Índice de Capital y trabajo de Johann MostIntroducción de Hans Magnus EnzenbergerPrefacio a la primera edición por Johann MostBiblioteca Virtual Antorcha

Noticia sobre el autor

Johann Most fue un temperamento de fuego. Durante el movimiento obrero alemán de 1870 y 1880 no hubo agitador que le igualara en apasionamiento y coraje. Su intranquila vida empezó con una niñez amarga y concluyó en aislamiento descorazonador.

Most nació en Ausburgo en 1846, como hijo natural de un empleado empobrecido y una ama de llaves, siendo educado por una madrastra que lo maltrataba. A los trece años tuvo que sufrir una operación facial que le desgració la cara para siempre. Para ocultar su afeada mandíbula inferior, posteriormente llevó siempre una barba larga y densa. Entró de aprendiz de un encuadernador.

En años de peregrinaje recorrió Alemania, Austria, Hungría, Italia y Suiza. En 1867, en Suiza, se unió a la Primera Internacional; en 1868, al Movimiento Obrero Socialista Austriaco. Su vocación lo llevó a estar pronto en contacto con impresores legales e ilegales, en cuyas manos estaba entonces la propaganda. La historia de sus aprehensiones y penas de cárcel llenaría toda una página. En julio de 1870 fue procesado en Viena, reo de alta traición; la sentencia fue de cinco años de dura cárcel. Pero en febrero del año siguiente fue puesto en libertad por una amnistía y desterrado; pasó a Alemania entrando en el Partido Obrero Socialdemócrata. Por primera vez dirigió un periódico propio, la Chemnitzer Freie Presse (Prensa Libre de Chemnitz) y por primera vez también dirigió una acción política, la huelga de trabajadores de la metalurgia de Sajonia, en otoño de 1871. La Freie Presse, como todas las publicaciones que editó Most, fue prohibida muchas veces, y Most tuvo que dejar Chemnitz en 1873. Un año después fue elegido por primera vez para el Reichstag, y en 1877 fue elegido para el mismo cometido por segunda vez. Tomó además en estos años la redacción del Suddeutsche Volksstimme (La voz del pueblo de Alemania del Sur), de Maguncia, y más tarde la de Berliner Freie Presse (Prensa Libre de Berlín). Most no había nacido para funcionario flemático. Sus puntos de vista políticos y su temperamento ardiente le acarrearon siempre nuevas persecuciones. La inmunidad de que gozaba como diputado le valió de poco. En un discurso conmemorativo de la Comuna de París fue condenado de nuevo por delito de lesa majestad y de blasfemia contra Dios -por ataques violentos y cínicos contra el patriotismo y la religión- a veintiséis meses de prisión. Durante esta detención escribió dos libros: Die Bastille am Plötzensee. Blätter aus meinem Gefángnis-Tagebuch (1876) (La Bastilla de Plotzensee. Hojas de mi diario de prisión) y Proletarier-Liederbuch (Cancionero de los proletarios), que tuvo muchas ediciones.

En prisión estudiaba muy diligentemente, según era su costumbre. Entonces cayeron en sus manos los escritos del profesor berlinés, Eugen Dühring, que le gustaron. Cuando fue puesto en libertad escribió un par de artículos al respecto en Berliner Freie Presse, en los que recomendaba cálidamente la lectura de los libros de Dühring a todos los socialdemócratas. El pobre Most no sabía el lío en que se metía; Marx y Engels se enojaron por mucho tiempo y como durante el Congreso de Gotha impugnara el Anti-Düring de Engels, el veredicto quedó ratificado. Como solía decir Marx, era un Nudo: Los trabajadores, escribía a Sorge en 1877, cuando como el señor Most et Cons. (y compañeros o y socios, juego sarcástico de palabras) dejan el trabajo y se convierten en literatos de profesión, propagan teóricamente la enfermedad y siempre están dispuestos a enlazarse con los chorlitos de la casta dudosamente erudita.

En el ínterin, la situación de Most en Alemania se había vuelto inaguantable. Su ateísmo lo había hecho el coco de la gente, en especial desde que, muy en contra de la línea del Partido, había fomentado que las masas se retiraran de las iglesias de los pueblos. Cuando en octubre de 1878 fue emitida la ley contra los socialistas, fue desterrado inmediatamente de Berlín y tuvo que emigrar, refugiándose en Francia; pero en 1879 fue arrojado por extranjero indeseable. Inglaterra era todavía entonces lo que, tanto después como antes, se cree que es: un país de tradiciones liberales; así que Most pasó a Londres.

