Índice de Macbeth de William ShakespearePRIMER ACTOTERCER ACTOBiblioteca Virtual Antorcha

MACBETH

William Shakespeare

SEGUNDO ACTO


PRIMERA ESCENA
Inverness
Patio del castillo de Macbeth

Entran Banquo y Fleancio, el cual lleva una antorcha.

BANQUO
¿Está ya muy avanzada la noche, muchacho?

FLEANCIO
No he oído el reloj ... Pero ya se ha ocultado la Luna.

BANQUO
Pues la Luna se pone a las doce.

FLEANCIO
Yo creo que es más tarde, señor.

BANQUO
Ten mi espada. El cielo no se muestra espléndido esta noche; todas sus luces se han disipado. Toma esto también. Me domina un sueño pesado cual plomo y el caso es que no quisiera dormir. ¡Espíritus misericordiosos, detengan en mí los malos pensamientos que nos visitan cuando descansamos!


Entra Macbeth, seguido de un criado con una antorcha.

BANQUO
Dame mi espada ... ¿Quién está ahí?

MACBETH
Un amigo.

BANQUO
¿Todavía no te has acostado? El Rey está ya en el lecho. Ha demostrado inusual buen humor y se ha mostrado bondadoso en verdad con tu servidumbre. Y después de dedicar como recuerdo este diamante a la gentilísima castellana, se ha retirado embargado de la mayor de las satisfacciones.

MACBETH
Sin estar preparados para recibirlo, nuestra voluntad ha tenido que verse envuelta en grandes dificultades, que con libertad de acción no se hubieran efectuado.

BANQUO
Todo ha estado muy bien ... Anoche soñé con las tres parcas. Por cierto que para ti han resultado veraces hasta ahora.

MACBETH
No pienso en ellas. Pero cuando dispongamos de una hora a nuestro gusto, hablaremos algo de este asunto ... si te place ...

BANQUO
Como quieras.

MACBETH
Si te sometes a mi opinión cuando eso ocurra, alcanzarás mayor gloria.

BANQUO
Puesto que nada pierdo en procurar aumentarla, conservando como conservo tranquilo el corazón y sin manchar mi lealtad, me dejaré aconsejar.

MACBETH
Descansa por ahora.

BANQUO
Gracias, señor ... Lo mismo te deseo.


Salen Banquo y Fleancio.

MACBETH
Di a tu señora que cuando esté preparada mi bebida haga sonar la campana ... y ve a acostarte.


Sale el Criado.

MACBETH
¿Es una daga esto que veo ante mí con el puño hacia mis manos? ¡Ven, déjame que te empuñe! No te tengo y sin embargo, estoy viéndote. ¿Acaso eres¡ visión fatal, tan perceptible a la vista como al tacto? ¿O sólo eres una daga del espíritu, una falsa creación que nace de un cerebro calenturiento? Te sigo viendo, en forma tan palpable como ésta que ahora empuño. Tú me señalaste la dirección en que yo iba y me insinuaste que un arma como tú era lo que debía utilizar. Mis ojos se convierten en juguete de los demás sentidos, o valen más que todos juntos; no dejo de tenerte ante ellos, y veo en tu puño y en tu hoja espesas gotas de sangre que antes no tenían ... ¡Oh, no hay tal! ¡Es ese proyecto sanguinario lo que trae estas cosas a mi imaginación! ... En estos momentos, en la mitad del mundo parece muerta la naturaleza y los malos sueños se apoderan de los que duermen; la brujería rinde culto a Hécate, y el crimen, vigilado por su guardián el lobo, cuyo aullido es su guarda, avanza, como Tarquino, a pasos forzados y furtivos hacia su víctima, moviéndose como un espectro. Tú, Tierra, sólidamente y firmemente asentada, apaga mis pasos dondequiera que vayan, no sea que tus piedras denuncien mi marcha y roben al momento oportuno el horror preparado a mostrarse ... ¡Desesperación! Mientras yo amenazo, él vive; y el calor de las acciones se siente enfriado por las palabras.


Suena una campana.

MACBETH
¡Llegó el momento! Voy, la campana me invita. ¡No la escuches, Duncan, porque es el tañido que te llama al cielo o al infierno!


Se va.


SEGUNDA ESCENA
El mismo lugar.

Entra Lady Macbeth.

