Índice de Artículos políticos 1914 de Ricardo Flores MagónAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

ARTÍCULOS POLÍTICOS 1914

Ricardo Flores Magón

Selección de Chantal López y Omar Cortés

LA SITUACIÓN



Hoy más que nunca la paz burguesa está muy lejos; la paz fundada en la sumisión forzosa de los de abajo; la paz maldita de las bayonetas. La burguesía llora lágrimas de sangre por esa paz, ida tal vez para siempre. La ley de las multitudes es lo que impera; una ley que carece de las ondulaciones de serpiente de la ley burguesa; una ley sin recodos, sin trampas, sin escondites; una ley de acero que no está escrita en ningún código: la ley natural que no necesita de abogados que la interpreten, ni jueces ni magistrados de levita que la apliquen. Son hombres de huarache y calzón blanco los que mandan, sobre todo en las regiones donde operan fuerzas verdaderamente revolucionarias, las que expropian y cuelgan burgueses y autoridades y frailes; son hombres de huarache y sombrero de petate, los que han tomado la ley en sus manos, la ley no escrita, la hermosa ley natural que dice que todos somos iguales, que todos tenemos derecho a un asiento en el gran banquete de la vida, que nadie debe estar una pulgada arriba de los demás. Y, sencillos y rudos, esos justicieros, con la misma serenidad con que ponen un pedazo de tortilla en la boquita de un niño, ponen en el cuello del burgués la cuerda que ha de estrangularle. ¡Malos tiempos! suspira el burgués; ¡Viva Tierra y Libertad! grita el proletario, y bajo su mano encallecida por una vida de fatigas, cae la tierra, caen los útiles del trabajo, caen las doradas guaridas de sus verdugos. Esto, por lo que respecta al movimiento de los proletarios partidarios de la acción directa; de los que no esperan que alguien se encarame a la presidencia, para que les dé lo que ellos con sus manos pueden tomar; de los que en los pueblos de Morelos, Oaxaca, Puebla, Guerrero y México destruyen archivos judiciales y de la propiedad y ponen a disposición de los trabajadores la riqueza social; de los que en el centro de Durango arrancan las haciendas de las manos de los ricos; de los que en el Yaqui luchan defendiendo la tierra ya conquistada y por obtener la que todavía queda en poder de los señores feudales. Los proletarios partidarios de la acción política, los que sueñan en vano con un gobierno que les dé lo que les pertenece, siguen cobijándose bajo las bañderas de Villa, de Carranza, de Félix Diaz, de tantos otros que en estos momentos se encuentran envueltos en la misma red por ellos tejida y no aciertan a conjurar el caos por ellos mismos formado. Los que esperan el sol que nace, no saben a qué atenerse; no pueden adivinar cuál de las facciones políticas tendrá al fin la supremacía. Carranza tiene listo un plan de campaña que puede dejar a Villa cortado de su base de operaciones en la frontera del norte; gruesas columnas de carrancistas marchan sobre Torreón, punto estratégico y centro ferrocarrilero de grande importancia. Villa por su parte va a enviar formidables cuerpos de ejército sobre Saltillo y Tampico. Los felixistas, encabezados por el traidor José Inés Salazar amagan Casas Grandes, en el Estado de Chihuahua, y han tomado posesión del ferrocarril del noroeste. Las fuerzas de las facciones políticas se mueven por todas partes procurando ganar lugares estratégicos. Carranza, según despachos de la prensa burguesa ha sido arrestado por sus propios partidarios en Veracruz, acusado de haberse robado seis millones de pesos del tesoro nacional. Villa mariposea alrededor de Zapata tratando de atraerse al revolucionario suriano; pero éste, hasta la fecha, se ha conservado puro, rechazando todas aquellas proposiciones que tiendan a desbaratar la gran obra revolucionaria de los campesinos de los Estados del sur. Todo es confusión en estos supremos innstantes que los proletarios deben aprovechar para aplastar definitivamente al sistema capitalista. En la cuestión política, el caos impera; en la cuestión económica y social, la luz se va haciendo. Los políticos se enredan; los proletarios se orientan. Mientras los caudillos se tiran de las greñas por apoderarse del codiciado sillón presidencial, los proletarios ponen la mano sobre la riqueza social. ¡Adelante!

(De Regeneración, N° 204 del 12 de diciembre de 1914)

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