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TERCERA CONFERENCIA

El héroe como poeta.
Dante.
Shakespeare.

Segunda parte

(Martes, 12 de mayo de 1840)

Muchos son los volúmenes escritos sobre Dante y su Libro; en general, sin gran resultado. Es licito decir que hemos irrecuperablemente perdido su biografía. Durante su vida no llamó mucho la atención aquel hombre insignificante, errante, dolorido, esfumándose por el tiempo lo poco que se sabía de él. Pasaron cinco siglos. Tras los muchos comentarios lo único que sabemos se debe a su obra poética y al retrato atribuído a Giotto, cuya contemplación nos obliga a creerlo fiel, sea de quien fuere. Es el rostro que más me ha conmovido entre los conocidos: solo, pintado sobre el vado con su sencillo laurel, su eterna amargura y dolor, el triunfo inmarcesible: ésa es la completa historia de Dante. Pienso que es el rostro más triste que se ha pintado: trágico, apenado. En su fondo se vislumbra la suavidad, la ternura, el cándido afecto infantil helado por la contradicción, abnegación, aislamiento, digno dolor sin esperanza. Alma etérea que asoma severa, implacable, amargada, como presa del hielo, rostro que expresa secreto dolor, dolor irónico, pues su labio manifiesta divino desdén por lo que roe su corazón, despreciándolo como insignificante, considerando que lo que tiene poder para torturarlo y amargarlo es inferior a él. Es rostro de franca protesta del que sostiene tremenda lucha con el mundo mostrándose invencible. Es afecto trocado en indignación, indignación implacable, lenta, equilibrada, silenciosa, como la de un dios. Su vista mira con sorpresa, como inquiriendo: ¿Por qué es el mundo así? Ése es Dante; así parece fue la voz de diez siglos de silencio, que cantó su mística e insondable canción.

Lo poco que sabemos de su vida concuerda con el retrato y con el libro. Nació en Florencia, de elevada cuna, en 1265, educándose como mejor se educaba en aquella época: mucha escolástica, lógica aristotélica, algunos clásicos latinos, bastante cultura en cuanto a ciertas ramas del saber, cosas que Dante aprendió bien debido a su ávida inteligencia natural, clara y cultivada comprensión y gran perspicacia, madurando el mejor fruto que se esforzó en desarrollar su instrucción Conocía exactamente cuanto le rodeaba; mas en aquel tiempo, sin libros impresos o grandes relaciones, no podía conocer bien lo distante, pues la lucecita que ilumina lo próximo se torna imprecisa cuando baña lo lejano. Esa fue la sabiduría que Dante adquirió en las escuelas; en la vida siguió su destino, luchando como soldado del Estado Florentino en dos campañas; también fue embajador; a los treinta y cinco años lo nombraron Magistrado de Florencia, debido a su talento natural y servicios. Durante su niñez fijó sus ojos en Beatriz Portinari, hermosa muchacha de su edad y posición, viéndola después de vez en cuando y conversando con ella ocasionalmente. Todos conocéis la graciosa y afectiva descripción de estos amores, su separación, el matrimonio contraído con otro, su fallecimiento poco después. Ella desempeña un importante papel en el poema dantesco, y, al parecer, en la vida del poeta, pues, aun tras haberles separado la muerte, creemos que fue el único ser amado por él con toda la intensidad de su afecto. También se casó Dante, no siendo dichoso, según se dice. Imagino que este hombre grave, con su fácil excitabilidad, era difícil de hacer feliz.

No lamentamos las aflicciones de Dante; de haberse cumplido sus anhelos, le hubiera sido fácil mantenerse Preboste, Podestá, o como se llamare en Florencia, bien recibido por los vecinos, y el mundo hubiera carecido de una de las más notables palabras jamás habladas o cantadas. Florencia hubiera tenido otro intendente próspero y los diez siglos mudos hubieran continuado sin voz y los diez siglos que escuchan (porque habrá diez y más) no tendrían Divina Comedia que oír; no nos quejemos. Su destino era mucho más noble; no pudo dejar de cumplirlo, debatiéndose como un hombre arrastrado a la crucifixión y a la muerte. De haberle dejado libre el camino de la felicidad, no hubiera sabido cuál era el que conducía a ella o a la desgracia; nadie lo sabe.

