Índice de Diálogos de los muertos de Luciano de SamosataCapítulo XVIICapítulo XIXBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XVIII

Menipo y Hermes

MENIPO.- Hermes, ¿dónde están los guapos y las guapas? Hazme de guía, pues soy recién llegado.

HERMES.- Menipo, ahora tengo mucha prisa. Busca por ahí, a la derecha, y encontrarás a Jacinto, Narciso, Nireo, Aquiles, Tiro, Helena, Leda, o sea, todas las bellezas de la antigüedad.

MENIPO.- Sólo veo huesos, sobre todo cráneos desnudos de carne, todos muy parecidos.

HERMES.- Pues esos huesos que tú tanto desprecias, fueron en vida, las personas más admiradas por todos los poetas.

MENIPO.- Bien; pero dime quién de ellos era Helena, pues yo no la reconozco.

HERMES.- Helena es el cráneo que tienes ante ti.

MENIPO.- ¿Qué? ¿Y por esto se equiparon las famosas mil naves con hombres de toda Grecia, perdieron la vida tantos griegos y bárbaros y se destruyeron tantas ciudades?

HERMES.- Eso es que no la conociste en vida, Menipo. De ser así, tú también dirías que no era censurable pasar cualquier pena por esa mujer. Por este motivo, cuando las flores ya marchitas, se ven privadas de su color, parecen feas; mientras que en su plenitud y con todo su color, son realmente hermosas.

MENIPO.- Pues eso es precisamente lo que me extraña, Hermes: que los aqueos no vieran que sus fatigas eran a causa de una cosa tan efímera y fácilmente marchitable.

HERMES.- Menipo, ahora no tengo tiempo de filosofar contigo. Así que escoge el lugar que más te guste, túmbate y descansa mientras yo voy a buscar a los otros muertos.

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