Índice de Carranza contra los trabajadores (Artículos políticos 1915) de Ricardo Flores MagónAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

ARTÍCULOS POLÍTICOS 1915
CARRANZA CONTRA LOS TRABAJADORES
RICARDO FLORES MAGÓN

Los levantamientos en Texas


Hace varias semanas que la prensa burguesa viene dando cuenta de combates librados entre mexicanos y fuerzas de los Estados Unidos en territorios que comprenden los condados texanos de Hidalgo, Cameron, Starr y otros vecinos a los mencionados.

Como es natural, se oculta la causa de esa contienda. Se quiere hacer entender que los levantamientos de mexicanos en aquella sección de los Estados Unidos se debe a un acuerdo entre mexicanos para llevar a cabo un Plan de San Diego, que aboga por la independencia del vasto territorio que los Estados Unidos arrebataron a México a mediados del siglo pasado. El tiempo transcurre y la verdadera causa de ese movimiento va apareciendo.

No es deseo de poner bajo el control de México el territorio que abarcan los Estados de Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, California y partes de otros, lo que ha impulsado a los mexicanos residentes en Texas a levantarse en armas contra las autoridades de los Estados Unidos, sino otro muy distinto: el de ponerse a salvo de los atentados de que son víctimas con tanta frecuencia en este país las personas de nuestra raza.

He aquí como explica el periódico burgués El Presente, de San Antonio, Texas, el origen de los levantamientos. Dice así:

El origen de la revuelta se encuentra en los siguientes hechos. Un mexicano bailaba en una casa de un pueblecillo cercano de Brownsville y un americano quiso arrebatarle a la mujer. El mexicano se opuso y al salir a la calle fue muerto a traición por el americano. Los mexicanos vengaron inmediatamente la muerte de su paisano y eso dió origen a que los vengadores se retiraran del poblado, ya armados y dispuestos a defenderse del linchamiento o de la horca. La situación precaria de varios hombres les hizo ver una oportunidad para alzarse en armas, y las tomaron, para ganarse el pan en esta forma violenta.

¡Cuán distinto es todo esto a las mentiras propaladas por el resto de la prensa burguesa!

Como se ve, el movimiento de Texas comenzó con la rebeldía de un puñado de hombres que no quisieron ser víctimas de la injusticia imperante en ese Estado con las personas de nuestra raza, a cuyo puñado se agregaron todos aquellos que, cansados de ofrecer sus brazos a los burgueses para que se los exploten, sin obtener el trabajo deseado, encontraron en la actitud de los rebeldes una buena oportunidad para arrancar por la fuerza de las manos de los capitalistas, lo que estos niegan a los pobres: un pedazo de pan para ellos y sus familias.

Naturalmente, esos rebeldes fueron víctimas de una feroz persecución, porque la señora Autoridad sí es intransigente y feroz a tal grado que, en lugar de procurar la paz entre los hombres, con sus actos atentatorios los excita a la guerra. En vez de acercarse a aquellos hombres y con buenas maneras tratar de calmarlos garantizándoles la tranquilidad y la libertad a que tiene derecho todo ser humano, sus representantes, esos bárbaros llamados rangers, especie de policía rural de la comarca americana fronteriza con México, abrieron fuego sobre los rebeldes tan pronto como los tuvieron a la vista. Los rebeldes contestaron, y ese fue el comienzo del estado de guerra en que se encuentra aquella porción de los Estados Unidos.

Sin embargo, todavía entonces pudo haber quedado confinado el movimiento a la lucha entre los rebeldes originales y los rangers; pero la autoridad no es escudo ni amparo del pobre, sino su azote, y, por lo tanto, en lugar de proteger a los habitantes pobres de la región por donde hacía su persecución a los rebeldes, comenzó a hostilizarlos de mil maneras, pretendiendo encontrar un rebelde en cada varón mexicano con que los esbirros tropezaban, y comenzó entonces una cacería infame de los rangers contra los mexicanos. Los rangers, reforzados por civiles, partidas de polizontes y de desalmados de toda descripción, entraban en tropel a las humildes casas habitadas por mexicanos, porque la autoridad, nunca molesta a los burgueses, de los cuales es el perro guardián y allí se entregaban a verdaderas saturnales de caníbales disparando sus armas sobre hombres viejos, mujeres y niños, tratando de vengar en personas inocentes las bajas que en abierta lid les hacían los rebeldes.

