Índice de La casa sin puertas. Actas y documentos del primer Congreso de la Federación Anarquista de México de Chantal López y Omar CortésDocumento anteriorSguiente documentoBiblioteca Virtual Antorcha

Documento Nº 10.

Dictamen sobre el problema de la enseñanza.

Preámbulo.

El problema educativo, como todos los problemas que la humanidad tiene pendientes de solución, es un problema de libertad o de autoridad, de respeto a todas las sanas manifestaciones psicológicas de los seres humanos y a la materialización de sus ideas, o de contrariar éstas y aquellas.¡Libertad! He aquí la conquista primera que queremos realizar los anarquistas para asegurar el desarrollo de todas las iniciativas de superación social y pedagógica. Todos los sistemas de enseñanza, todos los métodos pedagógicos fracasan, por eficientes que en teoría parezcan ser ante las deficiencias morales, sensibles e intelectuales que origina la atmósfera autoritaria que respiramos por doquier. Ella es la responsable del enorme déficit físico, sensible e intelectual que padece el género humano.

Bien que mujeres y hombres libres abran escuelas al margen del Estado y de la Iglesia, y que en ellas instruyan y eduquen a sus hijos, eliminando todos los prejuicios políticos y religiosos; bien también que Ateneos Libertarios, Centros de Estudios Sociales y Organizaciones Obreras y Campesinas, abran centros de enseñanza primaria y secundaria. Deber de todas las personas y colectividades humanas evolucionadas es hacerlo para aislar, al mayor número de niños y niñas, en el grado posible, de las influencias malsanas de las escuelas al servicio de Dios y del Estado. Los anarquistas, particularmente, hemos de tener interés en instruir y educar a nuestros hijos al margen de estas últimas, en escuelas sostenidas por nuestros propios recursos o por los que proporcionen sindicatos, federaciones campesinas y centros de cultura afines. Al iniciar esta labor se redactarán ponencias de orientación psicopedagógica de acuerdo con las modernas corrientes de la enseñanza, adoptando todos los mejores métodos determinados por las ciencias de la educación que investigan en beneficio del niño. La Comisión Nacional de la Federación Anarquista Mexicana, en el caso de que le pidan asesoramiento u orientaciones para apertura de escuelas, queda facultada para dirigirse a las individualidades dedicadas a la enseñanza moderna que tendrán el deber de colaborar en la tarea de orientación pedida.

La labor precitada ha de realizarse hasta el límite posible, pero no ha de absorber todas nuestras actividades sociales. Bien está que a la Iglesia y al Estado arrebatemos las pocas conciencias humanas que podamos, pero por ese medio difícilmente llegaríamos a transformar esta sociedad.

El radio de nuestra acción en la escuela será pequeñísimo. Además, sabemos que cuando la experiencia pedagógica racionalista y humanitaria atrae la atención e incita a la generalización, es aplastada por la violencia del Estado y de la Iglesia. Por eso optamos por proclamar que todo el problema pedagógico queda virtualmente sometido a dos principios fundamentales en pugna, a los que están ligados los sistemas y especializaciones de la enseñanza en todos los grados: el principio de libertad y el principio de autoridad. Mientras éste esté en pie, es perder casi el tiempo discutir métodos de instrucción y gastar en salvas el fuego de nuestras pasiones revolucionarias.

Entre los dos principios mencionados se halla el conflicto. Ni más ni menos. Y el primero jamás crecerá y se desarrollará naturalmente en las escuelas con las luces de las ciencias y la savia vigorizante del humanismo con la amplitud necesaria sin que antes el principio de autoridad pierda su carácter omnipotente y desaparezca.

Por eso hoy, no perdemos tiempo trazando un plan de enseñanza que hable del niño desde su nacimiento, ya en la cuna, durante la adolescencia, al ingresar en el instituto, en el Politécnico y a la Universidad.

Sobre las características peculiares inconfundibles de la escuela rural y la urbana, ya hablaremos cuando sea necesario.

Sin embargo, constatamos en el presente que, generalmente, entre el plan de enseñanza de la escuela rural y el de la urbana, existen pocas diferencias. En la mayoría de los casos el de la primera es calca servil del que practica la segunda. Pero, ¿para qué hablar de la escuela por la escuela del campo y de la ciudad adaptadas a las exigencias de la vida rural y urbana, ni de orientaciones psicopedagógicas para clasificar y enseñar a los niños retrasados, a los normales y bien dotados, si los regímenes autoritarios limitan el buen cultivo de mentes y corazones, y son fuente permanente de degeneración, de imbéciles y de idiotas, de toda clase de tarados morales, físicos e intelectuales?

