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La nueva Atlántida

Quinta parte



Tres días después volvió a buscarme mi amigo y al verme me dijo:

- Sois un hombre feliz. El padre de la Casa de Salomón, enterado de vuestra estancia aquí, me ordena deciros que recibirá a toda vuestra compañía y que desea celebrar una conferencia con aquel de vosotros que indiquéis, para lo cual ha señalado el día de pasado mañana, y como es su propósito daros también la bendición, la recepción ha de celebrarse a hora temprana.

En nuestro día y hora señalados, acudimos puntualmente a la cita siendo yo el elegido por mis compañeros para la conferencia privada. Encontramos al padre en una habitación con ricos doseles y alfombras, pero sin gran aparato. Estaba sentado sobre un lujoso trono de poca altura y tenía sobre la cabeza una rica tela de ceremonia de satén azul bordado. Le acompañaban sólo dos pajes de honor, uno a cada lado del trono, elegantemente ataviados de blanco. Las vestiduras interiores del padre eran semejantes a las que llevaba en la carroza, pero en lugar de la túnica se envolvía en un manto con esclavina del mismo fino paño negro. Al entrar, como nos habían enseñado, todos saludamos profundamente, y él al acercamos a su silla levantó su mano desenguantada en ademán de bendición, mientras nosotros, inclinados, besábamos el borde de su esclavina. Hecho lo cual todos, menos yo, partieron, y el padre, después de despedir a los pajes, me hizo sentar a su lado y en lengua española me habló así:

- Dios te bendiga, hijo mío: voy a darte la joya de más valor que poseo, pues por el amor de Dios y de los hombres voy a revelarte los secretos de la Casa de Salomón, y para darte a conocer, hijo, la gran omnipotencia de esta nuestra Casa de Salomón, llevaré el orden siguiente:

Primero te daré cuenta del objeto de nuestra fundación.
Segundo, de las preparaciones e instrumentos que tenemos para nuestros trabajos.
Tercero, de los varios empleos y funciones a los que nuestros compañeros están destinados.
Y cuarto, de las ordenanzas y ritos que observamos.

El objeto de nuestra fundación es el conocimiento de las causas y secretas nociones de las cosas y el engrandecimiento de los límites de la mente humana para la realización de todas las cosas posibles.

Las preparaciones e instrumentos son los siguientes: tenemos grandes cuevas de distintas profundidades; las más hondas de seiscientas brazas y como algunas han sido excavadas bajo grandes colinas y montañas, si se suma la profundidad de la colina y la profundidad de la cueva, el total de algunas pasa de tres mil, pues a nuestro juicio la profundidad de una colina y la de una cueva con relación a la llanura es la misma, pues ambas se encuentran igual de remotas del sol, del fulgor de los cielos y del aire libre. Llamamos a estas cuevas región subterránea y las utilizamos para coagulaciones, endurecimientos, refrigeración y conservación de cuerpos. También para la imitación de minas naturales y producción de nuevos metales artificiales que hacemos combinando materias que luego dejamos allí enterradas varios años. Y algunas veces, aunque parezca extraño, nos son útiles para curar algunas enfermedades, así como para prolongar la existencia. Algunos ermitaños que decidieron vivir en ellas, bien provistos de todo lo necesario, prolongaron largo tiempo sus días y nos enseñaron muchas cosas.

Tenemos también, en distintas tierras, hoyos, donde depositamos, como hacen los chinos con sus porcelanas, diversos cementos. Y también gran variedad de compuestos y abonos, para hacer la tierra más fértil.

Tenemos altas torres, las mayores de más de media legua de altura, algunas instaladas también sobre elevadas montañas, de modo que la ventaja de la colina sumada con la de la torre, llega en las más altas a tres leguas por lo menos. A estos lugares los llamamos región alta, considerando el aire entre la región alta y la subterránea como una media región.

Estas torres las utilizamos de acuerdo a sus distintas alturas y situaciones, para aislamientos, refrigeración y conservación, y para el estudio de diversos meteoros -como vientos, lluvias, nieve, granizo- y algunos meteoros ardientes. En algunas hay también sobre ellas moradas para ermitaños a los cuales visitamos algunas veces y nos instruyen sobre sus observaciones.

Tenemos grandes lagos así de agua salada como dulce, que nos proporcionan peces y aves y que también utilizamos para enterrar algunos cuerpos, pues entre las cosas enterradas en tierra, o en el aire bajo las cuevas, y las enterradas en el agua, se observan varias diferencias. También tenemos estanques, de algunos de los cuales se extrae agua pura de la salada y otros en que el agua pura se convierte en salada.

