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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.

Leavenworth, Kansas.

Mayo 23 de 1922.

Señorita Elena White.

Nueva York, N. Y.

Mi querida camarada:

Recibí tu muy querida carta del 4 de este mes, así como la muy bien escrita por la querida camarada Gladys Greiner. Cuánto siento no poder escribir a ella; espero, mi querida camarada, que tú le explicarás mi situación. Ella me escribió compañero rebelde ... ¡Qué fina es! pues considero el tratamiento como una galantería. Envío a ella las gracias por la carta y el libro.

No he leído Pan debe ser un libro hermoso, y puedes envíarmelo. Tengo hambre de buena literatura; mejor dicho, de hermosa literatura. ¿Es algo de provecho escrito por Mauricio Maeterlinck, Anatole France, Henri Barbusse, Romain Rolland o Andrés Latzk? Si es así, te suplico me digas los títulos de las obras. Estoy leyendo Tres soldados por Juan Dos Pasos. Me agrada este libro. No sé quién es Dos Pasos; pero por el nombre, yo presumo que es descendiente de portugués. Es maravilloso.

Sí, el señor Weinberger tuvo la bondad de informarme la acción tomada por el Encargado de Negocios de México; pero hasta hoy no se ha hecho sentir su influencia. Y yo observo y espero tan pacientemente como puedo, teniendo como mi único consuelo que mientras yo espero otros obran, y que las circunstancias obran igualmente. Mientras estoy inactivo en mi calabozo, el tiempo trabaja, cambiando las cosas y los seres en polvo, creando nuevos, transformando los ya creados. Él trabaja ... ¿no es en esta nueva arruga agregada a mi cara el testimonio de sus dedos ocupados? Y estos nuevos hilos plateados que brillan tristamente en mi crín, ¿no están proclamando la creación, modelación, desarrollo incesante, transformando las cosas, y los seres y las instituciones?; y en la sombra crepuscular de mi calabozo yo sonrío lleno de confianza en un futuro mejor, lleno de fe en la liberación final del animal humano de esta carga pesada de supersticiones y tradiciones y prejuicios que obstruyen su entrada franca y resuelta en el reino de la vida, la cual para mí significa placer, que para todos los seres sensibles, por inferiores que se consideren en la escala zoológica, significa placer, placer, placer ... Y como conjurados por la fuerza de mi convicción, o como para ilustrar mejor la mustia meditación a la cual confío esta hoja de papel, ahí viene a través de la ventana una agitación de alas, y el alegre gorgojeo de una parvada de gorriones, y pienso: el fin de la sensibilidad es el placer ...

En este momento me llegaron las alegorías enviadas por Gladys y las golosinas enviadas por tí. Gracias, mis buenas amigas, gracias.

Sí, aqui también hace calor, y me siento con la esperanza de ganar unas cuantas libras del peso que he perdido; no las ganaré por cierto. Está lloviendo como cuando me escribiste, y el ruido acompasado de las gotas de agua al caer sobre las numerosas vidrieras de las ventanas, apacigua mis nervios y llena de paz mi corazón. Mis recelos desaparecen y mi impaciencia se disipa, y veo que continúa la lucha amarga entre la razón y el error, lleno de confianza en el triunfo de la primera. No me siento bien; me duele la cabeza y tengo fiebre; pero tengo esperanza que el tiempo caliente sea benéfico para mi salud.

Deseaba escribirte una carta excelente pero el dolor de cabeza no me permite satisfacer mi deseo. Así es que cierro aquí mi misiva insípida. ¡Oh, muchas gracias por la flor!

Con mi cariño para todos los camaradas y con la esperanza de que pasará inadvertido lo feo de esta carta, termino con mi cariño de camarada para tí.

Ricardo Flores Magón

P. S. Leí Risa roja por Leonides Andreiev, y veo que Brentano se vende. El que obtiene un bofetón por el mismo maravilloso escritor. Yo desearía conseguir esta comedia.


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