Índice de Macbeth de William ShakespeareTERCER ACTOQUINTO ACTOBiblioteca Virtual Antorcha

MACBETH

William Shakespeare

CUARTO ACTO


PRIMERA ESCENA
Una caverna.
En medio, un caldero hirviente

Truenos
Entran las tres brujas.

BRUJA PRIMERA
Tres veces maulló el gato atigrado.

BRUJA SEGUNDA
Tres y una más gimió el erizo.

BRUJA TERCERA
Llegó el momento, nos anuncia la arpía.

BRUJA PRIMERA
Bailemos en torno al caldero y alimentémoslo con entrañas envenenadas. Tú, sapo, que durante treinta y un días y otras tantas noches has sudado veneno bajo fría piedra, serás el primero que cuezas en el caldero encantado.

BRUJA SEGUNDA
-Hiervan y cósanse en la cazuela, rueda de víbora, ojo de lagartija, pie de rana, piel de murciélago, lengua de perro, estiércol de sierpe, aguijón de culebra, pierna de lagarto y ala de mochuelo; cósanse y hiervan como si fuesen filtro infernal, para darnos un poderoso hechizo.

LAS TRES
Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA TERCERA
Hiérvanse, escama de dragón, diente de lobo, betún de brujas, vejiga de tiburón, raíz de cicuta de noche arrancada, hígado de judío blasfemo, hiel de cabra, hojas de abeto plateadas a la luz de la luna que se oculta, nariz de turco, labio de tártaro, dedo de criatura estrangulada al nacer y arrojada al foso por una mujerzuela; todo esto, mezclado con entrañas de tigre, son los ingredientes de nuestra cazuela.

LAS TRES
Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA SEGUNDA
Enfriémoslo con sangre de mono, y estará el hechizo completo y dispuesto.


Entra Hécate, uniéndose a las tres brujas.

HÉCATE
¡Magnífico! Han hecho un gran trabajo y participarán del triunfo. Y ahora, canten todas alrededor del caldero, como si los trasgos y las hadas formaran un anillo, y hechizen cuanto han echado a la cazuela.


Música y canto de las brujas.
Se va Hecate.

BRUJA SEGUNDA
Por la picazón de mis dedos adivino que se acerca un malvado ... ¡Abran paso, puertas, a quienquiera que llame!


Entra Macbeth.

MACBETH
¿Qué significa esto, fantasmas de la medianoche, viejas horribles y misteriosas? ¿Qué están haciendo?

LAS TRES BRUJAS
Un extraordinario conjuro.

MACBETH
Por ese conjuro, venga de donde hubiere llegado hasta ustedes, han de responderme. Aunque liberen los vientos y los lancen contra las cúpulas de las iglesias; aunque las olas, empujándose unas a otras, destruyan y se traguen todo cuanto atraviesa la mar; aunque la mies se doble y los árboles se destronquen; aunque los castillos caigan sobre las cabezas de sus guardianes, y las torres de los palacios y las cimas de las pirámides besen el polvo del suelo; no importa que el rico tesoro de los gérmenes de la naturaleza desaparezca de una vez y que hasta la misma destrucción quede extenuada; respóndanme a lo que he de preguntarles.

BRUJA PRIMERA
Habla.

BRUJA SEGUNDA
Exige.

BRUJA TERCERA
Responderemos.

BRUJA PRIMERA
¿Prefieres saberlo de nuestros labios, o que te lo digan nuestros genios?

MACBETH
¡Invóquenlos, quiero conocerlos!

BRUJA PRIMERA
Pongamos en el caldero sangre de cerda que haya devorado sus nueve lechoncillos, y echemos a las llamas grasa re sudada de la horca de un asesino.

LAS TRES BRUJAS
¡Hazte presente, espíritu, ven de lo alto o de lo bajo, y muéstrate tú y tu poder!


Truenos. Primera aparición: una cabeza cubierta con un casco.

MACBETH
Dime: ¿es bastante tu poder misterioso...?

BRUJA PRIMERA
Ya sabe lo que tú piensas ... Escucha sus palabras, y guarda silencio.

PRIMERA APARICIÓN
¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Cuídate de Macduff, cuídate del barón de Fife! ... Me voy; ya he dicho bastante.


Desciende.

MACBETH
Seas lo que fueres, gracias por tu excelente advertencia; has llegado acertadamente a mis temores. Pero una palabra más ...

