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EL ENEMIGO DEL PUEBLO

Enrique Ibsen




ACTO CUARTO



Gran sala, de estilo antiguo, en casa del capitán Horster. Al fondo, puerta doble que comunica con la antesala. En la lateral izquierda, tres ventanas. En la lateral derecha, un estrado con una mesita, sobre la cual hay dos candelabros con velas, un jarro de agua, un vaso y un reloj. La sala está alumbrada por candelabros colocados entre ventana y ventana. A la izquierda, en primer término, una mesa, sobre la que hay una vela. Al lado; una silla. A la derecha, en primer término, una puerta, y junto a ella, otras dos sillas.

Gran reunión de ciudadanos de todas las categorías sociales. Algunas mujeres y colegiales. Constantemente entra la gente por la puerta del foro, llenando completamente el local.

VECINO PRIMERO
(A otro al que ha dado involuntariamente un empujón.) ¿Tú también aquí esta noche, Lamstad?

LAMSTAD
Sí, bien sabes que no falto a ninguna reunión pública.

VECINO SEGUNDO
Me imagino que habrás traído tu silbato, ¿no?

VECINO TERCERO
¡Claro! Pues, ¿qué pensabas? ¿Y tú trajiste el tuyo?

VECINO SEGUNDO
Pues claro que sí, ¿a poco pensabas que se me había olvidado? ¡Mira! ¡Aquí está! Por cierto, el capitán Evensen me dijo que iba a traer un enorme silbato para armar un mayúsculo escándalo.

VECINO PRIMERO
¡No se mide el tal Evensen! (Todos ríen.)

VECINO CUARTO
(Se aproxima.) Oiga: ¿qué a qué demonios se debe este relajo?

LAMSTAD
Pues nada, que al doctor Stockmann tuvo la ocurrencia de organizar una conferencia para criticar al alcalde.

VECINO CUARTO
¡En serio! ¿Se aventó contra su propio hermano?

VECINO PRIMERO
A él le da lo mismo que sea o no familiar, ya sabe que el doctor Stockmann no le tiene miedo a nada.

VECINO SEGUNDO
Pero esta vez creo que se pasó de rosca. ¡Es evidente que no tiene razón! Por lo menos eso es lo que informa La Voz del Pueblo.

VECINO TERCERO
Pues sí, porque de otra manera no es posible entender el por qué no han querido cederle el local en la Sociedad de Propietarios ni en la de Ciudadanos.

VECINO PRIMERO
Claro, porque tampoco le permitieron que usara la sala del Balneario.

VECINO SEGUNDO
Pues si, si no tiene razón, para qué carambas perder el tiempo ...

UN HOMBRE
(En otro grupo.) ¡Oigan! Y en todo este jaleo, ¿a quién debe uno otorgarle la razón?

OTRO HOMBRE
(Del mismo grupo.) Usted fíjese en lo que haga Aslaksen y repítalo. ¡Así de fácil!

BILLING
(Con una cartera bajo el brazo se abre paso entre la multitud.) ¡Disculpen, señores! Con su permiso. Vengo a cubrir el evento para La Voz del Pueblo ... ¡Muchas gracias! (Se sienta junto a la mesa de la izquierda.)

OBRERO PRIMERO
¿Y ese fulano, quién es? ...

OBRERO SEGUNDO
¿A poco no lo conoces? ¡Fíjate bien! Es Billing, el que está colocado en el periódico de Aslaksen. (El capitán Horster entra por la primera puerta lateral derecha; acompaña a la señora Stockmann y a Petra. Ejlif y Morten vienen detrás.)

HORSTER
Me parece que aquí estarán ustedes perfectamente. Desde aquí pueden evacuar fácilmente en caso de que las cosas se salieran de control.

SEÑORA STOCKMANN
¿Cree usted que puede haber jaleo?

HORSTER
Pues ... mire ... ¿la verdad? Es muy dificil el poder afirmar lo contrario ... ¡Entre tanta gente ...! Pero siéntese y no se impaciente.

SEÑORA STOCKMANN
(Lo hace.) Ha sido usted muy amable al ofrecer esta sala a mi marido.

HORSTER
Nadie quería hacerlo, y pensé que ...

PETRA
(Que también se ha sentado.) Y sobre todo ha sido usted muy valiente.

HORSTER
¡No, no, no! No creo que haga falta mucho valor para esto. (Hovstad y Aslaken llegan a través de la multitud por diferentes sitios.)

ASLAKSEN
(Se dirige a Horster.) ¿Todavía no ha llegado el doctor?

HORSTER
Claro que sí. Está ahí adentro esperando. (Movimiento cerca de la puerta del foro.)

HOVSTAD
(A Billing.) Ahí está al alcalde. ¿Ya lo vió?

BILLING
Sí, es verdad. Pero mire usted, ¿habérsele ocurrido venir con todo el rollo en su contra que se trae el doctor? (El alcalde se abre lentamente camino entre los reunidos; saluda cortésmente y se coloca junto a la lateral izquierda. Poco después aparece el doctor Stockmann por la primera puerta de la misma lateral. Viste abrigo negro y lleva al cuello un pañuelo blanco. Algunos de los asistentes aplauden tímidamente, pero tropiezan con un siseo discreto. Silencio.)

