Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

5.- Constitución rápida de una nueva feudalidad por obra de la concurrencia anárquica. Servidumbre colectiva de los trabajadores.

Un fenómeno de la más honda gravedad se manifiesta hoy con plena evidencia, aún ante los ojos de los menos sagaces: este fenómeno consiste en el rápido y poderoso desenvolvimiento de una Nueva Feudalidad, de la Feudalidad industrial y financiera, que sustituye regularmente a la Aristocracia nobiliaria y guerrera del viejo régimen, a consecuencia del aniquilamiento o del empobrecimiento de las clases medias.

Luego del gran estallido del 89 y de la destrucción del orden político antiguo, del aniquilamiento de la propiedad feudal y del sistema industrial de los maestrazgos y de las veedurías, y de la proclamación de la libertad industrial y comercial, creyóse que la sociedad quedaría para siempre desembarazada de toda aristocracia exclusivista y dominadora.

Al hacerlo así habíase calculado mal: las consecuencias lo demuestran, y la razón, por otra parte, es fácil de comprender; hela aquí: normalizado el estado de la sociedad a raíz de haberse calmado la gran agitación y conquistado las nuevas posiciones, sólo quedan, en el terreno industrial y social, individuos frente a frente, confiados libremente a su propia suerte y a sus solas fuerzas. Empero algunos se hallaban provistos de capitales, talento, instrucción y ocupaban las posiciones elevadas y fuertes; los otros, y éstos eran los miembros de las clases más numerosas, no tenían ni capitales, ni instrucción, ni desarrollado el talento por una educación precedente: pudríanse relegados en los últimos peldaños de la escala social.

En semejante estado de cosas ¿qué podía resultar de esta libertad industrial, de la que tanto se había esperado y del famoso principio de la libre concurrencia, a quien creíase tan fuertemente imbuído de un carácter de organización democrática? No podía surgir sino la servidumbre general, el enfeudamiento colectivo de las masas desprovistas de capitales, de instrumentos de trabajo, de educación y, en fin, de armas industriales a favor de la clase industrialmente abastecida y aprovisionada.

La lid está abierta; todos los individuos son llamados al combate y las condiciones son iguales para todos los combatientes. Perfectamente bien. Pero se echa en olvido un detalle: en este grandioso campo de batalla, unos están instruídos, aguerridos, equipados, armados hasta los dientes, tienen en su poder un gran tren de aprovisionamiento, material, municiones y máquinas de guerra y ocupan todas las posiciones; y otros, despojados, desnudos, ignorantes, hambrientos, vense obligados, para vivir al día y hacer vivir a su mujer y a sus niños, a implorar a sus propios adversarios un trabajo cualquiera y un magro salario.

La libertad absoluta, sin organización, no es otra cosa, pues, que el abandono ilimitado de las masas desposeídas y desarmadas a la discreción de los cuerpos armados y bien aprovisionados.

La civilización iniciada por la feudalidad nobiliaria y cuyo desenvolvimiento ha eximido a los industriales de las servidumbres personales o directas, desemboca hoy, por consiguiente, en la Feudalidad industrial, que ejerce las servidumbres colectivas o indirectas de los trabajadores.

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