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EN POS DE LA LIBERTAD

Enrique Flores Magón

PENSEMOS EN EL FUTURO



La revolución social mexicana es un acontecimiento de gran trascendencia para las futuras luchas del proletariado universal por la conquista del pan. De su triunfo o su derrota depende mucho la suerte del esclavo mundial.

México es un país de inmensas riquezas naturales cuya posesión absoluta daría en el futuro, predominio indisputable sobre el mundo a la clase capitalista.

Humboldt, al decir que el indio mexicano es un pobre haraposo sentado sobre una fabulosa riqueza, tenía razón. En los veintisiete Estados, tres Territorios (*) y un Distrito Federal en que políticamente se dividen los Estados Unidos Mexicanos, se encuentran innumerables minas, estando en veintiséis de ellos muchas de bastante consideración y que serían de grandísima utllldad para una sociedad libre porque rinden considerable producción de carbón de piedra, cobre y hierro. De este último metal, el hierro, hay un depósito de fama universal, el Cerro del Mercado, a las orillas de la ciudad de Durango, capital del Estado del mismo nombre, que es una montaña de seiscientos cuarenta pies de alto, mil cien de ancho y cuatro mil ochocientos de largo, siendo toda una sólida masa de hierro que por muchísimos años puede abastecer a las necesidades de toda la humanidad.

También hay entre los productos minerales, platino, grafito, azufre, sodio, mármol, asfalto, petróleo, etc. De este último, el petróleo, con lo que produce una sola región, la de Tampico, Estado de Tamaulipas, basta para abastecer al mundo entero por muchísimos años también.

Minas de oro y de plata se encuentran en abundancia en México. La flora mexicana es sorprendentemente variada, gracias a que hay en México regiones frías, templadas y tropicales que permiten que haya una gran variedad de granos, plantas y árboles útiles, ya por sus frutos alimenticios, ya por sus virtudes medicinales, o por dar materias primas para las industrias y demás ramos de la actividad humana.

Aquí cabe decir que aunque a México se le describe como un país netamente agricultor, también tiene una industria bien desarrollada que basta para suplir las demandas locales.

México es famoso por sus extensos bosques vírgenes, poblados de árboles frondosos y copudos cuyo follaje hace la noche en pleno día, cuando el sol quiebra sus rayos en las más altas ramas de los robustos árboles mientras que el hombre, machete y tea encendida en mano, tiene que hacerse paso entre aquella maleza de exhuberante vegetación.

La fauna mexicana es de una variedad bastante grande también, gracias asimismo a las diferentes clases de climas, habiendo por lo tanto una diversidad maravillosa de piezas de caza grandes y chicas.

Actualmente todas esas fuentes de riqueza están en poder de la burguesía, pero sin explotar en gran parte.

Más, si por una u otra circunstancia la revolución social mexicana es aplastada, todas esas riquezas entrarán a ser objeto de explotación en una infinitamente mayor escala y la miseria espantosa a que quede reducido el proletariado mexicano si triunfa el capitalismo, forzará a los esclavos sometidos a trabajar ya no solamente por irrisorios salarios de unos cuantos centavos al día, sino hasta por un mendrugo de pan endurecido.

Habrá, pues, esclavos que trabajen tan barato como nunca se ha visto, y habiendo también a la mano materias primas en abundancia, la burguesía se apresurará a aprovechar esas circunstancias favorables para obtener artículos que paguen fabulosos dividendos, a cuyo cebo la burguesía internacional hará de México el centro de producción del mundo, dejando por lo mismo sin trabajo a los proletarios de las demás naciones, o forzándolos a trabajar también por un mendrugo de pan, lo que, en pocas palabras, significa que si en México triunfa al fin la burguesía, no seremos los mexicanos las únicas víctimas, sino que los proletarios de todas partes del mundo también lo serán.

Antes que la India cayese entre las uñas de la burguesía inglesa, los trabajadores ingleses no sufrían las grandes miserias que sufren hoy que la India está siendo explotada y los indues trabajan casi por un mendrugo de pan.

Y en México, no serían nada más los capitalistas de una sola nación los que se dedicarían a explotar la baratura de la mano de obra y materias primas, sino los de todas las naciones principales del mundo que en esa región tienen y adquieren propiedades protegidas por la ley. Por lo mismo, no serían solamente los obreros de Inglaterra o Francia, de Alemania o España u otras naciones los que serían afectados por las nuevas condiciones económicas en México, sino que, en realidad, también los de todas las demás regiones del mundo. El triunfo del capitalismo en México y la derrota del proletariado mexicano serían, pues, el triunfo del capitalismo mundial y la derrota y miseria de los proletarios de todo el mundo.

Veremos ahora lo que en el futuro significaría el triunfo de la revolución social mexicana para la emancipación del obrero mundial.

La primera consecuencia sería el debilitamiento de la burguesía en toda la línea. Derrotada en México, tendría que batirse en retirada en los demás países ante el empuje de las huestes proletarias que alentadas por el triunfo de sus hermanos mexicanos, redoblarían sus demandas que, de ser atendidas las induciría a exigir más, y de ser negadas las enardecería más hasta decidirse a seguir el ejemplo heroico del indio mexicano y lanzarse también a la lucha armada por Tierra y Libertad.