Durante el Prebostazgo de Dante intensificóse la lucha entre Güelfos y Gibelinos, Blancos y Negros, ocurriendo otros trastornos, tanto que él, cuyo partido parecía más fuerte, fue desterrado inesperadamente con sus amigos, condenado a vivir errante y angustiado, confiscadas sus propiedades, cosa que creía injusta, malquista por Dios y por los hombres. Intentó cuanto pudo por rehabilitarse, hasta la intervención armada, pero sin éxito, empeorando su situación. Creo que en los Archivos Florentinos existe todavía un documento condenándole a ser quemado vivo en donde se le haUare. ¡Curioso documento cívico! Otro documento curioso, escrito muchos años después, es una carta de Dante dirigida a los Magistrados Florentinos, respuesta a otra suya en la que le proponían retornase, pero presentando excusas y pagando una multa. Dante respondió con digno orgullo. Si no puedo volver sin declararme culpable, no volveré jamás, numquam revertere.

Dante no tuvo hogar por entonces; vivió errante de protector en protector, de lugar en lugar, ejemplo de sus amargas palabras: Come e duro calle, ¡qué aspero es el camino! La compañía de los desgraciados es molesta; Dante, pobre y desterrado, con su altiva y grave naturaleza, con su constante malestar, no era hombre atrayente. Dice Petrarca que estando en el palacio de Can Della Scala replicó descortés al censurarle un día su tristeza y taciturnidad. Estaba Della Scala entre sus palaciegos, cómicos y bufones (nebulones ac histriones) que lo divertían plenamente, cuando volviéndose hacia Dante dijo: ¿No es extraño que ese pobre loco nos divierta de ese modo mientras tú, hombre sabio, pasas los d{as enteros sentado sin que se te ocurra nada que nos alegre? Dante contestó amargamente: No; no es extraño; recuerde su Alteza el provervio: Tal para cual. Aquel hombre, con su orgulloso silencio, sarcasmos y amarguras, no era de los que hacen carrera en los palacios. Por el tiempo convencióse no podía disfrutar de reposo, esperanza de beneficio en la tierra. Los hombres le desterraron y vivía errante, sin nadie que lo amase, sin encontrar quien mitigara sus desgracias.

En él dominaba el Mundo Eterno, profunda y naturalmente, la realidad espantosa, junto a la cual este mundo temporal, con sus Florencias y destierros, sólo era una sombra ficticia. No volverás a ver Florencia, pero seguramente verás el Infierno, el Purgatorio y el Cielo. ¿Qué es Florencia, Can Della Scala, el Mundo y la Vida todos juntos? Sólo hay una verdad: la Eternidad, donde irás tú y todos los demás. El gran espíritu de Dante, desamparado en esta tierra, habitó cada vez más el terrible otro mundo, morando en él sus pensamientos, como única cosa que le interesaba. Corpóreo e incorpóreo es el único hecho importante para todos; mas para Dante, en aquella época, era realidad, certidumbre en forma científica, no abrigando dudas sobre la Laguna Malebolge, que existía con sus lúgubres círculos, con su alti guai, que la vería, creyéndolo como creemos contemplar Constantinopla si vamos allí. El corazón de Dante rebosaba de estos sentimientos, meditando sobre ellos pesaroso, estallando finalmente en cánticos místicos insondables, originando la Divina Comedia, el más notable de todos los libros modernos.

Gran solaz seria para Dante (orgulloso pensamiento a veces), considerar que en el destierro podía realizar esta obra; que ni Florencia, ni hombre alguno, ni todos ellos, podían ponerle obstáculos, ni siquiera ayudarlo. Sabía también que la labor era inmensa, la más grande que puede llevar a cabo un hombre. Se tu segui tua stella, eso pudo decirse el Héroe en su sacrificio, en su extremada necesidad: Sigue tu estrella y no dejarás de llegar a un glorioso puerto. El trabajo de escribirlo fue enorme y doloroso para él, es indudable; por eso dice: Este libro que me ha agotado durante muchos años, y tiene razón, porque lo escribió a fuerza de dolor y amarguras, no como pasatiempo, sino con ceñudo celo. Su obra, como casi todas las buenas, está escrita con sangre de su corazón. Es toda su historia este Libro. Falleció al acabarlo, a la edad de cincuenta y seis años, transido de dolor. Está enterrado en Ravena, la ciudad de su muerte. Hic claudor Dantees patriis extarris ab oris. Los florentinos reclamaron su cuerpo un siglo después, los de Ravena lo negaron. Aquí descanso yo, Dante, desterrado de mis riberas natales.

