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EL FEDERALISTA

Número 5



Al pueblo del Estado de Nueva York:

La reina Ana, en su carta del 1° de julio de 1706, dirigida al Parlamento Escocés, hace algunas observaciones sobre la importancia de la Unión, entonces en vía de formarse entre Inglaterra y Escocia, que merecen nuestra atención. Daré a conocer al público uno o dos pasajes extraídos de ella:

Una unión total y completa será la sólida base de una paz duradera. Afirmará nuestra religión, nuestra libertad y nuestra propiedad; borrará todas las animosidades entre vosotros, y las envidias y diferencias entre nuestros dos reinos. Aumentará vuestra fuerza, vuestras riquezas y vuestro comercio; y gracias a esta unión, ligada como estará toda la isla en el mismo afecto libre del temor que producen los diversos intereses, se encontrará capacitada pttra resistir a todos sus enemigos.
Os recomendamos encarecidamente que os manifestéis con calma y unanimidad en este importante asunto, para que la unión pueda concluirse felizmente, ya que es el único medio eficaz de asegurar nuestra dicha presente y futura y de frustrar los designios de nuestros comunes enemigos, que haran sin duda todo lo posible para impedir o retardar esta unión.

Decía yo en el último artículo que la debilidad y las divisiones internas atraen los peligros del exterior, y que nada nos alejará mejor de éstos que el ser unidos, fuertes y contar con un buen gobierno. Este tema es vastísimo y no es fácil agotarlo.

La historia de la Gran Bretaña nos es la más familiar de todas y en ella encontramos muchas útiles lecciones. Podemos aprovechar su experiencia sin pagar el precio que a ella le costó. Aunque parece de sentido común que el pueblo de esa isla formara una sola nación, durante siglos estuvo dividido en tres, y esas tres vivieron envueltas en constantes guerras y disputas. Sus verdaderos intereses frente a las naciones continentales eran coincidentes, a pesar de lo cual los esfuerzos, política y artimañas de esas naciones excitaban perpetuamente sus mutuas envidias, y durante muchos años se molestaron y perjudicaron unas a otras bastante más de lo que se ayudaron y asistieron.

¿Si el pueblo de América se dividiere en tres o cuatro naciones, no ocurriría lo mismo? ¿No surgirían idénticas envidias, que serían estimuladas de igual modo? En vez de unirse en un solo afecto, libres de toda suspicacia respecto a la diversidad de sus intereses, la envidia y los celos extinguirían bien pronto la confianza y el afecto, y los intereses parciales de cada confederación, en vez de los intereses generales de toda América, constituirían las metas de su política y sus actividades. De aquí que, como casi todas las naciones fronterizas, estarían siempre envueltas en guerras y disputas, o vivirían temiéndolas siempre.

Los más entusiastas partidarios de las tres o cuatro confederaciones no pueden suponer que la fuerza de éstas se mantendría por mucho tiempo en el mismo nivel, en el caso de que al establecerlas fuera esto posible; y aun admitiendo que fuera factible, ¿qué artificio humano puede asegurar la persistencia de esa igualdad? Independientemente de las circunstancias locales que tienden a aumentar el poder de una parte y a impedir su progreso en la otra, debemos contar con los efectos de la política superior y la buena administración que probablemente caracterizan a uno de los gobiernos frente a los demás, y que destruirían su igualdad de fuerza y de importancia. Pues no puede presumirse que el mismo grado de sagacidad en los negocios públicos, prudencia y previsión se manifieste en cada una de las confederaciones durante una larga serie de años.

Si ocurriere, y ha de ocurrir, que por cualquier causa una de estas naciones o confederaciones se elevara en la escala de la importancia política mucho más que sus vecinos, desde ese instante la mirarían éstos con envidia y temor. Ambas pasiones los incitarían a apoyar, si no es que a promover, cuanto pudiese disminuir esa importancia; y les impedirían adoptar medidas que aumentasen o siquiera asegurasen esa prosperidad. No pasaría mucho tiempo sin que esa nación discerniera tan desfavorables sentimientos y pronto empezaría no sólo a sospechar de sus vecinos, sino también a compartir su mala disposición. La desconfianza engendra naturalmente la desconfianza, y nada transforma con mayor rapidez la benevolencia y el buen comportamiento como las suspicacias envidiosas y las imputaciones malintencionadas, ya sean expresas o latentes.

