañó a Sicilia. Era tardo de mente, tanto que Platón, comparándolo con Aristóteles, cuentan que dijo: El uno necesita de acicate; el otro de freno. Y también: ¡Para qué caballo unzo un tal asno! Por lo demás, Jenócrates era de rostro grave y severo, de manera que Platón solía decirle: Sacrifica a las Gracias, Jenócrates. Por lo ordinario habitó en la Academia. Si alguna vez iba a la ciudad (261), dicen que todos los tumultuantes y alborotadores se apartaban del camino cuando pasaba él. Y que habiendo entrado en su casa con designio de solicitarlo la meretriz Friné, haciendo como que huía de algunos, como él la recibiese por humanidad, y no tuviese más de una cama, le cedió una parte de ella, como se lo suplicaba. Finalmente, cansada de rogarle que satisficiese a su deseo, se fue sin conseguirlo. A los que le preguntaban de lo sucedido, decía: Que ella no salía de estar con un hombre, sino con una estatua. Algunos dicen que sus discípulos le metieron a Laida en su cama; pero que él fue tan continente, que más quiso darse muchos cortes y aun fuego a sus genitales que hacer algo malo.
2. Era tan veraz que, no siendo lícito entre los atenienses atestiguar sin prestar antes juramento, sólo a Jenócrates le fue el juramento condonado. Era frugalísimo; pues habiéndole enviado Alejandro una gran suma, sólo tomó tres mil dracmas (262) áticas, y le remitió lo demás, diciendo que necesitaba de más caudales quien había de mantener más gente. Tampoco recibió el dinero que le envió Antípatro, según dice Mironiano en los Símiles. Habiendo sido condecorado con una corona de oro en un convite que hizo Dionisio en la fiesta de los congios (263), al salir del convite se la puso a la estatua de Mercurio, ante quien solía poner otras de flores.
3. Dicen que fue enviado como embajador a Filipo, junto con otros, y que este ablandó a los demás con regalos, convites y conversaciones, pero con Jenócrates no pudo, y por esta causa no lo admitió Filipo. De vuelta en Atenas, los embajadores dijeron que en balde había ido con ellos Jenócrates; y cuando ya se le preparaba la pena, oyeron de él que entonces, más que nunca, se había de precaver la República, pues Filipo había ablandado a los otros con dones, pero a él de ningún modo había podido doblarlo. Dicen que de esto le resultó duplicado honor; y aun Filipo dijo después que, de cuantos embajadores habían ido a él, sólo Jenócrates no había admitido regalos. Habiendo ido también como embajador con Antípatro (para pedir que entregase a los soldados atenienses hechos prisioneros de guerra en la batalla de Lamia), cuando lo convidó a cenar con él, pronunció los versos siguientes (264):
¡Oh Circe! ¿Qué varón prudente y cuerdo
podrá gustar comida ni bebida,
antes que a sus soldados libres vea?
De cuya prontitud admirado Antípatro, soltó y remitió a los prisioneros.
4. Habiéndose retirado a su seno un pajarillo seguido de un sacre, lo acogió y lo liberó diciendo: No se debe entregar a quien se humilla. Como Bión se burlase de él, le dijo: Nada le responderé, pues tampoco se digna la tragedia responder a la comedia que la moteja. A uno que quería concurrir a su escuela sin haber aprendido antes música, geometría ni astronomía, le dijo: Anda, vete de aquí, pues careces de las asas de la Filosofia (265). Otros escriben que dijo: Aquí no curamos lana. Cuando Dionisio dijo a Platón que alguno le cortaría el cuello, como se hallase allí Jenócrates, mostró el suyo diciendo: Nadie cortará aquel antes que éste. Dicen que una vez al partir Antípatro para Atenas se despidió de él, y que no le respondió hasta concluir el discurso que estaba haciendo. Como era sumamente modesto y enemigo del lujo, pasaba muchas veces los días meditando, y aun destinaba, según dicen, una hora al silencio.