Tenemos rocas en medio del océano, y en las costas bahías para aquellos trabajos en que es necesario el aire y vapor del mar. Tenemos fuertes corrientes de aire y cataratas que nos sirven para varios fines y máquinas para multiplicar y reforzar los vientos, útiles igualmente para distintos propósitos.

Tenemos una porción de fuentes y manantiales artificiales, hechos a imitación de los naturales y baños con soluciones de vitriolo, sulfuro, acero, bronce, plomo, nitro y otros minerales además, pequeños manantiales de infusiones de muchas cosas, donde las aguas adquieren virtudes particulares más rápidamente y mejor que en vasijas o depósitos.

Y entre éstos tenemos uno de agua a la cual llamamos del Paraíso, porque es un medio soberano para la salud y prolongación de la vida.

Tenemos grandes y espaciosos edificios, donde imitamos y demostramos meteoros -como nieve, granizo, lluvia, y hasta lluvias artificiales de cuerpos, truenos, relámpagos y también reproducimos en el aire cuerpos como ranas, moscas y otros varios.

Tenemos ciertas cámaras a las que llamamos cámaras de salud, donde modificamos el aire según creemos bueno y conveniente para la cura de diversas dolencias y para la conservación de la salud.

Tenemos amplios y hermosos baños de varias mezclas; unos para curar enfermedades y restablecer el cuerpo del hombre de arefacción, y otros para el fortalecimiento de los nervios, partes vitales y el propio jugo y sustancia del cuerpo.

Tenemos grandes y variados huertos y jardines, donde más que de la belleza nos preocupamos de la variedad de la tierra y de los abonos apropiados para los diversos árboles y yerbas. En algunos muy espaciosos plantamos árboles frutales y fresas, de los que hacemos diversas clases de bebidas, a más de vino de las viñas. En ellos ensayamos también todo género de injertos y fertilizaciones, así de árboles salvajes como de árboles frutales, consiguiendo gran variedad de efectos. Y en estos mismos huertos y jardines hacemos, artificialmente, que árboles y flores maduren antes o después de su tiempo, y que broten y se reproduzcan con mayor rapidez que según su curso natural. Y también artificialmente los hacemos más grandes y a sus frutos más sabrosos, dulces y de diferente gusto, olor, color y forma. Y a muchos de ellos los hacemos también adquirir virtudes medicinales.

Conocemos los medios para hacer crecer a distintas plantas con mezclas de tierra sin semilla y también para crear diversas plantas nuevas diferentes de lo vulgar, y transformar un árbol o planta en otro.

Tenemos parques y corrales con toda suerte de bestias y pájaros, que no conservamos sólo por recrearnos en su apariencia o rareza, sino también para disecciones y experimentos que esclarezcan ocultas dolencias del cuerpo humano; logrando así varios y extraños resultados como el de prolongarles la vida, paralizar y hacer morir diversos órganos que vosotros consideráis fundamentales, resucitar otros en apariencia muertos y cosas por el estilo. Hacemos también experimentos con los peces ensayando otros remedios, para el bien de la medicina y cirugía. Por artificio los hacemos más grandes o más pequeños de lo que corresponde a su especie, podemos impedir su crecimiento o hacerles más fecundos y robustos o estériles e infecundos. Podemos cambiarles de color, forma y vigor de diversas maneras. Logramos los medios de hacer cópula y combinaciones de distintas clases con las cuales se han producido nuevas especies y no estériles como es la opinión general. Producimos una porción de clases de serpientes, gusanos, moscas y sabandijas, de los cuales algunos prometen en efecto llegar a ser criaturas perfectas como las bestias o pájaros y tener sexo y hasta ser capaces de propagarse. Y todo esto no lo hacemos por azar, sino que conocemos de antemano, según las sustancias y combinaciones, las clases de criaturas que han de surgir.

Estanques donde hacemos experimentos con los peces, semejantes a los antedichos con las bestias y pájaros.

Sitios apropiados para la cría y propagación de aquella clase de gusanos y moscas que son de especial utilidad, tales como para vosotros los gusanos de seda y las abejas.

No quiero cansaros con la enumeración de nuestras fábricas de cerveza, de pan y cocinas donde se hacen díversas bebidas, panes y carnes raras de especiales efectos. Vinos los tenemos de uva y de otros jugos de frutas, de granos, de raíces y de mezclas de miel, azúcar, maná y frutas secas y cocidas; también de la resina de los árboles y de la pulpa de las cañas. Y estas bebidas son de distintas edades, algunas hasta de cuarenta años. También las tenemos elaboradas con varias yerbas, raíces y especias y hasta con varias pulpas y carnes blancas, algunas tan sustanciosas que hay quienes prefieren vivir de ellas sin apenas probar carne ni pan, sobre todo los viejos.