Lo primero, pues, es lo primero: destruir el dique que detiene todos los intentos de progreso científico humano, todos los impulsos evolutivos: el principio de autoridad.

Centralismo o federalismo en la enseñanza. Esto es lo fundamental del problema que nos ocupa. El Estado es el defensor del primero. Contra él, pues, lucharemos hasta derrotarlo.


A) Federalismo Escolar.


El Estado arrastra hacia el exclusivismo estatal todos los resortes de la actividad social, y, entre ellos, todo lo que se refiere a la cultura y a la educación. No importa como se denomine: socialista, republicano, stalinista o hitlerista, demócrata o socialdemócrata. Y es que el centralismo es uno y exige que nada quede fuera de la órbita de su influencia.

El centralismo escolar, administrativo y pedagógico, seca en flor, ahoga en germen la espontaneidad educativa y la iniciativa pedagógica. Convierte a los pueblos en eslabones de la cadena gubernamental, sometidos a las directrices uniformistas de todo orden y de todo color. El nazifascismo también era partidario del centralismo escolar, porque de él esperaba mucho, muchísimo, para el logro de su imposición autoritaria y de sus fines particulares.

En México y en España, en Francia y en Inglaterra, en Rusia y en los Estados Unidos de América, etc., etc., con pocas variantes, también se hace lo mismo desde el Estado. Y la parábola se produce porque el autoritarismo es el mismo aunque sus objetivos pretendan ser contrarios.

Si queremos forjar una nueva cultura, una educación moderna, libre de prejuicios y de coacciones, cosa que desde las alturas gubernamentales han hecho un tópico palabrero, sólo será posible respetando la autonomía cultural de los pueblos y comarcas, y alentando la responsabilidad libre de los educadores y maestros. No se alineará nunca una nueva cultura pedagógica si ha de ser orientada desde arriba.

El federalismo escolar presupone la creación y superación de nuevos maestros, de sano espíritu pedagógico y dueños de un sentido de responsabilidad escolar que eleve, constantemente a la escuela como célula vital de la nueva sociedad. El rutinarismo escolar de la pedagogía religiosa y política que vitaliza la podrida concepción autoritaria de la vida, no puede avenirse nunca con el federalismo consciente de la enseñanza. Y es de notar que sólo nuestras voces, las de los anarquistas, se levantan defendiendo la descentralización escolar y al mismo tiempo por la depuración enérgica de los maestros y maestras intoxicados por el morbo centralizados.

El verdadero federalismo no sería tal si no parte desde la escuela. Si el maestro y los padres no disponen de autonomía natural para organizar racional y humanamente todo lo que concierne a labores escolares y pedagógicas. Sepan los padres que el centralismo no puede ocuparse sino a trueque de contaminarlos, del hacer escolar. Que los padres formen, por necesidades propias, el bloque firme y unido de la solidaridad escolar, junto con sus hijos y el maestro. Que constituyan, los niños, padres y el maestro, el tríptico educativo por excelencia, soporte básico de la nueva cultura administrada y regida desde abajo. Que las escuelas del pueblo se relacionen entre sí. Que se federen local y regionalmente, etc. ¡He ahí la verdadera raigambre de la administración escolar! Ella sí que esta capacitada por su misma razón de ser y de actuar para cortar de raíz el morbo autoritario inmanente de todo centralismo estatal, mecánico y estéril. De todo burocratismo rígido y rutinario que nada tiene que ver con la vida auténtica que deben vivir las escuelas de la nueva sociedad.

Si la Iglesia y el Estado no se preocupan de descentralizar la enseñanza, cumplen su misión. No pueden hacer lo contrario, porque perecerían.

El federalismo escolar ha de ser obra de los verdaderos revolucionarios, de los anarquistas. Nada ni nadie con matiz autoritario puede realizarlo porque es contrario a su finalidad, a su carácter y naturaleza.

Los anarquistas estamos dispuestos a descentralizar la enseñanza cuando la oportunidad se presente en una comuna, o en una o varias comunas, regiones, etc. Para asegurarlo, consideramos primordial destruir el Estado y acabar con todo lo político, con todo lo autoritario que siempre quiere centralizar, centralizar y centralizar.