BRUJA PRIMERA
No permite que se le mande ... Aquí tienes otro espíritu, más convincente que el primero.


Truenos.
Segunda aparición: un niño ensangrentado.

SEGUNDA APARICIÓN
¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth!

MACBETH
Si tuviera tres oídos, con los tres te escucharía.

SEGUNDA APARICIÓN
Sé sanguinario, audaz y resuelto. Ríete, hasta despreciarlo, del poder de los hombres, porque ninguno nacido de mujer hará mal a Macbeth.


Desciende.

MACBETH
Entonces, vive, Macduff. ¿Qué necesidad tengo de temerte? ... Aun así, mejor es asegurarme por completo y unirme más al destino; no vivirás, para que yo pueda dormir tranquilo a pesar de la tormenta y llamar mentiroso al miedo que intenta desangrar el corazón.


Truenos.
Tercera aparición: un niño coronado, llevando un árbol en las manos.

MACBETH
¿Qué es esto que se eleva como la descendencia de un rey, y que sobre su frente infantil ciñe la corona y el emblema de la soberanía?

LAS TRES BRUJAS
Escucha, pero en silencio.

TERCERA APARICIÓN
Como el león, sé arrogante y no te cuides de quien se enfade o se desespere, ni te preocupen los conspiradores; Macbeth no será vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba contra él a la colina de Dunsinane.


Desciende.

MACBETH
Eso nunca sucederá. ¿Quién es capaz de mover los bosques y de alinear en batalla los árboles separando sus raíces de la tierra que las cubre? ¡Gratos augurios, magníficos! ¡Rebelión, no te levantes nunca hasta que el bosque de Birnam se mueva de su lugar, y verás cómo vive nuestro Macbeth en su elevada posición hasta que le haga pagar su tributo al tiempo y a la muerte! Pero, aun así, mi corazón late insólitamente ante la emoción de saber urta cosa; díganme, si su arte puede decirlo; ¿reinará alguna vez la estirpe de Banquo en nuestra patria?

LAS TRES BRUJAS
No intentes saber más.

MACBETH
Es que quiero quedar conforme; ¡caiga sobre ustedes, si me niegan esto, eterna maldición! Díganme ... ¿por qué se hunde ese caldero y a qué viene ese ruido?


Oboes.

BRUJA PRIMERA
¡Vengan a nosotras!

BRUJA SEGUNDA
¡Muéstrense!

BRUJA TERCERA
¡Aparezcan!

LAS TRES
Muéstrense a sus ojos y atormenten su corazón. ¡Lleguen como sombras, y como sombras partan!


Aparecen ocho Reyes, el último con un reloj de arena en la mano.
La sobra de Banquo los sigue.

MACBETH
Te pareces mucho al espíritu de Banquo¡ ¡vete de aquí! La vista de tu corona quema mis pupilas. Y tú, el otro que también ciñe sus sienes con círculo áureo, te asemejas al primero y el tercero es igual a ti ... ¡Ancianas repugnantes!, ¿por qué ponen esto delante de mí? ... ¡Un cuarto! ... ¡Apartense, ojos! ... ¿Es que la línea ha de extenderse hasta el día del juicio final? ... ¿Todavía otro? ... ¡Y el séptimo! ¡No he de ver ninguno más! ... ¡Aun aparece el octavo, que lleva la ampolleta, hilo de vida que me señala mucho más!; e incluso veo algunos con doble esfera y triple cetro; ¡espantosa visión! ... Pero esto es verdad; porque Banquo, chorreando sangre de la frente, me sonríe indicándome que forman su linaje. ¿Es así?


Se desvanecen las apariciones.

BRUJA PRIMERA
Sí, todo esto es así ... ¿Pero por qué se vuelve Macbeth tan pensativo? Pongámonos alrededor de él, hermanas; levantemos su ánimo con nuestros mejores encantos. Voy a hechizar el ambiente para que lance vibraciones, a cuyo son baile nuestra fantástica danza; no dirá este rey que no cumplimos nuestros deberes otorgándole la bienvenida que se merece.


Música.
Danzan las brujas y luego se desvanecen.

MACBETH
¿Dónde están? ¿Se marcharon? ¡Que permanezca para siempre maldita esta hora fatal...! Entren, pasen aquí.


Entra Lennox.

LENNOX
¿Qué desea su alteza?