Dije que el poema de Dante es un Canto; Tieck es quien lo llama Melodía mística insondable, y tal es su carácter. Observa Coleridge con acierto que siempre que haIlamos una frase expresada musicalmente, cuyas palabras tengan verdadero ritmo y melodía, encerrará también algo profundo y bueno en su significado, porque el cuerpo y el alma, la palabra y la idea, se avienen de modo sorprendente en esto y en todo. Dijimos que Canto es lo Heroico del Lenguaje. Todos los poemas antiguos, homéricos y demás, son Cantos auténticos, atreviéndome a decir estrictamente lo son todos los buenos poemas; lo que no puede cantarse no es un Poema, sino un trozo prosaico dispuesto con cierto sonsonete, con gran desmedro de la gramática, para tortura del lector. Lo que queremos alcanzar es el pensamiento que animó al hombre, si lo tuvo; ¿por qué forzarlo en retintín si pudo expresarse con sencillez? Sólo cuandó su corazón sienta la pasión de la melodía y sus tonos se musicalicen, según la observación de Coleridge, debido a la grandeza, profundidad y música de sus pensamientos, le concederemos derecho a rimar y cantar, lo llamaremos Poeta, escuchándole como Héroe del Lenguaje, cuya palabra es Melodía. Muchos son los que pretenden llegar a eso y, no dudo que para el sincero lector la lectura de la rima es una tarea melancólica, por no decir insoportable. El pensamiento que no necesita rimarse debiera exponerse sencillamente, sin sonsonete, diciéndonos lo que se propone. Al que pueda expresar sus ideas llanamente, le aconsejo no cante, que reconozca seriamente, y entre hombres de gravedad, no siente vocación para cantarlas. Del mismo modo que amamos la verdadera melodía, embelesándonos por algo divino, debemos odiar la falsa melodía, considerándola mero ruido, superficial, hueco, superfluo, hipócrita y molesto. Cuando digo que la Divina Comedia es legitimo Canto en todos sentidos, rindo a Dante mi mayor elogio. En su verdadero sonido hay un canto fermoterza rima, lo ayudó mucho. Se lee naturalmente con cierta melodía; mas hay que decir que no puede ser de otro modo, porque la esencia y asunto de la obra son rítmicos en sí; su profundidad, arrebato pasional y sinceridad, la hace musical, conmueve mucho, habiendo música en toda ella, reinando verdadera simetria interior, lo que llamamos armonía arquitectónica, proporcionada, que comparte también el carácter de la música. Los tres reinos: Infierno, purgatorio y Paraiso dan unos a otros como cuerpos de un gran edificio, enorme catedral mundial supernatural piedra sobre piedra, severa, solemne, terrible; es el Mundo Dantesco de las Almas. En el fondo es el más sincero de los poemas; creemos que también en esto es la sinceridad medida del mérito. Surgió de lo íntimo del corazón de su autor, conmoviendo profundamente los nuestros a través de largas generaciones. Cuando los veroneses lo veían en la calle se decían: Eccoví l'uom ch'è stato all' Inferno, y ciertamente lo estuvo, preso de continuo y amargo pesar y lucha, como habrán estado los que sufrieron como él. Las comedias que resultan divinas no pueden componerse de otro modo. ¿No es el Pensamiento, el verdadero esfuerzo de cualquier clase, la misma virtud superior, hijo del Dolor? Nacido del negro torbellino, el verdadero esfuerzo del cautivo que lucha por libertarse: eso es el Pensamiento. Si nos perfeccionamos lo logramos por el sufrimiento, queramos o no. Afirmo no conozco obra tan laboriosa como la de Dante, como si todo lo contenido en ella hubiera sido fundido en el enrojecido crisol de su alma, por eso lo dejó agotado. Todas sus estrofas son producto de su esfuerzo, intenso fervor, sinceridad, claridad de visión, enlazándose unas con otras, ocupando su lugar adecuado, como bloque marmóreo cuidadosamente desbastado y pulido. Es el espíritu del Dante, el de la Edad Media ritmicamente traducido, dificilísimo trabajo, laboriosísimo, perfectamente cincelado.