Nos esmeramos especialmente en obtener bebidas compuestas de elementos en extremo sutiles para que se filtren en el cuerpo sin que produzcan resquemor, acidez o ardor; hasta el grado de que hay algunas que aplicadas sobre el dorso de la mano atraviesan en poco tiempo hasta la palma y a pesar de esto son suaves al paladar. También tenemos aguas que sazonamos de la misma manera, haciéndolas nutritivas hasta el punto que son desde luego excelentes bebidas y hay quienes no toman otra cosa. Pan lo tenemos no sólo de diferentes granos, raíces y semillas, sino también de carne y pescado secos con distintas clases de levaduras y condimentos, de tal modo que unos abren extraordinariamente el apetito y otros nutren tanto que muchos viven largo tiempo sin ninguna otra cosa. Y lo mismo respecto a las carnes, pues tenemos algunas tan batidas, maceradas y exentas al mismo tiempo de toda corrupción que el más débil calor del estómago las convierte en buen quilo, mientras que una carne preparada de distinta manera necesitaría un intenso calor.

Tenemos también algunas carnes, panes y bebidas, que permiten al hombre que las toma ayunar mucho tiempo, y otras que su empleo hace la propia carne del cuerpo humano perceptiblemente más firme y flexible y su fortaleza mucho mayor.

Tenemos naturalmente dispensarios y farmacias, pues, como supondréis, con tal variedad de plantas y criaturas vivientes que sobrepasan con mucho las que tenéis en Europa (estamos bien enterados de lo que tenéis), los elementos simples, drogas e ingredientes medicinales son también de una gran variedad. Los tenemos de diversas edades y elaborada fermentación. Con respecto a sus preparaciones, no sólo realizamos todo género de destilaciones y exquisitas separaciones, principalmente mediante suaves calores y filtraciones a través de diversos coladores y sustancias, sino que tenemos también fórmulas exactas de composición por medio de las cuales se unen como si fueran simples y naturales.

Conocemos diversas artes mecánicas ignoradas por vosotros, que nos producen materiales tales como papel, lienzos, sedas, tisúes delicados y trabajos de pluma de brillo maravilloso, tintes excelentes y otras muchas cosas, y también tenemos tiendas así para aquellos artículos de uso corriente como para los que no lo son. Porque habéis de saber que de las cosas antes enumeradas muchas se han divulgado por todo el reino y, aunque fruto de nuestra imaginación, las tenemos al mismo tiempo por modelos y principios.

Tenemos gran diversidad de hornos con distintos grados de calor: violentos y rápidos, fuertes y constantes, suaves y tibios, arrebatados, tranquilos, secos, húmedos, etc. Pero sobre todo, calores que imitan al del sol y al de los cuerpos celestes, que admiten diversas desigualdades y que, como si fueran orbes, aumentan y vuelven a disminuir. Además, calores de estiércol y de vientres y buches de criaturas vivientes y de su sangre y cuerpos, y de hierbas y paja puestas sobre la humedad, de cal incandescente y otras cosas semejantes. También instrumentos que engendran calor por medio de rotaciones. Y nuevos lugares para realizar aislamientos absolutos, y otros, también bajo tierra, que por naturaleza o artificio producen calor. Y todos ellos los utilizamos según la naturaleza de las operaciones que intentamos.

Tenemos salas-perspectivas, donde hacemos demostraciones de luces e irradiaciones de todos los colores. A las cosas incoloras y transparentes, las podemos presentar ante vuestros ojos de todos los colores, no en forma de arco iris, como sucede con las gemas y prismas, sino emanando de ellas mismas. Multiplicamos las luces, que podemos llevar a grandes distancias y las hacemos tan penetrantes que se pueden distinguir las líneas y puntos más pequeños. Combinamos todas las coloraciones de la luz logrando infinidad de ilusiones y engaños de la vista, en figuras, magnitudes y colores; hacemos demostraciones de juegos de sombras. Encontramos también diversos medios, desconocidos todavía para vosotros, de producir luz originalmente de diversos cuerpos. Nos procuramos los medios de ver objetos a gran distancia, como en el cielo o lugares remotos. Podemos presentar las cosas cercanas como distantes y las lejanas como próximas. Tenemos auxiliares para la vista muy superiores a las gafas y anteojos en uso; y lentes e instrumentos para ver cuerpos pequeños y diminutos como la forma y color de pequeñas moscas y gusanos, granos y las imperfecciones de las gemas, que de otro modo no sería posible ver; indispensables también para hacer exámenes de la sangre y orina. Hacemos arcos iris artificiales, halos y círculos alrededor de la luz. Presentamos todo género de reflejos, refracciones y multiplicaciones de objetos por medio de los rayos visuales.

Tenemos piedras preciosas de todas clases, muchas de gran belleza y desconocidas para vosotros, así como cristales y espejos de diversos géneros; algunos de metales y otros de materiales vitrificados. Un gran número de fósiles y materiales en bruto, que vosotros no teneís, como piedra imán de prodigiosas virtudes; y otras raras, tanto naturales como artificiales.

Tenemos cámaras sonoras, donde practicamos y demostramos toda clase de sonidos y sus derivados. Armonías de cuarto de sonido y aún de menos, que vosotros desconocéis. Diversos instrumentos originales de música, algunos de los cuales producen sonidos más suaves que ninguno de los vuestros, tañidos de campanas y campanillas de exquisita delicadeza. Podemos próducir sonidos casi imperceptibles y amplios y profundos, prolongados, atenuados y agudos. Sonidos de una pieza en su origen, los hacemos temblorosos y susurrantes. Imitamos las voces de las bestias y pájaros y toda clase de sonidos articulados.

Tenemos ciertos aparatos que aplicados a la oreja aumentan notablemente el alcance del oído. También diversos y singulares ecos artificiales que repiten la voz varias veces como si rebotara, y otros que la devuelven más alta que la reciben. Instrumentos especiales para transferir sonidos por conductos y tuberías en las más singulares direcciones y distancias.

Fábricas de perfumes, con los cuales hacemos a la vez ensayos de sabores. Podemos, aunque parezca extraño, multiplicar los olores; imitamos olores que extraemos de otras mezclas distintas de aquellas de las que están compuestos. Hacemos imitaciones de sabores que son capaces de engañar el paladar de cualquier hombre. En estas fábricas incluímos también una confitería, donde se elabora toda clase de dulces secos y jugosos, diversos vinos muy agradables, leches, caldos y ensaladas de mucha más variedad que las que teneis vosotros.

También talleres donde se fabrican máquinas e instrumentos para toda clase de fines. En ellos nos ejercitamos en acelerar y perfeccionar el funcionamiento de nuestras maquinarias y en hacerlas y multiplicarlas más fácilmente y con menos esfuerzo por medio de ruedas y otros recursos, logrando construirlas más fuertes y violentas que vosotros, aventajando a vuestros más grandes cañones y basiliscos. Presentamos sistemas e instrumentos de guerra y máquinas de todas clases, así como nuevas mezclas y composiciones de pólvora; como fuegos fatuos inextinguibles que arden en el agua y toda variedad de fuegos artificiales, lo mismo para empleos útiles como de recreo. Imitamos el vuelo de los pájaros, podemos sostenernos unos grados en el aire. Buques y barcos para ir debajo del agua que aguantan la violencia de los mares, cinturones natatorios y soportes. Diversos y curiosos relojes, unos con movimientos de retroceso y otros de movimientos perpetuos. Imitamos los movimientos de las criaturas vivientes con imágenes de hombres, bestias, pájaros, peces y serpientes; tenemos también gran número de otros varios movimientos raros tanto por su uniformidad como por su fineza y sutileza.

Casas-matemáticas, donde están expuestos todos los instrumentos así de geometría como de astronomía, exquisitamente hechos.

Teatros de magia donde se ejecutan los más complicados juegos de manos, apariciones falsas, imposturas e ilusiones con sus falacias. Y, como seguramente comprenderéis, ya que tenemos tantas cosas naturales que mueven admiración, podemos en un mundo de singularidades engañar los sentidos desfigurando las cosas y esforzándonos en hacerlas más milagrosas. Pero detestamos tanto toda impostura y mentira que bajo pena de ignominia y multas, hemos prohibido estas prácticas a todos nuestros compañeros, para que no se muestre ninguna obra o cosa, falseada ni aumentada, sino sólo en su natural pureza y sin ninguna afectación de maravilla.

Éstas son, hijo mío, las riquezas de la Casa de Salomón.

Respecto a los distintos oficios y empleos de nuestros compañeros, hay doce a los que llamamos comerciantes de luz, que hacen viajes al extranjero, bajo los nombres de otras naciones (pues la nuestra la ocultamos), que nos traen libros, resúmenes y ejemplos de los experimentos de otras partes.

Hay otros tres, a los que llamamos los hombres del misterio, que coleccionan los experimentos de todas las artes mecánicas, de las ciencias liberales y también de las prácticas no incluídas en las artes.

Hay otros tres llamados exploradores o mineros, que se dedican a ensayar experimentos nuevos que a su juicio pueden ser útiles.

Otros tres, que llamamos recopiladores, se dedican a dibujar los experimentos de los cuatro primeros. Y otros tres que se consagran al análisis de los experimentos de sus compañeros, estUdiando los medios de extraer de ellos las cosas de uso práctico para el conocimiento de la vida del hombre, así para sus trabajos como para la plena demostración de las causas, medio de adivinación natUral y el fácil y claro descubrimiento de las virtUdes y partes de los cuerpos. A estos los llamamos iluminados o bienhechores.

Luego de diversas reuniones y consultas entre todos nosotros, para estUdiar los anteriores trabajos y colecciones, hay otros tres, que llamamos faros, que asumen la tarea de dirigir nuevos experimentos de más alcance, profundizando más dentro de la natUraleza que los anteriores.

Y otros tres, llamados inoculadores, que deben ejecutar los experimentos seleccionados y divulgarlos.

Por último, hay otros tres que amplían los anteriores descubrimientos por medio de experimentos sobre más altas observaciones, axiomas y aforismos, y a éstos se les llama intérpretes de NatUra.

Tenemos también, como podéis imaginar, novicios y aprendices, para que no falte sucesión a los hombres primeramente empleados; además un gran número de sirvientes y subalternos, hombres y mujeres. Y otra cosa que también hacemos es celebrar consultas sobre qué inventos y experimentos, de los descubiertos por nosotros, deben de hacerse públicos y cuáles no, jurando todos guardar el secreto sobre aquellos que pensamos conveniente ocultar, aunque algunos de estos, a veces, los revelamos al Estado.

Para celebrar nuestras ceremonias y ritos disponemos de dos larguísimas y hermosas galerías: en una de ellas colocamos los modelos y muestras de todo género de las más raras y excelentes invenciones; en las otras instalamos las estatuas de los inventores célebres. Allí tenemos entre ellas la estatUa de vuestro Colón, que descubrió las Indias Occidentales, la del inventor de las naves, la de aquel monje vuestro que inventó la pólvora y la artillería; la del inventor de la música, la del que inventó las létras, la del que inventó las observaciones astronómicas, del inventor de los trabajos en metal, inventor del vidrio, de los gusanos de seda, del vino, el del maíz y el pan, del inventor de los azúcares; y todo esto debido a una tradición más cierta de la que tenéis vosotros.

Tenemos también diversos inventores de nuestro propio país, autores de excelentes obras; los cuales, puesto que no los habéis conocido, sería demasiado largo describiros, y además probablemente no interpretaríais rectamente el significado de estas descripciones. Por cada invención de valor erigimos una estatUa al inventor y le concedemos una recompensa liberal y honorable. Estas estatUas unas son de bronce, otras de mármol y piedra, algunas de cedro y otras de maderas especiales, doradas y adornadas; otras de hierro, algunas de plata y algunas de oro.

Tenemos ciertos himnos y servicios de alabanza y gracias a Dios por sus maravillosas obras, que decimos diariamente. Y otros rezos implorando su ayuda y bendición para que nos ilumine en nuestros trabajos haciéndoles útiles y buenos.

Finalmente, organizamos giras o visitas a las distintas ciudades principales del reino, donde según pasamos hacemos públicas las invenciones nuevas y útiles que consideramos convenientes. Dando también a conocer las adivinaciones naturales de enfermedades, plagas, enjambres de criatUras dañinas, carestía, sequía, tempestad, terremotos, grandes inundaciones, cometas, temperatUras del año y otras diversas cosas; indicando a la vez lo que se deba hacer para impedirlos o remediarlos.

Y en diciendo esto, el buen padre se puso en pie y extendiendo la mano derecha sobre mi cabeza inclinada, dijo:

- Dios te bendiga, hijo mío, y Dios bendiga este relato que te he hecho. Recibe mi autorización para hacer público todo, por el bien de otras naciones, pues nosotros aquí en este país desconocido, estamos en el seno de Dios.

Y con esto me dejó no sin antes haber señalado una subvención por valor de unos mil ducados para mí y mis compañeros. Pues siempre dan con largueza en todas ocasiones, allí donde van.


(El resto no llegó a completarse).

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