El Norte es en general la región de la fuerza, y muchas circunstancias locales hacen verosímil el que la más norteña de las propuestas confederaciones, se convertiría incuestionablemente en la más poderosa, en un futuro no muy lejano. En cuanto esto ocurriera, la Colmena del Norte suscitaría en la parte sur de América las mismas ideas y sensaciones que suscitó anteriormente en el sur de Europa. Y tampoco resulta temerario conjeturar que sus jóvenes enjambres podrían ceder con frecuencia a la tentación de extraer su miel en los campos más floridos y en la atmósfera más clemente de sus vecinos más refinados y de vida más regalada.

Los que contemplen con cuidado la historia de otras divisiones y confederaciones análogas encontrarán motivos de sobra para temer que las que nos ocupan no serían vecinas sino en el sentido de que colindarían unas con otras; que no se querrían ni confiarían unas en otras, sino, por el contrario, serían presas de discordias, envidias e injurias mutuas; en resumen, que nos colocarían precisamente en la situación en que muchas naciones indudablemente desean vernos: solamente temibles para nosotros mismos.

De estas consideraciones se deduce que están muy equivocados los caballeros que suponen la formación de alianzas ofensivas y defensivas entre estas confederaciones, así como que resultarían en la fusión de voluntades, armas y recursos que sería necesaria para ponerlas y mantenerlas en un formidable estado de defensa contra los enemigos extranjeros.

¿Acaso los Estados independientes en los que España y la Gran Bretaña estuvieron divididas anteriormente, formaron alguna vez semejante alianza, o unieron sus fuerzas contra un adversario extranjero? Las confederaciones propuestas serán naciones diferentes. Cada una de ellas tendrá su comercio propio con el extranjero y lo regulará mediante tratados distintos; y como sus productos y géneros son distintos y propios para mercados diferentes, esos tratados diferirían también fundamentalmente. Las empresas comerciales diversas deben crear diversos intereses y, por supuesto, diferentes grados de relaciones políticas con diferentes naciones extranjeras. Podría ocurrir, y probablemente sucederá, que la nación extranjera en guerra con la confederación del Sur fuera la misma con la cual la confederación Norteña quisiese conservar a toda costa la paz y la amistad. De ahí que no sería fácil normar una alianza tan contraria a su interés inmediato, así como que, en caso de formarse, no sería observada ni cumplida con absoluta buena fe.

Es más: resulta mucho más probable que en América, como en Europa, las naciones vecinas frecuentemente se encuentren en lados opuestos, bajo el impulso de intereses contrarios y de pasiones malévolas. Considerando la distancia que nos separa de Europa, es más lógico que estas confederaciones teman más el peligro que provenga de ellas mismas que de otras naciones lejanas y, por lo tanto, que deseen con preferencia defenderse unas de otras con ayuda de alianzas extranjeras, que protegerse del peligro extranjero mediante alianzas entre sí. Y no olvidemos cuánto mas facil resulta recibir las flotas extranjeras en nuestros puertos, y ejércitos extranjeros en nuestro país, que persuadirles u obligarles a irse. ¡Cuántas conquistas hicieron los romanos y otros, bajo la máscara de aliados, y cuántas innovaciones introdujeron con el mismo disfraz en los gobiernos de los que pretendían proteger!

Que los hombres sinceros juzguen, entonces, si la división de América en el número que se quiera de soberanías independientes, podría defenderse contra las hostilidades y la ingerencia indebida de las naciones extranjeras.

PUBLIO

(Supónese que este artículo fue escrito por John Jay)

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