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LIBRO XVII

Las leyes de la servidumbre política tienen relación con la naturaleza del clima

I.- De la servidumbre política. II.- Diferencia de los pueblos en cuanto al valor. III.- Del clima de Asia. IV.- Consecuencias de esto. V.- No han sido los mismos los efectos de la conquista cuando la han realizado los pueblos del norte de Asia que cuando la han hecho los del norte de Europa. VI.- Nueva causa física de la servidumbre de Asia y de la libertad de Europa. VII.- De Africa y de América. VIII.- De la capital del imperio.


CAPÍTULO PRIMERO

De la servidumbre política

No depende menos de la influencia del clima, como vamos a ver, la servidumbre política que la civil y la doméstica.


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CAPÍTULO II

Diferencia de los pueblos en cuanto al valor

Hemos visto que los climas cálidos son enervantes, gastan la fuerza, consumen la energía de los hombres, y que los climas fríos fortalecen los cuerpos y los ánimos, haciendo a los hombres más capaces de realizar empresas difíciles, penosas y arriesgadas. Esto no se observa solamente comparando una nación con otra, sino dentro de cada nación al comparar una región con otra, una comarca con otra. Los pueblos septentrIonales de China son más valientes que los meridionales (1); no lo son tanto los del sur de Corea como los del norte de aquel mismo país.

Así no hay que admirarse de que los pueblos que viven en zonas cálidas, por efecto de su flojedad hayan sido esclavos casi siempre, ni de que se hayan mantenido libres los habitantes de países fríos. Es una consecuencia derivada de causa natural.


Notas

(1) Duhalde, tomo I, pág. 112.


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CAPÍTULO III

Del clima de Asia

Según el Padre Duhalde (1), los libros chinos aseguran que en el norte de Asia, en la Siberia, el frío es tan extremado que el suelo nada produce, y que si los Rusos tienen allí varios establecimientos, no cultivan la tierra ni se crían allí más que pirios pequeños y miserables arbustos. Leemos también en diversas relaciones, que la Gran Tartaria, al sur de la Siberia, es igualmente fría; que no se labra la tierra; que apenas si hay pasto para el ganado; que no se crían árboles, sino algunas matas como en Islandia. Cerca ya de China y del Mogol, hay tierras donde se cría una especie de mijo, pero no maduran ni el trigo ni el arroz.

Sabido todo esto, doy por cierto que en Asia no hay zona templada; lindan los climas glaciales con los ardientes. Lo contrario que en Europa, donde la zona templada es muy extensa, aunque está situado el continente en climas que difieren unos de otros, no pareciéndose los de Italia y España a los de Suecia y Noruega; pero como la temperatura se enfría insensiblemente, yendo del Sur al Norte, en relación aproximada con las latitudes, sucede que cada país se asemeja al inmediato, sin grandes diferencias apreciables, resultando que la zona templada se extiende mucho, como dejo dicho.

De aquí resulta que en Asia están en contacto, son limítrofes, las naciones de climas más opuestos, los hombres más guerreros con los más afeminados, los pueblos más vigorosos con los más endebles; es inevitable, pues, que unos sean conquistadores y otros conquistados. No es lo mismo en Europa, donde las naciones contiguas son igualmente valerosas, lo que explica el poder de Europa y la flaqueza de Asia, la libertad europea Y la servidumbre asiática. En Asia no aumenta nunca la libertad de los pueblos, mientras que en Europa aumenta o disminuye según las circunstancias.

La nobleza moscovita ha sido reducida a la servidumbre por algún monarca, pero no lo ha llevado con resignación; visibles han sido siempre los síntomas de impaciencia. cuando era domeñada, impaciencia que no suelen provocar los climas del mediodía. Si algún otro reino del Norte ha perdido sus fueros, téngase fe en el clima; no los ha perdido de una manera irrevocable.


Notas

(1) Tomo I, pág. 112.