DOCTOR STOCKMANN
(A media voz.) ¿Cómo estás, Catalina?

SEÑORA STOCKMANN
(Conmovida.) ¿Yo? Muy bien. (Baja la voz.) ¡Por favor, Tomás, no vayas a acelerarte! ¡Intenta controlarte!

DOCTOR STOCKMANN
Descuida. Sabré dominarme. (Consulta su reloj, sube al estrado y saluda.) Ya pasa de la hora señalada. Por tanto, voy a empezar. (Abre el manuscrito.)

ASLAKSEN
Espere, espere ... pienso que antes de que usted comience sería bueno que se eligiera un presidente de debates.

DOCTOR STOCKMANN
¿Qué? No, hombre, no pienso que sea para nada necesario.

ALGUNAS VOCES
¡Si! ¡Si! ¡Que se elija! ¡Que se elija!

ALCALDE
También yo considero oportuno que se elija un presidente para dirigir las intervenciones.

DOCTOR STOCKMANN
Oye, mano, no te la cachetes, esto es una conferencia, no un debate público. Y además fui yo mismo el que les invite a todos ustedes.

ALCALDE
Sí; pero una conferencia sobre el Balneario puede acarrear discusiones

VARIOS
¡Que se elija un presidente! ¡Que se elija un presidente!

DOCTOR STOCKMANN
(Conteniéndose.) Bueno, está bien, si quieren un presidente de debates pues nómbrenlo y dejemos de perder el tiempo.

ASLAKSEN
¿Me gustaria conocer si el señor alcalde estaria de acuerdo en encargarse de la presidencia?

ALCALDE
Disculpe usted pero debo declinar ese honor por diversas razones fácilmente comprensibles. Pero tenemos la suerte de contar entre nosotros con una persona que todos aclamarán como presidente. Hablo del señor impresor Aslaksen, representante de la Sociedad de Propietarios.

MUCHOS
¡si! ¡Si! ¡Muy bien! ¡Que sea Aslaksen! (El doctor Stockmann baja del estrado con el manuscrito en la mano).

ASLAKSEN
Nombrado por la confianza de mis conciudadanos, acepto. (Sube al estrado.)

BILLING
(Toma nota.) El señor Aslaksen ... impresor ..., es designado ... presidente ..., entre aclamaciones de la multitud ...

ASLAKSEN
En calidad de presidente, voy a permitirme dirigiros unas breves palabras. Soy un hombre moderado que desea en todo una moderación reflexiva y ... una reflexión moderada; ¡todos cuantos me conocen tienen ocasión de comprobarlo!

MUCHAS VOCES
¡Muy bien! ¡Muy bien!

ASLAKSEN
Mi experiencia me ha enseñado que la moderación es la virtud más importante de todo ciudadano.

ALCALDE
Muy bien.

ASLAKSEN
La reflexión y la moderación son de todo punto indispensables a la sociedad. De modo que invitaré al honorable ciudadano que ha tenido a bien convocarnos aquí a mantenerse dentro de los límites estrictos de la moderación.

UN HOMBRE
(Cerca de la puerta, con sorna.) ¡Viva La Sociedad de la Moderación!

VOCES
¡Silencio!

ASLAKSEN
Silencio, señores. ¿Quién desea hacer uso de la palabra?

ALCALDE
Yo, señor presidente.

ASLAKSEN
El señor alcalde tiene la palabra.

ALCALDE
Por mi parte, creo que hubiera sido preferible, dado el estrecho parentesco que me une al médico del Balneario, como todo el mundo lo sabe, abstenerme de hablar esta noche. Pero, por el bien de toda la ciudad, creo mi deber presentar la siguiente propuesta: estoy seguro que ninguno de los ciudadanos aquí presentes quiere que se propaguen más rumores tendenciosos y sin fundamentos sobro la situación sanitaria de la población y del Balneario.

MUCHAS VOCES
¡No! ¡Protestamos! ¡No! ¡No!

ALCALDE
En consecuencia, elevo a la asamblea el ruego de que no se le permita al médico del Balneario leer su Memoria o hablar sobre esta cuestión.

DOCTOR STOCKMANN
(Sobresaltado.) ¿Cómo? ¿Prohibirme a mí ...?

ALCALDE
En la síntesis que he escrito y se ha publicado en La Voz del Pueblo he dejado constancia de las partes principales de esa cuestión, para que todos los ciudadanos conscientes puedan formar su juicio imparcialmente. En ella he demostrado que la propuesta del doctor, además de constituir un gesto hostil contra las autoridades, no acarreará otra consecuancia práctica que la de obligar a los contribuyentes a un gasto inútil de más de cien mil coronas. (Gritos y silbidos.)

