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LA FIERECILLA DOMADA

William Shakespeare

PRÓLOGO



PRIMERA ESCENA
Ante la puerta de una taberna en un bosquecillo.
Se abre la puerta de la taberna y sale Sly, expulsado por la Tabernera.

SLY
¡Por quién soy, que te voy a cardar el moño!

TABERNERA
¡Las esposas es lo que necesitas, bribón!

SLY
La bribona y redomada lo eres tú. Los Sly nunca fueron pícaros. Puedes informarte en las crónicas. Vinimos a Inglaterra con Ricardo el Conquistador. Por lo tanto, paucas pallabris, que el mundo siga dando vueltas y no se diga más.

TABERNERA
¿Es decir que no quieres pagar los vasos que rompiste?

SLY
¡Ni un denario! ¡Largo, largo, la santa Jerónima! Vete a calentar la cama, que la tienes fría.

TABERNERA
Pues entonces ya sé lo que debo hacer: ir a buscar al oficial del barrio.

SLY
Oficial, capitán o comandante, la ley me servirá de respuesta. No me vuelvo atrás de lo que he dicho ¡ni una pulgada!, hermosa. Que venga, que venga, y será bien recibido. (Se cae y se queda dormido. En ese momento se oye el estrépito producido por cuernos de caza, y luego entra un Noble que regresa, tras una batida, con sus piqueros y criados).

NOBLE
Montero, te encargo a mis perros. Cuídalos como debe ser. Sangra a Merriman. La fatiga y la espuma ahogan a la pobre bestia; y pon juntos a Clowder y la perra de la boca grande. ¿Has visto, muchacho, cómo Silver ha encontrado la pista en el recodo del seto? No quisiera perder este perro por veinte libras.

PRIMER MONTERO
Pues Belman no se queda atrás, señor. Apenas tuvo la pista perdida, ¡qué forma de ladrar! Y en dos ocasiones la ha encontrado y por los lugares más ventilados. Para mí es el mejor de los perros, créame.

NOBLE
¡Bah!, eres tonto. Si Echo fuera tan rápido como él, ¡doce Belman valdría! Pero bueno, hazlo comer como es debido y ocúpate bien de todos, pues mañana quiero cazar otra vez.

PRIMER MONTERO
Cuente conmigo, señor.

NOBLE
(Observando a Sly) Pero, ¿qué es esto? ¿Un muerto o un borracho? Mira a ver si respira.

SEGUNDO MONTERO
Respira, respira, señor. Y por fortuna para él, la cerveza lo calienta. De otra manera, sería difícil que durmiera profundamente en cama tan fría.

NOBLE
¡Qué bárbaro! Ahí lo tienen, tumbado como un cerdo. Innoble y repugnante imagen de la sombría muerte. Pero me voy a divertir con este borracho. Vamos a ver, ¿piensan que transportado a una buena cama, entre sábanas finas, anillos en los dedos, una mesa deliciosa junto a él al abrir los ojos y rodeado por criados de librea; piensan, digo, que este mendigo olvidaría lo que es?

PRIMER MONTERO
¡Indudablemente, señor! Cómo podría suponer que ocurriera otra cosa.

SEGUNDO MONTERO
¡Y qué sorpresa al despertar!

NOBLE
Algo así más o menos, como la impresión que causa un ensueño halagador o una quimera. Pues dicho y hecho: levántenlo con mucho cuidado y preparemos bien la broma. Llévenlo suavemente hasta la más hermosa de mis alcobas y llénenla con los cuadros que tengo más excitantes. También laven su cabeza, ¡tan sucia!, con aguas tibias y bien perfumadas, e incluso quemen maderas olorosas para que perfumen la habitación. Y para cuando vaya a despertar, tengan preparada una orquesta a punto de tocar una música dulce, celestial. Y si comienza a hablar, júntense presurosos en torno suyo y díganle del modo más humilde y respetuoso: ¿Qué desea su señoría? Y en seguida, que uno de ustedes se le acerque con una aljofaina de plata llena de agua de rosas cubierta de otras flores deshojadas. Otro que lleve un jarro. Un tercero, una toalla toda brochada y que al ofrecérsela diga: ¿Le agradaría a su señoría refrescarse las manos? Al mismo tiempo, que otro tenga dispuesto cuanto necesite para su atavío y le pregunte qué traje se quiere poner. Entonces, otro le hablará de sus perros y de sus caballos, sin olvidar a su querida esposa, a quien su enfermedad tiene muy triste. En fin, convénzanlo de que ha estado loco. Y cuando responda que él es fulano de tal, díganle que sueña, que es realmente un gran señor y no otra cosa. Si hacen esto con habilidad y discreción, no habrá mejor diversión.