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CAPÍTULO IV

Consecuencias de esto

Los hechos históricos bastan para comprobar lo que hemos dicho.

El Asia ha sido subyugada trece veces; once por los pueblos del Norte, dos por los del Sur. En tiempos remotos fue conquistada por los Escitas; después la conquistaron sucesivamente los Griegos, los Persas, los Árabes, los Mogoles, los Turcos, los Tártaros, los Aguanos. Hablo solamente de la alta Asia y no hablaré de las invasiones del sur de este continente, que ha pasado por tantas revoluciones.

En Europa, al contrario, desde que se establecieron las colonias griegas y fenicias, no ha habido más que cuatro cambios apreciables. El primero lo produjo la conquista de los Romanos; el segundo, la invasión de los bárbaros del Norte que acabaron con el romano imperio; el tercero fue obra de Carlomagno; el cuarto y último lo trajeron los Normandos (1). Y si examinamos esto con la debida atención, veremos en esas mudanzas mismas una fuerza general esparcida por todo el ámbito de Europa. Sabidas son las dificultades que encontraron los Romanos para conquistar Europa y cuán fácil les fue invadir el Asia. Tampoco ignora nadie cuánto les costó a los bárbaros del Norte derribar al imperio de Occidente, ni cuantos esfuerzos necesitaron Carlomagno primero y los Normandos por fin. Los destructores de un día eran los destituidos del día siguiente.


Notas

(1) Omite Montesquieu la invasión de los Arabes, que después de haberse extendido por una gran parte de Asia, todo el norte de Africa. España entera e Italia, penetró en Francia y llegó a Suiza. Fue la conquista más admirable y más civilizadora que Europa ha conocido, la que dejó más honda huella, la que introdujo y propagó las ciencias en la atrasada Europa, siendo por lo tanto más digna de citarse que la obra de Carlomagno, bastante más que las correrías de los Normandos, que si en Francia lograron establecerse, fueron siempre rechazados por los Arabes en la península Ibérica, donde nunca hicieron otra cosa que piratear en costas indefensas.


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CAPÍTULO V

No han sido los mismos los efectos de la conquista cuando la han realizado los pueblos del norte de Asia que cuando la han hecho los del norte de Europa

Los pueblos del norte de Europa la conquistaron como hombres libres; los del norte de Asia como esclavos, para servir a un déspota.

Así el pueblo tártaro, conquistador de Asia, es tan esclavo después como antes de su victoria. Conquista sin cesar en el sur del continente, forma imperios, pero la parte de la nación que ha quedado en el país se encuentra sometida a un amo poderoso, quien es tirano en el Norte y en el Mediodía; tiene un poder arbitrario sobre los conquistados y lo ejerce lo mismo con sus súbditos conquistadores. Bien se ve esto en el vasto país llamado Tartaria china, que el soberano gobierna tan despóticamente como la propia China, y lo va agrandando con sucesivas conquistas.

La historia de China, como puede verse, nos dice que los emperadores (1) han enviado colonias chinas a Tartaria; estos colonos chinos se han hecho Tártaros y enemigos mortales de China, lo cual no quita que hayan introducido en Tartaria el espíritu chinesco. Suele ocurrir que una parte de la nación tártara sea expulsada del país que ella misma conquistó: se lleva en ese caso a sus desiertos el hábito servil adquirido en el clima de la esclavitud. Para encontrar ejemplos de lo dicho, basta hojear la historia de China y aun la nuestra (2).

No ha sido otra la causa de que el genio de la nación tártara o gótica se haya parecido siempre al de los imperios de Asia. En estos imperios se gobierna a los pueblos con el palo; y se gobiernan los pueblos tártaros con el rebenque. Nunca ha admitido Europa estas costumbres: lo que es castigo para los Asiáticos es ultraje para Europa (3).

Los Tártaros, al destruir el imperio griego, establecieron el despotismo en todos los países conquistados; los Godos, al conquistar el imperio romano, fundaron en todas partes la monarquía y la libertad.