Pudiera afirmarse que la intensidad, con todo cuanto lleva aparejado, fue la característica principal del genio de Dante. Éste no se revela como amplio espíritu católico, sino más bien estrecho, quizá sectario, fruto de sus años y circunstancias, por una parte, de su naturaleza, por otra, concentrándose su grandeza en fogoso y profundo énfasis en todos sus aspectos. Su grandeza no es amplitud, sino profundidad. Su mirada penetra hasta la entraña del Ser; no conozco nada tan intenso como Dante. Consideremos cómo describe, pues así conoceremos el desarrollo de su intensidad: su potencia visual es inmensa, llegando hasta el arquetipo de la cosa que nos manifiesta. Todos recordamos la primera ojeada que lanza sobre la Mansión de Dité: rojo pináculo, como de hierro inflamado, que abraza la inmensidad de la lobreguez; certera visión que no se olvida; es el emblema del genio dantesco, breve, preciso, abrupto, más conciso que Tácito, más condensado, cosa natural y espontánea en él; una palabra decisiva y luego el silencio. Su silencio es más elocuente que las palabras. Es extraña la aguda y decisiva gracia con que hace ver las cosas, inflamando lo que toca su ígnea pluma. Plutón, el gigante fanfarrón, se desploma ante el reproche de Virgilio, como desmayan las velas cuando el mastil se quiebra súbitamente. ¿Y aquel pobre Brunetto Latini con su cotto aspetto, apergaminado, requemado y enflaquecido? ¿Y la fogosa nieve que cae sobre aquéllos, nieve sin viento, lenta, implacable, eterna? ¿Y las losas de aquellas tumbas, sarcófagos cuadrados encerrados en silenciosa estancia que arde a fuego lento, con su Alma atormentada, losas que caerán sobre ellos el Día del Juicio por toda la Eternidad? ¡Cómo se levanta Farinata, cómo cae Cavalcante al saber de su hijo! ¿Y el empleo del pasado fue? Los movimientos dantescos son rápidas, decisivos, breves, casi militares; la esencia de su genio es este modo de describir; la naturaleza humana italiana, ardiente, rápida, callada, apasionada, con sus movimientos precipitados, sus iras pálidas, silentes, se manifiesta en todo eso.

Porque, aunque la descripción es una de las exteriorizaciones principales del hombre, provienen, como todo lo demás, de la facultad esencial existente en él, siendo su fisonomía. Cuando vemos alguien que describe con exactitud, hallamos al hombre de valía, observamos que su manera de hacerla es su verdadera característica. Ante todo no puede haber comprendido la cosa o ver su tipo vital, de no haber simpatizado con ella, infundir su simpatía en lo demás. También tiene que ser sincero y sentirla, porque el hombre sin valer no puede dar la sensación de nada, pues se detiene en la vaga superficie, ateniéndose a las falacias y nociones vulgares sobre las cosas. ¿No podemos afirmar que el intelecto se expresa en el poder de discernir qué es un objeto? La facultad de la mente del hombre se exterioriza de este modo. Cuando hay que hacer algo, el hombre de talento ve el punto esencial en todo, haciendo caso omiso de lo demás; la facultad del talento consiste en discernir el verdadero parecido, no la falsedad superficial, de lo que tiene que realizar. ¡Qué moralidad hay en la especie de discernimiento que logramos sobre algo, la vista que descubre en todo lo que en si lleva la facultad de discernir! Todo es trivial para la vista vulgar, como es amarillo para la vista ictérica. Dicen los pintores que Rafael es el mejor pintor de retratos. No hay ojos, por penetrantes que sean, que agoten el significado de una cosa cualquiera; en el rostro humano más vulgar hay mucho que Rafael no podría penetrar.

