LOS VÁNDALOS

El video Los Vándalos, producido por History Channel y colocado en el sitio You tube, inicia desde el año 406, cuando, afírmase, la etnia de los vándalos cruzando el rio Rhin penetraría en la Galia, territorio perteneciente en aquel entonces al denominado Imperio Romano de Occidente. Sin embargo, viene a bien el anotar que existen rastros de esta etnia, ya en el primer año de la era cristiana, según dicen los que de ello saben, y que este grupo se desenvolvía en circunstancias que poco a poco van siendo precisadas por antropólogos e historiadores.

Asi tenemos que la etnia vándulia, también conocida como la de los lugiones, presentó, en su desarrollo, dos vertientes. Una, los vándalos asdingos y la otra, que de hecho será la estrella principal de los videos que aquí presentamos, los vándalos aidingos. Desde el siglo III de la era cristiana, parece ser que siempre mantuvieron serios roces con los godos, con quienes de plano nunca la llevaron.

Para inicios del siglo V, los vándalos, sacudidos bestialmente por la irrupción de las hordas hunas en los territorios que ocupaban, viéronse en la necesidad de penetrar en territorios imperiales romanos de la Galia, en donde, para variar, sus eternos contrarios, los godos, mandaríanlos a freir castañas expulsándolos hacia el sur de la península ibérica, a donde no por gusto sino más bien por no quedarles otra, hubieron de asentarse.

Lo curioso del caso fue que ahí, los buenos para nada de los vándalos como que se vuelven más seriecitos, cayéndoles, como comúnmente se dice, el veinte y aprendiendo el arte de la construcción de barcos, arte que no queda claro ni quien les enseñó ni tampoco cómo fue que lo aprendieron. Pero no para aquí la cosa, puesto que de inmediato, poniéndose las pilas, se adentran en el adiestramiento y el aprendizaje marino convirtiéndose rápidamente en marinos de primera.

Así, mientras los vándalos se civilizaban , en el Imperio Romano de Occidente, las cosas tomaban un rumbo francamente desastroso. A inicios del siglo V, la capital del Imperio se trasladaría de Roma a Ravena, y en la Corte Imperial todo transcurre entre complots, traiciones y desgracias de todo tipo. Para la época que abordamos, un niño de nueve años, Valentiniano III, supuestamente ejercía el poder imperial a través de su madre, la emperatriz gala Platidia, la que tenía como su brazo derecho al militar romano Aescio, un hijo ... desobediente, que armó un grillerío espantoso con la clara intención de hacerse del poder imperial. Para ello no dudo en tejer un enredado chismorrerío en el cual colocó al gobernador general de los territorios imperiales del norte de Africa, al tal Bonifacio, a quien advirtiole la mentira de que la emperatriz le iba a hacer manita de puerco, ya que supuestamente buscaba poner a uno de sus favoritos al mando de ese importantísimo granero imperial que eran los territorios del norte de Africa. Y paralelamente a las mentiras propaladas a Bonifacio, el astuto del Aescio, grilló de similar manera a la emperatriz, diciéndole que Bonifacio tenía planeado darle matarili y mandar al escuincle de su hijo al carajo, y que si no le creía, que invitara a Bonifacio a ir a Ravena, para que se convenciera de que ni de chiste iba a aceptar la invitación. Y dicho y hecho, la emperatriz de inmediato envió la invitación a Bonifacio, quien creyéndose lo que le había dicho Aescio, la mando al cuerno, pero, temeroso de las represalias imperiales, tuvo la ocurrencia de buscar el auxilio de los vándalos, a los que les ofreció prácticamente el oro y el moro si acudían en su auxilio.

Era en aquel entonces jefe de los vándalos Gencerico, mozo fortachon de larga cabellera y cara de pocos amigos, el que, ni tardo ni perezoso, sintiendo que del cielo le caía la invitación de Bonifacio, aceptó de muy buena gana el papel de mercenario e hízose de inmediato a la mar. Pero ... y siempre en estas historias hay un ... pero ..., en el trayecto del sur de la península hispana al norte de Africa, Bonifacio se dió cuenta del engaño de Aescio y buscando remediar la situación, envió una embajada a Gencerico diciéndole ... dijo mi mamá que siempre no ..., cosa que, como podrá comprenderse no fue aceptada por Gencerico, quien habiendo ya hecho el viaje ni de broma pensaba quedarse con las manos vacías, por lo que, haciendo honor al nombre de su etnia, comenzó a pillar, matar y saquear, lo que en muy breve tiempo le atrajo una fama de asesino que jamás pudo quitarse, cosa que por otra parte le tenía seguramente sin cuidado.