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla.) Silencio, señores. Apruebo la propuesta del señor alcalde. Según mi entender, el doctor Stockmann procura producir una agitación, con otro fin, al hablar de los baños. Pretende que se realice una modificación en el poder, que la administración recaiga en otras manos. Lógicamente, nadie duda de la honorabilidad del doctor, incluso yo mismo soy partidario de la autonomía, siempre que ésta no sea muy gravosa, claro está. Pero el caso es que nos costaría demasiado dinero, por lo que resulta imposible apoyar las ideas del doctor. (Se oyen aplausos.)

HOVSTAD
También yo me considero obligado a explicar mis ideas personales. Confieso que quise estimular al doctor Stockmann a que expusiera sus ideas revolucionarias, que, al principio, contaba con muchos partidarios. pero nos dimos cuenta que nuestra buena fe había sido engañada con una falsa exposición de los hechos.

DOCTOR STOCKMANN
¿Falsa exposición?

HOVSTAD
Inexacta, al menos. Así lo demuestra la síntesis publicada por el señor alcalde. Me parece que nadie puede dudar de mis sentimientos liberales. Todo el mundo sabe que La Voz del Pueblo siempre ha defendido esos sentimientos; pero los hombres de experiencia, los hombres reflexivos, me han enseñado que los asuntos locales hay que tratarlos con cierta cautela.

ASLAKSEN
Estoy completamente de acuerdo con las palabras del orador.

HOVSTAD
Entonces, creo que no cabrá la menor duda de que el doctor no piensa como la mayoría de los ciudadanos. Y yo pregunto: ¿Cuál es la primera obligación de un periodista, señores? ¿Acaso no es estar siempre conforme con el público? ¿No es verdad que la misión de Un periodista consiste en ser útil a sus lectores? ¿O me equivoco pensando así? Díganmelo.

MUCHOS
¡Muy bien! ¡Muy bien!

HOVSTAD
Francamente, me ha dolido mucho verme obligado a ir en contra del doctor, del que he sido compañero. Es una persona honrada, que merece toda la consideración de sus conciudadanos. Su única falta consiste en dejarse guiar más por su corazón que por su cabeza.

VOCES
¡Muy bien! ¡Eso es! ¡Viva el doctor Stockmann!

HOVSTAD
He roto relaciones con él. Lo he hecho por el bien de todos. Pero hay otra razón que, desgraciadamente, me forza a combatirle. Y esa razón que me obliga a detenerle en el mal camino que ha tomado es qué me preocupa la tranquilidad de su familia.

DOCTOR STOCKMANN
Hágame el favor de no desviarse del asunto de la conducción del agua y de la cloaca.

HOVSTAD
Me preocupa el porvenir de su mujer y de sus hijos, que aún no pueden valerse por sí mismos.

MORTEN
(Aparte, a la señora Stockmann.) Está hablando de nosotros, mamá.

ASLAKSEN
Va a someterse a votación la propuesta del señor alcalde, señores.

DOCTOR STOCKMANN
No, no, no hace falta. Ya no pienso hablar del Balneario. Voy a hablar de otra cosa.

ALCALDE
(En voz baja.) ¿Y ahora, qué se le habrá ocurrido?

UN BORRACHO
(Desde la puerta.) ¡Protesto! Yo pago mis impuestos como otro cualquiera, y tengo derecho de votar. Ésa es mi opinión. Quiero votar ... ¡Quiero votar! ...

VARIAS VOCES
¡Ya cállate!

OTRAS VOCES
¡Échenlo pa´fuera! Está borracho. ¡A la calle! (Le arrojan de la sala.)

DOCTOR STOCKMANN
¿Me permiten hablar?

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla.) El doctor Stockmann tiene la palabra.

DOCTOR STOCKMANN
Hace algunos días habría defendido valerosamente mis derechos si hubieran querido hacerme callar, como aquí acaban de hacerlo. Pero hoy ya no me importa. La cuestión de que quiero hablarles es más importante. (La multitud se agrupa a su alrededor. Se ve al viejo Morten Kül.) Estos últimos días he estado reflexionando sobre muchas cosas. He pensado tanto que, francamente, he tenido miedo de enloquecer. Pero la verdad ha acabado por triunfar en mi espíritu, a pesar de todo. Por eso estoy aquí. ¡Ciudadanos! Repito que voy a hablarles de algo muy importante. Comparado con lo que voy a decirles, no tiene ninguna importancia haber demostrado que las aguas del Balneario están contaminadas y que el Balneario está construido sobre un suelo pestilente.

VARIAS VOCES
(A gritos.) No, no, no. ¡Nada del Balneario! ¡No queremos que se hable del Balneario!

DOCTOR STOCKMANN
Está bien, está bien, ustedes ganan ... Solamente voy a hablarles de un descubrimiento que acabo de hacer. He descubierto que la base de nuestra vida moral está completamente podrida, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira.

VARIAS VOCES
(Cuchichean con asombro.) ¿Y ahora éste que se trae? ¿Se le botó la canica?

ALCALDE
Esa insinuación ...

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla.) Se invita al orador a que se exprese con mayor moderación.

