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SEGUNDA PARTE



CAPÍTULO DÉCIMOSEXTO



VÍCTIMA DEL DESPOTISMO

Baninelli dirigió al gobierno el parte con el mismo laconismo y sencillez que acostumbraba el cabo Franco hacer sus arengas y proclamas a sus soldados en los momentos de peligro.

- Llegué a marchas forzadas cuando menos se esperaba -decia el parte de Baninelli-. Mi vanguardia derrotó completamente a los revoltosos en la media noche del 8 de ... de 18 ... Incluyó el estado de muertos y heridos. En las tropas de mi mando hubo tres heridos. Uno de ellos se llama Moctezuma, y dice ser descendiente del emperador de México. Recomiendo el comportamiento del capitán Franco y de los tres reclutas heridos. Cuartel general en San Pedro, etcétera.

También envió directamente al presidente, y sin leer, las muchas cartas que contenia el paquete que encontró en la casa de Valentín Cruz, y permaneció en San Pedro esperando órdenes.

Por extraordinario (1) recibió la respuesta:

Persiga usted al enemigo sin descanso. A los cabecillas y oficiales que coja los fusila usted en el acto, y a los soldados los incorpora a su regimiento.

El presidente, con tanta felicitación como recibió y tanta adulación, que aprovechó la ocasión para pedirle dinero y empleos, dejó como olvidado en su mesa el paquete, y no fue sino hasta ocho días después cuando tropezó con el pliego, mandó al ayudante que cerrase las puertas, que nadie lo interrumpiese y se puso a eXaminar uno por uno los documentos que contenia.

Eran cartas y papelitos sin firma, de diversos caracteres de letra; los unos, incomprensibles, pero que daban a entender que entre Valentín Cruz y los corresponsales o correspondientes de México había relaciones anteriores e íntimas, no de asuntos privados, sino absolutamente politicos.

Inquieto, disgustado y cansado el presidente, y doliéndole la cabeza, se disponía a clasificar las cartas ya leidas y a colocarlas en su cubierta cuando observó que había en el suelo dos o tres papeles que se habían caldo sin que lo hubiese notado.

Uno de ellos era una carta firmada.

Enterado de todo. Apresure usted los negocios, porque urge. Mándeme, si le es posible, dinero, que necesito con urgencia para seguir los trabajos. Más de una semana he estado enfermo, y por eso no le he escrito.

Sabe que de corazón soy su amigo.

Licenciado Bedolla

- Me la va a pagar este plcaro -dijo el presidente luego que acabó de leer la carta-. Lo voy a secar en una prisión hasta no descubrir el hilo de esta revolución; más adelante lo mandaré fusilar. Estoy rodeado de malvados y traidores, y mis mismos ministros son los primeros que conspiran contra mi.

Durante algunos dlas les dictaba acuerdos muy largos, que guardaba dizque para rectificarlos, y era para comprobarlos con las cartas y papeles de Valentin Cruz, hasta que adquirió la más perfecta convicción de su culpabilidad, menos la del ministro de Hacienda, no habiendo encontrado semejanza de su letra en ninguno de los papeles que había registrado.

- Señor don Pedro -le dijo en cuanto se lo presentó el ayudante-, me va a prestar un servicio, o mejor dicho, a la nación.

- Acepto y quedo a sus órdenes.

Cuando don Pedro se retiró, tocó la campanilla y el ayudante entró.

- Tome usted un coche, va en él a la casa del licenciado Bedolla, o al juzgado, a donde lo encuentre usted, lo aprehende y lo conduce a la prisión militar de Santiago. Lo que es por ahora está conjurada la tormenta -dijo el presidente dejándose caer en el sillón-. Ya veremos lo que sigue. En sustancia la nación la gobernamos, yo, dirigiendo la política; Baninelli derrotados a los pronunciados, y ese bandido de Río Frío ahorcando ladrones en el camino. Mañana veremos.




Notas

(1) Llamábase correo extraordinario al que usaban las autoridades para casos de urgencia y cuya característica propia era la rapidez en su desplazamiento.

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