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Diálogo en el infierno entre
Maquiavelo y Montesquieu
Maurice Joly

LIBRO SEGUNDO

DIÁLOGO DECIMOQUINTO


Montesquieu

A pesar de que hemos recorrido un vastísimo círculo, a pesar de que ya lo habéis organizado casi todo, no debo ocultaros que os queda aún mucho por hacer para tranquilizarme por completo acerca de la duración de vuestro poder. Lo más asombroso del mundo, es que le hayáis dado por base el sufragio popular, es decir, el elemento por naturaleza más inconsistente que conozco. Entendámonos bien, os lo ruego; ¿me habéis dicho que erais rey?

Maquiavelo

Sí, rey.

Montesquieu

¿Vitalicio o hereditario?

Maquiavelo

Soy rey, como se es rey en todos los reinos del mundo, rey hereditario con una descendencia llamada a sucederme de varón en varón, por orden de progenitura, con perpetua exclusión de las mujeres.

Montesquieu

No sois galante.

Maquiavelo

Permitid, me inspiro en las tradiciones de la monarquía franco-salia.

Montesquieu

¿Me explicaréis, supongo, cómo creéis poder hacerla hereditaria, con el sufragio democrático de los Estados Unidos?

Maquiavelo

Sí.

Montesquieu

¡Cómo! ¿Esperáis, con ese principio, comprometer la voluntad de las generaciones futuras?

Maquiavelo

Sí.

Montesquieu

Lo que desearía saber, en cuanto al presente, es de qué manera saldréis del paso con este sufragio, cuando se trate de aplicarlo para la designación de los funcionarios públicos.

Maquiavelo

¿Qué funcionarios públicos? Bien sabéis que, en los Estados monárquicos, es el gobierno quien nombra a los funcionarios de todas las jerarquías.

Montesquieu

Depende de qué funcionarios. Los que están a cargo de la administración de las comunas son, en general, elegidos por los habitantes, aun bajo los gobiernos monárquicos.

Maquiavelo

Esto cambiará por medio de una ley; en el futuro serán designados por el gobierno.

Montesquieu

Y los representantes de la nación ¿también los nombráis vos?

Maquiavelo

Bien sabéis que eso no es posible.

Montesquieu

Entonces os compadezco, porque si abandonáis el sufragio a su propia suerte, si no encontráis alguna nueva combinación, la asamblea de los representantes del pueblo, bajo la influencia de los partidos, no tardarán en llenarse de diputados hostiles a vuestro poder.

Maquiavelo

Por la misma razón, ni en sueños dejaría el sufragio librado a sus propios medios.

Montesquieu

Me lo esperaba. Más ¿qué combinación adoptaréis?

Maquiavelo

El primer paso consiste en comprometer con el gobierno a quienes quieren representar al país. Impondré a los candidatos un juramento solemne. No se trata de un juramento prestado a la nación, como lo entendían vuestros revolucionarios del 89; quiero un juramento de fidelidad al príncipe mismo y a su constitución.

Montesquieu

Mas puesto que en política no os asusta violar los vuestros, ¿cómo podéis esperar que ellos se muestren, a este respecto, más escrupulosos que vos mismo?

Maquiavelo

No confío demasiado en la conciencia política de los hombres; confío en el poder de la opinión: nadie osará envilecerse ante ella faltando abiertamente a la fe jurada. Menos se atreverán aún, si tenéis presente que el juramento que impondré precederá a la elección en lugar de seguirla y que, en tales condiciones, nadie que no esté por anticipado dispuesto a servirme, tendrá excusas para acudir a conseguir el sufragio. Es preciso ahora proporcionar al gobierno los medios para resistir a la influencia de la oposición, para impedir que diezme las filas de quienes quieren defenderlo. En los períodos electorales, los partidos acostumbran a proclamar sus candidatos y a colocarlos frente al gobierno; haré como ellos, tendré candidatos declarados y los colocaré frente a ellos.

Montesquieu

Si no fueseis todopoderoso, el medio sería abominable, pues ofreciendo el combate abiertamente, vos provocáis los golpes.

Maquiavelo

Es mi intención que los agentes del gobierno, desde el primero hasta el último, se consagren a hacer triunfar a mis candidatos.

Montesquieu

Es lo natural, la lógica consecuencia.

