Indice de ¿Para qué sirve la autoridad? y otros cuentos de Ricardo Flores Magón ¡Adelante! ExpropiaciónBiblioteca Virtual Antorcha

¿PARA QUÉ SIRVE LA AUTORIDAD? Y OTROS CUENTOS

RICARDO FLORES MAGÓN

¡BANDIDOS!



Este es el nombre que nos dan las personas de orden. ¿Por qué? Porque, a la vez que enseñamos a nuestros hermanos de miseria que todo lo que existe debe ser para todos, los invitamos a que tomen posesión de todo ello.

¿Quién hizo la tierra? ¿La hicieron los señores de levita y de guantes que dicen. que es suya? No; la tierra es un bien natural, común a toda criatura viviente. ¿Quién hizo las casas, las telas, todo lo que hace confortable la vida? ¿Fueron los señores que vemos viviendo en ricos palacios y hospedándose en lujosos hoteles? No; todo esto salió de las manos de pobres personas que se amontonan en cuchitriles, que se pudren en los presidios, que se marchitan en los burdeles y que mueren en los hospitales, en mitad de la vía, en el patíbulo, en cualquier parte ...

¡Bandidos! Bandidos los que queremos que no haya bandidos.

No, señores burgueses; los bandidos sois vosotros, que, sin ningún derecho, os habéis apoderado de los bienes naturales que no habéis fabricado y de los productos del trabajo del hombre, para el que no habéis soltado una gota de sudor.

Bandidos vosotros, señores burgueses, que ilegalmente, porque la Ley es la alcahueta de vuestras rapacidades, os tomáis la mayor parte de lo producido por los trabajadores sin el peligro de veros encerrados en un presidio. ¡Ah! Entre bandido y bandido, yo prefiero al que, puñal en mano y ánimo resuelto, sale de cualquier matorro del camino gritando: ¡La bolsa o la vida!; yo prefiero a éste, insisto, al bandido que, sentado al lado de su escritorio, fríamente, reposadamente, serenamente, chupa la sangre de sus trabajadores.

Y para el primer bandido, para el que asalta y corre los peligros de su audaz aventura, hay la prisión o el fusilamiento; para el bandido de guante blanco hay el respeto, el honor, la dicha.

Así pasan las cosas bajo el presente sistema de suprema injusticia social. Para las personas honradas y de orden, robar no es un crimen si el robo es cuantioso; pero sí lo es si el robo es ratero. Un banquero, un comerciante pueden hacer combinaciones que lleven el hambre y la tristeza a cientos de miles de hogares; pero eso pasa como hábil operación financiera. Un hombre hambriento toma de una tienda una pieza de pan: ese hombre es un ladrón.

La Autoridad, más alcahueta que la Ley misma porque es su ejecutora, sostiene todo eso. ¡Muera la Autoridad!

(De Regeneración, del número 67, fechado el 9 de diciembre de 1911).
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