La experiencia científica, económica, social y pedagógica que realicemos totalmente, por modesto que sea el lugar en que se efectúe, si su resultado es provechoso, si es útil a la colectividad pronto encontrará admiradores, propagadores y practicantes de la misma. Si por temor a la violencia y a la ignorancia que rodea al experimentador, o al pueblo que experimenta nuevos modos de convivencia entre los humanos, falta la audacia para llegar hasta las últimas consecuencias de la comprobación experimental, se fracasa y se retrasa la aplicación científica bienhechora, la nueva forma de vida económica y social igualitaria, igualdad de derechos a satisfacer por cada individuo sus particulares necesidades, y el nuevo método de instrucción y educación que preconizamos los anarquistas, que trata de colaborar a hacer de los seres humanos más sociables, más solidarios.

La pedagogía, subordinada a los intereses psicobiológicos del niño y del género humano, y no a la Iglesia, al Estado ni a ninguna otra forma de pensar y actuar contraria a aquellos, esa pedagogía, repetimos, fundamentada en razones biológicas humanas, no podrá desarrollarse si se admite que la escuela y el maestro continúen al servicio de intereses religiosos y estatales, de la religión y del Estado, y la mayor parte de los padres sufran restricciones económicas y libertarias.

No es posible la descentralización de la enseñanza, sin descentralizar antes la vida social y económica, sin destrozar previamente todos los resortes del autoritarismo llamado de origen divino o estatal.

El fin, pues, del centralismo escolar avendrá cuando logremos acabar con todos los regímenes centralizadores, con todos los sistemas de gobierno, de autoridad, que se establecen por la astucia, por el soborno y la fuerza, porque son necesarios para que el Estado y la Iglesia subsistan con todas sus desigualdades, con todas sus falsedades, con todas sus competencias egoístas, con todos sus odios y sus guerras.Los derechos indiscutibles del niño, que no pidió nacer, a crecer y desarrollarse física, moral e intelectualmente, teniendo a su disposición todo lo que la sociedad posee, son los derechos del hombre que ha de conquistar el mismo hombre destruyendo para siempre el principio de autoridad, que combatimos los anarquistas, que da origen al espíritu centralizador en la enseñanza y a todas las centralizaciones que agobian al mayor número de seres humanos haciéndolos infelices.


B) Coinstrucción y coeducación o enseñanza preventiva.


Ante la feroz ofensiva que las fuerzas religiosas lanzan en México contra la coeducación, que hacen batir en retirada a las legiones políticas de izquierda, los anarquistas nos vemos obligados a salir en su defensa.

Somos partidarios de la construcción y de la coeducación. Se ha dicho en la prensa que la coeducación es un sistema creado para corromper a la juventud, sin normas de moral, que es reprobable y criminal, etc., etc. Nosotros decimos que la coeducación es el arte de enseñar a vivir juntos al niño y a la niña, de prepararles para una vida social estética y de una ética humana.

Los mismos padres religiosos y políticos de derecha, en el hogar aplican el método coeducativo. ¿No comen, estudian y discuten bajo el mismo techo hermanos y hermanas con sus progenitores interesados en su desarrollo físico, moral e intelectual? Pues bien, este ambiente, superado en el sentido de la libertad es el que los adultos, educadores evolucionados, han de estar empeñados en llevar a la escuela. Realizándolo, hogar y escuela moralizarían la calle.

Faltan, es cierto, educadores, educados para educar, aptos, en fin, para ejercer en la escuela el noble arte de la coeducación que más o menos forzadamente, y hasta cierto punto, practican en su hogar. Pero la carencia de material humano, moralmente preparado para educar, significa el fracaso educacional de la sociedad capitalista, religiosa, autoritaria, que ha sido incapaz de formarlo, y no el de la coinstrucción y de la coeducación que propagamos.

Ni la Iglesia ni el Estado pueden ayudar a los seres humanos a desarrollar la aptitud para la finalidad social de armonía, de respeto y de solidaridad entre niños y niñas, que persigue la enseñanza coeducativa. Por consiguiente, lo reprobable y criminal es el empeño que la Iglesia y el Estado tienen de subsistir movilizando todas sus fuerzas y riquezas para impedir la generalización de las escuelas que adopten el sistema coeducaivo como vehículo de paz. Con su conducta retrasan enormemente el progreso humano y la armonía entre los individuos y los pueblos.

Afirmamos que el Estado, influenciado por políticos o por religiosos, jamás podrá dar una cultura primaria, secundaria y superior que fomente la sensibilidad y la solidaridad humana.