5. Dejó muchos escritos en verso y muchas parénesis, que son como sigue: seis libros De la naturaleza, seis De la sabiduría, uno De la riqueza, otro titulado Arcas; otro, Del infinito; otro, Del niño; otro, De la continencia; otro, De lo útil; otro, Del libre; otro, De la muerte; otro, De lo espontáneo; dos De la amistad; uno, De la equidad; dos, De lo contrario; dos, De la felicidad; uno, Del escribir; otro, De la memoria; otro, De la mentira; otro, titulado Calicles; dos, De la prudencia; uno, De la economía; otro, De la templanza; otro, De la fuerza de la ley; otro, De la República; otro, De la santidad; otro, De que la virtud es enseñable; otro, Del ente; otro, Del hado (266); otro, De las pasiones; otro, De las Vidas; otro, De la unanimidad; dos, De los discípulos; uno, De la justicia; dos, De la virtud; uno, De las especies; dos, Del deleite; uno, De la vida; otro, Del valor; otro, Del uno (267); otro, De las ideas; otro, Del Arte; dos, De los dioses; dos, Del alma; uno, De la ciencia; otro, titulado El Político; otro, De la pericia (268) otro, De la Filosofía; otro, De Parménides; otro, titulado Arquedemo, o sea De la justicia; otro, De lo bueno; ocho, De las cosas intelectuales (269) once, De la solución (270) de las cosas tocantes a la Oratoria; seis, acerca de la Física; uno, titulado Capítulo; otro, De los géneros y especies; otro, De los dogmas pitagóricos; dos, De soluciones; ocho, De divisiones; treinta y tres (271) libros de Conclusiones y catorce Del modo de disputar. Además de esto escribió otros quince libros, y otros dieciséis más; otros nueve acerca de las Disciplinas sobre que versa la Lógica (272); seis De las Matemáticas; otros dos libros acerca de las cosas mentales, cinco libros De Geometría; uno, de Comentarios; otro, De Contradicciones; otro, De Aritmética; otro, De la teórica de los números; otro, De los intervalos; seis, De Astrología: Elementos a Alejandro sobre el reinar; cuatro libros A Aruba, A Efestión, más dos libros De Geometría en trescientos cuarenta y cinco versos (273).
6. A pesar de ser como era Jenócrates, una vez lo vendieron los atenienses por no haber podido pagar el impuesto de vecindario (274). Lo compró Demetrio Falereo, y ocurrió con ello dos cosas, pues restituyó la libertad a Jenócrates y satisfizo el impuesto a los atenienses. Lo dice Mironiano Amastriano en el libro I de sus Capítulos históricos semejantes. Después de Euspesipo, dirigió la escuela veinticinco años, bajo de Lisímaco, habiendo comenzado hacia el año segundo de la Olimpiada CX. Murió de noche, al tropezar en un barreño, a los ochenta y ocho años de edad. Mis versos para él son los siguientes:
cayó e hirió Jenócrates su frente.
Ay de mí, clamó en grito, y murió luego
el varón que era un todo, y para todos.
7. Hubo seis Jenócrates (275): uno, escritor de táctica, muy antiguo, pariente y conciudadano de nuestro filósofo. Se conoce una oración suya titulada Arsinoética, escrita en la muerte de Arsinoes. Otro, filósofo, escritor elegíaco no muy estimado. Así sucede, pues si los poetas quieren escribir prosa les sale bien, pero si los prosistas se meten en la poesía, tropiezan. Esto es constante, como que una cosa es obra de la naturaleza, y la otra del arte. Hubo otro Jenócrates, estatuario, y otro que, según Aristoxeno, escribió odas.