LADY MACBETH
Lo que a ellos les ha embriagado a mí me presta osadía; lo que los ha dominado, a mí me anima ... ¡Eh, silencio! ... Es el búho, que con su canto da la sensación que da el carcelero con su visita nocturna a los condenados ... ¿Lo habrá hecho ya? Están las puertas abiertas y los indigestos chambelanes burlan con ronquidos el cumplimiento de sus deberes; les he añadido a su brebaje de leche agria y vino una droga que en estos momentos tiene a sus naturalezas en lucha entre la vida y la muerte.

MACBETH
(Adentro) ¿Quién anda por ahí? ... ¡Oh, aquí me tienes!

LADY MACBETH
¡Ay de mí! Temo que hayan despertado y no esté dado todavía el golpe ... Porque la tentativa, no el hecho, sería lo que nos perdería ... ¡Chist! Dejé las dagas preparadas; por fuerza las ha encontrado ... Si no me hubiera recordado a mi padre cuando dormía, yo misma habría acabado con él.


Entra Macbeth.

LADY MACBETH
¡Mi marido!

MACBETH
¡Ya está consumado! ... ¿Oíste algún ruido?

LADY MACBETH
Sí, el alarido del búho y el chirrido de los grillos ... ¿No hablaste tú?

MACBETH
¿Cuándo?

LADY MACBETH
Ahora.

MACBETH
¿Cuándo bajaba?

LADY MACBETH
Sí.

MACBETH
¡Atención...! ¿Quién duerme en la segunda habitación?

LADY MACBETH
Donalbain.

MACBETH
(Mirándose las manos) ¡Qué tristeza!

LADY MACBETH
Piensas locamente diciendo eso.

MACBETH
Uno de los que dormían rió y otro gritó: ¡Asesino!, despertándose mutuamente. Me detuve y los oí; pero musitaron sus oraciones y de nuevo durmieron.

LADY MACBETH
Hay dos que ocupan una sola habitación.

MACBETH
Uno dijo, ¡Dios nos bendiga! y amén el otro, como si hubieran visto estas manos mías de verdugo ... Observando su terror, no pude contestar amén a su ¡Dios nos bendiga!

LADY MACBETH
¡No pienses tanto en eso!

MACBETH
¿Pero por qué razón no pude pronunciar el amén? iEra yo quien más necesitaba la bendición, y el amén se me ahogó en la garganta!

LADY MACBETH
Estas cosas no deben tomarse como tú las tomas; nos volveríamos locos.

MACBETH
Creí escuchar una voz que decia: ¡No duermas más! ¡Macbeth asesina el sueño! ¡El sueño, ese inocente sueño que desenreda la enmarañada madeja del desasosiego, que es muerte de cada día de la vida, baño para las duras fatigas, bálsamo de los espíritus doloridos, segundo elemento de la sabia naturaleza, alimento primordial del festín de la existencia! ...

LADY MACBETH
¿Qué quieres decir con todo eso?

MACBETH
Y siguió diciendo a toda la casa: ¡No duermas más! Glamis ha asesinado el sueño y por ello ya no dormirá más Cawdor, Macbeth no dormirá más.

LADY MACBETH
¿Pero quién hablaba en esa forma? ... ¿Por qué, ilustre barón, doblegas tu noble energía al vértigo de tales pensamientos? ... ¡Ve en busca de agua que libre a tus manos de testigo tan acusador! ¿Y por qué has traído las dagas? Debiste dejarlas allí; llévalas ahora, y de paso moja con sangre a los chambelanes que quedan sumidos en la confusión.

MACBETH
No, no iré más; temo reflexionar en lo que he hecho, no me atrevo a imaginármelo otra vez.

LADY MACBETH
¡Qué flaqueza de resolución! ... Dame los puñales; los que duermen y los muertos no son sino sombras; únicamente los ojos de los niños tiemblan ante una estampa del diablo ... Si sangra, adornaré con esas gotas las caras de sus servidores, de manera que sean muestra de su culpabilidad.


Sale. Aldabonazos dentro.

MACBETH
¿De dónde vienen esas llamadas? ¿Qué es lo que me sucede, que el menor ruido me asusta? ... ¿Qué manos son esas que me arrancan los ojos? ¿Podría todo el inmenso océano de Neptuno dejar limpias de esta sangre mis manos? ¡No! ¡Esta mano mía enrojecería la mar inmensa tiñendo de escarlata lo verde de sus aguas!


Entra de nuevo Lady Macbeth.

