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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.

Leavenworth, Kansas.

Febrero 22 de 1921.

Señorita Elena White.

Nueva Yory, N. Y.

Mi querida camarada:

Aunque me aconsejas que no conteste tus cartas, pensando que eso puede lastimar mis ojos, no puedo abstenerme de hacerlo. Para mi es un placer escribir a los que amo, y tu, Elena, eres uno de ellos. Además, puedo calmar tus temores, mis ojos no me duelen. En ciertas ocasiones me da una punzada en ellos y eso es todo. En cuanto al doctor, ya no ha vuelto, y hace bien, no lo necesito ahora, y su venida sería un gasto absolutamente innecesario; un despilfarro de dinero. Las cataratas tienen que madurar por sí mismas, y entretanto no hay más remedio que esperar.

Sí, supe que Mollie y los demás camaradas consiguieron que sus sentencias fueran reducidas. En cuanto a mí, no espero nada favorable, después de que se falló en contra del caso de Rivera. Seguramente que a él se le considera menos culpable que a mí, puesto que se le impusieron solamente 15 años. Quizá la nueva Administración nos ponga en libertad, tal vez ... Si eso sucede, daremos crédito al milagro de la conveniencia, no de la justicia.

Comprendo perfectamente tu desagrado al ver cuantos camaradas sostienen al gobierno de Lenin y Trotsky. No estoy naturalmente en favor de la intervención de los aliados en Rusia; debemos oponernos a ella, pero también debemos abstenernos de mostrar a la tiranía marxiana como un medio de obtener la libertad. La tiranía no puede engendrar más que tiranía. Lo mejor es intensificar la propaganda de nuestro ideal hasta lo último. Esto es lo que más se necesita, porque somos muy pocos, y si cierto número de nosotros gasta sus energías en la propagación del maximalismo, nuestra causa sufrirá un retroceso terrible. Sí, comprendo tu contrariedad, mi buena Elena; eres pura, sincera y muy inteligente. Pero no te apenes. Si algunos o muchos de nuestros hermanos desertan, otros vendrán a nuestro lado, y si ninguno viene, no hay que desesperar, porque tarde o temprano la intoxicación marxiana decaerá y las mentes desapasionadas adoptaran el ideal que en su borrachera habían menospreciado. Nuestro ideal no puede perecer porque es la expresión del anhelo del alma humana por la libertad, por la libertad ilimitada. Las masas, que tan fácilmente se extravían porque sienten pero no piensan, pueden adoptar cualquier otro sistema social y político para calmar por algún tiempo ese penoso anhelo por la libertad; pero no conseguirán verse aliviadas de su tormento, y finalmente comprenderán que nuestro ideal es el único que puede garantizar la inviolabilidad de la dignidad humana. No desespero, y menos lo haría al ver almas jóvenes tan bellas como la tuya, conservando valientemente la pureza del ideal. Tengo confianza en ti. Pueden dejarte sola; todos podrán abandonarte, porque la cobardía humana siempre sigue la dirección que opone menor resistencia; pero tu, estoy seguro, permanecerás firme.

Una águila impulsando a los gorriones que se convierten en águilas. Remóntate, remóntate, mi hermosa y joven águila; sé tu misma. Remóntate, remóntate, que, para verte, el rebaño tendrá que levantar la cabeza. Remóntate, remóntate; que la bestia humana se vea obligada a mantenerse sobre sus piernas traseras, y bien erguida y con su frente hacia el sol para mirar tu belleza. Sé tu misma; si almas engañadas te huyen como ridícula o extravagante, porque el pobre rebaño no puede comprender a las almas independientes, a los corazones sin miedo, no temas verte sola. Ve a los campos y conversa con tus hermanas las flores, ellas son buenas, ellas no huirán de ti, y para tus palabras de amor tendrán siempre belleza y fragancia. ¿Sola? No; ninguno está solo en el corazón de la naturaleza, con tal de que sienta y piense; con tal de que uno se de cuenta de su cercano esco con el ave y la bestia, la planta y el árbol; con tal de que uno comprenda que la Tierra es también un cuerpo celestial, y el cometa su hermano, y la estrella su hermana. Sola, cuando hasta la humilde hoja de la yerba, brotando de la hendidura de la roca o del cuarteado muro, envía a nuestro corazón una viva emoción ...

Sola, cuando el desnudo risco a nuestros pies nos dice la historia de nuestro origen común, y uno no puede menos que sentir por ello confraternidad y amor ...

Sola, cuando el océano llena el pecho de uno con la majestad de su poderoso latido ... No, nadie está solo si solamente comprende la vida. Así pues, sé tu misma, mi querida joven águila, que un día estos gorriones, conscientes de tu serenidad y grandeza, aspirarán a ser águilas también ...

Con cariño para Erma, el resto de los camaradas y tu, quedo como siempre tu camarada, que admira tu devoción a nuestro ideal.

Ricardo Flores Magón


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