MACHETH
¿Has visto a las parcas?

LENNOX
No, mi señor.

MACHETH
¿No pasaron por tu lado?

LENNOX
Ciertamente no, mi señor.

MACHETH
¡Inféstese el aire por donde cabalguen, y condenados sean cuantos pongan fe en ellas! ... He oído galope de caballos; ¿quién ha llegado?

LENNOX
Dos o tres, mi señor, que te traen noticia de que Macduff ha huido a Inglaterra.

MACHETH
¡Huido a Inglaterra!

LENNOX
Sí, mi señor.

MACHETH
¡Tiempo, te adelantas a mis temidos designios! Cuando a los propósitos no acompaña acción rápida, nunca se logran. Desde este momento, los primeros impulsos de mi corazón serán las primeras acciones que ejecuten mis manos. Y ahora mismo, para coronar con la obra mis pensamientos, decido lo que mi mente piensa; me haré dueño de Fife, sorprenderé el castillo de Macduff, pasaré a cuchillo a su esposa y a sus hijos, y a cuantos desgraciados sean de su sangre. Sin fanfarronerías, todo esto quedará ejecutado antes que pueda adivinarse la intención. Pero no más apariciones ... ¿Dónde están esos caballeros? Llévenme a ellos.


SEGUNDA ESCENA
Fite.
Castillo de Macduff.

Entran Lady Macduff, con su hijo, y Ross.

LADY MACDUFF
¿Qué ha hecho que le ha obligado a dejar el país?

ROSS
Debes ser paciente, mi señora.

LADY MACDUFF
Él tampoco lo fue. Ha sido una locura ese viaje ... Cuando nuestros actos no nos acusan de traición, lo hacen nuestros temores.

ROSS
No sabes si fue su temor o su prudencia ...

LADY MACDUFF
¡Prudencia! ¿Dejar a la mujer, los hijos, el palacio y los títulos en un lugar del que se huye? Es que no nos quiere; carece del amor natural, porque hasta el pobre reyezuelo, el más pequeño de los pajarillos, defiende sus polluelos en el nido contra el búho. ¡Todo lo puede el miedo y nada el amor! No es posible que haya prudencia allí donde las cosas se hacen contra toda lógica.

ROSS
Tranquilízate, querida prima ... Tu esposo es noble, prudente, respetable y conoce muy bien las circunstancias críticas del momento ... No puedo llegar más allá en mis palabras, pero hay tiempos crueles en que somos traidores sin que lo sepamos, y en que oímos rumores de lo que tememos que ocurra sin que comprendamos el motivo que, no obstante, flota en todas direcciones sobre agitado y violento mar ... He de despedirme de ti; no tardaré mucho en regresar. Las cosas no pueden sostenerse en lo peor; o se desmoronan o suben de nuevo a la posición que ocupaban ... Encantadora prima, caigan sobre ti las bendiciones.

LADY MACDUFF
(A su hijo) ¡Eres huérfano, a pesar de que vive tu padre!

ROSS
Soy un insensato; si me detengo me perdería y te daría un disgusto ... Me voy en este momento.


Se va.

LADY MACDUFF
Tu padre ha muerto, bribón ... ¿Qué harás ahora? ¿Cómo vivirás?

HIJO
Igual que los pájaros, madre.

LADY MACDUFF
¿Alimentándote con gusanos y moscas?

HIJO
De lo que encuentre, quiero decir; como ellos viven.

LADY MACDUFF
¡Pobre avecilla! No tendrás que temer redes, ligas ni trampas.

HIJO
¿Y por qué temerlas? Nadie se acuerda de los pajarillos sin importancia ... Además, aunque tú lo digas, mi padre no ha fallecido.

LADY MACDUFF
Sí, ha muerto ... ¿Qué harías para tener padre?

HIJO
¿Y tú, qué harías para tener esposo?

LADY MACDUFF
Muy fácilmente puedo comprarme veinte en cualquier mercado.

HIJO
Los comprarías para venderlos de nuevo.

LADY MACDUFF
Para tu edad, es mucha la agudeza conque te expresas.

HIJO
¿Es que mi padre era traidor, madre?

LADY MACDUFF
Sí, lo era.

HIJO
¿Y qué es ser traidor?

LADY MACDUFF
El que es perjuro, uno que jura y miente.

HIJO
¿Todos los que hacen eso son traidores?

