Índice de El hombre que volvió de la chingada y otros regresos de Agustín Cortés | Cuento anterior | Cuento siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|
Gargajo
Se lo digo yo, todas son igual de putas. Todas buscan nada más engatusarlo a uno y ya que lo tienen lo exprimen hasta sacarle todo el jugo.
No, no me malinterprete, no me refiero a esa clase de jugo, sino al otro, al único que les interesa, usted me entiende ...
Ándele, échese otra, para siquiera olvidar cómo nos trata esta pinche vida.
Si, claro, las ve uno muy hacendositas, muy arregladitas, dizque muy trabajadoras; pero en cuanto le echan el guante al pendejo que se deja, se acabó el trabajo, el arreglo, todo; entonces quieren casa y dinero a la puerta, como si por casarse se quedaran tullidas para no seguir trabajando, para ayudar en algo, ¿no cree?
¿O a poco es usted de los que piensan todavía que las viejas como las escopetas, cargadas y en un rincón?
Se me hace que el que inventó eso fue un pinche maricón que nunca se casó, o alguna vieja, para justificar al gremio, que se me hace.
Y si a uno se le ocurre tratar de programar la familia, la que se arma, no, que yo soy católica, que eso es pecado, que deben aceptarse los hijitos que Dios manda - como si el pobre de Dios tuviera algo que ver en estos menjurjes -, que el Papa dijo, viejo jijo, ya quisiera verlo a él ¿qué acaso va a mantener a la familia?
¿Usted cuántos tiene? ¿Cuatro? No, pues le gano, yo tengo siete y a ver si en estos días no me salen con que se murió el conejo.
¿Otra? No faltaba más.
Yo al principio también me sentí muy macho, cómo iba a dejar que mi vieja - entonces era mi señora esposa - trabajara, jamás, eso era casi como sentar plaza de padrote. Pero después del segundo se me quitó lo macho y que se me ocurre insinuarle que había en la oficina una vacante de secretaria.
No está usted para saberlo, ni yo para contarlo, pero me armó un escándalo que me hizo pedirle el divorcio, se fue a casa de sus padres y al día siguiente mi suegro me amenazó con matarme si se me volvía a ocurrir ese tipo de proposiciones inmorales, que yo era un destrampado y que si habían aceptado nuestro matrimonio era por el profundo amor que su hija me profesaba, hágame el favor, si ya no sabían cómo salir de ella.
Otra ¿no?
Carajo, si viera usted que yo apuntaba, iba para ingeniero y dejé los estudios para ponerme a trabajar y juntar para casarme con esa desgraciada, carajo. Y lo que es peor, de recién casado tuve oportunidad de continuar la carrera, trabajando sólo en las mañanas, pero ella salió con que no, que qué me ganaba, que con lo que teníamos era suficiente, y todo eso me lo decía en la cama. Oiga usted, porque en la cama es todo un caso, tal vez por eso la he aguantado.
Y en lo que acabé, en oficinista de quinta, porque de esta ya no salgo, ya tengo más de cuarenta ...
¿Otra? Oh, no se haga, la del estribo ¿sí?
Índice de El hombre que volvió de la chingada y otros regresos de Agustín Cortés | Cuento anterior | Cuento siguiente | Biblioteca Virtual Antorcha |
---|