Índice de Reflexiones sobre el movimiento revolucionario en México de Pedro EsteveCapítulo IBiblioteca Virtual Antorcha

Reflexiones sobre el movimiento revolucionario de México

PRESENTACIÓN


El ensayo que a continuación presentamos, Reflexiones sobre el movimiento revolucionario de México, del periodista libertario hispano, Pedro Esteve, director del periódico Cultura Proletaria, editado en Nueva York, y ardiente defensor y propagandista de los principios enarbolados por el Partido Liberal Mexicano, y su presidente, Ricardo Flores Magón, es una prueba palpable de la labor internacionalista desarrollada por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en la época en que ideológicamente tendió a definirse, de manera abierta y sin tapujos, como partidaria del anarquismo expropiador.

En efecto, tanto Ricardo Flores Magón como otros miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, debieron vivir un período de transición que se generó a lo largo de varios años para que ésta se metamorfosease de organización liberal de avanzada a organización de tendencia anarquista expropiadora. De este difícil, arduo y también doloroso proceso de mutación, la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, no saldría del todo bien librada puesto que, además de sufrir las inevitables escisiones internas con su entendible debilitamiento, hubo de enfrentar la incomprensión, cuando no el artero ataque por parte de ciertas corrientes y personajes con voz en el seno del anarquismo internacional, cuyo sectarismo ideológico era de tal talante, que sencillamente no aceptaban la posibilidad de que algún Partido Liberal se autoproclamase anarquista y, por ello, su suspicacia llevábales a hacerse eco de todo chisme o ataque que contra Ricardo Flores Magón y sus más cercanos compañeros les llegase. Aunado a esto, le tocó enfrentar a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, en esos momentos de definición ideológica, la prueba definitiva que consigo traería el derrumbe del régimen porfirista ante el embate revolucionario tanto de las fuerzas maderistas como de las propias del Partido Liberal Mexicano que operaban en el norte del territorio mexicano, principalmente en los Estados de Chihuahua y Baja California. La puntilla, contra el régimen acaudillado por el viejo General héroe de la batalla del 2 de abril, lo constituyó la toma, por las fuerzas maderistas, de Ciudad Juárez, Chihuahua, la ciudad fronteriza más importante, en el mes de mayo de 1911.

La trascendencia que para el Partido Liberal Mexicano tenía el consolidarse militarmente en una porción del territorio mexicano era asunto de vida o muerte, y el desesperado intento para lograrlo se concretó en la, por desgracia fallida, campaña de Baja California, cuando sus fuerzas logran apoderarse de los poblados fronterizos de Tijuana y Mexicali, pero son incapaces de sostenerlos frente a las fuerzas federales.

Así, las fuerzas del Partido Liberal Mexicano resultaron derrotadas, trayéndole consecuencias terribles puesto que, en nuestra opinión, al haberse metamorfoseado al radicalismo del anarquismo en su vertiente expropiadora, quedaba practicamente sola ante el mundo, imposibilitada de realizar alianzas estratégicas con las fuerzas revolucionarias aglutinadas en el maderismo, cambio que, dada la realidad objetiva, constituía una condena a vegetar en las entrañas del solipsismo político.

Situada, entonces, en el peor de los mundos posibles, la en otra hora pujante y vibrante Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, desfallecía y de hecho se desvanecía como posibilidad revolucionaria ante un torbellino del que ella misma se había autoexcluido por pruritos ideologizantes.

Y por si fuera poco todo esto, sus integrantes hubieron de enfrentar tanto la saña de la represión del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica como el aislamiento a que les orillaban los vozarrones de los gurus o santones del anarquismo internacional, alérgicos al pasado ideológico del Partido Liberal Mexicano.

Es precisamente en este remolino de pasiones que Pedro Esteve escribe sus artículos de apoyo al Partido Liberal Mexicano que servirán de base para la publicación, ya como ensayo, de Reflexiones sobre el movimiento revolucionario de México.

Este trabajo, además de contener tres valiosas epístolas de Ricardo Flores Magón sobre la campaña liberal en Baja California, resulta ser un ejercicio importante que, en nuestra opinión, debio haber sido profundizado por más personas, incluso por los miembros más relevantes de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, quienes habrían ayudado a su organización si se hubiesen decidido a externar sus reflexiones sobre la situación que enfrentaban. Puntualizamos esto porque las muletillas de las que Ricardo Flores Magón hacía uso, francamente no podían satisfacer a nadie. Porque eso de atribuir la pérdida de plazas, como Tijuana, a la carencia de parque, o bien la pérdida de Mexicali a una infame traición, era evadir la problemática real, máxime si tomamos en cuenta que desde 1906, Ricardo Flores Magón se empeñaba en disculpar los fracasos de las intentonas insurreccionales liberales, a verdaderas nimiedades, cuando el asunto, en la realidad, se encontraba inmerso en otros parámetros.

En 1911 preséntose, pues, la oportunidad de reflexionar de manera seria y objetiva sobre lo que estaba sucediendo, sobre el presente y futuro de ese grandioso movimiento revolucionario al cual el Partido Liberal Mexicano había dedicado prácticamente todos sus esfuerzos. No sabemos si los integrantes de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano realizaron estas reflexiones, lo que si sabemos es que no las exteriorizaron, y eso fue como hacerse un hara kiri, un suicidio político.

Resumiendo, este ensayo es una reflexión sobre aquellos acontecimientos; parte, obviamente, de criterios generales ácratas y tiene sus propias limitaciones al carecer de fuentes fidedignas sobre el desarrollo del proceso revolucionario mexicano. Con todo, resulta afortunadísimo puesto que es uno de los pocos documentos que buscan, desde la perspectiva libertaria, valorar la acción emancipadora emprendida por el Partido Liberal Mexicano.

Se pueden aceptar o rechazar los criterios y propuestas de Esteve pero no descalificarlos sin más.

Positivo hubiese sido si los integrantes de la Junta hubiesen seguido los pasos de Esteve, exteriorizando sus puntos de vista, porque así, quizá hubieran podido establecer las necesarias alianzas que cualquier organismo político requiere no tan sólo para el logro de sus objetivos, sino incluso para su renovación o, válgasenos la palabra, regeneración interna.

Chantal López y Omar Cortés

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