PRIMER MONTERO
Yo le garantizo, señor, que representaremos nuestro papel de un modo tan perfecto, que no dudará en creer que es quien le digamos que sea.

NOBLE
Bueno, levántenlo con mucho cuidado y llévenlo a la cama. Y estén al pendiente para cuando abra los ojos. (Los criados se llevan a Sly. En ese instante empieza a sonar ruido de trompetas). Tú, bribón, ve a ver qué trompeta es esa que se oye. (El criado sale). Sin duda algún noble caballero en viaje que, fatigado, desea descansar aquí. (Regresa el criado). Veamos: ¿qué sucede?

CRIADO
Con el permiso de su señoría, se trata de una compañía de cómicos que se ofrecen a representar en honor a usted.

NOBLE
Ve y diles que se acerquen. (Entran los cómicos). Sean bien venidos, muchachos.

CÓMICOS
Gracias, noble señor.

NOBLE
¿Tienen la intención de permanecer en mi casa esta noche?

UNO DE LOS CÓMICOS
Si desea su señoría aceptar nuestros servicios, honradísimos.

NOBLE
Por mí, con mucho gusto. Por cierto, aquí tenemos a un bravo del que me acuerdo muy bien. Sí, recuerdo haberlo visto hacer el papel del hijo mayor de un granjero. Aquella comedia en que tan admirablemente hacías la corte a cierta gran dama. Tu nombre le he olvidado, pero el papel, a fe que te iba de maravilla. Y lo representabas en la forma más natural del mundo.

UN CÓMICO
Me parece que su señoría se refiere a Soto.

NOBLE
Efectivamente. Y tú representabas el papel a la perfección. Pues bien, han llegado a pedir de boca. Tan a punto, que preparo una diversión en la que su talento podrá serme bastante útil. Está aquí cierto señor que sería feliz viéndolos representar esta noche. Pero mucho me temo que no sean capaces de guardar la compostura debida al ver su extraña apariencia. Porque se trata de un elevado personaje que, sin embargo, nunca ha presenciado una obra de teatro y, como digo, temo que se les escape alguna broma que le ofendería gravemente. Por lo tanto, se los advierto mucho: por poco, amigos míos, que los viera reír, se pondría furioso.

UN CÓMICO
No se preocupe, excelencia. Sabremos contenemos, aunque fuera el más grotesco personaje del mundo.

NOBLE
Tú, pícaro, llévalos al cuarto de servicio y que todos reciban el buen trato que merecen. Que no carezcan de nada cuanto se les pueda ofrecer en mi casa. (Sale el criado seguido de los cómicos. El noble sigue, dirigiéndose a otro criado). Y tú, bribón, ve a buscar a Bartolomé, mi paje, y dile que se vista como una dama de pies a cabeza. Y después de eso llévalo al cuarto del borracho, llamándole siempre señora e inclinándote al hacerlo en señal de profundo respeto. En cuanto a él, dile que si quiere tenerme contento que imite la manera de conducirse de las señoras nobles cuando están frente a sus esposos. Que como tal se comporte con el borracho, y que hablándole con voz dulce y con rendida sumisión le diga, por ejemplo: ¿Qué tiene que ordenar hoy su señoría que pueda permitir a su obediente esposa demostrarle su celo y probarle su amor? Y luego, abrazándolo cariñosamente y entre tiernos besos, y apoyando la cabeza en su pecho, que trate de llorar, diciéndole que tales lágrimas vienen de la alegría que siente viendo cómo su noble señor ha vuelto a sus sentidos tras haberse imaginado, durante siete largos años, que no era sino un pobre mendigo. Y en caso de que mi paje no tenga ese don, tan fácil a las mujeres, de verter cuando quieren lágrimas a torrentes, podrá salir del paso mediante una cebolla cuidadosamente envuelta en su pañuelo que, cerca de los ojos, hará que estén siempre húmedos. Corre a poner en práctica inmediatamente lo que te digo, que después te daré nuevas indicaciones. (Sale el criado). Estoy seguro que el paje imitará a la perfección la gracia, la voz, el porte y los ademanes de una dama distinguida. Impaciente estoy ya por oír cómo llama al borracho esposo mío, y por ver cómo los demás, conteniendo la risa, se apresuran a prestar toda clase de honores al patán. Voy a hacerles otras recomendaciones más. Mi presencia moderará, además, su humor, naturalmente demasiado alegre, pues sin ello fácilmente podrían ir más allá de los justos límites. (Salen todos)


SEGUNDA ESCENA
Una alcoba en el palacio del noble.
Sly, vestido con una lujosa bata, está rodeado de criados. Unos tienen en sus manos elegantes vestidos; otros, aljofaina, jarro y demás utensilios para lavarse. Entra también el noble, pero modestamente vestido.