La descripción de Dante no sólo es gráfica, breve, exacta, vívida como el fuego en oscura noche, sino también noble en todo, fruto de una gran alma. ¡Qué calidad hay en Francesca y su amante! Una cosa tejida como de arcos iris sobre un fondo de eterno negror. Una vocecita de flauta habla a nuestro corazón con infinito lamento. Hay un toque de femineidad; della bella persona, che mi fú tolta; hasta en el fondo del Pozo del dolor le alivia pensar no se separará nunca de ella. En estos alti guaiaer bruno que los arrastra a lamentarse continuamente. Extraña pensar que Dante fue amigo de esta pobre Francesca; que ésta pudiera haberse sentado en las rodillas del Poeta, como niña inocente. Infinita piedad, pero también infinito rigor de la ley: así está hecha la Naturaleza; así percibió Dante que estaba hecha. La idea de que la Divina Comedia es libelo de pobre hipocondríaco que condena al Infierno a seres de los que no pudo vengarse en la tierra, es despreciable. Creo que si la piedad, tierna como la de una madre, anidó en el pecho de un hombre, fue en el de Dante. Pues el que desconoce el rigor, también desconoce la lástima. Su conmiseración será cobarde, egoísta, sentimentalismo, o algo apenas mejor. No he conocido afecto que iguale al de Dante: es ternura, amor tembloroso, que anhela, que siente compasión, como lamento de arpa eólica, suave, suavísimo, como corazón de niño, que se trueca en severo, inmensamente amargado por el dolor. Los anhelos sentidos por su Beatriz, su encuentro en el Paraiso, la mirada que dirige a sus puros ojos transfigurados, la misma Beatriz purificada por la muerte hacía tiempo, tan lejos de él, todo eso suena en nuestro oído como angélico canto; es la más pura manifestación del afecto, quizá la más pura que haya surgido de un alma humana.

Porque el intenso Dante es intenso en todo; llega hasta la esencia de todo. La perspicacia intelectual en la descripción, y en el razonamiento ocasionalmente, es resultado de todas las demás especies de intensidad. Ante todo hay que reconocer era grande moralmente, que es el principio en todo. Su desprecio, su disgusto son tan trascendentales como su amor, y, ciertamente, ¿qué son sino su amor a la inversa, traspuesto? A Dio spiacenti ed a'nemici sui. Aborrecible a Dios y a los enemigos de D:os, sublime desdén, implacable reprobación y aversión silenciosas; Non ragionam di lor, de ellos no hablemos, miremos y pasemos adelante. Reflexionemos sobre esto: Non han speranza di morte. Cierto día brotó grave y benigno en el lacerado corazón de Dante el pensamiento de que desamparado, inquieto, destrozado como estaba, moriría, que el Destino no podía condenarlo a no morir. Tales palabras hay en este hombre. Su rigor, gravedad y profundidad no tienen paralelo en el mundo moderno; para buscar su par habría que escrutar la Biblia Hebrea, y convivir con los antiguos Profetas.

No admito la crítica moderna que prefiere el Infierno a las otras dos partes de la Divina Comedia; imagino que esa preferencia se debe a nuestro byronismo general en el gusto, y que es probablemente pasajera. El Purgatorio y el Paraiso, éspecialmente el primero, diríamos que casi se exceden; ese Purgatorio es noble, Monte de Purificación, emblema del más noble concepto de aquel tiempo. Si el pecado es fatalisimo, y el Infierno es y debe ser tan riguroso, atroz, el hombre se purifica en el Arrepentimiento; el Arrepentimiento es el gran acto cristiano. El tremolar dell'onde bajo la pura claridad inicial del día que alborea sobre la Pareja errante es como el símbolo de un humor alterado. Apunta la esperanza, la eterna esperanza, acompañada todavía del amargo pesar. La tenebrosa morada de los demonios y réprobos queda allá abajo; un suave aliento de penitencia asciende lentamente hacia el Trono de la Gracia. Intercede en mi favor, imploran todos los habitantes de aquella Montaña de Dolor. Di a mi Giovanna que ruegue por mi, mi hija Juana; creo que su madre ya no me ama. Se esfuerzan doloridamente ascendiendo aquella escarpadura sinuosa, inclinados como las gárgolas de los edificios, aplastados algunos por el pecado del orgullo; tras años, centurias, milenios, llegarán a la cumbre, que es la puerta del Cielo, admitiéndolos la Gracia. Grande es el gozo de todos cuando uno de los penitentes llega a la puerta; la Montaña entera tiembla de gozo, surge un salmo de alabanza cuando un alma se libra de su pecado y logra perfecto arrepentimiento. Esto es para mi un noble simbolo de un pensamiento noble.

