Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

La democracia retrógrada y el Partido Revolucionario.

La democracia retrógrada y revolucionaria se divide en dos partidos muy distintos, incluso hostiles: uno es político, otro es socialista.


11.- Partido exclusivamente político de la democracia retrógrada.

El primero está formado por lo que se llama la extrema izquierda más los restos del Partido Republicano de 1832 y de 1834. Se presenta como heredero de las doctrinas políticas de la Convención, aunque haya perdido, al menos en sus órganos y en sus jefes, los elevados sentimientos de esa célebre Asamblea y no se inspire en realidad más que en sus malas tradiciones.

Tiene por órgano El Nacional, diario eminentemente retrógrado, hostil al progreso social, adversario de toda idea nueva, y que difama con encarnizamiento a quienes se consagran a la emancipación de las clases obreras por los medios pacíficos de la organización del trabajo.

Los conservadores anquilosados, sin sentir más amor por el progreso social que los hombres de El Nacional, permiten al menos, por respeto hacia una libertad consagrada, el avance de los problemas en el dominio de la discusión. Los políticos de El Nacional las soportan impacientemente, las conducen con despecho extremado y, cosa bochornosa, intentan además algunas veces excitar contra ellas el rigor de un Poder que execran. Los conductores de ese partido dan así la medida de la libertad que hubieran otorgado a la prensa, a la discusión, a la inteligencia y al genio del progreso, si el infortunio de Francia hubiese tolerado que el poder político cayera en sus manos.

El solo y único fin de sus tristes esfuerzos, el único pensamiento de su política es el derribamiento del poder político actual. Derribar el poder para apoderarse de él; colocar a Francia en conflicto con todas las monarquías europeas; crearnos inmediatamente 45 millones de enemigos armados en las fronteras del este y del norte, bajo el presunto beneficio de una conquista de las provincias del Rhin y de Bélgica; arrojar a los campos de batalla revolucionarios a la parte más viva y generosa de las clases proletarias (textual, extraído de El Nacional), para desembarazar al taller industrial atascado; he aquí los principales puntos de la política que tales obcecados presentan como ofreciendo las condiciones de dignidad y los medios de bienestar del pueblo francés. El sufragio universal, que reclaman de golpe en su forma anárquica y a grandes gritos, es el instrumento revolucionario, la palanca por medio de la cual esperan cumplir esos magníficos planes.

En cuanto a su doctrina política y a la filosofía de su sistema, si así se las puede denominar, es la eterna sustitución como jefe del Estado de un monarca hereditario por un magistrado temporal. He ahí la gran panacea política y social. Consienta Francia solamente en elegir su jefe cada cuatro años, en hacer sentar en las Tullerías, en lugar de un Rey hereditario, una especie de presidente nombrado por cuatro o cinco años, algo de elegido y de temporario como el ex regente que hizo a España tan dichosa, y la era de la felicidad, de la libertad y de la justicia va a erigirse sobre ella. Es increíble que en presencia de cuatro mil años de historia y de modelos de régimen republicano, tales como aparecen ante nuestros ojos en Suiza, por ejemplo, o en toda América, se hallen todavía hombres bastante insensatos o bastante pueriles que pretendan supeditar la prosperidad de Francia a semejante innovación en la forma de gobierno.

Esta camarilla sin noción ni visión del porvenir, que rechaza encarnizadamente el problema de la organización del trabajo, estos hombres insensibles al progreso no quieren mirar delante de sí; ni desean comprender que la guerra es característica de los tiempos bárbaros, que el genio de la industria productiva y fecunda tiende a reemplazar en la dirección de las sociedades humanas al genio devastador de la conquista y de las revoluciones, que la organización regular y justa de la Paz y del Trabajo es el supremo interés, el problema capital de la época. Este partido que extravía desde hace mucho tiempo a La Tribuna y a El Nacional y que aun encierra en su seno espíritus jóvenes, generosos, ardientes, destinados, por cierto, a abandonarlo tarde o temprano por ideas superiores, este partido constituye precisamente la fracción exclusivamente política de la democracia revolucionaria.

Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha