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Primera parte

CAPÍTULO V

NUEVAS JIRAS POLÍTICAS DEL SR. MADERO Y LIC. ROQUE ESTRADA - SU APREHENSIÓN EN MONTERREY


El señor Madero se fue a continuar la propaganda del partido y yo me quedé a trabajar con el comité ejecutivo electoral, cuyos trabajos se hacían con mucha dificultad por virtud de las persecuciones, sobre todo las de la prensa, pues el México Nuevo fué suspendido desde antes de la convención, confiscados la rotativa y los linotipos. Volvió a publicarse con una prensa y volvieron a suspenderlo; se volvió a publicar, utilizando una imprenta que me facilitó el señor Enrique W. Paniagua: hacíamos las formas en los talleres y se tiraban en los de un periódico americano; pero una noche, la policía detuvo a los cargadores que llevaban las formas, se las quitó y las dejó en la calle, deshechas. Por último, se volvió a publicar el periódico en una hojita con el nombre de El Mexicano y sólo por unos días, lo cual nos dejó sin prensa.

Los señores Francisco I. Madero y licenciado don Roque Estrada, agentes activos de la propaganda política, fueron presos en Monterrey bajo un pretexto cualquiera, y después de algunos días, traídos a San Luis Potosí, donde se les recluyó en la Penitenciaría.

La noticia de la aprehensión del señor Madero se me comunicó en los telegramas siguientes:

Monterrey el 7 de junio de 1910.
Doctor Francisco Vázquez Gómez.
Elíseo N° 20.
Urgente.

Francisco I. Madero aprehendido por orden juez, pretextando favoreció fuga licenciado Estrada, a quien pretendióse aprehender por policía sin uniforme y sin orden. Su esposa empeñóse acompañarle prisión y está con él.

Gustavo A. Madero.

En el mismo día contesté:

México, 7 de junio de 1910.
Señor Gustavo Madero.
Monterrey.

Espero que, dada la poca importancia del pretexto para la aprehensión, pronto se pondrá en libertad a su señor hermano.

F. Vázquez Gómez.

Como según noticias de la prensa, el licenciado don Roque Estrada al fin habia sido aprehendido, creí que el señor Madero, siendo ya un candidato, pronto quedaría en libertad, pues me parecía imposible que el gobierno cometiera un acto altamente impolítico y, por lo mismo, perjudicial para él; pero el telegrama siguiente fue más explícito respecto al motivo de la aprehensión:

Monterrey, 8 de junio de 1910.
Doctor Francisco Vázquez Gómez.
Elíseo N° 20.

Pancho continúa preso y ahora acúsanlo también por ultrajes autoridad, debido a su alocución del domingo, publicada en Republicano hoy.

Gustavo A. Madero.

El efecto que estos acontecimientos produjeron en los miembros del Partido Antirreeleccionista fue, como era natural, el de una exaltación bastante considerable, pero no se desistió de la lucha. Entre algunos más previsores o si se quiere menos pacientes, empezó a germinar la idea de ir a la revolución, y creo que esta fue la idea del señor Madero desde un principio, a juzgar por los vehementes discursos que pronunciaba en contra del general Díaz.

Con motivo de la aprehención del señor Madero, publiqué el siguiente Manifiesto al Partido Nacional Independiente:

La violenta e inesperada prisión del ciudadano Francisco I. Madero, condidato a la Presidencia de la República, me impone el imprescindible deber de dirigirme a todos los miembros del Partido Nacional Independiente, cuyos trabajos políticos vañ a recorrer su última etapa en los próximos comicios.

La aprehensión del candidato, ciudadano Francisco I. Madero, ha coincidido con la de muchos miembros del Partido Antirreeleccionista en los Estados de Puebla, Veracruz, San Luis Potosí, Coahuila, Sonora, Sinaloa y Jalisco, según las noticias recibidas hasta la fecha. Todas ellas han reconocido insignificantes pretextos: unas veces porque se reclama el empadronamiento que previene la Ley Electoral; otros, porque se pide permiso para reunirse pacíficamente a tratar asuntos políticos, derecho que conceden las leyes de la materia, y otras, sin motivo ni pretexto alguno, salvo el de ser miembros reconocidos del Partido Antirreeleccionista.

Todas estas persecuciones inmotivadas e injustas no tienen otro objeto, según parece, que impedir a toda costa que el sufragio sea efectivo en las próximas elecciones y despertar, además, por estos medios, el terror y la indignación populares, impropios para proceder en el caso con la prudencia y tranquilidad necesarias.