DOCTOR STOCKMANN
Quiero a mi ciudad tanto como a mis hijos; cuando tuve que dejarla era muy joven, y la distancia, la nostalgia, el recuerdo del pasado, sjempre me la hacían ver iluminada por el cariño. (Se oyen aplausos.) Después me vi muchos años sepultado en un desierto, muy lejos, en una triste ciudad, y cada vez que veía a la pobre gente que vegetaba entre aquellas montañas, pensaba que hubiera sido mejor dar a aquellos seres un veterinario, en vez de un médico como yo. (Se oyen murmullos.)

BILLING
(Dejando a un lado su pluma.) ¡Válgame! ¿Se ha oído alguna vez cosas semejantes?

HOVSTAD
¡Eso es una burla!

DOCTOR STOCKMANN
¡Un momento! Me parece que nadie podrá decir que perdí allá arriba el recuerdo de mi ciudad natal. Mi imaginación elaboraba ideas constantemente, e hizo germinar en mí el propósito de fundar un Balneario. (Se oyen aplausos y protestas.) Cuando tuve la dicha de regresar, creí, queridos conciudadanos, que se habían realizado todos mis deseos. Tenía una ambición sincera y ardiente de consagrar toda mi inteligencia, toda mi vida, al bien público.

ALCALDE
Si, claro, ¿como no?

DOCTOR STOCKMANN
En mi extraña ceguera, vivía dichoso. Pero desde ayer, mejor dicho, desde anteayer, mis ojos se han abierto, y lo primero que he visto ha sido la incapacidad completa, la crasa ignorancia de las autoridades ... (Se oyen ruidos, gritos y carcajadas. Catalina tose.)

ALCALDE
Señor presidente ...

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla.) En mi calidad de presidente ..., pido al señor doctor que no emplee palabras que ...

DOCTOR STOCKMANN
¡Es una ridiculez preocuparse por las palabras que debo emplear, señor Aslaksen! Sólo quería decir que me asusta la inmensa idiotez de que son culpables las personas que ostentan el poder. Las detesto. No puedo soportarlas. Son como cabras a las que ss deja invadir un jardín recién plantado. No hacen más que estropearlo todo. Un hombre libre no puede adelantar nada sin tropezarse con ellas constantemente. Y lo mejor sería acabar de una vez con esa casta de personas, como se hace con los animales dañinos ... (Se oyen murmullos.)

ALCALDE
Señor presidente, ¿cómo permite usted semejantes expresiones?

ASLAKSEN
(Hace sonar fuertemente la campanilla.) ¡Señor doctor!

DOCTOR STOCKMANN
(Imponiéndose.) Lo que más me extraña es que no me haya dado cuenta antes del valor de esos individuos a pesar de tener ante mi vista un ejemplar perfecto de su especie en la persona de mi hermano Pedro ..., ese hombre obstinado que nunca retrocede ante sus errores ... (Se oyen risas y pitidos. Aslaksen hace sonar la campanilla con más fuerza aún. El borracho vuelve a entrar.)

BORRACHO
¿Quién me llama? Mi nombre es Pedro, y he oído que el doctor ... (Se oyen diferentes gritos hasta que consiguen echar de nuevo al borracho.)

ALCALDE
¿Quién es ese tipo?

UNO
No lo sé, señor alcalde; no lo conozco.

OTRO
No debe ser de por aquí.

ASLAKSEN
(Al alcalde.) Ese interruptor habrá bebido demasiada cerveza, sin duda alguna. (Al doctor Stockmann.) Ahora, doctor, puede usted continuar, pero procure ser más moderado en sus expresiones.

DOCTOR STOCKMANN
Bien; no quiero hablar más de nuestros dirigentes; el que crea que he de següir haciéndolo está completamente equivocado. Estoy seguro de que todos ellos, todos esos reaccionarios, se acabarán de una manera o de Otra. No hace falta atacarlos más para que llegue su fin, y, por tanto, me parece que no son el peligró más inminente de la sociedad. No; no son ellos los más peligrosos destructores de las fuerzas vivas; no son ellos los más temibles enemigos de la razón y de la libertad. ¡No!

MUCHAS VOCES
Entonces, ¿quiénes? ¡Queremos nombres! ¡si, nombres! ¡Nombres! ¡Nombres!

DOCTOR STOCKMANN
Calma, calma. No se me aceleren. Citaré nombres. Precisamente en eso consiste el gran descubrimiento que hice ayer. El enemigo más peligroso de la razón y de la libertad de uestra sociedad es el sufragio universal. El mal está en la maldita mayoría liberal del sufragio. En esa masa amorfa. He dicho. (Gran escándalo. La multitud patea y silba. Algunos ancianos parecen aprobar con ademán tímido. Aslaksen hace sonar la campanilla y pide silencio. Hovstad y Billing gritan a la vez, sin que se les pueda entender. Pasado un largo rato de escándalo, se restablece la calma.)

ASLAKSEN
El presidente espera del orador que retire lo dicho, porque, sin duda, ha ido más allá de lo que quería.

DOCTOR STOCKMANN
¿Retirar lo que dije? ¡ja ja ja! Si Chucho, ¿como no? Me niego rotundamente, señor Aslaksen, y hágale como quiera. ¿Acaso no es la mayoría de esta sociedad la que me roba mi derecho y pretende arrebatarme la libertad de decir la verdad?

HOVSTAD
Pero ... señor doctor ... comprenda usted que, aunque le disguste, la mayoría siempre tiene razón ...

BILLING
Sí. La mayoría siempre tiene razón.

DOCTOR STOCKMANN
No; la mayoría nunca tiene razón. Esa es una de las mentiras sociales que se han establecido. Todo ciudadano libre debe protestar contra ello. ¿Quiénes son la mayoría en el sufragio? ¿Los estúpidos o los inteligentes? Espero que ustedes me darán la razón de que los estúpidos están en todas partes, formando una mayoría aplastante. Y creo que eso no es razón suficiente para que los estúpidos manden sore los demás. (Escándalo, gritos.) ¡Si, sí, pueden callar mis palabras con sus gritos! No saben contestarme de otra manera. Pero, escúchenme bien: la mayoría tiene la fuerza, mas no la razón. Yo, y algunos otros más, tenemos la razón. La minoría siempre tiene la razón. (Griterio.)

HOVSTAD
¿Desde cuándo se ha convertido usted en un aristócrata, señor doctor?

DOCTOR STOCKMANN
He dicho ya que no me ocuparé en absoluto de los desgraciados de pecho comprimido y respiración vacilante, que no tienen nada que ver con el movimiento de la vida. Para ellos no es posible ni la acción ni el progreso. Me refiero a la minoría intelectual, que se apodera de todas las verdades en embrión. Los hombres de esa aristocracia están siempre en primera línea, lejos de la mayoría, y luchan por las nuevas verdades, demasiado nuevas para que las comprenda y las admita la mayoría. Pienso dedicar todas mis fuerzas y toda mi inteligencia a combatir esa mentira de que la voz del pueblo es la voz de la razón. ¿Qué valor tienen las verdades proclamadas por la masa? Son vieijas y caducas. Y cuando una verdad es vieja, se puede decir que es una mentira, porque acabará convirtiéndose en mentira. (Se oyen risas, burlas, murmullos y exclamaciones de asombro.) Me tiene sin cuidado que me crean o no. En general, las verdades no tienen una vida tan larga como Matusalén. Cuando una verdad es aceptada por todos, sólo le quedan de vida unos quince o veinte años, a lo sumo, y esas verdades, que se han convertido así en viejas y caducas, son las que impone la mayoría de la sociedad como buenas, como sanas. ¿De qué sirve asimilar semejante podredumbre? Soy médico, y les aseguro que es un alimento nocivo, créanme, tan perjudicial como los arenques salados o él jamón rancio. Ésa es la razón por la cual las enfermedades morales acaban con el pueblo.







ASLAKSEN
Me parece que el orador se está apartando por completo del asunto.

ALCALDE
Por supuesto que sí. Soy de la misma opinión.

DOCTOR STOCKMANN
Y yo opino, Pedro, que estás loco de atar. Estoy precisamente en el meollo del asunto, puesto que estoy hablando de la repugnante mayoría que envenena las fuentes de nuestra vida intelectual e infecta el suelo sobre el cual vivimos.

HOVSTAD
La mayoría del pueblo tiene la suficiente prudencia de no aceptar una verdad más que cuando es evidente y reconocida por todos.

DOCTOR STOCKMANN
Por Dios, señor Hovstad, no me salga usted con ese cuento de verdades evidentes por todos reconocidas. Las verdades que acepta la mayoría no son otras que las que defendían los pensadores de avanzada en tiempos de nuestros tatarabuelos. Ya no podemos compartirlas puesto que no nos sirven. La única verdad evidente es que un cuerpo social no puede desarrollarse saludablemente si no se alimenta más que de verdades disecadas.

HOVSTAD
Bueno, doctor, concrete usted. A ver, según usted, ¿de qué verdades disecadas se alimenta nuestro cuerpo social? (Se oyen murmullos aprobatorios.)

DOCTOR STOCKMANN
Podría nombrar muchas si quisiera. Pero, pienso que bastará con que mencione una de la cual vive el señor Hovstad, La Voz el Pueblo y, por supuesto, todos sus lectores.

HOVSTAD
Pues bien, dígala, ¿a qué viene tanto rollo?

DOCTOR STOCKMANN
La creencia heredada de sus antepasados, y que usted defiende sin pensar y sin descanso; me refiero a la creencia según la cual la masa, la mayoría, constituye la esencia del pueblo; que el hombre del pueblo, el que encarna la ignorancia y todas las enfermedades sociales, debe tener el mismo derecho de condenar y de aprobar, de dirigir y de gobernar, que los seres elegidos que forman la aristocracia intelectual.

BILLING
¿Qué barbaridad está usted diciendo?

HOVSTAD
(Al mismo tiempo grita:) ¿Lo han oído muy bien, o no?

VOCES ENCOLERIZADAS DEL PUEBLO
¡Nosotros somos el pueblo! ¿Es que quieres que solamente gobiernen las personas que tú, y sólo tú, consideras como distinguidas?