Naturalmente, tampoco allí tuvo mucho rato de tranquilidad. Inmediatamente fundó su propia hoja, la Freiheit (Libertad), en la que cada vez empleaba tonos más radicales. Es característico que la publicación siempre saliera en tinta roja. No es difícil de entender que Most indujera a abandonar los últimos restos de reserva y circunspección. La actitud oportunista de la socialdemocracia alemana había hecho dimitir a la propia junta directiva del Partido, incluso antes de que entrara en vigor la ley contra los socialistas. Toda una serie de diputados y otros funcionarios capitularon inmediatamente ante Bismarck. Por ningún lado se columbraba una línea clara y no era posible pensar en una directriz decidida. A todo esto se unió el terror brutal que la policía alemana practicaba contra todo movimiento obrero organizado. En estas circunstancias es comprensible que surgieran en Alemania pequeños grupos activistas que rehusan toda política parlamentaria y abogaran por la acción directa. La única base ideológica de que disponían esos grupos era el anarquismo, el cual a la sazón representaba gran papel en el movimiento obrero internacional, en especial en Francia, Italia y España. La Freiheit pasó a ser portavoz de los grupos radicales de Alemania, y Most se convirtió en anarquista.

En 1880, el Congreso de Wyden lo expulsó de la socialdemocracia. También puso cada vez más nerviosa a la justicia inglesa y pronto se echó de ver que la libertad de prensa británica tenía sus límites. Tras el atentado fatal contra el zar Alejandro II, abrió Most su periódico con un encabezado gigante que constaba de una sola palabra impresa en rojo sangre: ¡Finalmente!. A continuación escribía: Lo que se ha de lamentar de todas maneras es sólo la rareza del llamado tiranicidio. Si cada mes cayera un canalla coronado, en breve a nadie le gustaría seguir haciendo el papel de monarca. Dieciséis meses de prisión fueron la respuesta a estas afirmaciones.

A su puesta en libertad no pudo seguir en Londres y en 1882 se embarcó para América. El clima social que allí encontró era muy diferente del europeo. La lucha de clases en los Estados Unidos carecía casi por completo de teoría y se desenvolvía con frecuencia en formas violentas; a veces entre la policía privada, armada, de los empresarios y los obreros se llegaba a matanzas en regla. La influencia de los anarquistas era cuantiosa debido a la fuerte inmigración de italianos y rusos.

Most en un momento dispuso todo para poder reeditar su periódico en América, lográndolo. Los años ochenta eran una especie de años de fundación para el movimiento obrero americano. Se estaban empezando a formar los sindicatos; no era posible menospreciar la importancia histórica de los grupos que se estaban constituyendo a la sazón. Most participó activamente en esa labor organizativa. La fundación de la Internacional Working People's Association, que tuvo lugar en Chicago en 1883, se ha de adjudicar a su celo. Desde el principio, Most combatió las tendencias economistas del movimiento americano; se atrevió incluso a llamar ocasión maldita a la exigencia, entonces muy en boga, de la jornada de ocho horas, porque a su modo de ver podía contribuir a ia mediatización de los obreros; Most encarecía otros métodos muy distintos. Bajo un nombre supuesto, había entrado en una empresa de explosivos, donde trabajó durante unos meses. Los conocimientos que adquirió en la fábrica los plasmó en un librito que ocasionó mucho sobresalto: La ciencia de la estrategia revolucionaria. Manual introductorio para el uso y preparación de la nitroglicerina, dinamita, algodón pólvora, fulminato de mercurio, bombas, espoletas, venenos, etc.. Como es natural, de nuevo fue aprehendido y encarcelado.

Posteriormente, en los años noventa, parece que Most se dedicó a las tácticas puramente terroristas. Se encargó de la formación de células de alborotadores, entregadas a acciones individuales, en su mayor parte dirigidas desde afuera, y que nada tenían que ver con el movimiento obrero. Con esta nueva orientación, Most se convirtió en anarcosindicalista. No habían cambiado ni su militancia ni las persecuciones a las que estaba expuesto. Todavía en 1902, un artículo le había acarreado dos meses de cárcel pues había escrito que el asesinato del presidente McKinley no era ningún crimen. Sin embargo, su retiro de la explosión de bombas le costó muchas simpatías entre los únicos camaradas que le quedaban. Como todas las agrupaciones débiles de izquierda, los anarquistas americanos andaban a la greña. Cada una de sus camarillas acusaba a las demás de apartarse de la enseñanza auténtica. Sucedió, pues, que Johann Most era un hombre totalmente abandonado cuando murió en Cincinnati, en 1906.


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