LADY MACDUFF
Todo el que lo hace es traidor y debe ser ahorcado.

HIJO
¿Todos los que juran y mienten deben ser ahorcados?

LADY MACDUFF
Sí, todos.

HIJO
¿Quién los ahorca?

LADY MACDUFF
Los hombres honrados.

HIJO
Entonces, son unos tontos los mentirosos y los perjuros, porque los que juran y mienten son tantos que pueden hacer prisioneros a todos los hombres honrados y ahorcarlos.

LADY MACDUFF
¡Qué cosas dices, hijo mío! ... ¿Pero qué darías por tener a tu padre?

HIJO
Si es que ha muerto, tú le llorarás ... Si no le lloras, es buena señal; muy pronto tendré un nuevo padre.

LADY MACDUFF
¡Charlatán, lo que dices!


Entra un mensajero.

MENSAJERO
¡Bendiciones para usted, respetable dama! Aunque no me conozca, sé yo perfectamente cuál es su rango ... .Creo que se encuentra muy cerca de un gran peligro. Si desea aceptar el consejo de un hombre de bien, salga pronto de aquí, con sus inocentes niños. Al asustarse con mis palabras, comprendo que obro demasiado cruelmente; mayor crueldad es la que se halla tan próxima de usted ... ¡Que el cielo la proteja! No me atrevo a permanecer aquí más tiempo.


Se va.

LADY MACDUFF
¿A dónde puedo ir? No he hecho daño alguno ... Pero no debo olvidar que estoy en este mundo terrenal, en el que hacer mal es muchas veces digno y hacer bien es en ocasiones locura peligrosa; ¿por qué defenderme pues, como mujer, diciendo que no he causado mal a nadie ni a nada?


Entran asesinos.

LADY MACDUFF
¿Qué caras son esas?

PRIMER ASESINO
¿Dónde está su marido?

LADY MACDUFF
Creo que no esté en lugar tan infame donde pueda ser descubierto por un malvado como tú.

PRIMER ASESINO
¡Es un traidor!

HIJO
¡Mientes, criminal!

PRIMER ASESINO
¡Vaya el reyezuelo! (Lo apuñala). ¡Traidorcillo!

HIJO
¡Que me mata, madre! ... iHuye, ponte a salvo!


Muere.
Se va Lady Macduff gritando ¡Asesinos!
La persiguen los asesinos.


TERCERA ESCENA
Inglaterra.
Ante el palacio del Rey.

Entran Malcolm y Macduff.

MALCOLM
Busquemos una arboleda solitaria y allí lloremos la tristeza de nuestros corazones.

MACDUFF
Mejor sería que empuñáramos la espada mortal y atravesáramos nuestros arruinados privilegios de nacimiento; cada día son más las viudas que gritan, los huérfanos que lloran, las angustias que conmueven la faz del cielo donde repercuten como si esa faz sufriera con Escocia y profiriera en gemido de dolor.

MALCOLM
No he de llorar más de lo que crea ni creer más de lo que sepa y, a medida que las circunstancias se presenten benéficas, remediaré cuanto pueda. Quizá sea cierto eso que has dicho ... A ese tirano, a quien sólo nombrándolo se cubren de heridas nuestras lenguas, lo teníamos por hombre honrado. Tú lo apreciabas así, y lo querías. Hasta ahora no te ha puesto las manos encima. Y aunque yo soy joven, algo podrías lograr de él con mi ayuda; ¡no estaría mal sacrificar un pobre e inocente cordero para aplacar a un dios encolerizado!

MACDUFF
Es que yo no soy traidor ...

MALCOLM
Pero Macbeth lo es, y es fácil a una naturaleza tranquila y benigna rendirse a un mandato imperial ... Mas debo implorar tu perdón; mis pensamientos no pueden alterar lo que eres. Esplendentes siguen siendo los ángeles, a pesar de que cayó el que más esplendente de ellos era; y aunque todas las cosas malas se vistieran con el rostro de la gracia, la gracia no dejaría de serlo no obstante usurpar la crueldad de su faz.

MACDUFF
He perdido mis esperanzas.