UN OBRERO
¡Vete a freir espárragos! ¡A la calle con ese doctorcito! ¡No vamos a permitir que nos trates así!

VOCES
¡A la calle! ¡Fuera! ¡A la calle!

UNO
Toca tu silbato, Evandsen. (Se oyen gritos, pitidos y un escándalo formidable.)

DOCTOR STOCKMANN
(Cuando se recupera la calma.) ¿Es que no pueden escuchar con calma, aunque sea por una sola vez en su vida, una verdad, sin encabritarse? No esperaba convencerlos a todos en un instante, pero suponía que, por lo menos, estaría de acuerdo conmigo el señor Hovstad, que, según pregona, es librepensador ...

ALGUNOS
(Asombrados.) ¿Cómo? ¿El periodista Hovstad librepensador? ¿No nos hagas reir?...

HOVSTAD
(Rabioso.) Demuéstrelo, señor doctor. Yo nunca me he vanagloriado de ello.

DOCTOR STOCKMANN
Sí, tiene usted razón; es verdad. Nunca tuvo usted el valor para reconocerlo públicamente. En fin, no quiero comprometerle, señor Hovstad. Por lo visto, aquí no hay más librepensador que yo. Y yo les voy a demostrar que La Voz del Pueblo se burla cuando dice que la masa es la esencia del pueblo. Eso no es más que una adulación, un truco periodístico. ¿Se dan ustedes cuenta? La masa es la materia bruta qué hay que transformar en pueblo. (Escándalo.) ¿No se han fijado ustedes en la diferencia que hay entre los animales de lujo y los animales vulgares? Piensen en la gallina de un campesino. ¿Qué clase de huevos pone? No mayores que los de una paloma. ¡Imaginen, por el contrario, una gallina japonesa o española, de casta seleccionada, y vean la diferencia. ¿No han visto a los perros, a esos amigos que casi puede decirse pertenecen a la familia? Tomen un mastín corriente, sucio, vulgar, que hace sus porquerías en todas las esquinas, y compárenlo con un perro de raza, cuyos ascendientes han recibido buena comida durante varias generaciones y han vivido entre voceís armoniosas y música. ¿No creen ustedes que el cerebro de ese perro de lujo se habrá desarrollado de un modo muy diferente al del mastín? Créanme, los cachorros de esos perros de lujo son a los que los titiriteros y los saltimbanquis hacen aprender las habilidades más extraordinarias, que los otros no podrían aprender jamás. (Ruido y burlas.)

VECINO PRIMERO
(Gritando.) ¡Ya ni la friegas, nos estás comparando con perros!

VECINO SEGUNDO
¡Oiga usted, nosotros no somos animales, señor doctor!

DOCTOR STOCKMANN
Que me cuelguen si no son ustedes animales. Es más, todos somos animales. Lo que sucede es que hay gran distancia entre los hombres-mastines y los hombres de raza. Y lo más gracioso es que estoy seguro de que el redactor Hovstad me dará la razón ..., tratándose de cuadrúpedos.

HOVSTAD
Sí; tratándose de animales, le doy la razón.

DOCTOR STOCKMANN
Muy bien; pero cuando se trata de animales de dos patas, el señor Hovstad no se atreve a compartir mi opinión. Predica en seguida en La Voz del Pueblo que la gallina del campesino y el mastín callejero son más distínguidos y mejores que la gallina y el perro de lujo. Así será siempre con el hombre mientras no eliminen lo que hay de vulgar en él para elevarlo a una verdadera distinción espiritual.

HOVSTAD
No pretendo tener distinción de ninguna clase. Soy hijo de una simple familia de campesinos, y estoy orgulloso de pertenecer a esa masa a la que se está insultando aquí.

MUCHOS OBREROS
¡Viva Hovstad! ¡Viva! ¡Muy bien!

DOCTOR STOCKMANN
La masa a que me refiero no se encuentra solamente en las clases bajas; también se revuelve en torno nuestro, incluso entre las clases más elevadas de la sociedad. Basta con mirar a su propio alcalde. Mi hermano Pedro es tan plebeyo como cualquier otro bípedo calzado con zapatos. (Risas.)

ALCALDE
Oye, ¿qué carambas traes? ¡Protesto! ¡Enérgicamente protesto! ¡Eso es una alusión personal! ¡Protesto!

DOCTOR STOCKMANN
(Sin inmutarse.) Sin embargo, en el fondo, no lo es; él, cómo yo, desciende de un viejo pirata de Pomerania. No lo duden ustedes.

ALCALDE
Eso es una fábula ridicula que niego rotundamente. ¡Falso!

DOCTOR STOCKMANN
Pero es un plebeyo, porque piensa lo que piensan sus superiores; porque opina lo que opinan sus superiores. Los que hacen eso serán siempre plebeyos morales. Por eso digo que mi queridísimo hermano Pedro es tan poco noble y, por tanto. tan poco liberal.

ALCALDE
Señor presidente ... Por favor haga algo ... Ya estuvo bueno, ¿no cree usted?

