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Por qué hay que afiliarse al Partido Antirreeleccionista
y
otros escritos

México es un país sin libertad política, sin libertad de la palabra, sin prensa libre, sin libertad de sufragio ...

Para pocos debe haber pasado inadvertida la inquietud y desagrado que en las altas esferas del Gobierno se experimentó al solo anuncio de que en un magazine neoyorkino aparecerían algunos artículos, bajo el nombre de México Bárbaro, precisamente en los días en que tuviera lugar la entrevista entre los Presidentes de las dos Repúblicas Septentrionales.

Fue de notarse entonces la oficiosidad de algunos miembros de la Colonia Americana, quienes alzaron de antemano una protesta contra esos artículos y, juzgando que sería exagerado o falso todo lo que en ellos se dijera, pretendían que se evitase su publicación.

Todo fue inútil y sólo se consiguió, de modo admirable, que la gente culta estuviese alerta para leer con toda oportunidad The American Magazine.

Acostumbrados a ver en la prensa americana naticias estupendas que a nosotros se refieren, era de esperarse un caso más de ultraexajeración; pero cuando hemos leído el primer capítulo Los Esclavos de Yucatán, pronto nos hemos dado cuenta, salvo gruesas inexactitudes en más o en menos, que el autor nada nuevo dice; pues refiere cosas cuya verdad está en la conciencia de todos los mexicanos y son tan sabidas que no llaman la atención y a muy pocos subleva ya desgraciadamente el ánimo.

Sólo para El Tiempo, que no admite siquiera de nuestros primos que por humanidad digan en su tierra la que nos está vedado decir en la nuestra; para El Imparcial, que según sea el caso, tiene que sostener que México es un pueblo civilizado o un pueblo salvaje, y para los periódicos de las colonias extranjeras, que su interés y su cortesanía los impele a ser galantes con nosotros, pueden parecer en lo general falsas o exajeradas las apreciaciones del Señor Turner.

Ciertamente es lamentable y doloroso que en el extranjero se saquen a luz nuestras grandes miserias morales y que sólo así vayamos en camino de remediarlas; pues si antes no nos hemos dado prisa en hacerlo, es porque creíamos que todo debía quedar en casa, cuando lo contrario es lo cierto; pues los extranjeros saben observar mejor que nosotros mismos lo que pasa a nuestro rededor.

El que dude de lo que ocurre en Yucatán, en la región del Istmo y en el Estado de Veracruz; en las fincas azucareras, no tiene más que acercarse a personas de los Estados respectivos, quienes confirmarán gran parte de las aseveraciones del periodista americano; pues si éste puede falsear los hechos en sus detalles, lo cierto es que en el fondo, hay una gran verdad; la expldtación de los desheredados por los poderosos, que a veces alcanza grados abominables.

Dos hechos recientísimos la confirman y revelan la necesidad que se experimenta de hacerla desaparecer: primero el levantamiento de 500 peones en una finca henequenera debido a malos tratamientos de sus amos y a la reducción del salario, y segundo, la inclusión, por el Sr. Andrés Molina Enríquez, en su Cuadro-Programa de las Necesidades y Aspiraciones del País, de una serie de medidas legislativas encaminadas todas a evitar los grandes abusos de que son víctimas los trabajadores.

Mas si todo lo anterior puede ser discutido, no creemos que lo sea otro aspecto de las aseveraciones del American Magazine; y los que se atrevieran a desmentir sus palabras, no conseguirían sino ponernos en ridículo ante los mismos extranjeros.

Esas palabras son las que pasamos a traducir:

El México verdadero resulta un país dotado de una constitución y leyes escritas tan justas y democráticas como las nuestras; pero en el que no se cumplen ni la constitución ni las leyes. México es un país sin libertad política, sin libertad de la palabra, sin prensa libre, sin libertad de sufragio ... sin partidos políticos, sín ninguna de nuestras más preciadas garantías sobre la vida, la libertad y la consecución de la felicidad.

Estas amargas verdades que contienen las líneas anteriores nos dejan la impresión de que mientras este estado de cosas subsista, nuestros gobiernos siempre estarán expuestos al descrédito correspondiente ante las naciones cultas, por más que se derroche el dinero a manos llenas pagando a periodistas nacionales y extranjeros, porque alaben hasta la hipérbole nuestras malas administraciones y oculten sistemáticamente nuestras gangrenas sociales.

Y no queremos concluir estos ligeros comentarios, fáciles de ampliar si más tarde así lo requiere la discusión periodística, sin llamar la atención de que nuestra relajación política es tal que hasta los mismos americanos, hijos de un país libérrimo, comienzan a contagiarse en nuestro medio ambiente, fatal para las libertades, cuando vemos que un grupo de ellos ha considerado pertinente y justo pedir en son de protesta que el Supremo Magistrado de aquella gran República prohiba una simple manifestación de la para él sacratísima libertad del pensamiento.

Nuestro remedio no está, sin duda, en levantar protestas, ni en ofrecer al mundo el más sorprendente ejemplo de supresión de la verdad y propagación de la mentira, como dice el Sr. Turner; sino en que el Gobierno demuestre, con actos indubitables, que sabe respetar todos los derechos del ciudadano y fomentar las libertades públicas, o cuando menos, que está penetrado sinceramente de la necesidad vital de respetarlas y defenderlas y que con toda honradez dedica sus esfuerzos porque los gobernantes futuros desprecien menos nuestras instituciones.

Ya el público puede imaginarse si los últimos sucesos le dan derecho a concebir esa esperanza y si el Corralismo podrá jamás llenar esas exigencias fundamentales para este pueblo que a cada instante siente la vergüenza de vivir esclavo junto al pueblo más libre de la tierra.

(Publicado en el Anti-Reeleccionista, Organo del Centro Anti-Reeleccionista de México, de fecha 25 de septiembre de 1909).

Federico González Garza

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