MALCOLM
Tal vez en el mismo lugar donde encontré yo mis dudas ... ¿Por qué abandonaste repentinamente a tu esposa e hijo, a esos estímulos valiosos, esos lazos poderosos de amor, sin darles el abrazo de despedida? ... Te ruego que no consideres mis recelos como afrenta; los expreso en abono de mi propia seguridad. Bien puede ser que estés en lo justo, aun contra muchísimo más de lo que yo pudiera pensar.

MACDUFF
¡Sangra, sangra, patria desgraciada! ¡Tiranía, afiánzate segura, porque la virtud no te opondrá obstáculos! Puedes valerte de tus injusticias; tus títulos están confirmados ... Señor, adiós; no quisiera ser el villano que tú piensas aunque me dieran todas las tierras de que el tirano se ha apoderado y ganara yo por botín el rico Oriente.

MALCOLM
No te ofendas; no hablo en absoluta desconfianza de ti. Creo que nuestra patria se hunde bajo el yugo; llora, se desangra, y cada día que pasa recibe una nueva herida. Creo además que puedo contar con manos que se alzarían en defensa de mis derechos, y aquí mismo, de la bondadosa Inglaterra, tengo la oferta de muchos miles; pero, con todo esto, antes que yo llegue a abatir la cabeza del tirano o clavada en la punta de mi espada, mi pobre país se verá azotado por mayor número de vicios que antes; y bajo el mando del sucesor, sufrirá más desgracias y pasará por más difíciles obstáculos que nunca le amenazaron.

MACDUFF
¿Qué sucesor sería ese, entonces?

MALCOLM
Me refiero a mí mismo ... A mí, en quien sé que están tan incorporados los gérmenes del vicio que, cuando florecieran, el odioso Macbeth resultaría puro como la nieve y el desdichado país lo estimaría como un cordero al considerar el desenfreno de mis males.

MACDUFF
Ni de las legiones del espantoso infierno podría llegarnos diablo que en maldades fuera tan refinado como Macbeth.

MALCOLM
Verdaderamente es sanguinario, lujurioso, avariento, traidor, falaz, violento, malvado, alojándose en él todos los pecados que tienen nombre ... Pero es que en mis voluptuosidades no existe fondo; sus esposas, sus hijas, matronas y doncellas, no bastarían para colmar la cisterna de mi lujuria, y mis apetitos abatirían todos los impedimentos que intentaran oponerse a mi voluntad. ¡Mejor Macbeth que sujeto tal reinara!

MACDUFF
La incontinencia ilimitada en la naturaleza es una tiranía; ha producido el destronamiento de más de un soberano y la perdición de muchos reyes ... Pero no temas con tanta antelación hacerte cargo de lo que te pertenece, puedes satisfacer en rica abundancia tus deseos, y hasta aparecer sereno cuando te convenga encubrirlos ante el mundo. Son muchas las mujeres gustosas en la voluptuosidad; no es posible que el buitre que alojas devore tantas como habrían de dedicarse a tu grandeza cuando te vieran dominado por semejante inclinación.

MALCOLM
A la par de esto, crece en mi perversa condición una avaricia de tal modo insaciable que, si yo fuera rey desposeería a los nobles de sus tierras, apetecería las joyas del uno y los castillos del otro, y a medida que más poseyera sería mayor mi sed codiciosa, y forjaría injustas disputas contra los buenos y los leales como pretexto para destruirlos y hacerme de esa manera dueño de incontables riquezas.

MACDUFF
Esta avaricia -que penetra más hondamente y echa raíces más perjudiciales que la lujuria, que sólo ofrece los ardores del estío- ha sido la espada que ha matado a nuestros reyes ... Pero tampoco temas; Escocia cuenta tesoros bastantes con que regalar tu voluntad, y en tu propia hacienda los encontrarás ... Todo eso es cosa llevadera cuando está compensada con otras virtudes.

MALCOLM
Pero es que yo no tengo ninguna. No tienen asiento en mí las virtudes que forman a un rey; justicia, corrección, templanza, constancia, bondad, perseverancia, piedad, humildad, ardor, paciencia, valor, fortaleza ... Laten en mí, en cambio, fuertemente, todas las malas pasiones, ejerciendo su influencia de mil diferentes formas. Aun más, si yo tuviera poder, convertiría en infierno el dulce ramo de olivo; pondría en conmoción la paz universal, desconcertaría toda la armonía de la Tierra.

MACDUFF
¡Oh, Escocia, Escocia!

MALCOLM
Soy tal y como has oído ... Dime si hombre semejante merece gobernar.