A las guerras religiosas han sucedido las provocadas por los Estados, sufriendo un proceso de más destrucción y más muertes gracias a aprovechar las técnicas y las ciencias para fines bélicos. Han educado a los pueblos para el odio y no para el amor. Por eso no nos entretenemos averiguando si aplican más o menos fielmente los métodos pedagógicos de Montessori, de Daltón, de Decroly, etc., que éstos aprendieron de los Rousseau, Pestalozzi, Froebel y continuadores. Sistemas ingeniosos para instruir. Escuela Activa, Enseñanza experimental, Escuela Nueva Unificada o no, etc., etc. ¡Bah!, palabras. Lo importante para los humanos es destruir la sociedad de la guerra enemiga de abrir escuelas de paz, reflejo de la armonía social realizada extirpando la injusticia y practicando el apoyo mutuo entre las criaturas humanas.

Jaime Torres Bodet, ministro de Educación Pública de México, en el discurso que pronunció el dos de noviembre de 1945 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la educación y cooperación intelectual, dijo: ningún maestro, ninguna escuela más que la vida misma. Y si la escuela educa para la paz, mientras la vida educa para la guerra, no haremos hombres, sino víctimas de la vida.

No desconozco, manifestó Jaime Torres Bodet, que estas consideraciones rebasan el marco de las actividades de nuestra Asamblea.

Nosotros somos más concluyentes: Rebasan el marco de las posibilidades de los Estados. Estos no pueden organizar la vida entre los seres humanos sobre bases de igualdad social y económica de acuerdo con las capacidades y necesidades particulares de cada uno, ni tampoco la escuela del amor, y de la solidaridad, reflejo moral y cultural difelísima de aquella dispuesta a fomentar más y más todo lo bello, lo justo y lo bueno para beneficiar siempre más a la humanidad.

Las escuelas y la vida de todos los Estados educan para la guerra. En México se fabricaron medio millón de fusiles de madera para que los niños efectuaran obligatoriamente ejercicios militares. Ningún Estado está a cubierto del peligro de invasión por otro Estado más fuerte, o por una coalición de Estados que ambicionan las riquezas de su suelo y subsuelo. He aquí por qué han de educar a sus gobernados para la guerra y no para la paz. Si no quieren ser absorbidos han de cultivar los sentimientos bélicos de los desheredados y no sus sentimientos solidarios.

Hay que pensar ya seriamente, pues, que jamás se realizará la transformación moral de los individuos y de los pueblos mientras la escuela esté al servicio del Estado y los someta a la educación de guerra. Y que, por lo tanto, todos los esfuerzos han de dirigirse en sentido de acabar con los regímenes de explotación y dominación del hombre por el hombre, con la sociedad capitalista autoritaria que se opone, por todos los medios a su alcance, a realizar el radical cambio de sistema educativo que queremos.

A los Estados que organizan farsas ridículas de educación, les decimos que la coeducación no ha fracasado, como proclama la reacción clerical y política en México . Ha fracasado el método pedagógico de escuela unisexual fuente de inmoralidad y de autoridad; ha fracasado la enseñanza sometida a las conveniencias de partidos, de sectas, de religiones y de Estados que rechazan ponerse al servicio de los intereses psíquicos y biológicos del niño y de la sociedad; han fracasado estrepitosamente todos los sistemas pedagógicos religiosos y políticos porque no pueden formar ambiente de moralidad y de paz por ser generadores de inmoralidad y de guerra; ha fracasado, en fin, la escuela y la sociedad prostituidora y prostituta que enseña que todo se puede vender y comprar, que no puede regenerarse ni regenerar, porque cabeza y corazón los tiene corrompidos y no son capaces de un pensamiento ni de una acción noble, generosa, buena.

Prensa y maestros que decís que la coeducación es un sistema creado para corromper a la juventud, observad vuestra sociedad al desnudo pese a que hablar de desnudez y de sexo lo consideráis repudiable y de audacia de los perversos.

Ved cómo unas personas engañan a otras por dinero y cómo se prostituyen por el vil metal mujeres y hombres que hablan a favor de los fueros inviolables del honor y del respeto sagrado a la familia, que mancillan con hechos y palabras; ved cómo se protege el vicio y la corrupción, se favorece por doquier el desarrollo de todos los vicios, de todos los perniciosos prejuicios, de todas las corrupciones y abyecciones, de todas las lacras sociales. En este medio necesita vivir el Estado, y por eso lo alimenta educando al niño y al hombre para ser esclavo o tirano, vicioso y guerrero, hipócrita, embustero y pícaro. La honradez y la rectitud en la conducta son extrañas en la vida social que organiza e imponen el Estado y la religión. Si el individuo no practica la mentira, la hipocresía y hasta el crimen contra el desconocido menos avieso e ingenuo, contra el mejor amigo y hasta con el mismo familiar, no alcanza la fortuna ni el poder, no podrá pertenecer a la clase que domina y explota a su semejante, que compra conciencias y conciencias y cuerpos de jovencitas que si no dejan que las manosee infamemente, que humille sus restos de pudor oirá un léxico insolente, villano, impúdico: el vocabulario del que paga, del que todas sus normas de moral las ajusta al dinero, el lenguaje del llamado cultor de la pureza educativa que odia la enseñanza coeducativa, tipo generalmente felón y libidinoso que sienta cátedra de arte de la lascivia importándole un comino la virginidad anatómica y la de espíritu.