Es casi seguro que en el transcurso de los poquísimos días que faltan para las elecciones primarias, han de verificarse más aprehensiones; pero si desgraciadamente se realiza esta previsión, no debemos vacilar un instante en nuestros propósitos amplia y públicamente manifestados a la faz del mundo. Con la tranquilidad en la conciencia, con la ley en la mano y la resolución en el alma, debemos concurrir pacíficamente a depositar nuestro voto en las urnas electorales. Este es nuestro deber y debemos cumplirlo.

No olvidemos ni un instante que en estos momentos solemnes para la nación mexicana, todo el mundo observa nuestra conducta: tengamos siempre en cuenta que no vivimos aislados del mundo civilizado; que aquí en nuestra misma patria existe una numerosa y culta representación extranjera que a diario toma nota de nuestros actos y que ella, ajena a todas las pasiones de nuestra política militante, sabrá siempre hacernos justicia.

Desgraciadamente para nuestra causa, el partido político contra quien tenemos que luchar en los próximos comicios, está constituído, en su inmensa mayoría, por funcionarios públicos que no se han despojado de la autoridad que les concede la ley para entrar en una lucha leal, franca y sincera, como sucede en los pueblos cultos. De esto resulta que todos nuestros actos son considerados por nuestros adversarios, no como un medio legítimo de combate en toda contienda política y democrática, sino como un ultraje a la autoridad constituída. En esta virtud, muy a menudo estamos obligados a dar el triste y desconsolador espectáculo ante el mundo civilizado, de pedir garantías constitucionales a nuestros propios enemigos, quienes, por intereses de partido, casi siempre las niegan.

Estas condiciones verdaderamente excepcionales y extraordinarias para los miembros del Partido Nacional Independiente, les impone la obligación y la necesidad imprescindibles de hacer un supremo y heroico esfuerzo en bien de la paz y de la tranquilidad de nuestra patria, concurriendo a votar en las próximas elecciones con la decisión firme y resuelta de respetar la ley y de hacer respetar en medio de la paz, los derechos que ella confiere.

Conciudadanos:

En la organización de vuestros trabajos políticos habéis dado pruebas de valor, de inteligencia y de patriotismo en bien de vuestros ideales. En el momento decisivo y solemne mostraos tranquilos, serenos e imperturbables, y depositad vuestro voto en las urnas electorales en nombre del derecho y en bien de la democracia y de la patria.

SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCION.
México, a 10 de junio de 1910.
F. Vázquez Gómez.

Con fecha 15 de junio de 1910, y estando el señor Madero todavía en Monterrey, le escribí una carta, que dice:

Junio 15 de 1910.
Señor don Francisco I. Madero.
Monterrey.

Muy querido y estimado amigo:

Recibí su grata de 11 del corriente y la copia de la que dirigió a mi hermano.

Como ha de suponerse, lamento mucho lo acontecido a usted y al señor licenciado Estrada; pero como ya esto pasó a la categoría de los hechos consumados, no hay más que aguantarse, y adelante.

Voy a hablarle de algo importante. Hoy vino a verme el vicepresidente del Círculo N. Porfirista, y a decirme lo siguiente:

El grupo o partido de Félix Díaz va a lanzar la candidatura Porfirio Díaz y Teodoro Dehesa para Presidente y Vicepresidente. Esta candidatura la hará suya y la lanzará también el Círculo Nacional Porfirista, lo cual provocará la renuncia del señor Corral, o cuando menos, le restará muchos elementos si no renuncia. El Presidente dejará obrar a los postulantes de Díaz-Dehesa. Este último aceptó ya ser postulado y aceptará públicamente el principio de No Reelección. La candidatura Díaz-Dehesa, me dijo la persona de que se trata, es anticientífica, y por este motivo es necesario que los antirreeleccionistas se unan con nosotros.

Contesté lo siguiente:

PRIMERO. Yo no tengo facultades para hacer estos arreglos ni creo que deba hacerlos.

SEGUNDO. Si el señor Corral renuncia su candidatura públicamente, y Dehesa acepta el principio de No Reelección, podría yo interponer mi influencia para que nuestro partido, sin alianza con el partido Diaz-Dehesa, acepte, de hecho, esa situación en bien de la paz y en bien de todos los mexicanos.

TERCERO. Si el Partido Científico se divorcia del señor general Díaz y aun se vuelve agresivo, nosotros, para evitar la anarquía, estaremos del lado del señor general Díaz; y nunca y por ningún motivo del lado de los científicos.

CUARTO. Entre tanto, continuaremos nuestros trabajos.

QUINTO. Puesto que se desea lanzar en esta semana la nueva candidatura, hoy mismo con un propio, escribo al señor Madero cuya opinión debo conocer y acatar antes de hacer nada sobre este asunto, pues no es difícil, que aparte del principio de No Reelección, él quiera poner otras condiciones que favorezcan a nuestro partido.

