De temblores, horrores y destrucciones
El macrosismo de la ciudad de México
Septiembre de 1985


Quienes vivimos aquella tragedia ocurrida en el mes de septiembre de 1985, dificilmente la olvidaremos, porque la angustia, el pánico y ese sentimiento de impotencia son experiencias que muy dificilmente se olvidan, aunque uno se esfuerce por ello.

Ciertamente y no obstante la secuela de terror, destrucción y sufrimiento que aquel sismo dejó, igualmente se conformó, de manera paralela, una alternativa de esperanza, cuando, de manera espontánea los vecinos nos organizamos creando centros de acopio y distribución de víveres, cobijas y utencilios necesarios. Igualmente, la organización de centros de ayuda emocional, tan necesarios en aquellos momentos de pánico, que funcionaban simplemente como módulos de comunicación para que las personas que lo necesitaran tuvieran a donde acudir para conversar y no sentirse solas. También la formación de brigadas de auxilio y de enlace, cuya función era el dar a conocer a las personas las direcciones de los centros de acopio y de los módulos de comunicación, asi como sus horarios y funcionamiento interno; paralelamente estas brigadas de enlace trataban, en la medida de sus posibilidades, de poner en contacto a los centros de acopio y de ayuda emocional entre sí. De la misma manera se generaron brigadas de búsqueda de personas vivas en las construcciones que se derrumbaron, o para utilizar una palabreja que el discurso oficial puso en aquel tiempo de moda: se colapsaron. Todo esto y más se realizó sin que mediara un plan preconcebido, sino que todo se fue estructurando sobre la marcha. Y aquella serie de experiencias positivas igualmente dejaron su marca indeleble en quienes tuvimos la oportunidad de participar en ellas.


En el documental producido por Discovery México, y colocado en cinco partes en el servidor You tube, que aquí compartimos con todos los interesados, se omiten datos de gran importancia como, por ejemplo, la tragedia que sufrieron muchas personas pertenecientes al gremio de costureras, que puso al descubierto las terribles e ilegales condiciones bajo las cuales laboraban, siendo una de ellas, la de trabajar bajo llave, esto es, los patrones de ciertos talleres ordenaban encerrar a sus trabajadoras, por lo que cuando el sismo ocurrió, viniéndose abajo algunos de los edificios que albergaban esos talleres, esas trabajadoras quedaron atrapadas y no pocas murieron aplastadas sin tener la menor oportunidad de buscar salvar la vida tratando salir de los tambaleantes edificios.


En este documental se menciona que la mayor parte de los destrozos ocurrieron en el México antiguo, sin embargo, si por México antiguo entendemos la zona del zócalo de la ciudad, debemos de señalar que ello no fue así, sino que las zonas realmente afectadas de manera considerable fueron la de la Alameda Central, particularmente sobre las calles de Juárez, Balderas, y Luis Moya; otra zona muy dañada fue la de los multifamiliares de Tlatelolco, ciertas cuadras de la calle de Pino Suárez; la colonia de los Doctores, las primeras cuadras de la larguísima Avenida Cuauhtémoc, amplias zonas de la colonia Roma e igualmente varias cuadras de la Avenida Tlalpan.

En pocas palabras la magnitud de los destrozos y calamidades causadas por el sismo fue verdaderamente enorme. Y lo más grave de todo esto fue el gran descredito gubernamental ante los habitantes de la ciudad de México, puesto que incluso llego a rumorarse de robos y fraudes en relación con las remesas internacionales de ayuda que en aquellos días llegaron al aeropuerto capitalino.


Como antecedente del macrosismo de 1985, menciónase el ocurrido en 1957 cuyo recuerdo perdura por haber generado el derrumbe de la estatua del ángel de la independencia, monumento ubicado en la Avenida Reforma. Por azares del destino encontrábame yo, en aquellas fechas, en la ciudad de México. Teniendo siete años de edad, recuerdo entre sueños que debido a la insistencia de mi abuela, nos trasportamos, mi madre, mi abuela y yo, a presenciar los destrozos en dicho monumento. Imágenes vagas quedaron registradas en mi mente sobre el estado en que vimos la estatua destrozada junto a la columna, franqueada por varios elementos que no recuerdo si eran de la policia o del ejército. Esa imagen aún perdura en mi mente, aunque del temblor no recuerdo mas que los gritos de desesperación de mi abuela en el edificio de departamentos en donde estábamos alojados.


En fin, el documental que aquí colocamos bien puede servir tanto de referencia histórica como de advertencia ante las adversidades de los desastres naturales. Y es de esperar que quien lo vea, pueda reflexionar acerca de la apremiante necesidad, para quienes convivimos en urbes como la ciudad de México, de tomar conciencia sobre la necesidad de estar preparados para eventos de este tipo.

Octubre de 2012
Omar Cortés








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