La influencia moral que en el proletariado mundial ejercería el triunfo de la revolución social mexicana es bien fácil de suponerse; de ahí que no insista yo en demostrarla. Básteme, por lo tanto, llegar sólo a la conclusión de que los trabajadores de los demás países terminarán por levantarse en armas, para exterminar de una vez ia sociedad burguesa.

Llegado a esta conclusión entra lo que me interesa presentar en este escrito.

Así como esas grandes riquezas que encierra el suelo mexicano pueden ser arma mortal esgrimida contra los trabajadores si la clase capitalista queda triunfante al fin de la contienda, de la misma manera será arma mortal contra la burguesía en las manos de los proletarios emancipados.

Imagínese las maravillas que pueden hacerse en una sociedad libre con las inmensas riquezas naturales con que cuenta México.

Una vez libres los mexicanos de todo yugo, capitalista, autoritario y religioso, y viviendo dentro del comunismo anárquico que en México es fácil de implantar gracias a la inclinación de la raza en ese sentido, por tradición e instinto, según lo hemos demostrado ya otras veces en Regeneración, será fácil darle un impulso vigoroso a la producción de cuanto sea necesario para ayudar a los rebeldes que en otras naciones se decidan a empuñar las armas para conquistar su emancipación económica, política y social.

En interés de nosotros mismos los proletarios mexicanos, estará ayudar a libertarse a los proletarios del resto del mundo, si no queremos estar en pie de guerra constantemente, prevenidos contra cualquier asalto de la burguesía dominadora aún en otras regiones. Así, pues, no sólo por cumplir con nuestro deber de solidaridad, sino también por conveniencia, estará ayudar.

Y nuestra ayuda podrá ser valiosa siendo México inmensamente rico y estando trabajado por individuos libres, agrupados en comunidades libres y hermanas; la producción, como antes digo, será bastante grande en todos los ramos de la actividad humana, pues aunque el compañero Alberto Letras dice en Volontá, periódico editado por Enrique Malatesta en Ancona, Italia, que los mexicanos somos semisalvajes, conocemos lo bastante de artes, ciencias e industrias, para sacar buenas ventajas de nuestro trabajo libre.

De las minas mexicanas pueden extraerse innumerables toneladas de metal para construir fusiles, cañones, ametralladoras, balas, torpedos, torpederos, acorazados y cuanto sea necesario para poner en ventajoso pie de guerra a poderosos ejércitos de trabajadores en todo el mundo; fusiles, cañones, ametralladoras, balas, etc., etc., que nuestros hábiles artesanos mexicanos podrán construir de tan buena calidad como los mejores. Los extensos y vírgenes bosques mexicanos contienen mucho más de la necesaria madera para esos trabajos.

Pólvora y dinamita y demás explosivos podrán ser manufacturados en grandísima escala. También habemos muchos semisalvajes que sabemos hacerlos, sobre todo en el Estado de Durango y en el Distrito Federal, donde hay fábricas especialistas en ese ramo, y en este último, hay a la vez una gran fábrica de armas de todos calibres.

De las vastas campiñas mexicanas pueden levantarse cosechas suficientes no solamente para alimentar a los beligerantes, sino al mundo entero también, y obtenerse las materias primas necesarias que en las fábricas del mismo país pueden ser trabajadas para vestir a los revolucionarios del mundo y atender a todas sus necesidades.

Carbón de piedra y petróleo, habrá bastante para mover los barcos y locomotoras de los rebeldes.

Y también, estoy seguro, habrá entusiastas anarquistas mexicanos que vayan al combate a ayudar a sus hermanos de otras partes, con la palabra y con la acción a emanciparse.

En pocas palabras: México, una vez libres sus habitantes, puede ser la base militar de operaciones y abastecimiento de las huestes obreras insurreccionadas y un gran centro de propaganda mundial.

En nuestra opinión, la revolución social mexicana es un acontecimiento de gran trascendencia en el movimiento obrero universal, de cuyo triunfo o derrota depende mucho la suerte del esclavo mundial y de ahí que nosotros a pesar de tantos insultos, sospechas, dudas, persecuciones, peligros, traiciones, intrigas, acechanzas, hambres y miseria que de tantos años atrás venimos sufriendo, continuamos luchando a brazo partido no solamente contra el enemigo común sino aún con los que debieran ayudarnos ya que la dragonean de revolucionarios; firmes en nuestros puestos, esforzándonos por encauzar hacia el comunismo anárquico ese grandioso movimiento revolucionario que se está desarrollando en México.

La empresa es peligrosa y difícil. Lo reconocemos, bien, pero no hay obstáculos ni dificultades que no se venzan con una voluntad firme y tenaz.

Los liberales mexicanos, por nuestras convicciones, bien arraigadas, y, por nuestra idiosincracia de indios, somos tenaces y nuestra voluntad templada por las vicisitudes de la vida, es de acero. De ahí que, aunque nos dejasen solos, frente a las hordas del capitalismo internacional, los camaradas del resto del mundo, seguiremos de frente animados y tenaces, hallando fuerzas aún, al caer atravezados por las balas mercenarias, para morir gritando: ¡Adelante! ¡Viva Tierra y Libertad!

(De Regeneración, del 13 de junio de 1914. N° 192).


Notas

(*) Se refiere a Baja California norte, Baja California sur y Quintana Roo (NdE)
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