Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

3.- Victoria del principio democrático en el orden político. Debates de la vieja política.

Ahora bien, es evidente que, desde el 89, los esfuerzos del espíritu moderno se han manifestado casi exclusivamente en el terreno político propiamente dicho. En el orden industrial y social, como lo hemos establecido, la Revolución sólo ha procedido negativa y abstractamente. Derribó a las maestrías, a las veedurías, a las corporaciones, al sistema de la propiedad feudal; despojó a los nobles y al clero; pero no ha creado ninguna institución nueva. Ha entregado a los individuos y a las clases a los riesgos de la lucha universal que este derrumbe inauguraba; no ha fundado ningún sistema que garantice los derechos de los desamparados; deja librado a la anarquía y al dominio de los poderosos al taller industrial y social: la miseria, la corrupción, el fraude, los vicios y los crímenes lo azotan perennemente y van en aumento.

Pero mientras la cuestión social se encontraba por entero abandonada, todos los esfuerzos se concentraban en las cuestiones políticas; solamente las formas constitucionales y los actos cotidianos del Poder se hallaban en condiciones de preocupar a los espíritus. En este orden de hechos no se ha limitado a derribar al antiguo régimen administrativo y a la vieja constitución gubernativa; se ha creado una administración centralizada y un sistema gubernamental fundado sobre la elección, instituciones ambas que se derivan del principio democrático.

El orden político se ha, pues, renovado, y el principio y las formas se han armonizado con e! espíritu moderno. Con la conquista de la igualdad ante la ley, de la unidad administrativa y del sistema electivo de la representación nacional, no existe, en consecuencia, reforma fundamental, ni gran revolución por realizar o que temer en el terreno político; porque tales conquistas han colocado al principio democrático en posesión del terreno y, vigente el derecho, sólo se trata en lo sucesivo de reglamentar, desenvolver y ampliar progresivamente el ejercicio de ese mismo derecho para armonizarlo con el desenvolvimiento del progreso social. Mas estas indispensables transformaciones seguirán ineludiblemente al mencionado principio y desde entonces son objetos importantes, sin duda, pero secundarios.

En razón de que la cuestión política, en lo que representaba de capital, está contenida en esos grandes principios, ella ha pasado a segundo plano, y las cuestiones económicas, industriales y sociales en adelante se sitúan en el primero. Por ese motivo los partidos políticos agonizan, y los esfuerzos de los viejos órganos de estos vetustos partidos se muestran impotentes y ridículos al pretender reanimar las añejas querellas en que han permanecido durante largo tiempo; por ello el volcán político que en otro tiempo vomitaba torrentes de fuego y ardientes lavas, ahora sólo arroja, como los cráteres moribundos de Islandia, torrentes de Iodos tibios y fétidos.

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