Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

5.- El círculo vicioso: relación entre los salarios y los mercados exteriores; atascamiento de la industria por la miseria de los trabajadores.

Las naciones industriales buscan, con grandes esfuerzos, mercados exteriores para sus fabricaciones: Inglaterra, atormentada por una plétora bajo la cual apenas respira, realiza esfuerzos sobrehumanos para volcar el exceso de sus fábricas sobre las diversas playas; abre a cañonazos las puertas del viejo imperio de China; recorre el globo incesantemente y a mano armada, exigiendo por doquiera nuevos consumidores; y a su lado, en Irlanda, y en su propio seno, desde Cornouaille hasta el Sytherland, y en sus inmensas posesiones del viejo y del nuevo mundo, innumerables masas de trabajadores perecen y mueren o se insurreccionan, porque los absurdos rigores del régimen de la concurrencia no les permite consumir lo más estrictamente necesario.

Las naciones más civilizadas se hunden bajo el peso mortal de una producción muy abundante; y en su propio seno legiones obreras se extinguen al no poder participar, por las condiciones del salario, en el consumo de esta producción exuberante. Tan absurdo como inhumano es este régimen industrial que amenaza destruirse por carencia de consumidores y que, al retribuir tan miserablemente al trabajo, se obstruye y se cierra a sí mismo, en todos los mercados, las más amplias fuentes de consumo.

Proyectad este cruel y estúpido sistema hasta las consecuencias extremas hacia las cuales tiende: suponed que el industrialismo consiga sustituir al brazo del hombre, en todas sus funciones, por las máquinas, y de reducción en reducción llegue al aniquilamiento de los salarios: realizad el ideal de los economistas, es decir, la producción al más bajo precio posible, y al mismo tiempo la victoria sobre el trabajo. Pero ¿qué será de vuestros inmensos productos? ¿Dónde hallarán colocación? ¿Quiénes los consumirán? Y si las poblaciones consienten en morir de hambre pasiva y legalmente, respetando lo que llamáis el orden y el derecho sagrado de la propiedad ¿acaso no veréis crujir vuestro mecanismo productor y no seréis aplastados bajo sus ruinas?

Por el contrario, si suponéis una organización de la industria racional, equitativa y cristiana; que retribuya al trabajo con caridad, justicia y liberalidad y tome en cuenta los derechos del trabajo, tan sagrados, por lo menos, como los de la propiedad; que dé al Trabajo y al Talento, como al Capital, la parte que legítimamente les corresponde en la tarea de la producción de las riquezas, ¿no veréis acaso volcarse la comodidad y el bienestar sobre las diversas clases, ampliarse vuestros grandes mercados nacionales, que mutuamente se obstruían; engrandecerse vuestros mercados exteriores que disminuían; y aumentar incesantemente los beneficios legítimos del Capital, por lo mismo que los del Trabajo y del Talento aumentan en proporción correspondiente?

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