SLY
Por el amor de Dios, denme un jarrillo de cerveza.

PRIMER CRIADO
¿No le gustaría a su señoría una copa de vino de Canarias?

SEGUNDO CRIADO
¿Y no probaría su excelencia estas deliciosas frutas en dulce?

TERCER CRIADO
¿Qué traje desea su señoría usar hoy?

SLY
Yo soy Cristóbal Sly. No me harten, pues, con tanta señoría y excelencia. En cuanto al vino de Canarias, nunca lo he bebido; y si quieren darme algo preparado, que sea buey bien ahumado. No me pregunten tampoco qué traje quiero usar, pues no tengo más ropajes que espaldas, más calzones que piernas, ni más zapatos que pies. Es más, en ocasiones me ocurre tener más pies que zapatos. O tales zapatos que los dedos asomen por los agujeros del cuero.

NOBLE
¡Que el cielo libre a su señoría de la triste locura de que es víctima! ¿Cómo es posible que señor tan poderoso, de tan elevada cuna, dueño de tan cuantiosa fortuna y de tan altísima consideración, sea víctima de tan insensata manía?

SLY
Pero, vamos a ver, ¿es que desean volverme loco? ¿Es que acaso no soy Cristóbal Sly, el hijo del viejo Sly, de Burton-heath, buhonero de nacimiento, fabricante de cuerdas, gracias a su educación, por cambio, exhibidor de osos y actualmente calderero de oficio? Pregunten a Mariam Hacket, la tabernera gorda de Wincot, si es que me conoce. Y si no dice que le he dejado de cuenta catorce denarios de cerveza, considérenme el más redomado mentiroso de la cristiandad ... (Un criado le trae un jarro con cerveza). ¿Quién habla de que yo haya perdido la cabeza? A la ... (Bebe).

TERCER CRIADO
¡Ay!, eso es lo que hace sollozar a su esposa.

SEGUNDO CRIADO
¡Y lo que entristece a sus servidores!

NOBLE
Y he aquí por qué sus parientes huyen de esta casa, expulsados de ella por su lamentable extravío. Vamos, noble señor, piensa en tu nacimiento, llama de su destierro a tus pensamientos de otro tiempo y aleja, por el contrario, lo más que te sea posible, estas divagaciones de ahora, tan bajas y abyectas. Date cuenta cómo tus servidores se agolpan a tu alrededor, dispuesto cada uno a servirte a la menor de tus indicaciones. ¿Te gustaría oír música? Escucha. (Se oye, en efecto, una música dulcísima). El propio Apolo toca, y veinte ruiseñores enjaulados cantan. ¿Prefieres, quizá, dormir? Si es aSí, te llevaremos a un lecho más suave y mullido que el preparado ex profeso para Semíramis. ¿O tal vez deseas pasearte? Si así es, cubriremos el camino de alfombras. ¿Te agradaría montar a caballo? Tus corceles están preparados y enjaezados con arneses bordados con oro y perlas. ¿Desearías tal vez cazar con halcón? Precisamente tienes muchos, cuyo vuelo es más rápido que el de la alondra mañanera. ¿Prefieres la montería? Tu jauría hará resonar el ciero y despertará con sus ladridos el sonoro eco de las cavernas.

PRIMER CRIADO
Di, señor, que lo que deseas es cazar a la carrera, pues tus lebreles son tan rápidos como ciervos lanzados, y más ágiles que las mismas gacelas.

SEGUNDO CRIADO
¿Te gustan los cuadros? Si es así, al momento te traeremos uno que representa a Adonis al borde de un arroyo, y a Citerca, escondida entre unas cañas, que diríase que se mueven y ondulan a causa de su aliento, lo mismo que cuando son agitadas por la brisa.

NOBLE
Te mostraremos a Io, aún virgen, en el momento de ser seducida por sorpresa. La pintura es tan real que diríase que se ve la escena.

TERCER CRIADO
O bien a Dafné, errando a través de la agreste espesura que le araña las piernas. Pero con tal realismo, que se juraría que sangra, y que Apolo, desolado, llora al mirarlo. ¡De tal modo sangre y lágrimas están pintadas con arte magistral!

NOBLE
Eres un gran señor y solamente un gran señor. En cuanto a tu dama, es infinitamente más hermosa que todas las de este degenerado tiempo.

PRIMER CRIADO
Antes de que las lágrimas que vertió por tu culpa cayeran a raudales por su bellísimo rostro, era la más hermosa criatura del mundo. Incluso hoy superaría a cualquier otra en hermosura.