HOVSTAD
¡Los liberales, nobles! Vaya descubrimiento que acaba usted de hacer, señor doctor. (Se oyen burlas.)

DOCTOR STOCKMANN
Sí. Es verdad; ése ha sido otro de mis descubrimientos; sólo el liberalismo tiene un valor igual a la moral. Por eso creo que es imperdonable por parte de La Voz del Pueblo afirmar que la mayoría, únicamente la mayoría, está en posesión de los principios del liberalismo y de la moral; y que la podredumbre, la vileza y todos los vicios son patrimonios de las clases altas de la sociedad; que de ellas provienen todas las podredumbres, del mismo modo que el veneno que corrompe y contamina toda el agua del Balneario proviene de las porquerías del Valle de los Molinos, (Escándalo. El doctor Stockmann, sin inmutarse, prosigue sus palabras, como arrastrado por sus pensamientos.) La misma Voz del Pueblo pide para la mayoría una educación superior y completa. Pero la verdad es que, según la tesis del propio periódico, eso sería envenenar al pueblo. Ésa es una vieja equivocación popular: creer que la cultura intelectual es contraproducente, que debilita al pueblo. Lo que en realidad debilita al pueblo es la ignorancia, la pobreza y todo lo que se hace para embrutecer. Cuando en una casa no se barre ni se lava el suelo, sus habitantes acaban por perder en un par de años toda noción de moralidad. La conciencia, como los pulmones, vive de oxígeno, y el oxígeno falta en casi todas las casas del pueblo, porque una mayoría aplastante, que es lo bastante inmoral, quiere basar el progreso de nuestra ciudad en cimientos falsos y engañosos.

ASLAKSEN
¡Pérmitame, señor doctor! En mi calidad de presidente de debates no puedo permitir que calumnie usted de manera tan infame a los presentes.

VECINO PRIMERO
¡Señor presidente, haga callar al orador!

VECINO SEGUNDO
¡Sí! ¡Eso es! ¡Que se calle!

DOCTOR STOCKMANN
(Se pone nervioso.) Nadie puede prohibirme que diga la verdad. Apelaré a los periódicos de las poblaciones vecinas. Todo el mundo sabrá lo que aquí sucede.

HOVSTAD
Quiere usted arruinarnos y de paso arruinar nuestra ciudad, ¿no es eso, doctor?

DOCTOR STOCKMANN
Quiero lo bastante a mi ciudad natal para preferir que se arruine antes de que progrese valiéndose de mentiras.

ASLAKSEN
¡Ahora si ya se pasó de la raya, doctor! ¡Esto ya es demasiado! (Se oyen protestas, pitidos y gritos.)

HOVSTAD
(Con voz que destaca sobre todo el escándalo.) La persona que ataca así el bien común es un enemigo del pueblo.

DOCTOR STOCKMANN
(Más violento.) ¿Y qué más da que se arruine una sociedad podrida? Lo mejor que se puede hacer es acabar con ella, acabar con todos los que viven de la mentira como bestias dañinas. Terminarán contaminando a todo el país, y son capaces de llevarle a él también a la ruina; si llega a ese punto de corrupción, gritaré con toda mi alma que este país debe ser aniquilado, que nuestro pueblo debe desaparecer de una vez para siempre.

VECINO PRIMERO
¡Ya se le destornillaron las tuercas! ¡Está hablando usted como un auténtico enemigo del pueblo!

BILLING
¡Esa voz que hemos oído es la voz del pueblo, señor doctor!

TODOS
¡Odia a su país! ¡Odia al pueblo!

ASLAKSEN
¡Basta! Como persona y como ciudadano, me sorprende dolorosamente oír lo que ha dicho el doctor Stockmann. El doctor Stockmann, desgraciadamente, se ha presentado ahora bajo un nuevo aspecto. Me veo obligado, contra mi voluntad, a compartir los sentimientos de todos los ciudadanas honrados, sentimientos que creo que pueden resumirse en la siguiente propuesta: La presente asamblea declara que el doctor Tomás Stockmann, médico del Balneario, debe ser considerado como un enemigo del pueblo. (Gritos y escándalo. Varios ciudadanos se agrupan en torno al doctor, silbando. La señora Stockmann y Petra se ponen de pie.)

DOCTOR STOCKMANN
(A los que silban.) ¡Ustedes son unos estúpidos! Digo que son ...

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla.) ¡Ya cállese! Retiro la palabra al doctor. Ahora se procederá a la votación. Se votará por escrito y sin firma, para evitar cualquier susceptibilidad. Señor Billing, ¿tiene usted papel blanco? Yo tengo azul. (Baja del estrado.) Así acabaremos pronto. Vaya usted cortando el papel. (Al público.) El azul significa no; el blanco, . Yo recogeré todos los votos. (El alcalde sale de la sala. Aslaksen y muchos concurrentes colocan papeles dentro de sus sombreros y los reparten entre la multitud.)

VECINO PRIMERO
(A Hovstad.) Dígame Usted: ¿es qué se ha vuelto loco el doctor?

HOVSTAD
Es muy violento y en exceso imprudente ...