Apreciaciones mías. Juzgo que el señor general Díaz trata de desligarse de Corral y de los científicos; pero no quiere quedarse solo. Pienso que al país le conviene más el general Díaz con el elemento independiente, que Díaz y científicos. Creo que el triunfo Díaz y elemento independiente, se obtiene sin dar lugar a revoluciones; mientras que el de Díaz y científicos provocará la revolución, la que por ningún motivo es conveniente para el país, y debemos evitarla a toda costa.

Modo. Yo les dije que, a mi juicio, la única forma posible para una entente sería la de aceptar por nuestra parte, sin protesta, el resultado Díaz-Dehesa, porque la renuncia de nuestras candidaturas no sería conveniente, tal vez ni después de la renuncia pública y expresa del señor Corral.

Condiciones. En el caso de que fuera realizable la combinación, creo que deberíamos pedir, aparte de la aceptación del principo No Reelección, la introducción de nuestro partido en el gobierno, tanto en las cámaras y en los ministerios, como en los gobiernos de los Estados.

Esta es mi opinión. Si usted la acepta, le ruego me ponga un telegrama inmediatamente diciendo: Aceptado. Si usted no la acepta sino en parte, entonces me dirá en el telegrama: Espere carta. Si usted la rechaza del todo: No acepto.

Recurro a este formulismo convencional, porque el asunto es urgente, y quedaron de volver pasado mañana en la noche por la opinión de usted.

Sabe que siempre se le estima y saluda con afecto.

Le ruego se sirva saludar a mi nombre y con los respetos debidos a su muy apreciable señora.

Su amigo.

F. Vázquez Gómez.

Esta carta, como se ve, expresa mis opiniones que pueden resumirse así: anticientificismo y deseos de evitar una revolución.

En el fondo, esta carta contiene más o menos las ideas del pacto Madero-Limantour, que se insertará a su tiempo: la diferencia está en que, en lugar de Dehesa, el señor Madero prefirió al jefe de los científicos, y en que fué escrita antes de la revolución, y procurando evitarla; en tanto que el pacto Madero-Limantour se celebró cuando el gobierno se había visto obligado a reconocernos beligerancia.

La precaución del formulismo era necesaria, porque el gobierno sabía todo lo que nos comunicábamos por telégrafo o por correo; pero el señor Madero, muy poco afecto a tratar las cosas con la reserva necesaria, me contestó por telégrafo diciéndome por qué no debíamos entrar en negociaciones con los porfiristas; es decir, puso en conocimiento del enemigo, lo que yo quería que ignorara, porque, como antes dije, bien podría creerse que éramos nosotros y no los porfiristas, los que buscábamos alguna combinación.

El señor Madero contestó lo siguiente:

Monterrey, N. L., 21 de junio de 1910.
Sr. don Francisco Vázquez Gómez.
Elíseo N° 20.
México, D. F.

Muy querido amigo.

Le escribí a usted con fecha 11 del actual y recibí la carta de usted, fecha 15 del mismo, que le contesté con un mensaje que decía:

Me parece indecoroso e inconveniente entrar en arreglos mientras me encuentre preso.

Después comprendí que había quedado un poco ambiguo mi mensaje, pues la idea principal era que yo no podía tratar mientras me encontrase en esta situación, especialmente en el caso de que se trata, de hacer concesiones. Si se hubiese visto que yo hacía concesiones estando preso, podría creerse que lo había hecho por sentirme intimidado. Por lo demás, me pareció por el tono de la carta de usted, que aquellos amigos de todos modos lanzarían la candidatura Dehesa, y como tenía ciertos antecedentes, supuse que ellos la lanzarían de todos modos sin esperar una contestación definitiva mía.

Como no me ha vuelto usted a decir nada ni los periódicos tampoco, supongo que no sería una cosa seria. De todos modos, le agradeceré decirme lo que haya de nuevo y si ha iniciado algunos arreglos con aquellos señores. Yo creo que no es posible arreglo ninguno, pues nuestro partido no quedará satisfecho, sino siendo el Vicepresidente uno de nosotros, en cuyo caso yo me empeñaría que fuese usted; pero, lo repito, mientras me encuentre preso no quiero yo entablar ninguna clase de negociaciones.

Espero recibir carta de usted para conocer su parecer sobre el manifiesto a la nación y mi carta al general Díaz, que espero que se publicaría.

Diríjame su correspondencia en un sobre a la señorita Mercedes Madero.
Hotel Progreso.
San Luis Potosí.

Las persecuciones han seguido cada día más fuertes, especialmente en los puntos donde Corral tiene la mano, como aquí, Puebla y Sonora.