MACDUFF
¡Gobernar! ¡No, ni vivir! ¡Oh desdichada nación, que padeces la tiranía de un sanguinario usurpador del cetro, y cuyo verdadero poseedor se reconoce a sí mismo malvado e inclinado a todas las perversidades, y blasfema de su sangre! ¿Cuándo verás de nuevo los días afortunados? ... Tu real padre fue un santo, la reina que te llevó en sus entrañas pasó en oración, siempre de rodillas, los días de su vida. ¡Sé feliz! Estas maldades que acumulas sobre ti me alejan de Escocia ... ¡Oh, corazón mío, han acabado tus esperanzas!

MALCOLM
Macduff, esa elevada pasión que sientes, hija de tu empeño, ha borrado de mi alma tristes recelos y reconciliado mis pensamientos con tu lealtad y con tu honor. El diabólico Macbeth quiso ganarme por muchas emboscadas, y una actitud previsora me libra de las consecuencias que me hubiese traído una credulidad demasiado precipitada. Pero sólo Dios, que está sobre todos, se interpondrá entre tú y yo, porque desde ahora me entrego en tus manos. No es cierto nada de cuanto he dicho denigrándome a mí mismo, y me retracto de los injurias y mentiras que me he imputado y que son bien ajenas a mi naturaleza. No sé todavía lo que es una mujer, jamás he cometido perjurio y apenas he deseado lo que es mío. Nunca falté a mi palabra, no traicionaría ni aun al malvado con su compañero, y me deleita tanto la verdad como la vida; la primera vez que he proferido una falsedad es ésta en que he dicho mal de mí mismo. Lo que verdaderamente soy es tuyo y de mi patria infeliz; te lo otorgo. Antes que tú llegaras, disponíase a partir el viejo Siward al frente de diez mil hombres listos para combatir. Ahora iremos juntos; que el triunfo de la virtud marche unido a nuestra justicia ... ¿Pero por qué callas?

MACDUFF
Resulta muy difícil conciliar tan pronto las cosas desagradables con las agradables.


Entra un médico.

MALCOLM
Bien, pronto hablaremos más ... ¿Va a salir el Rey?

MÉDICO
Sí, señor. Está con una multitud de desdichados que creen en él para sanar; enfermos que parecen incurables, apenas los toca sienten inmediata mejoría; tanta es la santidad que ha puesto el cielo en sus manos.

MALCOLM
Gracias, doctor.


Se va el médico.

MACDUFF
¿A qué enfermedad se refiere?

MALCOLM
A la escrófula. Con frecuencia, desde que estoy en Inglaterra, he visto realizar a este buen rey esa milagrosa cura; ¡bien sabe él cómo ha de ayudarlo el cielo! Vienen a verlo personas infectadas del mal, completamente hinchadas y ulcerosas, causando pena verlas. Desahuciadas ya, las cura colgándoles del cuello una moneda de oro y murmurando santas oraciones; una vez dichas, deja al médico la curación final. A esta extraña virtud une el don celestial de la profecía, rodeando su trono tal número de bendiciones que proclaman su estado de santidad.


Entra Ross.

MACDUFF
Mira quien llega.

MALCOLM
Un compatriota mío; pero creo que no lo conozco.

MACDUFF
¡Eres bienvenido, siempre querido primo!

MALCOLM
Ahora sé quién es ... ¡Dios bondadoso, borra cuanto antes las causas que nos hacen parecer extraños unos a otros!

ROSS
Así sea, señor.

MACDUFF
¿Continúa Escocia en el mismo estado?

ROSS
¡Desgraciado país, que apenas se conoce a sí mismo! Mejor que llamarle nuestra madre podríamos decir que es nuestra fosa; tierra donde no sonríe nadie, como no sea el niño inocente, ignorante de todo lo que sucede; donde no conmueven ya los suspiros, los gemidos ni los gritos de dolor que rasgan los aires; donde las tristezas más violentas son cosas comunes. Apenas se pregunta ya por quién suenan las campanas, y eso que allí se agotan las vidas de los hombres buenos antes que mueran o se marchiten las flores que adornan las gorras que los cubren.

MACDUFF
¡Oh, qué relato tan ingenioso y verdadero!

MALCOLM
¿Puedes decirnos la última desgracia?

ROSS
La que hace una hora ocurrió se cuenta ya entre las más antiguas; cada minuto nos trae una nueva tristeza.