Maquiavelo

En esta materia, todo cobra singular importancia. Las leyes que establecen el sufragio Son fundamentales; la forma en que se otorga el sufragio es fundamental; la ley que determina la forma de emitir las boletas de sufragio es fundamental. (El espíritu de las leyes, libro II y sig., cap. II y sig.).

¿No fuisteis vos quien dijo esto?

Montesquieu

No siempre reconozco mi lenguaje cuando pasa por vuestra boca; me parece que las palabras que citáis se aplicaban al gobierno democrático.

Maquiavelo

Sin duda, pero ya habéis podido observar que mi política esencial consistía en buscar el apoyo del pueblo; que, si bien llevo una corona, mi propósito real y declarado es representar al pueblo. Depositario de todos los poderes que me ha delegado, su verdadero mandatario soy en definitiva yo y sólo yo. Quiere lo que yo quiero, hace lo que yo hago. Es indispensable, en consecuencia, que durante los periodos electorales no puedan las facciones hacer valer su influencia en sustitución de aquella de la cual yo soy la personificación armada. Por tal razón, he procurado hallar aún otros medios de paralizar sus esfuerzos. Preciso es que os diga, por ejemplo que la ley que prohíbe las reuniones se aplicará naturalmente a aquellas que pudieran celebrarse con motivo de las elecciones. De esta manera, los partidos no podrán ni ponerse de acuerdo, ni entenderse.

Montesquieu

¿Por qué ponéis siempre por delante a los partidos? So pretexto de imponerles trabas, ¿no es por ventura a los electores mismos a quienes las imponéis? Los partidos, en definitiva, no son más que agrupaciones de electores; y si los electores no pueden esclarecerse por medio de reuniones, de discusiones, ¿cómo podrán votar con conocimiento de causa?

Maquiavelo

Veo que ignoráis con qué arte infinito, con cuánta astucia las pasiones políticas que desbaratan las medidas prohibitivas. No os inquietéis por los electores, los que estén animados por buenas intenciones siempre sabrán por quien votar. Además sabré ser tolerante; no solo no prohibiré las reuniones que se celebren en interés de mis candidatos, sino que hasta cerraré los ojos frente a las maniobras de ciertas candidaturas populares que se agitarán estruendosamente en torno a la consigna de la libertad; claro está que, debo decíroslo, quienes más fuerte gritarán serán hombres adictos a mí.

Montesquieu

Y el sufragio mismo, ¿cómo lo reglamentáis?

Maquiavelo

Ante todo, en lo que atañe a las regiones rurales, no deseo que los electores vayan a votar a los centros de aglomeración donde podrán ponerse en contacto con el espíritu de oposición de los burgos o ciudades y recibir, de este modo, la consigna proveniente de la capital; haré que se vote por comunas. El resultado de esta combinación, tan simple en apariencia, será no obstante considerable.

Montesquieu

Fácil es comprenderlo: obligáis al voto campesino a dividirse entre celebridades insignificantes o a volcarse, en ausencia de nombres conocidos, en los candidatos designados por vuestro gobierno. Mucho me sorprendería si, en este sistema, despuntaran muchas capacidades o talentos.

Maquiavelo

Menos necesidad tiene el orden público de talentos que de hombres adictos al gobierno. La capacidad suprema reside en el trono y entre los hombres que lo rodean; en cualquier otra parte es inútil, hasta nociva, diría, porque sólo se le utilizará en contra del poder.

Montesquieu

Vuestros aforismos son tajantes como una espada; no encuentro argumentos para oponeros. Reanudad pues, os lo ruego, la descripción de vuestro reglamento electoral.

Maquiavelo

Por las razones que acabo de explicaros, tampoco quiero que haya escrutinio de lista, que falsee la elección, que permita la coalición de hombres y principios. Por lo demás, dividiré los colegios electorales en un determinado de circunscripciones administrativas, en las cuales sólo habrá lugar para la elección de un diputado único y donde, por lo tanto, cada elector no podrá inscribir en su papeleta más que un solo nombre.