SLY
¿En verdad soy un gran señor? ¿Tengo, realmente, una hermosa mujer? Pero, ¿es que sueño o, por el contrario, es hasta ahora cuando he estado soñando? Sin embargo, no estoy dormido, puesto que veo, oigo y hablo. Como huelo perfumes deliciosos y toco objetos delicados. Sí, ¡por mi vida!, soy señor y no calderero; no Cristóbal Sly. Maravilloso. Pues tráiganme de inmediato a esa mi dama para que yo la vea. Y también otro jarro de cervecita.

SEGUNDO CRIADO
¿Quisiera su señoría lavarse las manos? (Le presentan todo lo necesario para hacerlo). ¡Qué felicidad para nosotros ver a nuestro señor vuelto a la razón! ¡Si de veras se diera bien cuenta de quién es! Hundido ha estado durante los últimos quince años en un verdadero sueño. Hasta cuando despertaba parecía dormido.

SLY
¿Dormido durante quince años? ¡Largo sueño, a fe mía! Y durante todo este tiempo, ¿no he dicho algunas cosas?

PRIMER CRIADO
Claro que sí, señor, pero palabras sin sentido. Aunque estabas acostado aquí en esta hermosa alcoba, pretendías que habías sido puesto de patas en la calle y llenabas de ofensas a la dueña de la casa, asegurando, además, que la citarías ante la justicia. Y ello, por haberte servido cántaros de gres en lugar de botellas bien lacradas. A veces llamabas también a Cecilia Hacket.

SLY
Sí, la criada de la taberna.

TERCER CRIADO
Pues bien, señor, en verdad no conocías ni criada ni taberna. Como tampoco a ninguno de los hombres que mencionabas tantas veces, por ejemplo: Stephen Sly, el viejo John Naps de Greece, Pedro Turph, Enrique Pimprenelle y veinte más, de nombres parecidos, que nunca existieron ni alguien vio nunca.

SLY
Bueno ... ¡Pues Dios sea alabado por haberme curado!

TODOS
¡Amén!

SLY
. (Al criado) Te doy las gracias, y descuida que nada perderás por lo que me has dicho. (Entra el paje vestido como una dama distinguida y seguido de su séquito).

PAJE
¿Cómo está mi noble señor?

SLY
Muy bien, ¡caramba!, pues aquí se está de primera y hay de todo. ¿Dónde está mi mujer?

PAJE
Aquí, noble señor. Yo soy. ¿Qué me mandas?

SLY
¿Eres mi mujer y no me llamas tu marido? Está bien que éstos me llamen señoría, pero para ti soy tu hombre.

PAJE
Mi marido y señor, mi señor y mi esposo. Y yo tu obediente mujer.

SLY
Ya lo sé. ¿Cómo debo llamarte?

PAJE
Señora.

SLY
¡Pero señora Alicia, señora Juana o cómo?

PAJE
Señora nada más, pues de esta forma un señor se dirige a las damas.

SLY
Señora mi dama, dicen que he soñado y dormido durante quince años o quizás más.

PAJE
¡Ay!, quince años que me han parecido treinta a causa de haber estado todo este tiempo ausente de tu lecho.

SLY
Largo tiempo, en realidad ... Criados, déjenme solo con ella. (Los criados se van). Señora, desnúdate y acostémonos de inmediato.

PAJE
Te ruego, nobilísimo señor, que me disculpes aún por una noche o dos; o por lo menos, espera a que el Sol se ponga. Pues tus médicos me han recomendado mucho, bajo pena de que vuelvas a caer en la antigua enfermedad, que me abstenga todavía de tu lecho. Espero que tan justa causa será suficiente razón.

SLY
Sí, la razón es poderosa. Sin embargo, mucho me va a costar esperar tanto tiempo. Claro que, como no quiero volver a caer en mis ensueños, esperaré a despecho de la carne y de la sangre. (Entra un criado).

EL CRIADO
Los cómicos de su señoría, al saber de tu restablecimiento, han venido a ofrecerte una agradable comedia. Esto ha sido aconsejado por tus médicos; sabiendo que el exceso de tristeza ha congelado tu sangre y, por aquello de que la melancolía es madre del frenesí, consideran saludable que veas una pieza teatral, con objeto de que tu espíritu se predisponga a la bulliciosa alegría que, como es sabido, previene toda clase de males y alarga la existencia.

SLY
¡Caramba!, la cosa me agrada; que representen su pieza. Una comedia ¿no es una de esas farsas de Navidad o uno de esos manejos de los titiriteros?

PAJE
No, mi querido señor; es algo más agradable y mejor.

SLY
¿Es cosa de cortinas y de papeles pintados?

PAJE
Es una especie de historia.

SLY
Bien. Ahora lo veremos. Señora mi mujer, siéntate a mi lado y dejemos que el mundo siga girando. Nunca seremos más jóvenes que ahora. (El paje obedece y empieza a sonar la música).

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