LADY MACBETH
También mis manos tienen tu color. Pero es porque yo me avergüenzo de alentar un corazón anémico. (Aldabonazos dentro). Oigo que tocan en la puerta del sur. Volvamos a nuestra habitación. Un poco de agua nos lavará de esta acción; fácil cosa es ... ¡Tu resolución te ha acobardado! (Se repiten los aldabonazos). ¿Escuchas? ¡Otra vez! Ponte la ropa de dormir, no sea que nuestra presencia sea requerida y tengamos que salir así, dando señales de haber estado vigilantes ... ¡Pero no te ensimismes en pensamientos que tanto abaten!

MACBETH
Mejor fuera desconocerme a mí mismo que juzgar lo que he hecho. (Suenan de nuevo los golpes a la puerta). ¡Despierta a Duncan con tu escándalo! ... ¡Ojalá pudieras despertarlo!


TERCERA ESCENA
El mismo lugar.

Aldabonazos dentro.
Entra un portero.

PORTERO
¡Esto sí que es hacer escándalo! Un hombre que estuviera encargado de las puertas del infierno gozaría volviendo y revolviendo la llave. (Golpes a la puerta dentro). Llama, sí, llama, llama ... ¿Quién eres, por Belcebú...? Éste era un labrador que esperaba una buena cosecha y se ahorcó a sí mismo: ¡Llegas a tiempo, pero te harán falta muchos pañuelos porque aquí vas a sudar de lo lindo! (Más golpes). ¡Llama, llama! ¿Quién es? ¡Por todos los diablos! Hubo un testigo tan falso que era capaz de jurar en los dos platillos de la balanza, en uno contra otro sucesivamente, que traicionaba todo por amor de Dios ... Pero no pudo engañar al cielo. ¡Entra, perjuro! (Continúan los golpes). Llama, llama, ¡no te canses, llama! ¿Qué quieres? Éste es un sastre inglés que viene por sisar tela de tinos calzones franceses; ¡no te detengas, sastre, ponte cómodo, que aquí puedes calentar tus planchas! (Golpes). ¡Llama, llama sin cesar! ¿Qué es lo que eres? ... En verdad, que es demasiado frío este lugar para que sea la puerta del infierno; no seré un momento más portero del demonio; ya he dado entrada a algunos oficios que marchan por sendero de rosas a la eterna hoguera. (Golpes dentro). ¡Voy...! ¡Ya estoy...! Pero guarden consideración al portero, se los ruego ...


Abre la puerta.
Entran Macduff y Lennox.

MACDUFF
¿Tan a deshora te acostaste, buen amigo, que así de tarde te levantas?

PORTERO
Es que estuvimos bebiendo, señor, hasta que el gallo cantó por segunda vez; y la bebida, señor, estimula mucho a tres cosas.

MACDUFF
¿Cuáles son esas tres cosas que la bebida estimula especialmente?

PORTERO
¡Por Dios! Enrojecimiento de la nariz, pereza y orina. También provoca lujuria, pero la abate; despierta el deseo e impide la ejecución. Puede decirse, por ello, que el exceso en la bebida es un perjuro de la lascivia; la crea y la desfigura, la excita y la desanima, la acaricia y la despide, la estimula y no la puede sostener; en conclusión, la engaña en un sueño y, una vez engañada, la abandona.

MACDUFF
Me parece que la bebida te traicionó anoche.

PORTERO
Así fue, señor, en todo mi ser. Pero me he vengado; y como soy demasiado fuerte para que me domine, aunque a ratos hizo que mis piernas temblaran, al fin me di mañas para vencerla.

MACDUFF
¿Descansa tu señor?


Entra Macbeth.

MACDUFF
Nuestras llamadas lo han despertado ... Aquí viene.

LENNOX
Insigne señor, buenos días.

MACBETH
Buenos días, señores.

MACDUFF
¿Se ha levantado el Rey, noble barón?

MACBETH
Todavía no.

MACDUFF
Me ordenó que le hablara a tiempo, y casi he dejado pasar la hora.

MACBETH
Los llevaré hasta su presencia.

MACDUFF
Sé que ésta es para usted una molestia agradable, aunque molestia al fin.

MACBETH
Hacemos con verdadera satisfacción el trabajo que nos deleita ... Aquí es la puerta.

MACDUFF
Me tomaré la libertad de entrar, porque se me ha encomendado este servicio.


Sale.

LENNOX
¿Se marcha hoy de aquí el Rey?

MACBETH
Sí, así lo ha planeado.

LENNOX
¡Qué noche más horrible! Donde descansábamos, el viento derribó nuestras chimeneas; y aseguran haberse oído lamentos en el aire, extraños alaridos de muerte, que profetizaban con terribles acentos de espantoso y confuso ruido sucesos planeados como en los tiempos desgraciados; ¡toda la noche ha estado clamando el ave tenebrosa! ... Hasta se nos ha dicho que la tierra ardía y ha temblado ...