Una de tantas casas asaltadas fue la del compañero Aniceto Pizana, hombre honrado que residía en su morada en el rancho de los Tullvos de la jurisdicción de Brownsville. La casa fue asaltada por una turba de salvajes representantes de la autoridad el 3 de agosto, disparando los asaltantes sobre sus moradores sin consideración a sexo o edad. Aniceto no es hombre que se deja atropellar; Aniceto es un proletario consciente de sus derechos, y con tres compañeros más, que, a la sazón se encontraban en su casa, respondió al fuego de los rangers, cuyo número era de treinta y cinco. Rudo fue el combate que se entabló. Nuestros cuatro compañeros hicieron prodigios de valor pues, los asaltantes se encontraban bien parapetados y a pesar de que todas las ventajas estaban de parte de los esbirros, nuestros heróicos compañeros los tuvieron a raya durante más de media hora haciéndoles bajas de muertos y heridos. Desgraciadamente un niño, el hijo de Aniceto, fue herido en una pierna de un balazo de los bandidos, y no hubo más remedio que amputársela. Desde entonces, Aniceto se encuentra también sobre las armas, y, según la prensa burguesa su actividad revolucionaria es intensa.

El caso de Aniceto no es un caso aislado: lo mismo ocurrió en otros lugares de la región de Brownsville. Estos atropellos fueron llevados a cabo por los representantes de la autoridad en personas que tal vez nunca habían pensado en rebelarse; pero a quienes las circunstancias hicieron tomar las armas para defenderse de salvajes atropellos, para salvar su vida y la de los suyos, o siquiera, para tener la satisfacción de cambiar una vida laboriosa y honrada, por la vida criminal de un ranger, de un polizonte o de un voluntario del salvaje Estado de Texas.

He ahí la manera como se propagó una chispa de rebeldía, y lo que comenzó por ser una vulgar persecución de un puñado de personas, se ha transformado por la estupidez de la autoridad en una verdadera revolución. No hay tal Plan de San Diego, ni patrañas de esa clase: lo que hay es un movimiento de legitima defensa del oprimido contra el opresor.

Los que están sobre las armas no son bandidos como los trata la prostituta prensa burguesa, sino hombres que no encontrando protección en la autoridad, la buscan en el rifle; hombres que prefieren vender caras sus vidas a dejarse matar como borregos por bandidos sin conciencia y sin honor.

Los crímenes cometidos por los rangers en estos últimos dos meses, y particularmente en estas últimas semanas, crispan los nervios del hombre más flemático.

Cientos de mexicanos inocentes han sido muertos por esos salvajes, encontrándose entre las víctimas hombres, ancianos, mujeres y niños. Las casas de los mexicanos han sido incendiadas, sus sembradios arrazados, y esos atentados han contribuido a extender el movimiento revolucionario. El periódico local, The Los Angeles Tribune, dice en su edición del 8 del pasado mes, refiriéndose a la zona envuelta por la revolución en el Estado de Texas:

... un territorio tan grande como el Estado de Illinois está sobrecogido de temor de asaltos a medianoche, incendio de haciendas y muerte.

En otra parte de la misma edición, dice el mismo periódico:

Más de quinientos mexicanos han sido muertos en el Río Grande de hace tres semanas a esta parte, según noticias rendidas por los rangers, este cita, -7 de septiembre-, a oficiales de policía en los condados afectados por la revolución.

Eso es lo que confiesan los rangers; pero conocidos los instintos criminales de las bestias feroces que integran estos cuerpos policiacos en el Estado de Texas, es de presumirse que se han quedado cortos en su información, y que a más debe ascender el número de víctimas de la autoridad.

He aquí como habla El Presente al referirse a las víctimas de los rangers:

Nadie sabe quién mató a los hombres que aparecen colgados de los árboles o acribillados a balazos; pero todo el mundo señala a los rangers.

Y añade:

Se ha matado a los hombres debajo de una cama y se les ha matado dentro de sus casas, no obstante que reclaman un momento de paz para explicarse. Se les ha sacado de la cárcel para colgarlos y lo que más se ha hecho es fusilarlos por la espalda después de que han entregado las armas, y se han rendido.

¡Fusilarlos por la espalda cuando se han rendido! ¿Qué mayor prueba de felonía puede exigirse de un ranger?

Esto es, a grandes rasgos, lo que ocurrió en Texas. No es un movimiento de bandidos, como trata de hacerlo aparecer la prensa burguesa, sino el movimiento natural del hombre que al ver amenazada su existencia, se defiende como puede.

Justicia y no balazos, es lo que debe darse a los revolucionarios de Texas. Y desde luego, todos debemos exigir que cesen esas persecuciones a mexicanos inocentes, y, por lo que respecta a los revolucionarios, debemos exigir también que no se les fusile.

Quienes deben ser fusilados son los rangers, y la turba de bandidos que los acompañan en sus depredaciones.

(De Regeneración, del 2 de octubre de 1915, N° 206).

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