Indice de Los seis libros de la República de Jean BodinLIBRO SEXTO - Capítulo cuartoLIBRO SEXTO - Capítulo sexto.Biblioteca Virtual Antorcha

Los seis libros de la República
Jean Bodin

LIBRO SEXTO
CAPÍTULO QUINTO
La monarquía bien ordenada y real no se transmite por elección, ni por suerte, sino por recta sucesión al varón más próximo del linaje paterno, sin participación y con exclusión de las hembras.


... Entre las monarquías, la que se transmite por derecho hereditario al varón más próximo del linaje paterno y sin partición, es mucho más encomiable y segura que aquellas que se transmiten por suerte, o por elección, o a varón que no sea el más próximo, o al más próximo, pero de linaje materno, o al más próximo del linaje paterno, pero con obligación de hacer partición de toda la monarquía o parte de ella entre sus herederos ... No son solo las personas simples y con escasos conocimientos de ciencia política las que se dejan engañar en este asunto, sino también las reputadas por su sabiduría; toman en consideración únicamente las aparentes ventajas que hay de un lado, pero olvidan las desventajas y consecuencias absurdas que existen del otro lado. Hasta el propio Aristóteles opina que los monarcas deben ser electos y llama bárbaros a los pueblos que instituyen sus reyes por derecho de sucesión ...; de este modo, habría que llamar bárbaros a sirios, medos, persas, egipcios, asiáticos, partos, indos, africanos, turcos, tártaros, árabes, moscovitas, celtas, ingleses, escoceses, franceses, españoles ...

Todas las monarquías electivas se ven amenazadas constantemente por el peligro de caer en la anarquía tras la muerte del rey; el Estado queda sin rey, sin señor, sin gobierno, en peligro de perderse, como navío sin capitán, expuesto a naufragar al primer viento. Otro inconveniente a señalar es que el más lucido patrimonio público corre el riesgo de convertirse en propiedad privada. Así ha ocurrido con los patrimonios de San Pedro y del Imperio de Alemania; los príncipes electos, al saber que no pueden dejar el Estado a sus hijos, se aprovechan de los bienes públicos, mediante ventas y donaciones ... Sin embargo, no son estas las mayores desventajas. Necesariamente, se ha de elegir un príncipe extranjero o un príncipe del país. Si la monarquía es electiva, todos tendrán aspiraciones, y, entre tantos iguales, es imposible que no se formen facciones, que dividirán y parcializarán a los súbditos; aunque no sean iguales en virtud ni en bienes, presumirán que lo son y no querrán obedecerse entre sí, como, según Tácito, sucedió en Armenia, donde los señores no quisieron por rey a un príncipe del país ... Si es un príncipe extranjero el que acepta el Estado, cuando se le ofrezca otro mayor se verá obligado a abandonar el primero; así procedió Luis, rey de Hungría, al ser elegido rey de Polonia ... Si el príncipe extranjero decide conservar ambos Estados -lo cual no es fácil, a menos que sean vecinos-, ¿quién duda que intentará reunirlos? ... Si no puede reunirlos, convertirá al ajeno en una colonia, a la que explotará todo lo que pueda en beneficio propio ... En toda elección en que los competidores ,,., recurren a la fuerza, serán siempre los más cautelosos y perversos, o los más temerarios, quienes arriesguen todo para lograr sus propósitos. Si resulta elegido el más virtuoso, su vida estará en constante peligro frente a sus rivales. Así ocurre en Alemania desde hace trescientos sesenta años; transformada la monarquía en electiva, ha habido ocho o nueve emperadores asesinados o envenenados ...