Ya veremos qué resulta de todo esto, pues muy pronto vendrá el desenlace.

Sin otro particular y en espera de sus gratas noticias, quedo, como siempre, su amigo que mucho lo quiere y su atto. s. s.

Francisco I. Madero.

Por habérseme extraviado esta carta, la tomo del libro del señor licenciado don Roque Estrada, antes citado (Pág. 252).

Refiriéndose al mismo asunto, en carta de 24 de junio y fechada en San Luis, me dice el señor Madero, entre otras cosas:

No creo que sea un mal el que no haya tratado con los dehesistas, pues no creo que nuestro partido ni la nación acepten esa nueva candidatura, pues significaría la continuación del actual régimen un poco más moderado. Pues no debemos esperar de Dehesa grandes libertades constitucionales. La nación desea un cambio radical y ahora que tiene grandes esperanzas de lograrlo, no se contentaría con la nueva fórmula que le propone.

En esto tenía razón el señor Madero; pero mi intención no fue que se le propusiera a nuestro partido la nueva fórmula, sino que, como dije en mi carta de quince de junio, y dado que el gobierno tendría que ganar forzosamente las elecciones, aunque fraudulentamente, nuestro partido, sin alianza con el partido Díaz-Dehesa, aceptara de hecho la situación en bien de la paz.

Este asunto siguió tratándose en varias cartas, y en una de 30 de junio me dice el señor Madero lo siguiente:

Por lo demás, no veo en qué haya perjudicado a sus negociaciones el hecho de que yo haya declarado que la candidatura Dehesa no fue lanzada de acuerdo con nosotros, lo cual es cierto.

Esto no sería un obstáculo para que si conviniese al partido, se aceptara el triunfo de esa candidatura como un hecho consumado, y usted comprende que, precisamente, mi actitud de aparente intransigencia lo pondrá en condiciones de obtener mayores ventajas para el partido, en caso de que el general Díaz tratase de buena fe.

El señor Madero siguió creyendo que sus declaraciones perjudicaban mis negociaciones, que no las hubo, siendo así que lo que sucedió fue que los enemigos creyeron, por virtud del telegrama, que buscábamos una combinación y que estábamos divididos, lo cual me obligó, supuesto que ya el asunto era público, a hacer unas declaraciones en El País.

Con este motivo el señor Madero, en una post-data que puso a la carta a que me vengo refiriendo, dice:

Hoy le tegrafié felicitándole por su entrevista al País, que me causó grande satisfacción, porque en ella demuestra usted a todos la perfecta armonía que reina entre nosotros.

Pasadas las elecciones primarias y secundarias, pero antes de la decisión de la Cámara, decía yo al señor Madero que Dehesa como Vicepresidente habría sido menos malo que los científicos y Corral, y en carta de 18 de agosto me expresó su opinión, diciendo:

No puede decirse que la situación en el país haya empeorado desde que Limantour ha tomado parte en el gabinete. Por el contrario, más bien ha mejorado algo.

Quizás fue más funesto para la nación el Partido Científico Romero Rubio, que sostuvo en los Estados gobernadores como Garza Galán, en Coahuila, y Curiel, en Jalisco, etc., etc.

Respecto a la gestión financiera del general Díaz antes de que estuviese Limantour en su gabinete, fue un verdadero fracaso, pues nunca pudo nivelar los presupuestos que se cubrían anualmente con déficit, mientras que con Limantour se han nivelado los presupuestos, y el crédito de la nación ha subido considerablemente.

Esto se lo digo únicamente, porque no me parece justo echarle a Limantour la culpa de todo, cuando el verdadero culpable es el general Díaz.

Si en mis cartas, cuyas copias no son legibles, culpaba yo más al señor Limantour, era porque él estaba en la plenitud de la vida, y era hombre culto e instruido, mientras que el general Díaz puede decirse que estaba ya en decadencia, y la influencia que sobre él ejercía su secretario de Hacienda era decisiva.

He copiado los párrafos anteriores porque en ellos se comienza a ver una diferencia de opinión entre nosotros, en lo relativo al señor Limantour, jefe del Partido Científico y quien, de hecho, era el que gobernaba en los últimos años del gobierno del general Díaz. Este fue el autor de la paz y con ella, el señor Limantour pudo aplicar sus conocimientos hacendarios.

Como se verá más adelante, el señor Madero era un partidario ardiente del señor Limantour, y, por lo mismo, del partido que regenteaba el secretario de Hacienda del Presidente Díaz. El limantourismo del señor Madero culminó considerablemente en las negociaciones de Ciudad Juárez, pues como se verá a su debido tiempo, ello fue el origen y la verdadera causa del fracaso de la revolución de 1910, y aun de la muerte del mismo señor Madero.

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