Es imprescindible, además, tener la posibilidad de neutralizar a la oposición en aquellas circunspecciones donde su influencia se haga sentir en demasía. Supongamos, por ejemplo, que en las elecciones anteriores se haya hecho notar por una mayoría de votos hostiles, o que existan motivos para prever que se pronunciará contra los candidatos del gobierno; nada más fácil de remediar; si dicha circunspección tiene un reducido volumen de población, se le incorpora a una circunspección vecina o alejada, pero mucho más extensa, en la cual sus votos se diluirán, su espíritu político se dispersará. Si, por el contrario, la circunspección hostil tiene una importante densidad de población, se la fracciona en varias partes que se anexan a las circunspecciones vecinas, en las cuales se perderá totalmente.

Prescindo, como comprendéis, de una multiplicidad de aspectos de detalle que no son otra cosa que los accesorios del conjunto. Así, dividido, si es preciso, los colegios en secciones de colegios, para dar más pie, cuando ello sea necesario, a la acción de la administración, y hago presidir los colegios y las secciones de los colegios por los funcionarios municipales cuya designación depende del gobierno.

Montesquieu

Observo, no sin sorpresa, que no aplicáis una medida que sugeríais antaño a León X, y que consiste en hacer sustituir inmediatamente después del comicio, por los encargados de realizar el escrutinio, las papeletas de sufragio.

Maquiavelo

Hoy en día quizá resultará difícil, y creo que este medio no debe utilizarse sino con la mayor prudencia. Por lo demás, ¡un gobierno hábil dispone de tantos otros recursos! Sin comprar directamente el sufragio, es decir, dinero en mano, nada le será más fácil que hacer votar a las poblaciones a su antojo por medio de concesiones administrativas, prometiendo aquí un puerto, allí un mercado, más lejos una carretera, un canal; y a la inversa, no haciendo nada por aquellas ciudades y burgos donde el voto será hostil.

Montesquieu

Nada tengo que reprochar a la profundidad de tales combinaciones; más ¿no teméis que se diga que ora corrompéis, ora oprimís el sufragio popular? ¿No teméis arriesgar vuestro poder en luchas en las que siempre se verá tan directamente comprometido? La mínima superioridad lograda sobre vuestros candidatos significará una clamorosa victoria que pondrá en jaque a vuestro gobierno. Lo que no cesa de inquietarme por vos es que os veo siempre, en todas las cosas, obligado al éxito, so pena de desastre.

Maquiavelo

Es el temor el que habla por vos; tranquilizaos. He llegado tan lejos, tantas cosas he logrado, que no puedo perecer por lo infinitamente pequeño. El grano de arena de Bossuet no está hecho para los políticos auténticos. He avanzado tanto en mi carrera que podría, sin riesgo, desafiar hasta las tempestades; ¿qué pueden, entonces, significar las ínfimas trabas administrativas a que os referís? ¿Creéis que tengo la pretensión de ser perfecto? ¿Ignoro acaso que a mi alrededor se cometerá más de una falta? No, no podré, sin duda, evitar que haya aquí y allá, algún pillaje, algunos escándalos. ¿Acaso eso impedirá que el conjunto de las cosas marche y marche bien? Lo esencial es mucho menos que no cometer ninguna falta, que sobrelleven la responsabilidad de dicha falta con una actitud enérgica que infunda respeto a los detractores. Aun en el caso de que la oposición lograse introducir en mi Cámara algunos declamadores ¿qué podría importarme? No soy de los que pretenden soslayar las necesidades de su época.

Uno de mis grandes principios es el de poner a los semejantes. Así como combato la prensa, de la misma forma combatiré a la tribuna; tendré a mi disposición un número suficiente de hombres diestros en oratoria, capaces de hablar sin detenerse durante varias horas. Lo esencial es tener una mayoría compacta y un presidente digno de confianza. Para dirigir los debates y obtener el voto se requiere de un arte muy singular. ¿Acaso necesitaré recurrir a los artificios de la estrategia parlamentaria? De cada veinte miembros de la Cámara, diecinueve serán adictos a mí. Y todos ellos votarán de acuerdo con una consigna; mientras tanto, yo mismo moveré los hilos de una oposición ficticia y clandestinamente sobornada; después de esto, que vengan a pronunciar elocuentes discursos: entrarán por los oídos de mis diputados como entra el viento por el ojo de una cerradura. ¿Queréis que os hable ahora de mi Senado?

Montesquieu

No, sé por Calígula lo que podrá ser.
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