Asaltando y saqueando poblados, llegaron las huestes de Gencerico a poner sitio a la importantísima ciudad de Hipona, que se encontraba en lo que ahora es territorio argelino. Por cierto, ahí vivía y pensaba uno de los padres de la iglesia católica, el famoso San Agustín, quien fallecería durante aquel sitio que duró catorce meses, para finalmente caer Hipona en manos de Gencerico y sus vándalos. Posteriormente lanzáronse sobre Cártago, ciudad que también terminaron por tomar, y con ello implantar prácticamente un reino en el norte de Africa conocido, en aquellos tiempos, como Vandalia, reino que sería reconocido por el propio emperador romano Valentiniano.

Conviene aquí hacer un paréntesis para abordar uno de los principales puntos relacionados con el broncón que armaron los vándalos en sus correrías por el norte de Africa. Sucedió que, influidos por el arrianismo, los vándalos abrazaron esa fe religiosa, convirtiendo ese credo en una potente fuente de inspiración que cohesionará al reino vándalo y que prácticamente justificara sus actos. Por supuesto que quienes recibirían directamente el impacto de aquella fe que rayaba en el fanatismo, no serían otros que los seguidores del catolicismo, principalmente la estructura eclesiástica, ya que los vándalos, dándole cierto carácter de guerra santa a sus acciones, pusiéronse a despanzurrar curas y obispos católicos.

Al hacerse de los territorios imperiales del norte de Africa, los vándalos pusieron de rodillas no sólo a los degenerados y locochones integrantes de las Cortes de Ravena, sino también a los serios y decentitos romanos establecidos en Constantinopla, puesto que el norte de Africa era un auténtico granero que alimentaba, por igual, a ambos Imperios. Ésa fue la causa por la que Valentiniano III reconoció a Gencerico y a sus huestes vándalas, pero el desbarajuste que existía en el denominado Imperio Romano de Occidente, prácticamente volvía letra muerta cualquier acuerdo u orden emitida por el emperador, ya que los complots y las traiciones encontrábanse al orden del día. Total que Valentiniano acabaría asesinado, por lo que sus intentos de llegar a acuerdos con Gencerico, terminaron esfumándose.

Fue entonces cuando Eudoxia, la que había sido esposa de Valentiniano, pidio la ayuda de Genserico para vengar el asesinato de su esposo, prometiéndole al rey vándalo fidelidad eterna si le concedía la gracia de la venganza. Genserico, dándose a querer, como quien no quiere la cosa enfilose rumbo a Italia con el aparente fin de satisfacer los deseos de venganza de la ofendida Eudoxia, pero en realidad pensando más en aumentar sus dominios territoriales. Total que llega a Italia y saquea dos que tres poblaciones encaminándose de plano sobre Roma, y aquí fue donde, cuenta la leyenda, que el Papa León I intervendría buscando salvar a la iglesia del saqueo y de la destrucción vándalas, logrando, dícese, un acuerdo con Gencerico, algo muy parecido a lo que sucedió con Atila. Gencerico acepta respetar la iglesia pero no la ciudad de Roma, a donde va, la asalta y saquea cometiendo asesinatos y horrores por doquier.

Y mientras la Corte imperial de Occidente continuaba en sus orgías y atentados, Gencerico, nada tonto, iba poco a poco apoderándose de importantes vías mercantiles del Mediterraneo, cosa que puso en alerta máxima a los romanos del denominado Imperio Romano de Oriente, quienes ni tardos ni perezosos, enviaron a su general Basilisco al frente de un fortísimo contingente naval militar para que frenara los impetus expansionistas de Gencerico. Y efectivamente, en un primer momento las fuerzas imperiales romanas de Oriente parecieron controlar la situación al tomar Cerdeña y poner sitio a la capital del reino vándalo, la ciudad de Cártago. Todo parecía indicar que Basilisco les iba a dar hasta por debajo de la lengua a Gencerico y a sus vándalos pero, siempre hay un pero ... sucedió que a Gencerico se le ocurrió implementar una audaz maniobra que terminaría por despedazar la avanzada naval romana de Oriente poniendo a Basilisco y sus soldados a correr como almas que se lleva el diablo. Total que el vándalo Gencerico salió victorioso de aquella contienda encumbrando su fama y la de su, desde ese momento, temidísimo Imperio Vándalo.

Dícese que Gencerico moriría en el año 477, quedando su hijo, Unerico, al frente de los dominios vándalos, los que administraría de manera inteligente reforzando las creencias arrianas, y prohibiendo cualquier otro credo en sus dominios.

Casi cincuenta años más duraría el poderío vándalo en Africa del norte, hasta que Justiniano, enviando a su general Belisario, despedazaría el temido ejército vándalo, encabezado, por aquel año de 534 por el rey Godegenlio, quien ni con tan impresionante nombre pudo hacerle cosquillas al poderoso ejército imperial de la Roma de Oriente.

Esperamos que quien vea estos videos disfrute de su contenido y encuentre elementos que le ayuden a comprender lo que en su momento fue el terror vándalo.

Julio del 2011
Chantal López y Omar Cortés






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