Indice de Los seis libros de la República de Jean BodinLIBRO PRIMERO - Capítulo segundoLIBRO PRIMERO - Capítulo cuarto.Biblioteca Virtual Antorcha

Los seis libros de la República
Jean Bodin

LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO TERCERO
Del poder del marido y de si es conveniente restaurar la ley de repudio.


Toda República, toda corporación, todo colegio y toda familia se gobierna por mando y obediencia, una vez que la libertad natural que corresponde a cada uno para vivir a su arbitrio es puesta bajo el poder de otro. Todo poder de mando sobre otro es público o privado. El poder público reside en el soberano que da la ley, o en las personas de los magistrados que se pliegan a la ley y mandan a los demás magistrados y a los particulares. El mando privado corresponde a los cabezas de familia y a las corporaciones y colegios en general, sobre cada uno de ellos en particular, y a la parte menor de toda la corporación en nombre colectivo. El mando doméstico se presenta en cuatro formas: el del marido sobre la mujer, el del padre sobre los hijos, el del señor sobre los esclavos, el del amo sobre los criados. Puesto que el recto gobierno de toda República, corporaciones y colegios, sociedades y familias, depende de saber mandar y obedecer como es debido, hablaremos, siguiendo la división establecida, de las distintas clases de poder de mando.

Llamamos libertad natural a no depender, salvo de Dios, de nadie, y a no tolerar otro mando que el de sí mismo, es decir, el de la razón, que siempre se ajusta a la voluntad de Dios. Aquí tenemos el primero y más antiguo de todos los mandamientos, el de la razón sobre los apetitos animales. Antes que se pueda mandar como es debido a los demás, es preciso aprender a dominarse a sí mismo, dando a la razón el poder de mando y a los apetitos la obediencia; de este modo cada cual tendrá lo que le pertenece, en lo cual consiste la primera y más preciosa de las justicias. Los judíos expresaron esto mediante el popular proverbio de comenzar la caridad por uno mismo, lo que significa plegar los apetitos a la razón; es el primer mandamiento que Dios estableció por declaración expresa al dirigirse a quien primero mató a su hermano. El mando otorgado anteriormente al marido sobre la mujer implica doble sentido y doble mando: el literal, del poder marital, y otro, moral, que se refiere al del alma sobre el cuerpo, al de la razón sobre la concupiscencia, a la que la Santa Escritura denomina casi siempre mujer; en especial se expresa así Salomón, por lo que a muchos les parece enemigo jurado de las mujeres, cuando en realidad no pensaba en ellas cuando escribía de este modo, como ha demostrado muy bien el sabio rabino Maimónides. Dejemos a filósofos y teólogos el razonamiento moral y fijémonos, por lo que se refiere al poder del marido sobre la mujer, que es la fuente y origen de toda sociedad humana, en lo que tenga significado político ...

Consumado el matrimonio, la mujer queda bajo el poder del marido, si el marido no es esclavo o hijo de familia, en cuyo caso estos no tienen ningún poder sobre sus mujeres y menos aún sobre sus hijos, los cuales permanecen siempre bajo el poder del abuelo ...

Se debe ello a que la administración doméstica no tolera más que un jefe, un amo, un señor; de otro modo, si hubiera varios jefes, los mandos entrarían en conflicto y la familia se encontraría en perpetuo desorden ...

Es fuera de toda razón la disposición del Derecho romano, según la cual la hija casada que habita la casa del marido no está sometida al marido, sino al padre, en el supuesto de que este no la haya emancipado, pues ello va contra la ley de la naturaleza, que quiere que cada uno sea amo en su casa, como dice Homero, a fin de que pueda dictar la ley a su familia ...

La costumbre general exime a la mujer casada del poder del padre ...

Si se prescinde de la patria potestad, todas las leyes divinas y humanas están de acuerdo en que la mujer debe obediencia a los mandatos del marido, cuando estos no son ilícitos ...

Para mostrar cómo el poder de los maridos sobre las mujeres ha sido común a todos los pueblos, pondré dos o tres ejemplos. Olorio, rey de Tracia, impuso a los dacios, como castigo por haber sido derrotados a manos del enemigo, la obligación de servir a sus mujeres, en señal de extrema servidumbre y de la mayor afrenta que se pueda imaginar ...

En cuanto a nuestros antepasados, los galos, en ninguna parte del mundo tuvieron nunca los maridos tanto poder como el que ellos ejercían sobre sus mujeres. César lo muestra bien en sus Comentarios, cuando dice que los galos gozaban de tan completo poder de vida y muerte sobre sus mujeres e hijos como sobre sus esclavos ...

Así como no hay mayor amor que el del matrimonio, a decir de Artemidoro, tampoco existe odio comparable al suyo, una vez que en él se implanta ...

Por esta causa la ley de Dios ... permitía al marido repudiar a su mujer si no le gustaba, a condición de no tomarla jamás de nuevo, aunque sí podía casarse con otra. Constituía un medio adecuado para que las mUjeres orgullosas no se desmandasen y evitar que los maridos poco tratables encontrasen fácilmente mujer, si se sabía que habían repudiado la suya sin justa causa. Si se me dice que no es razonable repudiar a su mujer sin causa, yo apelaré a la experiencia común, según la cual nada hay tan pernicioso como obligar a los cónyuges a vivir juntos cuando no expresan la causa de la separación solicitada y aquella no es bien comprobada. Si se hace así, el honor de ambas partes quedará abandonado al azar; por el contrario, si la separación no exige mención de la causa, el honor estará a cubierto ...

Por variadas que sean las leyes, jamás ha habido ley o costumbre que exima a la mujer, no solo de la obediencia, sino de la reverencia que debe al marido. Pero así como no hay nada en este mundo, como dice Eurípides, tan importante y necesario para la conservación de las Repúblicas como la obediencia de la mujer al marido, tampoco el marido debe, al abrigo del poder marital, convertir a su mujer en esclava ...

La ley de Dios y la lengua santa, que ha denominado a todas las cosas de acuerdo a su verdadera naturaleza y sentido propio, llama al marido bahal, es decir, señor y dueño, para mostrar que le corresponde mandar. Por ello, las leyes de todos los pueblos ... ordenan que el honor y rango de la mujer dependen del marido ...
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