No sé yo si el célebre Rudbeck, que en su poema canta un himno a Escandinavia, llegó a decir en él que las naciones escandinavas deben ser colocadas a la cabeza de todas las del mundo por haber sido las fundadoras de la libertad, es decir, de la de Europa, que es toda la que existe.

El Godo Jornandes llama al Norte de Europa la oficina del género humano (4); yo la llamaría más bien fábrica de las herramientas que rompen las cádenas forjadas en el Sur. De allí vienen las naciones valerosas que salen de su tierra para acabar con los tiranos y con la esclavitud y enseñar a los hombres que, siendo iguales por la naturaleza, no ha podido la razón sujetarlos a ninguna dependencia sino para su felicidad.


Notas

(1) Como Ven-ty, el quinto emperador de la quinta dinastía.

(2) Los Escitas conquistaron tres veces el Asia y fueron arroJados tres veces (Justino, lib. II).

(3) Esto no se opone a lo que digo en el libro XXVIII, capítulo XX, acerca de lo que del palo pensaban los Germanos. Siempre miraron como afrentosa la acción de apalear.

(4) Humani generis officinam.


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CAPÍTULO VI

Nueva causa física de la servidumbre de Asia y de la libertad de Europa

Siempre ha habido grandes imperios en Asia; en Europa nunca han podido subsistir. Es que en Asia, en la parte que conocemos de ella, hay más extensas llanuras, más espaciosos teritorios entre las cordilleras y los mares; y como está más al sur, las fuentes se agotan con facilidad, hay menos nieve en las cumbres, son los ríos menos caudalosos y constituyen por lo mismo barreras fáciles de franquear (1).

Así el poder, en Asia, debe ser despótico, porque si la servidumbre no fuera extremada habría que hacer un deslinde que no se ajusta a la naturaleza del país.

En Europa, la estructura natural del suelo forma diversos Y numerosos Estados, no muy extensos, en los cuales, sin perjuicio del Estado, pueden regir las leyes. Lejos de ser la legalidad incompatible con la seguridad, es tan favorable al mantenimiento del Estado, que éste sin ella caería en la decadencia y se haría inferior a los demás.

Esto es, precisamente, lo que ha originado un género de libertad, un carácter local y un espíritu de independencia que dificultan la sumisión de cualquiera de las partes a una potencia extraña, como no sea por tratados comerciales o leyes de utilidad general.

Si esto sucede en Europa, en Asia reina, al contrario, un permanente espíritu de servidumbre; en ningún momento, en ninguna historia del país se encuentra un solo rasgo que denuncie un alma libre; jamás se verá allí más heroísmo que el de la servidumbre.


Notas

(1) Las aguas se pierden o se evaporan antes de reunirse o después de reunidas.


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CAPÍTULO VII

De Africa y de América

He ahí lo que puedo decir de Asia y de Europa. En cuanto a África, situada como está bajo un clima semejante al del Asia meridional, padece una servidumbre idéntica, una esclavitud que podríamos llamar asiática. Y en lo tocante a América, destruída y repoblada por las naciones de Europa y de África, apenas puede mostrar un genio propio. A juzgar por lo que sabemos de su historia antigua, vemos nuestros principios confirmados por los de su historia (1).


Notas

(1) Los pueblos bárbaros de América, llamados Indios bravos por los Españoles, han sido y son más difíciles de sojuzgar que los grandes y organizados imperios de Méjico y el Peru.


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CAPÍTULO VIII

De la capital del imperio

Una de las consecuencias de lo que acabamos de decir, es que tiene mucha importancia para el príncipe la elección de capital, sobre todo tratándose de un gran imperio. Si la establece en el Sur, corre el peligro de perder el Norte, si la establece en el Norte, se arriesga a perder el SuR. No hablo de casos particulares: la mecánica tiene rozamientos que algunas veces cambian los efectos de la teoría y la política tiene también los suyos.


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