POLEMÓN
1. Polemón, hijo de Filostrato, fue ateniense y nativo del pueblo llamado Oiete. Siendo joven, era tan incontinente y derramado, que iba siempre prevenido de dinero para hallarse pronto a la consecución de sus deseos, y aun lo escondía en agujeros. Hasta en la Academia se hallaron junto a una columna algunos trióbolos (276) escondidos por él para semejante uso. Entró una vez, junto con otros jóvenes, coronado y embriagado en la escuela de Jenócrates y éste siguió y concluyó el discurso empezado sin alterarse en nada. Hablaba Jenócrates de la templanza, y oyéndolo el mozo Polemón, volvió poco a poco sobre sí, de manera que después superó a los demás en el estudio y aplicación, y finalmente le sucedió en la escuela, empezando en la Olimpiada CXVI. Antígono Caristio dice en las Vidas que su padre fue uno de los primeros ciudadanos, y de los que criaban caballos de carroza. Que su mujer lo acusó en juicio de que no la trataba debidamente y corrompía a los jóvenes (277). Conservó siempre la misma vehemencia con que empezó a filosofar, sin que jamás mudase de costumbre y estilo (278); ni en la voz mudó nunca de tono, con lo cual se usurpó para sí a Crantor (279). Habiéndole mordido la rodilla un perro rabioso, no tuvo el menor sobresalto. Al hacerse un tumulto en la ciudad y preguntándole lo que era, permaneció inmóvil. En los teatros no se conmovía, y leyéndole una vez a él y a Crates unos versos el poeta Nicostrato, apellidado Clitemnestra. Crates se conmovió, pero Polemón estuvo como si no lo oyera. En suma, fue tal cual lo describe el pintor Melantio en sus libros De la pintura. Dice que conviene refrenar la arrogancia y dureza en las operaciones igualmente que en las costumbres; pues decía Polemón que conviene ejercitarse en las obras y no en especulaciones dialécticas, como los que meditan en cláusulas armoniosas según el arte, exagerando una u otra preguntilla, y se contradicen a sí mismos en la verdadera disposición.
2. Era urbano e ingenioso, evitando lo que de Euripides dice Aristófanes:
Agudo y arrebolado, etc.
pues según él dice,
nefanda obscenidad y abominable
más con la mayor carne se deleita (280).
Cuando le preguntaban acerca de alguna proposición, dicen que no respondía sentado, sino que se ponía a pasear, por cuya gran urbanidad y cortesía era muy estimado en la ciudad. Excepto los paseos, siempre habitaba en un pequeño huerto, junto al cual habían hecho los discípulos sus pequeñas chozas, y habitaban cerca de la escuela y exedra. Según parece, Polemón fue imitador (281) de Jenócrates en todo, y aun amado suyo, según escribe Aristipo en el libro IV De las delicias antiguas. Polemón siempre lo recordaba, revistiéndose de su inocencia, sequedad y gravedad, como la música dórica. Estimaba en mucho a Sófocles, singularmente en aquellos partidos en que, según el Cómico, parece que un perro moloso componía los versos en compañía suya, y en los que, según Frinico, no es demasiado dulce y sabroso, sino moderado y suave. Y solía decir que Homero es un Sófocles épico, y Sófocles un Homero trágico. Murió hético, siendo ya anciano, y dejó varios escritos. Mis versos para él dicen así:
Sabe, si no lo sabes, pasajero,
que a Polemón encierra este sepulcro.
Enfermedad lo trajo,
enfermedad terrible a los mortales ...
Pero ¿qué es lo que digo?
No está aquí Polemón, sino su cuerpo;
pues lo dejó en la tierra,
habiendo de volar sobre los astros.
CRATES
1. Crates, hijo de Antígenes, fue nativo de Triasio, discípulo y amado de Polemón, y quien le sucedió en la escuela. Tanto se favorecieron mutuamente, que no sólo en vida hicieron los mismos estudios, sino que también fueron semejantes hasta el postrer aliento, y aun después de muertos tuvieron un mismo sepulcro. Así que Atenágoras cantó de los dos en esta forma:
Refiere, oh caminante que transitas,
cómo en este sepulcro
Crates el santo y Polemón descansan;
magnánimos varones y concordes,
de cuyos labios y divina boca
sacras palabras fluyen,
y cuya pura vida,
aun sobre lo divino, sabiamente
los siglos ilustró, bien arreglada
a sus fundados y severos dogmas.