Pero los tres cuerpos del edificio se soportan entre sí, se completan; el Paraiso es una especie de música inarticulada para mi, la parte redentora del Inferno, que sin éste sería falsa. Entre los tres forman el verdadero Mundo Invisible, como imaginó la Cristiandad en la Edad Media, memorable, eternamente cierto en su esencia para todos. Quizá no hubo alma en que se precisase con tan profunda veracidad como en la de Dante, hombre enviado para cantarlo, para grabarlo en la memoria. La sencillez y rapidez con que pasa de la diaria realidad a la invisible es notable, porque en la segunda o tercera estrofa ya estamos en el Mundo de los Espíritus, viviendo entre ellos como entre cosas palpables e innegables. Así fue para Dante, pues el mundo real, como se le llama, y sus hechos, servía de umbral a un Hecho infinitamente más alto. En el fondo uno era tan preternatural como el otro. ¿No tiene un alma cada hombre? No sólo será un espíritu; ya lo es. Para el grave Dante se trata de un solo Hecho visible, en el que cree, que ve, siendo su Poeta por ello. La sinceridad es el mérito salvador, en esto y en todo.

El Inferno, el Purgatorio y el Paraiso de Dante son un símbolo, una representación emblemática de su creencia sobre este Universo; álgún futuro crítico, que no piense como pensó Dante, dirá que es una Alegoría, alegoría tonta, como ocurrió con los escandinavos. Es una sublime representación, quizá la más sublime del espiritu de la Cristiandad. Expresa como en vastos emblemas arquitectónicos, que el cristiano Dante sintió que el Bien y el Mal son los elementos polares de la Creación, sobre los que gira todo lo demás, que no difieren por ser uno preferible al otro, sino por absoluta e infinita incompatibilidad; el primero es excelente, sublime como la luz y el Cielo, atroz el segundo, negro como Gehena y la Boca del Infierno. El poema simboliza la Eterna Justicia, acompañada de la Penitencia, de eterna Piedad, el Cristianismo, tal como lo sintió Dante y la Edad Media. Símbolo, mas con sincero propósito, sin intención de simbolizarlo. El Infierno, el Purgatorio y el Paraíso no se presentaron tomo emblemas; la Mente Moderna Europea no pensó nunca fueran símbolos, sino espantosos hechos indudables, que el corazón del hombre consideraba ciertos, confirmándolo la Naturaleza en todas partes. Es lo que ocurre siempre con estas cosas, pues el hombre no cree en la Alegoría. El futuro crítico, sea cual fuere su nueva manera de pensar, que opine que Dante se propuso alegorizar, se equivocará lamentablemente. Admitimos que el Paganismo fue veraz expresión del sentir anhelante y empavorecido del hombre ante el Universo, veraz, sincero en su tiempo, no sin algún valor para nosotros. Observemos la diferencia entre el Paganismo y el Cristianismo: el primero simbolizó los Procedimientos de la Naturaleza, destino, esfuerzos, combinaciones, vicisitudes de las casas y los hombres en el mundo, mientras el segundo simbolizó la Ley del Humano Deber, la Ley Moral del Hombre. Aquél consideró la naturaleza sensible, siendo ruda manifestación del primer Pensamiento humano; el Valor, la Superioridad ante el Temor fue su virtud principal. El último no consideró la naturaleza sensible, sino la moral; el progreso fue grande, aunque sólo fuere en este aspecto.

Los diez siglos de silencio hallaron en Dante su voz, de extraña manera. Dante fue quien escribió la Divina Comedia, pero en verdad pertenece a diez siglos de Cristianismo, siendo Dante el que le dió forma acabada. Así ocurre siempre. Es el artesano, el herrero que dispone de metal, de herramientas, de métodos apropiados; luego decimos que lo poco que hace es trabajo suyo. Todos los hombres de talento que le precedieron trabajan con él, con todos y en todo. Dante es el portavoz de la Edad Media, el Pensamiento prevaleciente surge con música eterna; sus sublimes ideas, terribles y bellas, son fruto de la Meditación Cristiana de todos los hombres buenos que le precedieron, admirables como él. De no haber hablado él hubieran quedado en el silencio muchas cosas, no muertas, pero mudas.