Se equivocan quienes sostienen que los reyes de Francia eran electivos y que, antiguamente, el reino se transmitía por elección ... En cuanto a la dinastía merovingia, Agatias, autor griego insospechable, que escribió hacia el año 500, dice que los francos habían escogido la mejor forma posible de República, en lo que aventajaban a sus vecinos, ya que sus reyes eran hereditarios ... Otro autor muy antiguo, Cedreño, que escribió en 1058, en tiempos de Felipe I, dice que los francos, siguiendo su antigua costumbre, tienen exclusivamente reyes por derecho hereditario, con lo que muestra que las tres dinastías reales de Francia practicaron el derecho de sucesión. Es cierto que Carlos y Carlomagno, hijos de Pipino, se hicieron elegir por la nobleza, pero tal elección fue con el propósito de asegurar su Estado y cerrar la boca a los pretendientes merovingios. Posteriormente, los Capetos procedieron del mismo modo en ciertas ocasiones, una vez destronados los carolingios ... La sola razón aparente para presumir que el reino de Francia haya sido electivo, sería la forma observada en la consagración del rey, antes que preste juramento. Los obispos de Laún y Beauvais, al tiempo que levantan al rey, preguntan al pueblo presente si le acepta por rey; recibido el consentimiento de todos los asistentes, el arzobispo de Reims le toma Juramento ... Quienes afirman que los reyes eran elegidos por los Estados, olvidan que el arzobispo de Reims pretendía la titularidad exclusiva de tal derecho ... Pretensión, por otra parte, imposible e incompatible con la fe y homenaje que los arzobispos de Reims prestan al rey de Francia ... Debido a todo lo cual, se acostumbra decir en este reino que el rey no muere jamás, antiguo proverbio que viene a poner de relieve cómo el reino nunca fue electivo. El rey no recibe su cetro ni del Papa, ni del arzobispo de Reims, ni del pueblo, sino exclusivamente de Dios ...

No basta con que exista el derecho de sucesión. Es necesario, además, que el sucesor sea el varón más próximo del linaje del monarca desaparecido, es decir, hablando en propiedad, el primogénito. El orden de la naturaleza exige que el primogénito vaya inmediatamente después del padre, siguiendo los demás por su orden, y, por consiguiente, que sea preferido a los otros. Se trata de una ley natural, común a casi todos los pueblos ... Cada vez que se ha querido violar esta regla natural se han producido grandes desórdenes y guerras civiles ...

Cuando se dice primogénito o más próximo, se incluye también el segundogénito, una vez muerto el hermano ... Aún no se ha resuelto la cuestión de si el hijo del primogénito debe suceder a1 rey, su abuelo, o si la corona corresponde al segundo hermano; lo último parece más razonab1e, puesto que se trata del pariente más próximo del rey ... En el reino de Moscovia siempre sucede el segundogénito, una vez muerto el abuelo, sin tomar en consideración al hijo del primogénito ...

Es preciso, además, que la sucesión de las monarquías no implique partición, división, ni compensación, ni que varios sucedan pro indiviso, como sabiamente lo dispuso Genserico, rey de los vándalos. Si la monarquía se divide, ya no es monarquía, sino poliarquía. La ley sálica no se plantea el problema. Así, vemos que Ariberto, hermano de Dagoberto, hijo mayor de Clotario II, fue rey con su hermano, independiente el uno del otro ... Tras la muerte de Clodoveo, el reino fue dividido en cuatro monarquías: Childeberto fue rey de París; Clodoveo, rey de Orleans; Lotario, de Soissons, y Teodorico, de Metz ... Tantos reyes, y todos soberanos, vivían en continua guerra unos con otros. A este respecto, los sucesores de Hugo Capeto realizaron tres grandes cosas a fin de conservar la grandeza de la monarquía; en primer lugar, excluyeron a los bastardos de la casa de Francia ...; en segundo lugar, limitaron el poder de los grandes mayordomos de palacio y de los príncipes de Francia; por último, no permitieron que los segundones de la casa de Francia compartieran la soberanía ...

He insistido también en que la monarquía debe ser atribuida exclusivamente a los varones, ya que la ginecocracia va contra la ley natural; esta ha dado a los hombres la fuerza, la prudencia, las armas, el mando. La ley de Dios ordena explícitamente que la mujer se someta al hombre, no solo en el gobierno de los reinos e imperios, sino también en la familia ... También la ley civil prohíbe a la mujer todos los cargos y oficios propios del hombre ... Es sumamente peligroso que una mujer ostente la soberanía. En tal caso, ocurriría una de estas dos cosas: o se casa o permanece soltera. Si se casa, sigue siendo una ginecocracia, porque el matrimonio se celebra con la condición de que la soberanía sea reservada a la reina; así se convino en contrato matrimonial de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla ... En el caso de que la reina no contraiga matrimonio -supuesto de la verdadera ginecocracia-, el Estado se expone a graves peligros, que procederán tanto de los extranjeros como de los súbditos, ya que, si se trata de un pueblo generoso y de buen ánimo, soportará mal que sea una mujer la que mande ...
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