Índice de 24 horas en la vida de una mujer de Stefan ZweigCapítulo anteriorBiblioteca Virtual Antorcha

X

Luego de pronunciar estas palabras se levantó. Comprendí que su relato había concluído. Un poco turbado y confuso quise decirle algo; pero ella pareció adivinar mi esfuerzo y en el acto me disuadió:

- No; se lo suplico; no hable ... No me responda nada, no me diga nada. Le estoy profundamente agradecida, y ... ¡buen viaje!

De pie, ante mí, tendióme la mano. Involuntariamente contemplé su rostro y entonces me sentí conmovido y maravillado ante la expresión de la anciana señora que, amable y a la vez cohibida, tenía ante mí. ¿Era, acaso, el reflejo de la antigua pasión? ¿El rubor, lo que arrebolaba, de súbito, sus mejillas, hasta la raíz del cabello? Estaba ante mí cual una doncella candorosamente turbada, abochornada de sus recuerdos y de su propia confidencia. Conmovido sincera y profundamente quise testimoniarle, con unas palabras, mi respeto; pero no pude hablar. Entonces me incliné, besando respetuosamente la mano trémula y marchita cual una hoja de hierba en otoño.

Índice de 24 horas en la vida de una mujer de Stefan ZweigCapítulo anteriorBiblioteca Virtual Antorcha