Índice de Reflexiones sobre el movimiento revolucionario en México de Pedro EstevePresentación de Chantal López y Omar CortésCapítulo IIBiblioteca Virtual Antorcha

Reflexiones sobre el movimiento revolucionario de México

CAPÍTULO PRIMERO


El compañero Ricardo Flores Magón, con fecha 13 de mayo (1911), escribe:

Tenemos en nuestro poder a Tijuana. En realidad, el Partido Liberal domina en estos momentos una vasta extensión territorial en Baja California y se necesita ya en esa extensión del territorio la acción netamente revolucionaria. En una palabra: se necesia dar ahí el ejemplo de la expropiación. Pero para llevar a cabo tan hermoso acto, se necesita más contingente consciente que evite una posible reacción de la burguesía. Así, pues, urge que vengan a la Baja California muchos anarquistas de todas partes del mundo para que apoyen la expropiación de la tierra y de la maquinaria. Hay en la Baja California tierras preciosas, minas muy ricas y puertos magníficos. En manos de los libertarios la Baja California, se sacaran de ella elementos bastantes para llevar la revolución a todo México y aún al mundo entero, porque es muy grande la península y muy rica; pero está muy poco poblada.

De allí podremos tener elementos para robustecer las columnas liberales que operan en otras partes de México y para poner en pie nuevas columnas liberales de modo de hacer más poderoso el movimiento libertario.

Así pues, invita a los compañeros de otras partes y de ese lugar, para que se pongan en marcha, procurando para no ser arrestados, no violar las desdichadas leyes de neutralidad. Individualmente pueden ir los compañeros a la Baja California. Se necesitan muchas armas y mucho parque para que las tomen los compañeros que vayan llegando.

Vamos a procurar tener más fondos para los pasajes de los compañeros. Así pues, invítalos para que, cuando tengamos los pasajes, se pongan en camino, no es masa, sino individualmente para evitar trastornos aquí que harían perder mucho terreno en el avance de la Revolución Social en México.

No queremos que se vayan desde luego a la Baja California, porque deseamos formar cuerpos especiales de puros libertarios que se encargaran de evitar ora una traición, ora una reacción de la burguesía.

Y en fecha 22 (de mayo de 1911) lo que sigue:

Necesitamos en los lugares conquistados por el Partido Liberal Mexicano compañeros que eduquen a los inconscientes, Creemos que no solamente se necesita el fusil, sino también ir sembrando la idea. Estamos en posesión de un vasto territorio, y se necesita allí la presencia de una fuerte división libertaria, esto es, compuesta de puros libertarios, para que acaben por emancipar a los inconscientes.

Nuestras columnas luchadoras no están compuestas de puros libertarios, sino que son mixtas. Hay en ellas hombres bastante emancipados y anarquistas de verdad; pero la generalidad no comprende por completo nuestros ideales, aunque sí comprenden que serán felices si se llega a tomar posesión de la tierra, y por tener posesión de la tierra luchan. Ya es mucho conseguir que tengan ese deseo y que desconozcan el derecho de propiedad; pero nuestra ambición es que despierten todavía más para asegurar el éxito y evitar una reacción. La División Especial, con su ejemplo, abrirá los ojos a los tímidos y hará que los secunden en su obra purificadora. Los compañeros de la División Especial irían a los campamentos de los otros compañeros, fraternizarán con ellos y enseñarían a los que no saben nada, así como tomarían especial empecho en instruir a los campesinos sobre las ventajas del cultivo de la tierra en común, etc.

Estas dos cartas hiciéronme reflexionar mucho.

Desde el principio de la insurrección comprendí que en la lucha entablada por el llamado Partido Liberal Mexicano, necesitaría éste ser ayudado, más que con dinero, con hombres, y que éstos difícilmente se encontrarían en América. Por eso dime prisa en informar a varios compañeros europeos para que dieran a conocer este movimiento revolucionario de carácter franca y decididamente emancipador, con la esperanza que de Europa se dirigieran a México los hombres que allí faltaban; anarquistas convencidos, inteligentes, capaces de servir, con su ejemplo, de norma a los rebeldes triunfadores.

Y las dos cartas de Magón me probaban que los acontecimientos se habían desarrollado tan de prisa, que mi esperanza se vería tal vez frustrada, pues en Europa se comenzaba tan sólo a conocer el movimiento y no había todavía ambiente suficiente para esperar que de allí partieran, para México, los hombres que se necesitaban. Una vez más se me presentaba ante mí la visión de lo fácil que es destruir y lo dificil que es crear.

Un puñado de valientes, al grito de ¡Tierra y Libertad!, en poco tiempo se habían adueñado de una vasta extensión de territorio, era llegado el momento de declararlo propiedad común, posesionándose en seguida de toda la riqueza social, organizando sobre nuevas bases la producción, el consumo, el cambio, las relaciones humanas, la vida material y efectiva, y si había sido relativamente fácil empuñar un arma, despreciar la vida y vencer a los sostenedores del régimen capitalista, difícil se presentaba la constitución rápida de la sociedad libre y dichosa por nosotros tan anhelada.

Necesitábase que, desde el momento que se aboliere la propiedad individual, estuviera organizada la producción de modo que nada faltase a nadie, pues de no ser así, se podría dar por segura una contrarrevolución de los que habiendo luchado sólo por el afán de un mayor bienestar, se encontraban, no importa que fuese sólo momentáneamente, en peor condición que antes. Y si esto lograba evitarse, ¿cómo resolver el problema de las relaciones con los demás lugares aún no emancipados? Y no pudiendo disolverse los cuerpos armados, indispensables para la defensa, ¿cómo abatir las jerarquías militares?

Tenía razón Flores Magón, necesitábase de compañeros que educaran a los inconscientes, no sólo se necesitaba del fusil, sino que también de sembradores de ideas. ¿Iran éstos? Piensen, anto todo, los que a México quieran ir, que no van allí a vivir en plena anarquía, sino a laborar eficazmente para su planteamiento, no teniendo por enemigo más que a la ignorancia de las masas y la mala fe de los capitalistas y sus secuaces. No olvide ninguno que una Revolución Social no es lo mismo que una Revolución Política, que una cosa es cambiar de amos, y otra es abolirlos. Para lo primero basta la audacia; pero para lo segundo necesítase también la inteligencia y no en corta cantidad.

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