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Capital y trabajo 11

Formas capitalistas para aumentar la población.

La pobreza de las masas

El fenómeno de la aparición de trabajadores sobrantes se debe a distintas causas.

En muchas ramas de la gran industria sólo se requieren trabajadores masculinos en grandes masas hasta determinada edad, a partir de la cual los obreros empleados constituyen una parte menor, desechándose continuamente a la gran mayoría. Parte de estos superfluos tiene que trashumar o correr tras el capital trashumante. Consecuencia de esto es que la población femenina aumenta más empinadamente que la masculina. (XXIII, 543.).

La aparente contradicción de que, simultáneamente, haya falta o exceso de operarios se explica por las peculiaridades del sistema de producción capitalista. Por un lado, el capital necesita relativamente mayores cantidades de jóvenes que de hombres maduros; por otro, la división del trabajo concatena a los trabajadores a determinadas ramas. Así, en 1866, de 80 mil a 90 mil trabajadores quedaron en la calle, a la vez que en los distritos fabriles se quejaban de falta de brazos. (XXIII, 543.).

Debido al desgaste acelerado de la fuerza laboral ocasionado por el capital, de ordinario el obrero de media edad presto es desbancado, pasando a las líneas de los sobrantes, o debe resignarse a realizar trabajos más bajos (peor pagados), en vez de los más altos que hasta el momento ejecutaba. Al capital le interesa que las generaciones de trabajadores pasen pronto, con el fin de que, no obstante el desgaste temprano, pueda disponer en cantidad suficiente de siempre nueva fuerza laboral. Esto se consigue mediante matrimonios tempranos, consecuencia necesaria de las situaciones en que viven los trabajadores de las grandes industrias, y por la circunstancia de que los hijos de los obreros se explotan muy pronto y ayudan a ganar, lo que estimula a procrearlos, o al menos no arredra (traerlos al mundo). (XXIII, 543-544.).

Así que la producción capitalista se posesiona de la agricultura, la demanda de agricultores disminuye en la misma proporción en que aumenta el capital; cuanto más maquinizado está el cultivo agrícola, menos trabajadores se necesitarán, como es natural. Pero aquí no ocurre como con la industria fabril, donde los desocupados pueden entrar siquiera en las fábricas que de nuevo se instalan. El cultivo agrícola llevado a la manera fabril suele transformar cada vez más el suelo en pastos. Por lo tanto, parte de los campesinos está siempre pasando de la agricultura a la industria y constituye fuente constante de aumento urbano de trabajadores. (XXIII, 544.).

Este flujo presupone naturalmente la existencia de una superpoblación latente en el campo, cuyo volumen sólo se pone de manifiesto cuando, por excepción e interinamente, la industria necesita mucha energía laboral. (La sobrepoblación de campesinos y su constante adición a la industria por ahora sólo se puede observar de manera evidente en Inglaterra, pero con la expansión del sistema de producción capitalista paulatinamente se hará patente de igual manera por todas partes.) (XXIII, 544.).

Los sobrantes constituyen propiamente una parte del ejército obrero en activo, pero con una base de trabajo muy irregular. Su nivel de vida desciende por debajo del nivel normal medio de la clase obrera, y esto es precisamente lo que la convierte en instrumento dócil de explotación del capital. Sus características son: máxima jornada de trabajo y salario mínimo. Bajo el epígrafe del trabajo domiciliario nos hemos enfrentado ya con su manifestación fundamental. (XXIII, 544-555.).

Y, por cierto, este elemento de la clase operaria es el que con más rapidez se reproduce. Por extraño que parezca, sin embargo, es un hecho que aquellas categorías de trabajadores con familias más numerosas son las que perciben salarios más bajos. Esto nos recuerda la reproducción en masa de especies animales individualmente débiles y perseguidas. (XXIII, 555.).

Los últimos despojos de la superpoblación relativa son, finalmente, los que se refugian en la órbita del pauperismo. Dejando a un lado a los vagabundos, los criminales, las prostitutas, en una palabra al proletariado andrajoso (lumpenproletariado) en sentido estrictO, esta capa social se halla formada por tres categorías: primera, personas capacitadas para el trabajo, es decir aquellas que sólo pueden encontrar trabajo temporalmente y el resto del tiempo viven de la beneficencia, y por tanto son mendigos; segunda, huérfanos e hijos de pobres. Estos seres son candidatos al ejército industrial de reserva; y en las épocas de gran actividad, como en 1860 por ejemplo, son enrolados rápidamente y en masa en los cuadros del ejército obrero en activo; tercera, degradados, despojos, incapaces para el trabajo. Se trata de seres condenados a perecer por la inmovilidad a que les condena la división del trabajo, de los obreros que sobreviven a la edad normal de su clase y, finalmente, de las víctimas de la industria, cuyo número crece con las máquinas peligrosas, las minas, las fábricas químicas, etc., de los mutilados, los enfermos, las viudas, etc:' (XXIII, 545.).

La formación y preservación de estas miserias va implícita en la formación de la población y con ella constituye una de las condiciones de vida de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza, aunque el capital se las arregle siempre para sacudirse la manutención de los empobrecidos por su explotación y echarla sobre las espaldas de la población en activo, (XXIII, 545-546.).

Veíamos en la sección cuarta, al estudiar la producción de la plusvalía relativa que, dentro del sistema capitalista, todos los métodos encaminados a intensificar la fuerza productiva social del trabajo se realizan a expensas del obrero individual; todos los medios enderezados al desarrollo de la producción se truecan en medios de explotación y esclavizamiento del productor, mutilan al obrero convirtiéndolo en un hombre fragmentario, lo rebajan a la categoría de apéndice de la máquina, destruyen con la tortura de su trabajo el contenido de éste, le enajenan las potencias espirituales del proceso del trabajo en la medida en que a éste se incorpora la ciencia como potencia independiente; corrompen las condiciones bajo las cuales trabaja; le someten, durante la ejecución de su trabajo, al despotismo más odioso y más mezquino; convierten todas las horas de su vida en horas de trabajo; lanzan a sus mujeres y a sus hijos bajo la rueda trituradora del capital. Pero todos los métodos de producción de plusvalía son, al mismo tiempo, métodos de acumulación, y todos los progresos de la acumulación se convierten, a su vez, en medios de desarrollo de aquellos métodos. (XXIII, 546- 547.).

De donde se sigue que, a medida que se acumula el capital, tiene necesariamente que empeorar la situación del obrero, cualquiera que sea su retribución (incluso cuando aparentemente se introduzca alguna mejora). Finalmente, la ley que mantiene siempre la superpoblación relativa o ejército industrial de reserva en equilibrio con el volumen y la intensidad de la acumulación, mantiene al obrero encadenado al capital con grilletes más firmes que las cuñas de Vulcano con que Prometeo fue clavado en la roca (según la leyenda griega). Esta ley determina una acumulación de miseria equivalente a la acumulación de capital. Por eso, lo que en un polo es acumulación de riqueza es, en el polo contrario, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismb, de ignorancia y de degradación moral. (XXIII, 547.).


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