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ARTÍCULOS POLÍTICOS 1914

Ricardo Flores Magón

Selección de Chantal López y Omar Cortés

EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO



Tenemos a la vista un importante documento firmado por el revolucionario suriano Emiliano Zapata y un grupo de sus colaboradores en la campaña contra el monopolio de las tierras. Son tan pequeñas las dimensiones de REGENERACIÓN, que nos privamos del gusto de dar a conocer íntegro el documento que fue firmado en Milpa Alta, Distrito Federal, el mes de agosto de este año (Haz click aquí si estás interesado en leer íntegramente este documento).

Para los que creen que no es de carácter económico y social el movimiento mexicano, copiamos lús siguientes puntos del documento:

El campesino tenía hambre, padecía miseria. sufría explotación, y si se levantó en armas, fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba, para adueñarse de la tierra que el hacendado egoístamente guardaba para sí, para reivindicar su dignidad que el negrero atropellaba inícuamente todos los días. Se lanzó a la revuelta, no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurarse el pedazo de tierra que ha de proporcíonarle alimento y libertad, un hogar dichoso y un porvenir de independencia y engrandecimiento.

Es cierto que los ilusos creen que el país va a conformarse (como no se conformó en 1910) con una pantomima electoral de la que surgen en apariencia nuevos y en apariencia blancos que vayan a ocupar los curules, los escaños de la Corte y el alto solio de la Presidencia (ilegible) los que así juzgan, (ilegible) que el país ha cosechado, (ilegible) crisis de los últimos cuatro años, enseñanzas inolvidables que no le permiten ya el perder el camino, y un profundo conocimiento de las causas de su malestar y de los medios de combatirlas.

... no se conformará el país con sólo la abolición de las tiendas de raya, si la explotación y el fraude han de subsistir bajo otras formas, no se satisfacerá con las libertades principales, bien problemáticas, cuando falta la base de la independencia económica, y menos podrá halagarlo un mezquino programa de reformas a las leyes sobre impuestos a las tierras, cuando lo que urge es la solución radical del problema relativo al cultivo de éstas.

El país quiere algo más que todas las vaguedades del señor Fabela, patrocinada por el silencio del señor Carranza. Quiere romper de una vez con la época feudal, que es ya un anacronismo; quiere destruir de un tajo las relaciones de señor a siervo y de capataz a esclavo, que son las únicas que imperan en materia de cultivos desde Tamaulipas hasta Chiapas, y desde Sonora a Yucatán.

El pueblo de los campos quiere vivir la vida de la civilización, trata de aspirar el aire libre de la libertad económica, que hasta aquí ha desconocido.

Eso de gobierno militar primero y parlamentario después, reformas en la administración para que quede reorganizada, pureza ideal en el manejo de los fondos públicos, responsatilidades oficiales escrupulosamente exigidas, libertad de imprenta para los que no saben escribir, libertad de votar para los que no conocen a los candidatos, correcta administración de justicia para los que jamás ocupan un abogado; todas esas bellezas democráticas, todas esas grandes palabras con que nuestros abuelos y nuestros padres se deleitaron, han perdido ya su mágico atractivo y su sígnificación para el pueblo.

El pueblo ha visto que con elecciones y sin elecciones, que con sufragio efectivo y sin él, con dictadura porfirista y con democracia maderista, con prensa amordazada y con libertinaje de la prensa, siempre y de todos modos, él sigue rumiando sus amarguras, padeciendo sus miserias, devorando sus humillaciones inacabables, y por eso teme, y con sobrada razón, que los libertadores de hoy vayan a ser iguales a los caudillos de ayer, que en Ciudad Juárez abdicaron de su hermoso radicalismo y en el Palacio Nacional echaron en olvido sus seductoras promesas.

Estos son los principales puntos que copiamos del último manifiesto de Emiliano Zapata, figura principal del movimiento revolucionario del sur de la República. Por ese documento se ve que el movimiento revolucionario es de carácter económico y social; que en México no se pelea por llevar a nadie a la presidencia de la República, sino por conquistar la libertad económica, esto es, la facultad de ganarse la subsistencia por medio del trabajo, sin depender de los ricos.

Que el movimiento del sur no sea exclusivamente comunista y anárquico, eso no obsta para que todos los revolucionarios sinceros le extendamos toda nuestra simpatía.

¿Y quién será el que se atreva a decir que ese hermoso movimiento no pueda llegar al comunismo anarquista? Basta leer los párrafos copiados para convencerse de que hay levadura anarquista en ese movimiento. Quien quiera que haya leído los documentos zapatistas anteriores al último firmado en Milpa Alta, quedará agradablemente sorprendido del progreso de nuestros ideales anarquistas en la República Mexicana durante los cuatro años de revolución.

No perdamos la fe en el triunfo. ¡Viva Tierra y Libertad!

(De Regeneración, N° 202 del 14 de noviembre de 1914)

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