VECINO SEGUNDO
(A Billing.) Usted que frecuentaba la casa del doctor, ¿podría decirme si bebía?

BILLING
Nunca me di cuenta. Pero, ahora que recuerdo, en su casa siempre había ponche preparado para las visitas.

VECINO TERCERO
Yo creo que no está bien de la cabeza.

BILLING
Puede ser.

VECINO CUARTO
No, no esta loco; el doctor ha dicho todo eso por maldad o por vengarse. ¡Eso si que quién sabe!

BILLING
A lo mejor lo que pretendía era un aumento salarial y como no pudo lograrlo ... pues ...

TODOS
(A un tiempo.) ¡Claro! ¡Ahora se comprende todo!

BORRACHO
(Entre la multitud.) Un papel azul ... y otro blanco.

VARIOS CIUDADANOS
¡Otra vez el borracho! ¡Fuera! ¡A la calle con él!

MORTEN KÜL
(Se dirige hacia el doctor Stockmann.) ¿Está usted viendo, Stockmann, adónde le han llevado sus jugarretas?

DOCTOR STOCKMANN
No he hecho más que cumplir con mi deber.

MORTEN KÜL
¿Decía usted que los molinos del valle ...?

DOCTOR STOCKMANN
¿Acaso no lo ha comprendido usted? La infección provenía de ellos.

MORTEN KÜL
¿Del mío también?

DOCTOR STOCKMANN
Sí; sobre todo del suyo, desgraciadamente.

MORTEN KÜL
Si lo publica usted, le va a costar muy caro, Stockmann.

DOCTOR STOCKMANN
¡Pues no me callaré!

UN COMERCIANTE
(Habla al capitán Horster, sin saludar a las señoras.) Capitán, ¿cómo ha sido usted capaz de ofrecer su casa a ese enemigo del pueblo?

HORSTER
Señor mío, en mi casa mando yo y hago lo que se me antoja.

UN COMERCIANTE
Entonces, no tome a mal que yo haga lo mismo con mis asuntos.

HORSTER
¿Cómo? ¿Qué quiere usted decir?

UN COMERCIANTE
Mañana lo sabrá usted. (Le da la espalda y se va.)

PETRA
Capitán, ése es su armador.

HORSTER
Sí; el armador Vik.

ASLAKSEN
(Hace sonar la campanilla, en el estrado, con todos los votos en la mano.) Señores, he aquí el resultado: por unanimidad, menos un voto.

VECINO PRIMERO
A de ser el del borracho.

ASLAKSEN
Sí; por unanimidad, menos el voto de un borracho, esta asamblea declara que Tomás Stockmann, médico del Balneario, debe ser considerado como un enemigo del pueblo. (Se oyen aplausos.) Honremos, pues, a nuestra vieja y distinguida sociedad. (Aclamaciónes.) Honremos al alcalde, al hombre constante, trabajador, que, con toda lealtad y valentia no ha dudado un momento en silenciar sus íntimos sentimientos familiares en aras del bien público. Señores: la reunión ha terminado.

BILLING
¡Viva el presidente!

TODOS
¡Viva el impresor Aslaksen!

DOCTOR STOCKMANN
Petra , hazme favor de darme mi abrigo y mi sombrero, y usted, capitán, ¿tendrá sitio en su barco para unos emigrantes a América?

HORSTER
Para usted y los suyos, siempre lo habrá, doctor.

DOCTOR STOCKMANN
(En tanto Petra le ayuda a ponerse el abrigo.) Vámonos, Catalina; y ustedes, hijos míos, vengan también. (Ofrece el brazo a su mujer,)

SEÑORA STOCKMANN
(En voz baja.) Tomás, será mejor que salgamos por la puerta privada.

DOCTOR STOCKMANN
(Levantando la voz.) ¡Muy pronto sabrán del enemigó del pueblo! Yo no soy tan bueno como aquel que dijo: Perdónalos, porque no saben lo que hacen.

ASLAKSEN
(Grita, ) Eso es una blasfemia, doctor Stockmann.

BILLING
(En el mismo tono.) ¡Dios nos guarde! Eso es una cosa que no puede escuchar ningún hombre razonable.

UNA VOZ RONCA
¡Todavía nos amenaza!

GRITOS AIRADOS
¡Vayamos a apedrear sus ventanas! ¡Hay que arrojarlos al fiord!

UN HOMBRE
(Entre la multitud.) ¡Toca tu silbato, Evensen! ¡Toca! (Se oyen bocinazos, silbidos y gritos salvajes. El doctor Stockmann se dirige a la puerta con los suyos. Horster les va abriéndo paso.)

LA MULTITUD
(Grita tras ellos.) ¡Enemigo del pueblo! ¡Enemigo del pueblo!

BILLING
(Mientras ordena sus notas.) ¡Que barbaridad, parece que esta noche sería hartamente peligroso ir a tomar ponche a casa de los Stockmann! (Todos se precipitan hacia la salida. El alboroto se extiende hacia afuera; desde la calle se oye venir aún el grito.) ¡Enemigo del pueblo! ¡Enemigo del pueblo!

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