MACBETH
En verdad, ha sido borrascosa la noche.

LENNOX
Mi breve memoria no recuerda otra igual.


Vuelve a entrar Macduff.

MACDUFF
¡Horror, horror, qué horror...! ¡Ni la lengua ni el corazón pueden concebirte ni darte nombre!

MACBETH
¿Qué es lo que sucede?

LENNOX
...

MACDUFF
¡La destrucción ha hecho su obra maestra! ¡El más sacrílego de los crímenes ha penetrado en el templo del ungido del Señor y ha robado de allí la vida!

MACBETH
¿Qué estás diciendo...? ¿La vida...?

LENNOX
¿Te refieres a Su Majestad?

MACDUFF
Adelántense a la habitación y su vista se cegará ante una nueva obra de Gorgona ... ¡No pidan que les hable! ... ¡Entren, y hablen ustedes entonces!


Se van Macbeth y Lennox.

MACDUFF
¡Despierten, despierten todos...! ¡Den la alarma...! ¡Asesinato y traición...! ¡Banquo y Donalbain! ¡Malcolm! ¡Despierten! ¡Sacudan su dulce letargo, contrafigura de la muerte, y contemplen la propia muerte! ¡Arriba, arriba y observen la imagen del juicio final! ¡Malcolm! ¡Banquo! Levántense, como si resucitaran de sus tumbas y vengan como si fuesen espíritus para que puedan hallarse ante este horror ... Toquen la campana ...


Suena la campana.
Entra Lady Macbeth.

LADY MACBETH
¿Qué es lo que ocurre, que ese espantoso son levanta a cuantos duermen en esta casa? Hablen, ¡por Dios!, hablen.

MACDUFF
¡Oh, noble señora! No es para una dama lo que yo pueda decirle; sería un nuevo crimen, cometido en oídos femeninos.


Entra Banquo.

MACDUFF
¡Oh, Banquo, Banquo, nuestro real señor ha sido asesinado!

LADY MACBETH
¡Maldición! ¿Qué has dicho? .. ¡En nuesto hogar!

BANQUO
¡Dondequiera que hubiese sido es demasiada crueldad! ... Querido Macduff, te ruego que te desmientas, y ¡dinos que no es cierto!


Vuelven a entrar Macbeth y Lennox, con Ross.

MACBETH
Si yo hubiese muerto una hora antes hubiera vivido una existencia feliz; porque, desde este instante nada mortal es digno de atención, todo es juguete del destino; se han esfumado la fama y los privilegios, se ha apurado el elíxir de la vida, y sólo quedan las heces para nuestra arrogancia.


Entran Malcolm y Donalbain.

DONALBAIN
¿Ocurre algo malo?

MACBETH
¿No lo sabes? El origen, la raíz, la fuente de tu sangre ya no corre más; se ha secado en su propio manantial.

MACDUFF
Tu real padre ha sido asesinado.

MALCOLM
¡Oh...! ¿Por quién?

LENNOX
Sus chambelanes, según todas las señales; tienen las manos y los rostros bañados en sangre, lo mismo que las dagas, que hallamos en sus camas; encaraban la mirada y parecían perturbados; ¡cualquiera les confiaba una vida humana!

MACBETH
¡Oh, y todavía me arrepiento de mi furia, que me ha llevado a darles muerte antes de ahora mismo!

MACDUFF
¿Y por qué motivo lo has hecho?

MACBETH
¿Quién se muestra prudente, aterrado, consciente, furioso, leal e indiferente a un tiempo? ¡Ningún hombre! El impulso de mi amor violento dominó la razón calmada. A un lado, Duncan tendido, adornada con dorada sangre su blanca piel, semejando las hondas heridas una brecha abierta en la naturaleza para dar entrada a la asoladora devastación; al otro, los asesinos bañados en los colores de su misión, groseramente manchados sus puñales ... ¿Quién pudiera refrenarse poseyendo amoroso corazón, y valor en ese corazón?

LADY MACBETH
¡Oh, sáquenme de aquí!

MACDUFF
Ayuden a Lady Macbeth.

MALCOLM
(Aparte a Donalbain) ¿Por qué callamos, dejando que pueda interpretarse nuestro silencio como culpabilidad?

DONALBAIN
(Aparte a Malcolm) ¿Qué podemos decir aquí donde nuestro destino, escondido en un barreno, podría dispararse y marcar nuestro fin? ... Alejémonos; todavía no están propicias nuestras lágrimas.