El Estado dice al individuo: roba y mata, pero no te dejes prender por mí; ampárate en mis leyes y sé lo suficiente sinuoso y ladino para conquistarme. Desde arriba impón la misma ley del fuerte. Soy la representación de la astucia y de la fuerza, y a los astutos y a los fuertes debo la vida. Prolóngamela y así podré proporcionarte el dominio sobre tierras y habitantes. No dejes de luchar contra tu semejante para dominarlo y explotarlo o serás explotado y dominado por él. Sostén escuelas y universidades para que mantengan este principio asocial de todos contra uno y uno contra todos.

El progreso de las ciencias hizo batir en retirada a la religión y la propagación y desarrollo de los principios de la enseñanza racional y humanitaria, que proclama el todos para uno y uno para todos, la era de la fraternidad, de la solidaridad y del respeto mutuo entre niños y niñas, entre hombres y mujeres, en la escuela, en el hogar y en la calle, en todas las manifestaciones de la vida social sería la muerte del Estado y de todas las viejas creencias que lo alimentan y sostienen de mil modos distintos.

Dios y el Estado bendicen y legitiman todas las grandes rapiñas y crímenes de los detentadores de los bienes que pertenecen a todos los seres humanos y no a unos pocos. En sus escuelas enseñan a acatar todas las injusticias. Y ni a los niños ni a los jóvenes, futuros padres, quieren que se les enseñe su origen ni el verdadero de todas las riquezas, de todos los progresos de las técnicas, de las ciencias y de las artes, que los llevaría a la conclusión que todo se debe a todos y que, por consiguiente, a ningún semejante puédesele negar el derecho a satisfacer todas sus necesidades peculiares. El derecho biológico, ley de vida del género humano, está por encima de las leyes escritas por las clases privilegiadas que lo rechazan defendiendo a hierro y a fuego sus derechos a vivir a expensas de la miseria física y mental de campesinos y obreros industriales, de todas las abejas laboriosas de la colmena social aunque su conducta acorte la existencia de la especie a la que pertenecen.

No les importa el futuro de la misma. Este egoísmo monstruoso ha de hacer sublevar a todos los sensibles y decidirlos a tomar en sus manos su defensa. La herencia biológica necesita defensores. Impidamos que la dilapiden y gasten insensatos que en su loca carrera de conquista de riquezas, de acaparamientos de bienes, de los que estamos muchos faltos, no reparan hasta en utilizar la energía atómica para destruir y matar, en proporciones aterradoras, a los pueblos que se resisten a ser saqueados y dominados.

La enseñanza preventiva, racionalista y humanitaria tiene esa misión que no podrá cumplir totalmente en tanto subsista el Estado y éste continúe manteniendo la escuela y el ambiente que deforman la personalidad del niño, de la mujer y del hombre.

Vale más prevenir que curar, se dice. Pues bien, es hora que los jóvenes de uno y otro sexo y los viejos de cuerpo, pero de espíritu joven, se sumen a las fuerzas que buscan prevenir a la humanidad de mayores males. Ataquemos y eliminemos las causas y no se producirán los efectos trágicos que todas las personas cultas y buenas lamentan: a la propiedad privada y a su gendarme el Estado, a la religión y a todas sus secuelas políticas y religiosas que cultivan, en los seres humanos de todas las edades, la tendencia de obediencia ciega a sus ministros respectivos.

La coinstrucción y la coeducación en toda su extensión y profundidad sólo podremos practicarla en un medio libre de tiranos y de explotadores. La Federación Anarquista Mexicana declara que está dispuesta a luchar con denuedo en defensa de los principios pedagógicos de la enseñanza coeducativa y a la vez a acabar con todas las instituciones políticas y regímenes estatales que se oponen al establecimiento de las escuelas de la paz, del desarme de odios y de la fraternidad universal.


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