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Concluye el autor aplicando la obra al propósito por que la acabó

Pues aquí vemos cuán mal fenescieron
Aquestos amantes, huigamos su danza.
Amemos a Aquél que espinas y lanza,
Azotes y clavos su sangre vertieron.
Los falsos judíos su faz escupieron:
Vinagre con hiel fue su potación;
Porque nos lleve con el buen ladrón,
De dos que a sus sanctos lados pusieron.

No dudes ni hayas vergüenzas, lector,
Narrar lo lascivo que aquí se te muestra;
Que siendo discreto verás que es la muestra
Por donde se vende la honesta labor.
De nuestra vil maña con tal lamedor,
Consiente cosquillas de alto consejo
Con motes y trufas del tiempo más viejo;
Escritas a vueltas le ponen sabor.

Y así, no me juzgues por eso liviano,
Mas antes celoso de limpio vivir,
Celoso de amar, temer y servir
Al alto Señor y Dios soberano.
Por ende, si vieres turbada mi mano,
Turbias con claras mezclando razones,
Deja las burlas, que es paja y granzones,
Sacando muy limpio de entrellas el grano.



* * *


ALONSO DE PROAZA, corrector de la impresión, al lector

La arpa de Orfeo y dulce armonía
Forzaba las piedras venir a su son;
Abrir los palacios del triste Plutón,
Las rápidas aguas parar las hacía.
Ni ave volaba, ni bruto pascía;
Ella asentaba en los muros troyanos
Las piedras y froga sin fuerza de manos,
Según la dulzura con que se tañía.

Prosigue y aplica

Pues mucho más puede tu lengua hacer,
Lector, con la obra que aquí te refiero:
Que a un corazón más duro que acero
Bien la leyendo harás liquescer;
Harás al que ama amar no querer;
Harás no ser triste al triste penado,
Al que es sin aviso, harás avisado;
Así, que no es tanto las piedras mover.

Prosigue

No debujó la cómica mano
De Nervio ni Plauto, varones prudentes,
Tan bien los engaños de falsos sirvientes
Y malas mujeres, en metro romano;
Cratino y Menandro, y Magnes anciano
Esta materia supieron apenas
Pintar en estilo primero de Atenas
Como este poeta en su castellano.

Dice el modo que se ha de tener leyendo esta tragi-comedia

Si amas y quieres a mucha atención
Leyendo a Calisto mover los oyentes,
Cumple que sepas hablar entre dientes,
A veces con gozo, esperanza y pasión;
A veces airado, con gran turbación.
Finge leyendo mil artes y modos,
Pregunta y responde por boca de todos,
Llorando y riendo en tiempo y sazón.

Declara un secreto que el autor encubrió en los metros que puso al principio del libro

No quiere mi pluma ni manda razón
Que quede la fama de aqueste gran hombre,
Ni su digna gloria, ni su claro nombre,
Cubierto de olvido por nuestra ocasión.
Por ende juntemos de cada renglón
De sus once coplas la letra primera,
Las cuales descubren por sabia manera
Su nombre, su tierra, su clara nación.

Describe el tiempo en que la obra se imprimió

El carro de Febo, después de haber dado
Mil e quinientas dos vueltas en rueda,
Ambos entonces los hijos de Leda
A Febo en su casa tienen posentado,
Cuando este muy dulce e breve tractado,
Después de revisto e bien corregido,
Con gran vigilancia puntada e leído,
Fue en Sevilla impreso y acabado.

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