MALCOLM
(Aparte a Donalbain) Ni la fuerza de nuestra gran tristeza puesta aún en movimiento.

BANQUO
¡Atiendan a la castellana!


Se llevan a Lady Macbeth.

BANQUO
Y cuando hayamos vestido nuestros cuerpos, entumidos ahora de frío, reunámonos para examinar esta sangrienta obra y poder conocerla mejor. Nos agitan temores y recelos; confío en la mano de Dios, y ayudado por ella lucharé contra los secretos de toda malicia traidora.

MACDUFF
¡Yo también!

TODOS
¡Y todos!

MACBETH
Pongámonos rápidamente nuestros atavíos militares y reunámonos en el salón.

TODOS
Allí estaremos.


Se van todos, menos Malcolm y Donalbain.

MALCOLM
¿Qué piensas hacer? No nos unamos a ellos; fingir dolor que no se siente es labor que el hombre falso realiza fácilmente ... Yo me voy a Inglaterra.

DONALBAIN
Y yo a Irlanda. Separados, nuestra fortuna nos mantendrá más a salvo; aquí donde estamos hay puñales en las sonrisas; quien más cercano en sangre está a nosotros es quien más próximo se halla de haber derramado sangre.

MALCOLM
Todavía está en el aire el dardo asesino y lo mejor es esquivar la puntería ... Montemos a caballo y no perdamos el tiempo en despedidas, vámonos ahora mismo; disculpa desatención semejante el hecho de que no podamos esperar compasión de ningún tipo.


Se van.


CUARTA ESCENA
Exterior del castillo de Macbeth.

Entran Ross y un anciano.

ANCIANO
De setenta años datan los acontecimientos que puedo recordar bien; en todo ese tiempo he visto horas espantosas y cosas extrañas; pero esta terrible noche empequeñece hasta la insignificancia cuanto conserva mi memoria.

ROSS
¡Ah, buen anciano! Ya ves en qué forma los cielos, como si se mostraran ofendidos por las maldades humanas, amenazan el escenario criminal en que se desenvuelven; estamos ya en horas del día y sin embargo, la oscuridad ahoga la luz. Esas tinieblas que ahora envuelven la faz de la Tierra, cuando debieran acariciarla los besos del Sol, ¿nos dicen que todavía impera la noche, o son la afrenta del día?

ANCIANO
Es tan contrario esto a la naturaleza, como lo que ha sucedido en ese palacio. El martes, un halcón, mientras se elevaba orgulloso en espirales a lo más alto, fue atrapado y muerto por un búho.

ROSS
Y cosa de lo más extraña, pero cierta; los caballos de Duncan, hermosos y veloces, joyas de su raza, se han rebelado súbitamente; escaparon de sus pesebres, huyeron y, como si hubieran declarado guerra a la humanidad, no obedecen de ningún modo.

ANCIANO
¡Hasta se dice que se comen unos a otros!

ROSS
Es cierto, y mis ojos quedaron asombrados viéndolo. Aquí viene el buen Macduff ... ¿Cómo van las cosas?

MACDUFF
¿No lo saben?

ROSS
¿Se ha averiguado ya quién cometió ese crimen más que sangriento?

MACDUFF
Los chambelanes que Macbeth mató.

ROSS
¡Ah! ¿y podían obtener algo bueno con eso?

MACDUFF
Estaban siendo sobornados; Malcolm y Donalbain, los dos hijos del Rey, se han apartado y han huido, exponiéndoles esto a las sospechas de todos.

ROSS
¡Otra cosa contra naturaleza! ¡Extraña ambición que así devora sus propios medios de vida! ... Entonces, es muy probable que la corona vaya a Macbeth.

MACDUFF
Está proclamado ya, y ha partido a Scone para convertirse en soberano.

ROSS
¿Y el cuerpo de Duncan?

MACDUFF
Ha sido llevado a Colmes-Kill, el sagrado panteón de sus antepasados y guardador de sus huesos.

ROSS
¿Irás a Scone?

MACDUFF
No, primo mío. Parto a Fife.

ROSS
Yo también iré allá.

MACDUFF
Pues que todo marche como deseas en Fife ... A menos que nos sienten mejor las viejas vestiduras que las nuevas ... Adiós.

ROSS
¡Adiós, buen anciano!

ANCIANO
Vayan con la bendición de Dios, y que lo mismo acompañe a todos los que intenten hacer bien del mal y convertir en amigos a los enemigos.


Se van.

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