Y habiéndose Arcesilao pasado de Teofrasto a ellos, dijo que eran como dioses, o reliquias del siglo de oro. En nada eran vulgares; y les conviene lo que se decía del flautista Dionisiodoro, a saber, que la gravedad de sus tonos nunca se había escuchado en la galera, ni en la fuente, como los de Ismenio. Antígono dice que comía (282) con Crantor, y cohabitaban unidos (283) concordemente, junto también con ellos Arcesilao. Asimismo, que tuvieron la vivienda unidos, Arcesilao en casa de Crantor, y Polemón con Crates en la de un ciudadano llamado Lisicles. Dicen que Carates era amante de Polemón, según queda referirlo; y Arcesilao lo era de Crantor.
2. Cuando murió Crates, según escribe Apolodoro en el libro III De las Crónicas, dejó varios libros, unos filosóficos, otros acerca de la comedia, y otros de oraciones al pueblo y de embajadas. Tuvo discípulos muy nombrados, de cuyo número fueron Arcesilao (de quien hablaremos adelante) y Bión Boristenila; y al último Teodoro, de quien tomó su nombre la secta teodórica. De ésta trataremos también después de Arcesilao.
3. Hubo diez Crates: el primero fue poeta de la comedia antigua. El segundo fue retórico de Talles, discípulo de Isócrates. El tercero, un cavador de minas que iba con Alejandro. El cuarto, cínico, de quien hablaremos después. El quinto, filósofo peripatético. El sexto, académico, de quien hemos tratado. El séptimo fue gramático, nativo de Mallo (284). El octavo, escribió de Geometría. El noveno, fue poeta epigramático. Y el décimo fue filósofo académico de Tarso.
CRANTOR
1. Crantor Solense, siendo ya admirado en su misma patria, se pasó a Atenas y oyó a Jenócrates en compañía de Polemón. Dejó hasta tres mil versos de Comentarios, de los cuales hay quien atribuye algunos a Arcesilao. Dicen que cuando le preguntaron por qué estaba tan prendado de Polemón, respondió: Porque no he oído a otro más agudo ni grave. Hallándose enfermo, se fue al templo de Esculapio, y paseaba allí. Concurrieron luego a él varios, creyendo que no estaba por enfermedad, sino porque quería establecer allí una escuela. Uno de estos era Arcesilao, que pedía que lo recomendase a Polemón, si bien ya era amigo suyo, como diremos cuando tratemos de Arcesilao. Y aun él, luego que sanó, se fue a oír a Polemón, por cuyo hecho fue muy admirado.
2. Se cuenta que dejó sus bienes al mismo Arcesilao, y eran doce talentos; y que al preguntarle éste dónde quería ser enterrado, dijo:
Conviene que volvamos
al seno de la tierra, nuestra amiga.
También dicen que escribió poemas; y habiéndolos sellado, los depositó en el templo de Minerva, en su patria. El poeta Teeteto habla de él en la foma siguiente:
Si agradaba a los hombres
Crantor, más a las musas agradaba.
Sin que la senectud fuese venida,
murió este varón santo. ¡Oh madre tierra!,
recíbelo en tu gremio,
para que more allí tranquilamente.
Crantor admiraba sobre todos a Homero y a Eurípides; y decía que era operoso el escribir con propiedad cosas trágicas y al mismo tiempo patéticas. Traía aquel verso del Belerofonte:
¡Ay de mí!... ¿Y por qué causa,
¡ay de mí!, padecido
hemos lo que padecen los mortales?