MACDUFF
¿Sabes cómo está mi esposa?

ROSS
Bien ...

MACDUFF
¿Y todos mis hijos?

ROSS
Bien ... También ...

MACDUFF
¿No ha destruido el tirano la paz que gozaban?

ROSS
No ... Por lo menos, en paz estaban cuando yo me separé de ellos.

MACDUFF
No seas avaro de tus palabras ... Dinos lo que sepas.

ROSS
Cuando salí para venir aquí con el propósito de traer noticias, cuyo peso difícilmente puedo tolerar, corría el rumor de que se había rebelado buen número de hombres dignos, cosa que me hizo dar por cierta la circunstancia de que se aprestaban a combatirlos las tropas del tirano ... Ahora es la ocasión para el auxilio; su presencia en Escocia motivaría soldados y llevaría a la lucha a las mujeres, que de ese modo se aislarían de sus sufrimientos.

MALCOLM
Sírvales de consuelo el hecho de que hacia allá vamos de inmediato. La gloriosa Inglaterra nos cede diez mil hombres con el valiente Siward; no dispone hoy la Cristiandad de soldado mejor.

ROSS
¡Quisiera el cielo que yo pudiese corresponder a estas noticias con otras tan consoladoras! Pero he de decir palabras que más debieran lanzarse como rugidos al viento para que a ningún oído humano le fuera dable recogerlas.

MACDUFF
¿A qué se refieren? ¿A la causa general? ¿o es un infortunio que únicamente corresponde soportar a un solo corazón?

ROSS
No hay alma honrada que pueda dejar de participar en este dolor ... Mas para ti es la parte principal.

MACDUFF
Si es para mí, no me lo ocultes; dímelo ahora.

ROSS
Que tus oídos no abominen de mi lengua, porque va a herirlos con el golpe más fuerte que nunca pudo llegar a ellos.

MACDUFF
¡Oh, lo presiento!

ROSS
Tu castillo ha sido sorprendido, tu esposa e hijos salvajemente asesinados ... Relatarte cómo sería añadir la muerte tuya a esa espantosa matanza.

MALCOLM
¡Piadoso cielo! ¿Qué te pasa, que enmudeces? Expresa en palabras nuestra desesperación; el dolor callado va susurrando muy quedo al abatido corazón y lo lleva a morir.

MACDUFF
¿Mis hijos has dicho?

ROSS
Esposa, hijos, criados, ¡todo cuanto encontró!

MACDUFF
¿Por qué salí de allí? ... ¿También mi esposa asesinada?

ROSS
Ya lo he dicho.

MALCOLM
¡Anímate! Transformemos nuestra gran venganza en las medicinas que curen este dolor mortal.

MACDUFF
¡Como no tienes hijos! ... ¿Todos mis pequenos ... ¿Has dicho todos? ... ¡Oh, buitre infernal! ... ¿Todos mis hijos y su madre, cayeron en la presa?

MALCOLM
Castiga, como hombre este golpe.

MACDUFF
¡Lo haré! ... Pero ¡también tengo que sentirlo como hombre! No puedo olvidar que esos seres eran lo más importante para mí ... ¿y lo contempló el cielo sin tomar parte? ¡Por ti, Macduff pecador, fueron muertos todos! ¡Tan indigno como soy, por mis culpas, se cebó el estrago en sus almas! ¡Dios los haya recibido!

MALCOLM
Sea esta la piedra que afile tu espada; transforma el dolor en cólera; ¡no calmes el corazón, enfurécelo!

MACDUFF
¡Podría yo ahora hacer el papel de mujer con mis ojos llorando lágrimas reales, y el de presuntuoso con mi lengua profiriendo fanfarronerías a granel! Pero les ruego, cielos protectores, que eviten toda demora y me pongan frente a frente con este enemigo de Escocia y mío; traíganlo al alcance de mi espada, y si escapa, que Dios lo perdone.

MALCOLM
Ese tono tuyo es el que emplean los hombres como tú ... Ven, nos presentaremos al Rey; nuestras tropas están preparadas y tenemos que despedirnos. Macbeth está al borde del abismo, y los poderes celestiales mueven en ayuda nuestra sus elementos. Estimula tus ánimos con lo que puedas; ¡la noche no es tan larga que no dé paso a la aurora!


Se van.

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