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LA BANDERA ROJA NO SE RINDE

Por fin comienza a romperse el silencio. La Prensa norteamericana cerró los labios durante semanas enteras, tratando de ocultar la verdadera situación que prevalece en México. Tal parecía que la tranquilidad reinaba en aquel país, que la Revolución había sido un fiasco, que Madero era el dueño de la situación, y que el pueblo había quedado conforme con la ilusoria conquista del sufragio efectivo.

En vano dábamos a conocer, semana por semana, detalles del grandioso movimiento del Partido Liberal Mexicano. ¡Mentira!, decían los incrédulos y los malvados. No hay movimiento liberal, esto es, económico, en México. La revolución social sólo existe en la calenturienta imaginación de los redactores de Regeneración.

Casi dos meses ha durado el silencio de la prensa burguesa yanqui; pero no pudo, al fin, ocultar lo que sucede en México y ha comenzado a hablar. La dictadura Madero-De la Barra se derrumba. Dentro de algunas semanas ese monstruoso despotismo habrá pasado a la historia, y si Porfirio Díaz logró salir con vida del territorio mexicano, tal vez no tengan la misma suerte sus dos sucesores.

El Partido Liberal Mexicano gana terreno, según propia confesión de la Prensa norteamericana. GuerrilIas activísimas, sostenedoras de la bandera roja, operan en los Estados de Durango, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Veracruz, Oaxaca, Yucatán, Tamaulipas y en el Territorio de Ia Baja California, según las últimas noticias de la Prensa burguesa.

¿Qué dirán ahora los líderes socialistas Debs, Berger y otros de la misma calaña, que aseguraban que era imposible que en MéxIco hubiera revolución económica? ¿Qué dirán ahora esos pretendidos amigos de la clase trabajadora que nos abandonaron en los momentos más críticos, creyendo que Madero era el hombre de la situación. ¿Qué dirá ahora el pobre Shoaf en su Appeal to Reason? ¿Qué dirán ahora los Perrone y los Galleani y otros miserables que intentaron sorprender a los libertarios de toda la Tierra echando sobre nosotros absurdos cargos como mentirosos y bribones, con el perverso fin de que nuestros hermanos libertarios nos retirasen su valiosa ayuda y pudieran Madero y De la Barra ahogar en sangre el movimiento libertario en México?

Perseguidos los miembros de la Junta en Los Angeles; faltos de parque y de buenas armas nuestros heroicos compañeros, Regeneración agonizando por falta de dinero, parecía que todo había concluído. Los cobardes se escondieron o nos traicionaron, los calumniadores nos envolvieron en una atmósfera de antipatía y de odio mortal, y así; perseguidos nosotros aquí, perseguidos nuestros hermanos en México, luchando contra los Gobiernos y contra la miseria, los firmes no hemos desmayado, no nos hemos desalentado, no hemos retrocedido ante los peligros, y, constantes y enérgicos, hemos sostenido bien alto nuestra querida bandera, la gloriosa bandera roja de los desheredados, de los plebeyos, de los hambrientos.

La crisis fue terrible; pero nuestro ánimo es siempre el mismo. Sabemos que estamos destinados a guardar un puñal en nuestras carnes o a morir de tisis en cualquier presidio. Aceptamos con gusto nuestro destino, satisfechos de haber hecho algo en favor de los esclavos.

No luchamos por los ricos, sino por los pobres, y, naturalmente, los ricos han declarado guerra a muerte al Partido Liberal Mexicano; pero toda persecución es inútil. Al ordenar Madero a las autoridades de Washington que se nos arrestase, no hizo otra cosa que ahondar un poco más el sepulcro donde quedarán sepultadas sus ambiciones.

Compañeros trabajadores: no hay que desmayar. Cualquiera que sea la suerte que nos toque a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, vosotros debéis continuar luchando. No hay que pensar en jefaturas. Los ideales purísimos que sostenemos están reñidos con imposiciones de toda clase. No nos consideréis como jefes, sino como hermanos. Que cada uno de vosotros sea el jefe de sí mismo, es lo que ardientemente deseamos. Los libertarios no estamos acostumbrados a tener líderes.

Tened bien presente que estáis luchando por conquistar el derecho de vivir, que tiene toda criatura humana. No estáis luchando por encumbrar a nadie al Poder, porque sería tanto como sacrificarse por tener un nuevo verdugo. La lucha se ha aclarado. Los campos están ahora perfectamente bien deslindados. En las filas del Partido Liberal Mexicano no hay ya ningún político. Los políticos desaparecieron tan pronto como comprendieron que los liberales no luchamos por elevar al Poder a ningún hombre, sino que nuestros esfuerzos todos se encaminan a arrebatar de las manos de los capitalistas la tierra y la maquinaria de producción para el provecho de todos y cada uno de los habitantes de México, hombres y mujeres.

Conque, ¡a luchar, compañeros! De cualquier manera podéis prestar vuestros servicios a la causa de los trabajadores, ya tomando un fusil para lanzaros a la lucha armada, o bien enviando vuestro óbolo a esta oficina o propagando por todas partes las tendencias verdaderamente emancipadoras del Partido Liberal Mexicano.

No hay que desmayar. El triunfo tiene que ser para los pobres.

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 22 de julio de 1911).


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