En su conjunto esta mística Melodía es expresión de una de las almas más grandes, de lo más sublime realizado por Europa hasta entonces. El Cristianismo, tal como lo canta Dante, dista mucho del Paganismo de las toscas Mentes noruegas, del Cristianismo Bastardo, semiarticulado en el Desierto árabe setecientos años antes: surge uno de los hombres más nobles cantando la idea más noble realizada entre los hombres hasta aquella época. ¿No hay motivo para regocijarnos por su posesión, tanto en un aspecto como en el otro? Supongo que prevalecerá aún durante miles de años, porque lo que proviene de la parte más íntima del alma de un hombre, difiere de lo originado en su exterior. Lo exterior vive un día, bajo el imperio de la moda, perece luego en incesantes cambios veloces, lo íntimo es hoy lo que ayer, mañana lo que hoy, eternamente idéntico. Las almas sinceras de las sucesivas generaciones que dirijan su vista hacia Dante lo considerarán fraternalmente; la profunda sinceridad de sus pensamientos, sus temores y esperanzas, hablarán igualmente a su sinceridad, teniéndolo por hermano. Napoleón se entusiasmó en Santa Elena con la veracidad genial del clásico Homero. El más viejo Profeta hebreo, con ropa muy distinta a la nuestra, habla al corazón humano, porque sus palabras provienen del suyo. Es el único secreto para ser largamente memorable. Dante se parece a un antiguo profeta por su profunda sinceridad, pues sus palabras provienen del corazón, como las de aquél. No nos asombremos si se predijo que su Poema era lo más duradero que produjo Europa, porque nada hay tan imperecedero como la palabra sincera. Todas las catedrales, bronces y bloques de piedra, seculares construcciones, son efímeras, comparadas con esta cordial melodía insondable; creo que vivirá todavía cuando se hayan sumido en nuevas combinaciones confusas, y hayan cesado individualmente de ser. Mucho hizo Europa: grandes ciudades, grandes imperios, enciclopedias, credos, masas de opinión y prácticas, pero muy poco lo que produjo de la calidad del Pensamiento de Dante. Vive Homero, en coloquio con todo espíritu sincero, pero, ¿dónde está Grecia? Desolada durante miles de años, esfumada, perplejo montón de piedras y basura, desvaneciéndose su vida y existencia, como un sueño, como el polvo del Rey Agamenón. Grecia fue; Grecia, salvo en las palabras que dijo, ya no es.

¿Fue útil Dante? No diremos mucho sobre su utilidad. El espíritu humano que llegó hasta el elemento primario de la Melodía, traduciéndola de manera apropiada, laboró en las profundidades de nuestra existencia, alimentando durante mucho tiempo las raíces vitales de la excelencia del hombre; de modo que mal podemos calcular las utilidades que nos reporta. No hay que apreciar el Sol por el volumen de luz de gas que economiza; el valor de Dante es incalculable o nada vale. Hay que indicar el contraste entre el Héroe-Poeta y el Héroe-Profeta: en un siglo los árabes de Mahoma prevalecieron en Granada y en Delhi, los italianos de Dante están donde estaban. ¿Diremos que el efecto producido por Dante en el mundo fue comparativamente pequeño? No; su terreno es mucho más limitado, pero muchos más noble, mucho más claro, siendo quizás mayor su importancia. Mahoma hablaba a grandes masas de hombres, en áspera lengua, adaptada al caso, sembrada de inconsistencias, crudezas, desatinos, pudiendo actuar sólo sobre muchedumbres, mezclando extrañamente el bien con el mal. Dante hablaba a los nobles, a los puros y a los grandes, de todas las épocas y latitudes, no anticuándose como el otro, sino brillando como pura estrella fija en el firmamento, iluminando a los grandes y excelsos de todos los tiempos, siendo posesión de todos los elegidos durante tiempo incalculable. Dante puede sobrevivir a Mahoma; de este modo nivelaremos la balanza.

Después de todo, ¿no medimos al hombre y su obra por lo que llamamos el efecto que causan en el mundo, por lo que podemos juzgar es dicho efecto? ¿Efecto? ¿Influencia? ¿Utilidad? Si un hombre lleva a cabo su obra, otro verá que se cuide de su fruto, que se desarrolla por sí solo, no importando se manifieste en Califatos y Conquistas árabes, llenando las páginas de los periódicos de la tarde y de la mañana, las Historias, especie de periódicos destilados, o que deje de manifestarse, porque eso no es su fruto real; el Califa fue algo por lo que hizo. Si la gran causa del Hombre y su obra en el Mundo de Dios, no avanzó con el Califato, a pesar de las cimitarras que se blandieren, las áureas piastras que se amontonasen, el alboroto o estridencia que produjera, proclamada su inanidad y futilidad, no siendo nada en el fondo. ¡Loemos una vez más el gran imperio del Silencio! El ilimitado tesoro que no hacemas resonar en nuestros bolsillos ni contamos a la vista de los demás.

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