3. Se sabe que Antágoras asegura que se conocen como de Crantor unos versos de cierto poeta, hechos al amor, y que dicen:
Tengo el ánimo en duda (pues ambiguo,
oh amor, el sexo tienes) si te agregue
a los eternos dioses,
hijos antiguos del Erebo
y de la reina Noche, procreados
del dilatado Océano en las ondas;
o bien si te haga hijo
de Venus, de la Tierra, o de los Aires.
Tú, que vago y errante
con tu biforme cuerpo,
males y bienes causas a los hombres.
Tenía gran destreza para inventar nombres. Decía que el actor trágico tenía la voz sin cepillar y llena de corteza; que los versos de cierto poeta estaban llenos de polilla. que las Posiciones de Teofrasto estaban escritas con ostra. Su librito Del llanto es muy estimado. Murió de hidropesía antes que Polemón y Crates. Mis versos para él dicen así:
Anégate, oh Crantor, pésimo morbo,
y al negro abismo de Plutón te baja;
ahora allí te gozas; pero viuda
queda de tus discursos la Academia
y de ti para siempre sol tu patria.
Notas
(257) Potona fue hermana de Platón y madre de Espeusipo, como ya se dijo en la Vida del mismo Platón, párrafo 3.
(258) Acaso eran las Gracias vestidas que Sócrates había hecho.
(259) Las versiones latinas ponen aquí Commentariorum ad Gryllum, unum.
(260) Aquí puede también significar reprehensión, corrección, etc.
(261) De Atenas.
(262) Suplo la voz dracmas, como dije en otro lugar.
(263) Aquí parece que debe leerse congios. Este es el parecer de Menagio, y así se halla escrito en el Timeo de Platón, en Ateneo y Eliano. Podrá verse Juan Meursio en su Graecia feriata y en otras obras suyas. El choas o chus era igual en cabida al congio romano, medida de cosas líquidas. Contenía diez libras romanas de agua, capacidad igual a la de medio pie cúbico romano o geométrico, y vendría a ser unas ciento veinte onzas nuestras de agua común.
(264) Son de Homero, lib. X. Odisea, v. 383.
(265) Quiso decirle: No tienes con qué agarrarla.
(266) Vocablos guegos que no podemos reproducir.
(267) Ibid.
(268) Ibid.
(269) Ibid.
(270) Ibid.
(271) El texto tiene aquí números que deben sumar 63. Así que no comprendo la razón de hallarse 33 en todas las versiones que he registrado.
(272) Aquí puede también significar: De la dicción retórica u oratoria.
(273) El número sumado es 305.
(274) Este derecho o tributo eran doce dracmas anuales los hombres y seis las mujeres que de otros países se viniesen a establecer a Atenas. Quien no podía pagar era vendido. Es creíble que Jenócrates debiera algunos pagos del impuesto pues ¿quién sería tan pobre que no pudiese pagar veinticuatro reales que vendría a importar una anualidad? Véase Suidas, V.
(275) Debiera decir cinco, incluso el presente y no incluso, cuatro. Es muy probable que el texto esté corrupto y falto de algún periodo que nombrase otros dos Jenócrates; pues en los números no puede haber error, estando en los códices escrito con letras, y no con cifras de guarismo.
(277) Vocablos griegos que no podemos reproducir
(278) La frase puede expresarse con alguna diversidad, traduciéndola literalmente así: De manera que siempre permaneció en una misma forma y figura, o cosa semejante.
(279) Cazó cogió, cepisse.
(280) Abominación semejante a la que leemos en Ezequiel, cap. XXIII, v. 20, cosa propia del obsceno Aristófanes, de quien es el referido verso.
(281) Oemilatus fuir, o bien, Xenocratem oemulabatur: No he traducido fue émulo. según otros, porque las palabras siguientes indican que no fue émulo, sino amigo aún más de lo que debiera.
(282) Crates.
(283) Esto es, Crates y Polemón.
(284) Véase Estrabón, lib. XIV.
Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes Laercio | Anterior | Siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|